Cannes 2013: «The Last of the Unjust», de Claude Lanzmann (Fuera de competencia)
Claude Lanzmann ha agregado otro capítulo a su larga carrera dedicada, en su mayor parte, a revelar detalles del Holocausto, con THE LAST OF THE UNJUST, en la que combina imágenes filmadas recientemente con una larga entrevista a Benjamin Murmelstein, último presidente del Consejo Judío del ghetto de Theresienstadt y único sobreviviente de los cuestionados […]
Claude Lanzmann ha agregado otro capítulo a su larga carrera dedicada, en su mayor parte, a revelar detalles del Holocausto, con THE LAST OF THE UNJUST, en la que combina imágenes filmadas recientemente con una larga entrevista a Benjamin Murmelstein, último presidente del Consejo Judío del ghetto de Theresienstadt y único sobreviviente de los cuestionados «decanos judíos» que administraban los ghettos durante el nazismo.
La entrevista a Murmelstein es de 1975 e integraba las entrevistas de lo que fue el clásico documental SHOAH, pero en ese momento Lanzmann decidió dejarlo fuera de esa película, al sentir que el registro de la entrevista no cuajaba del todo con el resto del material. El director de 87 años no había tocado el material fílmico desde entonces y ahora lo retomó y le agregó una serie de escenas suyas en el ghetto, en las cercanías y estaciones, en las que se lo ve hablando a cámara, narrando episodios y leyendo del libro que Murmelstein escribió sobre su experiencia, llamado «Terezin».
Y esa experiencia es, por lo menos, compleja. Acusado por muchos de colaboracionista, Murmelstein se defiende con muchos argumentos e inteligencia de esas acusaciones, tratando de justificar sus acciones en un ghetto que era mostrado por los nazis como un ejemplo ante el mundo de que su trato para con los judíos era humano y «modélico». Ex rabino de Viena y largamente vinculado a Adolf Eichmann (Hannah Arendt lo acusa de ser su «socio», pero él lo niega), Murmelstein cuenta sus experiencias, dice, salvando a más de 120.000 judíos en Viena para luego explicar sus conductas en el ghetto en cuestión.
La película dura 218 minutos y a los grandes bloques de entrevistas filmados entonces, Lanzmann le suma materiales filmados ahora. Como en otros filmes suyos, aparecen las siempre muy contundentes escenas de estaciones y vías de trenes por donde pasaban los judíos en camino a Theresienstadt y de allí camino al «Este»: Auschwitz y otros campos de exterminio. Fuertes son también las escenas en las que recorre lugares específicos del ghetto.
Es evidente que a Lanzmann le fascina el personaje y da la sensación de que fue a cuestionarlo durante las entrevistas pero terminó bastante convencido por sus relatos. Cuando Murmelstein explica que ayudar a los nazis a que el ghetto sea usado como ejemplo le aseguraba la permanencia del lugar y la vida de los judíos allí es difícil no creerle. Pero también se lo nota un anciano astuto e inteligente que ha pensado una respuesta para salir del paso ante casi cualquier cuestionamiento.
Se ve que a Lanzmann le gustan ciertas características de la personalidad de «El Prominente» (tal es el título de su cargo), su energía, fuerza organizativa y su negación a victimizarse. El hombre admite ciertas culpas y entiende que haya sido odiado y hasta tildado de colaboracionista, pero explica lo que hizo y porqué lo hizo en función de las circunstancias que le tocaron vivir.
Entre las experiencias filmadas entonces (la entrevista de 1975 está filmada en Roma) y el repaso de Lanzmann en los sitios originales en los que transcurrió la historia, se destaca lo que hablan de Adolf Eichmann, ya que Murmelstein es uno de los sobrevivientes que más lo conoció. En abierta oposición a Hannah Arendt, dice que no había nada en Eichmann de «hombrecito burócrata» ni era la representación de la consabida «banalidad del mal». Al contrario, lo pinta como un monstruo, un demonio, que hacía dinero vendiendo casas de judíos y prometiéndoles inexistentes escapes a Colombia y cosas por el estilo. Otro punto en el que entrevistado y entrevistador disputan algunos datos de la historia oficial del Holocausto en un filme que, pese a su extensa duración, se ve y vibra casi como un relato del presente.