Cannes 2013: «Heli», de Amat Escalante (Competencia)
HELI es la tercera película del mexicano Amat Escalante después de SANGRE y LOS BASTARDOS, y la primera en entrar en la competencia oficial de Cannes. Se entiende por qué: su tema es la violencia social en México y sus escenas son lo suficientemente shockeantes y poderosas como para que sea un filme discutido, amado […]
HELI es la tercera película del mexicano Amat Escalante después de SANGRE y LOS BASTARDOS, y la primera en entrar en la competencia oficial de Cannes. Se entiende por qué: su tema es la violencia social en México y sus escenas son lo suficientemente shockeantes y poderosas como para que sea un filme discutido, amado y odiado por igual. Esa necesidad de provocar impacto es la parte menos interesante del cine de Escalante (habría que decir que es un ángulo que comparte con su colega y productor Carlos Reygadas, cuyos muy buenos filmes a veces se ven perjudicados por una curiosa necesidad de “asustar a la burguesía”), poniendo en riesgo los logros que sus películas tienen en casi todas las demás líneas.
De cualquier modo, si uno analiza las películas de Reygadas y Escalante hay algo en común en ellas que merece ser analizado más allá del impacto que provocan y que muchos ven como una especie de cálculo para que los filmes sean tenidos en cuenta en festivales. Ese ángulo en común no sólo es la violencia, sino la forma en la que esa violencia se pone en escena y que, creo yo, tiene más que ver con un estado de cosas en México que con ese mentado “cálculo”.
Hay una escena, en particular, que me hizo pensar en que la mirada respecto a la violencia en pantalla que podemos tener los que vivimos fuera de México es distinta a la que se tiene allí. Y no, no es la escena de la tortura que seguramente todos comentarán al hablar de la película, sino unas imágenes que se ven en un noticiero de televisión, en un momento, y que muestran tres cabezas decapitadas sobre un auto. Esas imágenes, que pueden ser cotidianas y hasta normales en las noticias mexicanas (no sé si son de un noticiero real o de uno inventado) para muchos otros países serían morbosas, fuertísimas e impensables. Da la sensación de que allí la discusión sobre los niveles de violencia parte desde otro lado.
HELI es la historia de una espiral de violencia sin fin, de un mundo sin salida, de una sociedad en crisis absoluta en la que todo lo que puede terminar mal terminará mal. Esa oscuridad y nihilismo, en donde las mejores intenciones son destruidas una y otra vez resulta un poco ardua de ver. Y no tiene necesariamente que ver con las tres o cuatro escenas chocantes que tiene la película sino en la desesperanza absoluta que transmite.
Con algunos elementos que recuerdan a KINATAY, de Brillante Mendoza, y un estilo más cercano al de Bruno Dumont en películas como FLANDERS, HELI mezcla violencia del narcotráfico, abusos sexuales y corrupción política y militar para contar una historia que bien podría ser parte de un policial negro. Un cadete de la policía roba dos bolsas de la cocaína secuestrada de los narcos para venderla por su cuenta e irse de ahí con su noviecita de doce años, pero el hermano mayor de ella la descubre (el “Heli” del título) y la tira, provocando el consiguiente caos: persecución, secuestro, tortura, asesinato, etc.
Lo que sigue es muy fuerte, con un grupo violento que secuestrará al ladrón, a la novia y al hermano en cuestión , además de matar al padre de ambos. La violencia y el abuso (muy gráficos) crecen y se desparraman ya que la investigación policial será igualmente turbia y poco útil. Nada puede salir bien ahí ni aun lo que parece salir bien. Y ese determinismo cruel termina siendo casi programático, ya que da la sensación de que todo conduce, sin prisa pero sin pausa, hacia una zona cada vez más terrible.
Las estrategias narrativas de este tipo -esa especie de condena que agobia a todos los personajes desde un comienzo- suelen disgustarme, pero en el caso de HELI siento que hay dos puntos que la levantan de esa zona “Haneke/Seidl” que tiene el filme. Por un lado, su poderío cinematográfico. Visualmente se aleja casi por completo de cualquier tipo de miserabilismo y exhibicionismo exótico para extranjeros. Es una puesta en escena minimalista y poderosa, y las escenas impactan por su poder dentro de esa especie de calma visual. En ese sentido es innegable que Escalante sabe muy bien lo que quiere mostrar y cómo mostrarlo, por más desagradable que pueda hacer.
Por otro lado –y con esto vuelvo al principio- la película podría catalogarse dentro del cine de denuncia política/social, y la intención del director es la de echar luz sobre una realidad terrible como la violencia en México y los enfrentamientos entre militares y narcos, con la sociedad civil en el medio. La estrategia utilizada, a mi gusto, no es la más amable pero no hay duda que es potente. Es pensable, en ese sentido, que a veces el impacto político de una película pueda tener prioridad sobre el estético. De ser así, si HELI sirve para provocar alguna reacción o medida, habrá valido la pena…
Querido: me gusta lo que escribiste. Mi hipótesis es que la forma del film torna ineficaz cualquier crítica política.
Puede ser, no estoy seguro. Hay algo que sucede ahí que se me escapa y que no es solo «torture porn». Creo que hay niveles de violencia asentados socialmente que se nos escapan a los de afuera. Hay niveles de crueldad que están tan normalizados que tal vez ya ni parezcan demasiado fuertes. No sé si me explico…
Hace unos días pude ver «Los Bastardos» y me pareció de una total aridez cinematográfica, no hay que confundir eso con estilo…Lo que encuentro en común entre las películas de Amarante y Reygadas es una cierta torpeza estética.
ya con q el cine mexicano tenga presencia en cannes se ha ganado mucho, ojala y el jurado vea mas alla de las crudas escenas violentas, y entiendan lo q quiso comunicar el director, q la vida y la humanidad deden prevalecer sobre toda barbarie.