No-estrenos: «Sightseers», de Ben Wheatley
La tercera película de Ben Wheatley, SIGHTSEERS, ha tenido mayor circulación que sus anteriores (DOWN TERRACE y KILL LIST) y su nombre está apareciendo hace ya rato como uno de los más interesantes realizadores británicos de los últimos tiempos. A juzgar por esta comedia negra -no vi ninguna de las anteriores- habría que decir que […]
La tercera película de Ben Wheatley, SIGHTSEERS, ha tenido mayor circulación que sus anteriores (DOWN TERRACE y KILL LIST) y su nombre está apareciendo hace ya rato como uno de los más interesantes realizadores británicos de los últimos tiempos. A juzgar por esta comedia negra -no vi ninguna de las anteriores- habría que decir que la canonización de Wheatley es -aunque entendible por su clara cinefilia- por lo menos apresurada. SIGHTSEERS es un híbrido entre dos tipos de cine ingleses clásicos: la comedia negra de los Estudios Ealing y el realismo de entrecasa de la escuela Mike Leigh. A todo eso habría que sumarle, claro, un toque de horror. El resultado, en el mejor de los casos, puede ser visto como simpático. Si uno lo ve de otra manera, se trata de una de esas parodias cancheras sobre una serie de personas entre estúpidas y repulsivas.
Pero vamos a darle «la derecha» a Wheatley y tratar que su descripción de esta pareja recién formada (Tina y Chris) que, al irse de vacaciones por sitios históricos del norte de Inglaterra, descubren que andar asesinado gente es algo que los une y fortifica, no nos resulte irritante. De entrada, no lo son. Tina, de 34 años, atosigada por su madre insoportable tiene finalmente un novio y acepta irse con él en su casa rodante pese a que la muy pesada señora hace lo posible de convencerla de que no debería hacer el viaje. Hay una ausencia fuerte en esa casa y no es el padre sino el perro, Poppy, que murió en un accidente doméstico tan horripilante como divertido. Y la madre no se quiere quedar sola.
Las desventuras de Tina y Chris tienen algo, de entrada, de versión inglesa de aquella película de Alexander Payne con Jack Nicholson llamada LAS CONFESIONES DEL SR. SCHMIDT, sólo que ante el primer inconveniente (un hombre que se la pasa tirando basura al piso en un sitio histórico, desoyendo y burlándose de los reclamos del pelirrojo Chris), nuestro héroe no tiene mejor idea que pasarle la casa rodante por arriba suyo «accidentalmente». Ese tipo de situación se repetirá varias veces más y, cuando Tina se dé cuenta de lo que está pasando, no sólo no se molestará sino que será aún más descuidada, maníaca y agresiva en sus supuestas «venganzas justificadas» contra las personas que tienen la osadía de molestarlos un poco. Son la versión inglesa de «la revancha del nerd» en su forma más violenta y oscura.
Wheatley va yéndose de a poco del realismo a la parodia absoluta, especialmente en la descripción del personaje de Tina, que pasa de ser una mujer solitaria y necesitada de cariño para convertirse en una mezcla de idiota con maníaca desquiciada que ni siquiera tiene el cuidado que el finalmente más «centrado» Chris parece tener en sus inevitables choques con los demás. Los encuentros son graciosos y brutales, pero en algún momento se van volviendo repetitivos, ya que en general nos ponen en la situación de esperar cómo van a matar al siguiente gil que se atreva a mirarlos torcido.
El ejercicio de armar una versión más o menos realista de una comedia de la Ealing, finalmente, termina jugándole un poco en contra, ya que no hay forma de tomarse seriamente lo que sucede de esa manera supuestamente «realista». Y el intento de hacerlo es lo que termina fastidiando, ya que ahí sí nos deja la sensación de que el director no hace otra cosa que burlarse de víctimas y victimarios, enfrentándolos sólo para generar diferentes y graciosas formas de morir. ¿Recuerdan QUEMESE DESPUES DE LEERSE, de los hermanos Coen? Bueno, el tono finalmente se vuelve algo parecido a eso…
Obviamente que la película tiene muchas escenas divertidas en las que los choques de clase, las tensiones sexuales y las idas y vueltas de la relación de la pareja (entre ellos, con la madre de ella, con el perro muerto en un inolvidable flashback y con el que luego lo reemplazará) generan situaciones completamente absurdas. Y la película vale la pena por ellas. Pero, de a poco, esa mueca de simpatía va dando paso a una de irritación.
Alice Lowe y Steve Oram, que encarnan a los muy «normales» Tina y Chris, son una pareja británica de comediantes de stand up que generaron estos personajes para un escenario y luego intentaron con ellos hacer una serie de televisión, que no habría funcionado muy bien. Wheatley dice que cuando vio esa serie quiso hacer esta película con ellos, quienes hicieron las veces de guionistas. Ese origen, si se quiere, breve y de sketch cómico, queda en evidencia viendo la película. Es que este tipo de personajes (de un complejo mundo interior pero de trazo bastante grueso en la composición) es más propio de un chiste de unos minutos: ocasional, suelto, efectivo. Al cabo de un rato, cuando se pretende que nos interesemos un poco más en lo que hacen o dejan de hacer, dejan en evidencia que no son mucho más que una caricatura. Bien construida y hábilmente manipulada, pero caricatura al fin.
Diego, te recomiendo ver Kill List.
Yo es la unica que vi de Wheatley y es una pelicula excelente, que intenta darle un giro al genero desde una vision mas lyncheana, ponele.
Si, todos me dijeron que es buenísima.
Pero, bueno, todos me dijeron que esta era buenísima también y mucho no me interesó!
La veré, igual!
Vi Kill List y Sightseers. Kill List es muy superior. Esta es divertida y los personajes son atractivos, pero es una película hecha por encargo. Kill List es tremenda y se nota mucho más la mano de un autor atrás. Mezcla de thriller noir de gángsters y matones con horror gótico al mejor estilo película de la Hammer. Realmente por la variedad de géneros que atraviesa y por el final efectista, pero realmente impactante, es muy superior a esta, que es más tranca. Aún así, me parece un director a tener en cuenta.