Cannes 2013: «The Bling Ring», de Sofia Coppola (Un Certain Regard)
El placard de Paris Hilton, el living de Lindsay Lohan, los zapatos de Kirsten Dunst, los muebles de Orlando Bloom, la almohada de Johnny Depp, el perfume de Kim Kardashian. Calculo que debe haber algo fascinante en todo eso que se me escapa. Sin embargo, al ver la devoción que por ese tipo de cosas […]
El placard de Paris Hilton, el living de Lindsay Lohan, los zapatos de Kirsten Dunst, los muebles de Orlando Bloom, la almohada de Johnny Depp, el perfume de Kim Kardashian. Calculo que debe haber algo fascinante en todo eso que se me escapa. Sin embargo, al ver la devoción que por ese tipo de cosas tienen los personajes de THE BLING RING, la película de Sofia Coppola, de algún modo logro entender lo que hay detrás de eso. No tanto en las joyas de Demi Moore, sino en lo que moviliza a algunas personas a llorar de éxtasis al ponerse una prenda suya o de, digamos, Britney Spears. O de cualquiera que sea más famoso y supuestamente poderoso que uno…
Los personajes de la nueva película de la directora de PERDIDOS EN TOKIO serán, para algunos, otros niños ricos con tristeza y aburridos sin nada mejor que hacer que meterse en problemas por estupideces ya que no tienen mejor idea que entrar a las casas de algunas celebridades, revisar sus cosas y robarse algunas de ellas. Y tal vez lo sean. Pero eso no quita que lo que tratan de hacer con sus vidas en ese momento sea relativamente fuerte en lo que respecta a su pequeño -y sí, algo estúpido- mundo.
Mark (Israel Broussard) es un chico recién llegado a un elegante barrio de Los Angeles al que tiene que integrarse pero en el que es velozmente despreciado por todos los chicos que van a su aparentemente exclusivo colegio privado (no se viste ni se peina del todo adecuadamente, parece). La excepción es Rebecca (Katie Chang), que tal vez por ser en parte asiática se maneja con su propio grupito, lejos de las más populares del colegio, que lo recibe y lo cobija en su seno. Los «losers» de este grupo no lo serían en otra escuela: son aspirantes a actrices y modelos, hijos de ejecutivos de Hollywood y así. Pero en el híper competitivo mundo en el que viven son lo más parecido a los nerds y los parias de otros lugares.
En sus pérdidas de tiempo vespertinas y guiados por Rebecca, la líder del grupo y el personaje más misterioso del filme, el grupo -que además integran dos excesivamente bobaliconas y zarpadas chicas que viven juntas con una madre post-hippie (genial Leslie Mann), y una rubia sexy y bastante idiota- no tiene mejor idea que robar en las casas de famosos porque les da curiosidad, porque es fácil y porque pueden. Rebecca lo hace con devoción, Mark con miedo y fascinación, y los demás porque sí.
Coppola -que de entrada muestra que el grupo fue finalmente detenido por lo que hicieron, aunque los detalles del juicio los conoceremos recién al final- no intenta hacer una profunda exploración psicológica de los adolescentes sino, como en sus otros filmes, retratar momentos en la vida de un grupo de jóvenes aburridos, que se meten en situaciones complicadas sólo para darle algún grado de excitación y pasión a sus anodinas vidas. En ese sentido, tiene un aire a versión “cheta” y light de SPRING BREAKERS.
Filmada de una manera acorde al mundo de celebrities de entrecasa que retrata, regodeándose en las marcas, carteras, vestidos y zapatos de los famosos, mostrando casas espectaculares, fiestas a todo trapo y autos de lujo, Coppola nos lleva con mano maestra por los pequeños detalles de ese universo tan californiano que parece conocer muy bien. Y, en este grupo mayoritariamente femenino, es el personaje de Mark el que merece nuestra simpatía.
Tal vez el gran error del filme sea que los demás personajes van de lo inescrutable a lo caricaturesco. Como el de Emma Watson, que está muy bien en el rol de una chica tonta que sueña ser una “celebrity con causas nobles a las que donar dinero” (su modelo de vida es Angelina Jolie), pero del que la película termina burlándose. El hecho de que Watson tenga seguramente más dinero que todos los retratados en el filme es un detalle que no debería ser pasado del todo por alto…
Lo que más se extraña en THE BLING RING son los interesantes riesgos formales que Coppola suele tomar en sus películas. Aquí, de cualquier modo, la estética está pensada y trabajada al dedillo, sólo que es más cercana a la de un programa de E! Entertainment que a otra cosa. La elección es completamente lógica –con fotomontajes, páginas de internet y edición rápida- pero no por eso deja de ser un tanto aburrida, casi como ver esos mismos programas de televisión que la película toma como referencia crítica.
La película más accesible y, tal vez por eso, la menos rica en apariencia de todas las de Coppola, THE BLING RING sin embargo oculta más elementos para el análisis de lo que aparenta. Sí, sabemos lo que es la cultura de la celebridad y lo que despierta, pero Coppola apuesta a entenderla desde otro lugar, no del que mira todo con la curiosidad del fan que nunca podrá tener nada de eso, sino desde el que lo ve desde cerca creyendo que un par de zapatos, una cartera o una joya de un famoso lo convertirá en alguien más interesante y deseable de lo que es. En el chico o la chica más popular de la clase…
Llegué a la película como un intento de ver la vida «post Potter» de Watson. Sinceramente, no comprendo el valor de una película así. Ni en la historia, ni en lo formal. Y va más allá de lo que decís en el segundo párrafo. La historia no es interesante. Y formalmente tampoco lo es. Todo lo que se desprende de eso (escenas que se prolongan por demás, actuaciones forzadas, etc) está destinado a ir cuesta abajo.
90 minutos dura la película. Soy de los que ven siempre todo porque confío en que hay algo que puede redimir o dar sentido. Acá me preguntaba qué chances habían de que lo que restaba de la película sean los títulos.
Creo que desde que sigo el blog, es una de las veces que más lejos estuve en cuanto a apreciación.
Nada demasiado grave.