Cannes 2013: Miike, Bruni-Tedeschi, Pahn, Quemada-Diez, Said

Cannes 2013: Miike, Bruni-Tedeschi, Pahn, Quemada-Diez, Said

por - Críticas
24 May, 2013 08:26 | Sin comentarios

A falta de tiempo para escribir un post entero con una crítica de cada película que veo en Cannes (más de 40 posts en 12 días en inhumano) sigamos con las críticas breves repartidas en las distintas secciones de este festival que está levantando bastante el nivel de los últimos días. Faltan dos días y […]

chateauA falta de tiempo para escribir un post entero con una crítica de cada película que veo en Cannes (más de 40 posts en 12 días en inhumano) sigamos con las críticas breves repartidas en las distintas secciones de este festival que está levantando bastante el nivel de los últimos días. Faltan dos días y ya empiezan a aparecer los candidatos a los premios. Creo que las que tienen posibilidades de figurar alto en el palmarés, al menos por ahora, están las de Abdellatif Kechiche, Hirokazu Kore-eda, Asghar Farhadi y, en menor media, Jia Zhang-ke, los hermanos Coen y James Gray.

Aquí vamos, entonces, con algunas mini-críticas que nos quedan:

miikeSHIELD OF STRAW, de Takashi Miike (Competencia). Cuando empezó parecía que se iba a llevar todo por delante, que era la gran película de acción asiática que el festival merecía. Y durante un poco más de media hora mantuvo esa ilusión, pero luego fue cayendo en un pozo lleno de enormes agujeros de guión, escenas cada vez menos interesantes y en algunos casos ridículas hasta finalmente implotar contra sí misma, como si se hubieran quedado sin ganas, energía o dinero en la mitad del rodaje. El punto de partida es interesante: un multimillonario pone precio a la cabeza del hombre que violó a su nieta y, cuando lo captura la policía, un grupo de cinco agentes debe custodiarlo en viaje a Tokio. Al hombre hay que protegerlo de las masas de gente que quieren matarlo, pero también de ellos mismos, que pueden estar comprados por el mismo millonario. El planteo da para una interesante mezcla narrativa y temática (la desesperación de los japoneses por el dinero a costa del honor), pero es difícil sostenerlo sin un guión fuerte que justifique las decisiones absurdas que, una y otra vez, toman los personajes. Sin eso, más allá de dos o tres escenas espectaculares ubicadas al principio del filme, la película no tiene demasiado para contar y se va desvaneciendo de a poco.

UN CASTILLO EN ITALIA, de Valeria Bruni Tedeschi (Competencia). La comedia dramática de la actriz/directora intenta funcionar con ese tono entre jovial y aparentemente despreocupado que tienen (o tenían) ciertas películas de la Nouvelle Vague para tratar los temas más serios posibles. Bruni-Tedeschi tiene que lidiar con un hermano enfermo de sida, un romance complicado, un embarazo inesperado y la crisis económica familiar que les obliga a vender el castillo del título en una película que -pese a los temas duros que trata- es simpática y amable, aunque un poquito dispersa. Basada en las propias experiencias de vida de la realizadora/protagonista y dividida en las cuatro estaciones de un año, UN CASTILLO… puede ser la terapia familiar de una familia multimillonaria italiana, pero logra de cualquier modo trascender esa especificidad y transformar esas emociones en algo más o menos universal.

panhL’IMAGE MANQUANTE, de Rithy Panh (Un Certain Regard) Esta película sin duda merece un post más largo, pero también requiere un análisis más histórico y cinematográfico que es imposible hacer en medio de un festival. Como «preview» de una crítica más grande que haré más adelante diré que se trata de un filme diferente en lo formal a los últimos de Panh. Si bien se trata de otra película acerca de la historia política de Camboya -y específicamente de la época gobernada por el Khmer Rouge, a fines de los ’70-, Panh pone el acento en su experiencia familiar. A falta de suficientes materiales de archivo (y de «imágenes», tema central a la película), el realizador de S21 utiliza, un poco a la manera de Albertina Carri en LOS RUBIOS unos muñequitos de arcilla a los que manipula para ir graficando las escenas que la voz en off narra. Durísima historia de vida, sí, pero también un denso análisis político de un gobierno «del pueblo y para el pueblo» cuyos métodos terribles no son tan lejanos e imposibles de existir hoy como podrían parecer.

LA JAULA DE ORO, de Diego Quemada-Diez (Un Certain Regard) Clásica en su construcción y formato, muy humana en su descripción de los protagonistas, la opera prima del español radicado en México puede que no sea la más original o innovadora de las películas pero su pequeña gran historia está sensiblemente contada. Centrada en tres adolescentes de Guatemala que intentan cruzar México en tren para luego atravesar la más complicada frontera con los Estados Unidos, el filme no se centra tanto en las dificultades para cruzar sino en la experiencia de la travesía, con sus encuentros, desencuentros y sus choques. Una niña que se debe hacer pasar por varón, un niño indígena y el líder del grupo son los personajes cuyas vidas serán alteradas definitivamente a partir de la experiencia en ese tren (en el que viajan en los techos) y en las paradas del viaje, en el que encontrarán alguna ayuda y bastante violencia. Dura pero no morbosa, emotiva pero no sentimental, LA JAULA DE ORO no cuenta una historia demasiado original pero logra conmover con elementos nobles.

el-verano-de-los-peces-voladoresEL VERANO DE LOS PECES VOLADORES, de Marcela Said (Quincena de Realizadores) En la línea del cine latinoamericano que explora los choques sociales, el primer filme de ficción de Said trabaja una temática y un tono que recuerdan a LA CIENAGA, de Lucrecia Martel. Una familia de mucho dinero pasa un tiempo en una casa de vacaciones en la región chilena de La Araucanía, con amigos y parientes, y allí se ve enfrentada a conflictos que van saliendo a la luz con los habitantes mapuches originarios del lugar. La historia será contada tangencialmente a partir del punto de vista de la hija del dueño del lugar, una adolescente atravesando sus primeras experiencias amorosas, que choca con las ideas y actitudes de su padre, que maneja el latifundio con un calculado desprecio por los que trabajan y viven en la zona. Said logra contar estos conflictos de manera sesgada, casi nunca entrando de lleno en las más obvias batallas, las que se manifiestan a través de pequeños gestos, actitudes, situaciones y misteriosos hechos en la ruta. Confusa en sus inicios, de a poco la película va uniendo a sus diferentes protagonistas y situaciones para terminar de armar este drama de fin de la inocencia y de descubrimientos de todo tipo. La fotografía de Inti Briones es directamente cautivante.