«Ritmo perfecto»: todas las voces todas
Es casi un milagro -o una confusión- que una película como RITMO PERFECTO se estrene en la Argentina. Imagino que me dirán que no hay nada nuevo ni original ni «artístico» en ella como para merecer una queja de mi parte, pero lo cierto es que este tipo de películas desaparecieron de la cartelera argentina […]
Es casi un milagro -o una confusión- que una película como RITMO PERFECTO se estrene en la Argentina. Imagino que me dirán que no hay nada nuevo ni original ni «artístico» en ella como para merecer una queja de mi parte, pero lo cierto es que este tipo de películas desaparecieron de la cartelera argentina hace rato y se las extraña. Sí, es cierto, también desaparecieron el 90% de las muy buenas películas no hollywoodenses que circulan por el mundo (por festivales, especialmente), pero esa es una historia -y una demanda- que todos conocemos y casi todos compartimos.
De lo que sea habla menos es de la desaparición de la película norteamericana, digamos, «pequeña». Mediano presupuesto, medianas ambiciones, sin grandes estrellas ni enormes escenas de acción, sin tampoco ese prestigio que se traduce en nominaciones al Oscar, ni directores conocidos. Esas buenas -muchas veces muy buenas, y a veces malas- películas hollywoodenses con las que muchos de nosotros crecimos y que hoy han quedado destinadas al mercado del video hogareño o en manos de la piratería. Y las que especialmente sufren en este contexto son las comedias.
RITMO PERFECTO es una comedia universitaria acerca de un grupo de chicas que cantan en concursos de «a capella» y que sigue buena parte de los parámetros del género, como si fuera un combo en el que GLEE convive con CHICAS PESADAS, BRING IT ON, NI IDEA y hasta la reciente MONSTERS UNIVERSITY, todo bañado con un touch irónico propio de las películas de Christopher Guest como BEST IN SHOW y A MIGHTY WIND. Anna Kendrick (AMOR SIN ESCALAS, CREPUSCULO) encarna a una chica cool y solitaria que quiere ser DJ y producir música, y que termina uniéndose a un grupo de chicas que cantan canciones pop en competencias musicales a capella llamadas de las Barden Bellas. Las chicas, que vienen no sólo de perder sino de pasar un terrible papelón en las finales de la temporada pasada, necesitan sí o sí nuevas integrantes y no les queda otra que aceptar a un montón de «perdedoras».
Beca (Kendrick) es una de estas chicas, junto a Fat Amy (la muy buena comediante australiana Rebel Wilson), la extravagante y silenciosa asiática Lilly (Hana Mae Lee), la casi ninfómana Stacie (Alexis Knapp), la lesbiana afroamericana Cynthia Rose (Ester Dean) y otras, que se unen a la dupla sobreviviente del año anterior: la cuestionada líder Aubrey (Anna Camp) y su «segunda comandante» Chloe (Brittany Snow). RITMO PERFECTO seguirá una temporada de competencias (principalmente con el grupo masculino de la misma Universidad, los invencibles y agrandados Treblemakers), junto a la adaptación de Beca, que va dejando su pretensión cool de estar afuera de todo para terminar integradísima al caótico grupo. Lo cual, obviamente, también incluye un romance latente con Jesse (Skylar Astin), de los Treblemakers.
La trama es estrictamente de manual, con los placeres y limitaciones que esa estructura inamovible parece tener, pero lo que hace muy divertida a la película del debutante Jason Moore (un veterano de musicales de Broadway) es el guión de Kay Cannon (30 ROCK), el «ritmo perfecto» para la comedia de todos los intérpretes y la gracia de los números musicales, que pueden ser perfectos o patéticos pero siempre están filmados con la perfección de una ensayada coreografía cómico/musical. A eso hay que sumarle cada aparición, a modo de comentaristas de las competencias, de Elizabeth Banks y John Michael Higgins, que están entre los puntos más altos de una película que ofrece ni más ni menos que los placeres de una canción pop perfecta.
Irónica pero sin caer en la condescendencia ni la humillación, emotiva sin volverse sensiblera, RITMO PERFECTO saca a la luz lo mejor de cierta comedia americana reciente: la habilidad de combinar gags clásicos de guión (los conocidos «one liners» y remates graciosos) con secuencias de humor más físico (en algún caso excesivamente repulsivo) y otras puramente cinematográficas, como todo lo relacionado a la chica asiática. En el medio, claro, los números y versiones musicales, desde covers a capella de temas de Ace of Base, David Guetta o Mariah Carey a «mash-ups» que mezclan desde Gloria Stefan a Simple Minds, cuya canción para la película EL CLUB DE LOS CINCO («Don’t You Forget About Me») será un elemento clave -y un claro homenaje a John Hughes, gran padrino del género comedia juvenil- de la trama.
Es muy probable que la película no funcione muy bien en taquilla: no tiene estrellas (ni siquiera «capocómicos» conocidos) y circula «en internet» hace meses (se estrenó en Estados Unidos en septiembre de 2012), además de ser el tipo de filme que, muchos sienten, se presta más para consumo casero. Sería una pena que eso sucediera. Sin películas como RITMO PERFECTO -ni muchas de las otras que ya no llegan a las salas de cine argentinas- van quedando muy pocas opciones en la cartelera que no sean secuelas, películas animadas o de superhéroes.