Cannes 2013: «El gran Gatsby», de Baz Luhrmann (Apertura)

Cannes 2013: «El gran Gatsby», de Baz Luhrmann (Apertura)

por - Críticas
14 May, 2013 11:59 | comentarios

A los 15 minutos uno cree que no va a poder aguantar 140. Ni uno, como espectador, ni Baz Luhrmann, como director de orquesta. Es que EL GRAN GATSBY empieza como si un corredor de maratones saliera disparado a hacer los 42 kilómetros como si fueran los 100 metros llanos. ¿Cuánto durará hasta desmoronarse, hasta caer […]

gatsby-poster-leonardo-dicaprioA los 15 minutos uno cree que no va a poder aguantar 140. Ni uno, como espectador, ni Baz Luhrmann, como director de orquesta. Es que EL GRAN GATSBY empieza como si un corredor de maratones saliera disparado a hacer los 42 kilómetros como si fueran los 100 metros llanos. ¿Cuánto durará hasta desmoronarse, hasta caer desmayado, agotado luego de haber gastado toda su energía?

Adaptada de la célebre novela de F. Scott Fitzgerald -considerada por muchos como una de las fuertes aspirantes al trono eternamente vacante de la Gran Novela Americana-, la película del director de MOULIN ROUGE! toma la efervescencia de aquel filme parisino y la transporta a la Era del Jazz en los Estados Unidos: los locos años ’20. Pero a diferencia de esa película, GATSBY no es un musical ni mucho menos: solo toma la dislocación temporal entre música e imagen (con canciones de hoy en una historia de entonces, algunas «arregladas» a un estilo tipo charleston) y una puesta en escena más cercana a un show de Cirque du Soleil que a una película de época clásica. Pese a su «delirio sensorial», Luhrmann no intenta nunca pasarse de ciertas rayas. Es que, parece, con algunas cosas no se juega…

gatsby party2Sin embargo, y al menos durante buena parte de su metraje, EL GRAN GATSBY no puede ser otra cosa que una película de Luhrmann: colores saturados, música explosiva, movimientos de cámara espaciales y cuerpos que giran y se mueven como si fuera el Campeonato Mundial de Extras y la Olimpiada de las Grúas al mismo tiempo. Es que el planteo de la novela, hasta cierto punto, se lo permite: Gatsby (Leonardo DiCaprio) es un «nuevo rico» que se ha hecho millonario misteriosamente y que trata de lograr los favores de la clase alta neoyorquina organizando unas gigantescas fiestas como si fuera una celebridad del «star system» actual. Eso sí, al hombre no le gusta aparecer mucho socialmente, ni siquiera en sus galas, a la que va todo el mundo sin invitación alguna. Poca gente lo ha visto alguna vez.

El que se descubre intrigado por la figura mítica de Gatsby es Nick Carraway (Tobey Maguire), un graduado de Yale que llega a la zona de Staten Island y se compra una pequeña casa en el East Egg, enfrente de la bahía en la que vive su prima Daisy Buchanan (Carey Mulligan) junto a su marido Tom (Joel Edgerton). A su lado, en una mansión enorme y tenebrosa al mejor estilo CITIZEN KANE, vive el misterioso Gatsby. Entre ese East Egg y el West Egg en el que viven «los Buchanan» puede haber una distancia pequeña en kilómetros, pero hay una enorme en status social. En el «Oeste» viven los herederos, los verdaderos «reyes del mundo». Y Gatsby, para ellos, no es más que un aspirante…

gatsby5De hecho, lo es. El drama de la novela está en el deseo de «pertenecer» de Gatsby (que no es su nombre real: su pasado es un secreto que se devela a lo largo de la historia), más que nada para volver a enamorar a Daisy, mujer con la que tuvo una relación varios años atrás pero a la que perdió cuando se fue a la Primera Guerra Mundial. Sus fiestas, sus gastos, toda la parafernalia tiene como único objetivo reconquistarla.

Luhrmann no se las hace fáciles a los académicos ni a los guardianes del canon literario, ya que su película tiene algo de la ampulosidad de las fiestas de Gatsby: puro brillo y poca sustancia. Pero, curiosamente, el estilo elegido tiene mucho que ver con lo que se cuenta y con quien lo cuenta. Un australiano en Hollywood, el director de ROMEO + JULIETA parece pensar que no puede competir en «árbol genealógico» con sus pares americanos y británicos, y se lanza a captar la atención del universo del cine de la misma manera brutal y poco elegante -para la época- que lo hace Gatsby.

Durante la primera hora del filme seremos parte (gracias al 3D inmersivo) de las fiestas en cuestión, grandes bacanales para miles de personas, repletas de comida, bebida, música, chicas, políticos, banqueros y personajes del mundillo neoyorquino. Cuando la energía de Luhrmann empieza a agotarse la película entra en una zona gris de la que, parece, no podrá salir nunca, ni aún cuando Gatsby y Daisy se reencuentran. Pero cuando el ejercicio de Luhrmann parece haber llegado al punto de autoanularse, en una jugada sutil (y, por eso, doblemente inesperada), el corazón de la novela parece empezar, lentamente, a latir. gatsby2

Las complicaciones que ambos encuentran a la hora de recomenzar su historia de amor van tornando cada vez más desesperado y trágico el esfuerzo de Gatsby, y la experiencia le irá sirviendo para darse cuenta que hay ciertas cosas -tanto entonces como ahora- que no se pueden comprar. Especialmente en una sociedad de castas tan cerrada y compartimentalizada como era la norteamericana de entonces (hoy cambió, radicalmente, y el «self made man» es un héroe cultural en ese país).

Un poco como Don Draper (los fans de MAD MEN veremos muchísimas similitudes entre ambos personajes), este «segundo acto» de Gatsby, esta reinvención, deparará más sufrimientos que placeres, ya que el hombre nunca parece poder disfrutar nada de lo que sucede alrededor, siempre pendiente de una mujer igualmente extraña, que él adora más como proyección de lo que él quiere ser que por sus propios atributos. DiCaprio transmite a la perfección ese anhelo, ese deseo de trascender su circunstancia que tiene Gatsby. Las diferencias, para un espectador lejano, pueden parecer menores, pero la distancia que hay entre ambos lados de la bahía (y la famosa luz verde que es el símbolo clásico de ese sueño imposible) es inmensa.

gatsby eyesLa novela y la película tienen otros elementos narrativos importantes, como el affaire que Tom, el marido de Daisy, tiene con Myrtle (Isla Fisher), la esposa de un mecánico (Jason Clarke), asunto que será clave en la resolución dramática de la historia. Y si bien Edgerton encarna a Tom como si estuviera actuando en un filme de esa época (algo similar a lo que hacía Billy Zane, enfrentándose también a DiCaprio en TITANIC), la rivalidad entre ambos irá creciendo y se hará palpable, dándole al clímax narrativo del filme una carga dramática inesperada en virtud del filme que veníamos viendo.

Otro elemento del que se ha hablado mucho es la música del filme que, si bien no cumple el rol narrativo que tenía en MOULIN ROUGE!, es un elemento un poco desconcertante, con Jay-Z, Lana del Rey, Bryan Ferry, Beyoncé, Jack White, Fergie, will.i.am y siguen las firmas en una suerte de popurrí en el que el único que realmente parece pertenecer -por estilo- es el ex líder de Roxy Music. Pero así como la película «se calma» en la segunda mitad, lo mismo sucede con las elecciones musicales, que pasan a centrarse en la música incidental compuesta por Craig Armstrong y en donde se luce The XX, haciendo «Together», la que tal vez sea la gran canción de la película y que se escucha completa recién sobre los créditos finales.

gatsbyNo es EL GRAN GATSBY una gran película, pero tampoco es el desastre que parece reportar la crítica anglosajona, seguramente más celosa y académica con el texto que el realizador. Esperar sutileza y elegancia de parte de Luhrmann era poco menos que absurdo y su película no es sutil ni elegante. Es grandilocuente y espectacular y un poco vacía, como los intentos de Gatsby por conquistar el corazón de Daisy. Los espectadores, como ella, debemos decidir si nos dejamos conquistar por su fascinante vulgaridad, por su ridícula necesidad de tirarnos, a cada minuto, la mansión por la ventana, o si abandonamos la fiesta, cansados de tantos fuegos de artificio.

Eso sí, como apertura del Festival de Cannes, de todos modos, es una elección irreprochable. Es de esperar que la fiesta sea igualmente espectacular…