«Oblivion»: museo de ciencia ficción
Visualmente bella y estéticamente irreprochable, OBLIVION, la nueva película de Joseph Kosinski, el director de TRON: LEGACY, protagonizada por Tom Cruise, parece más un homenaje y cita permanente a otras películas de ciencia ficción que una película en sí misma. Es como si Kosinski y su equipo hubieran decidido hacer un museo vivo del género […]
Visualmente bella y estéticamente irreprochable, OBLIVION, la nueva película de Joseph Kosinski, el director de TRON: LEGACY, protagonizada por Tom Cruise, parece más un homenaje y cita permanente a otras películas de ciencia ficción que una película en sí misma. Es como si Kosinski y su equipo hubieran decidido hacer un museo vivo del género y poner a Cruise a recorrerlo con algunas compañías ocasionales, aquí y allá. El museo pinta muy bien -Kosinski diseña maravillosos escenarios y Cruise tiene una presencia magnética que ayuda a recorrerlos-, pero ninguna de las dos cosas logra evitar que la película se sienta sin demasiado pulso cardíaco.
Las películas de ciencia ficción tienen que vivir a la sombra de otras que han creado esos universos antes que ellas, por lo cual es muy difícil que cada nueva película no parezca citar a muchas anteriores. Kosinski se tomó el trabajo de diseñar algunos espacios de manera más o menos original, pero es una pena que no se pueda decir lo mismo de la forma en la que construyó la trama que se desarrolla en ellos.
OBLIVION comienza como una cruza entre WALL-E, SOY LEYENDA y MOON, con un hombre que está en un futurista planeta Tierra que ha sido devastado por una guerra contra un ejercito extraterrestre. Según nos dice la voz en off de Tom, los humanos ganaron la guerra pero el planeta quedó tan deshecho que tuvieron que irse a vivir a Titán, una de las lunas de Saturno. Cruise encarna a Jack Harper, un hombre que junto a su compañera Victoria (Andrea Riseborough) es enviado por muchos años a una base flotante en la Tierra como una suerte de guardia de seguridad que cuida que algunos extraterrestres que siguen por ahí no destruyan los pozos desde donde los humanos exiliados del planeta extraen sus recursos. La pareja ya está por retornar a Titán, pero Harper no está seguro de querer irse.
El hombre recorre el planeta devastado limpiándolo como Wall-E mientras que Victoria hace las veces del robot femenino Eve. Pero Harper tiene un extraño recuerdo en el que él está en el Empire State de Nueva York con una mujer (Olga Kurylenko) que no es la suya, y no sabe de dónde viene ese sueño/pesadilla. Cuando una nave aterrice por accidente en el planeta, la vida rutinaria de Harper cambiará por completo y descubrirá que no todo es como el creía. Más bien, nada…
Tratando de no revelar más de las sorpresas que, una atrás de otra como en fila (la película compite por el récord de vueltas de tuerca), nos va otorgando el filme, diremos que ahí WALL-E se termina y el museo pasa a recorrer otras películas de las que podemos citar a 2001, MATRIX, EL VENGADOR DEL FUTURO, EL PLANETA DE LOS SIMIOS, ROBOCOP, AVATAR, YO ROBOT, ALIEN, MAD MAX e incontables obras literarias del género. OBLIVION pasa de la ciencia ficción existencialista y casi soviética (SOLARIS anda por ahí también), a la post-apocalíptica y bélica, a la mística/interplanetaria y a la que se te cruce por la cabeza, en una concatenación de hechos que parecen digitados más como formas para pasar de uno a otro esquema que por necesidades dramáticas reales de los personajes.
Es así que la película, cuya primera mitad (la más, digamos, WALL-E) promete un ejercicio de sci-fi seco y reflexivo va girando y girando sobre sí misma, agregando actores como Morgan Freeman y Nikoaj Coster-Waldau, sin decidirse nunca adonde quiere ir. Esa primera mitad, visualmente fuerte, con música de la banda electrónica francesa M83 para cubrir los silencios y con Cruise recorriendo lo que quedó de la Tierra es sin duda lo mejor, un espectáculo audiovisual propio del Planetario, pero muy disfrutable.
Cuando el Kosinski guionista -o los guionistas que le pusieron para darle «garra» a la película- toman el control del asunto, el estilista visual que hay en él parece perdido, y la película se desvanece al mismo tiempo que su control sobre ella, desperdiciando de a poco la credibilidad que había conseguido. Y ni todo el carisma de Cruise (que lo tiene, seguramente es uno de los pocos actores de Hollywod capaces de ponerse al hombro una superproducción que durante buena parte de su metraje tiene poquísimos diálogos) puede sostener este producto, cuyo carácter solemne y elefantiásico queda ahí -en su zona más mística y, admitámoslo, un poco absurda- más que nunca en evidencia.
OBLIVION son cinco películas en una (para los que quieran hablar de todas ellas, debatamos sobre con spoilers en los comments) cuando con dos, o a lo sumo tres, alcanzaba y sobraba. O, tal vez, hacer OBLIVION como miniserie televisiva. Así, posiblemente, todas las abruptas transiciones que hay en la película se podían ir acomodando menos bruscamente.