Estrenos: «Corazón de león», de Marcos Carnevale
CORAZON DE LEON no es la comedia absurda y disparatada que algunos pueden imaginar por el concepto que la película de Marcos Carnevale vende. Hay elementos cómicos, pero no demasiados, y muchos de ellos aparecen simplemente porque Guillermo Francella, por momentos, logra hacer reír aún sin quererlo. Es la clase de actor al que un […]
CORAZON DE LEON no es la comedia absurda y disparatada que algunos pueden imaginar por el concepto que la película de Marcos Carnevale vende. Hay elementos cómicos, pero no demasiados, y muchos de ellos aparecen simplemente porque Guillermo Francella, por momentos, logra hacer reír aún sin quererlo. Es la clase de actor al que un espectador se enfrenta casi con la sonrisa preparada y la película se toma el trabajo de ir corriendo (a Francella y al espectador) de ese lugar, de a poco.
El filme es la historia de amor entre un arquitecto millonario que es muy bajito (mide menos de 1,40, por un problema glandular) y una mujer -de estatura normal- que trabaja en un estudio de abogados. Ella viene de un fracaso amoroso y se topa sin querer con este hombre, cuando él la llama al encontrar su celular en la calle (lanzado tras una discusión). Dueño de una verborragia supuestamente seductora, la convoca a una cita para devolverle el aparato en cuestión.
Ivana (Julieta Díaz) no se imagina que León es chiquito, casi como un hombre en el cuerpo de un niño (es eso lo que parece, más que un enano), por lo que esa historia de amor no será demasiado sencilla, tanto por las dudas de Ivana en lo personal, como por sus miedos ante la mirada de los demás. León, en ese sentido, es más claro y desea que ella pueda ver un poco más allá del tema altura.
Saquémonos los chistes malos de entrada y digamos que CORAZON DE LEON es una película menor. Amable, discreta, poco ambiciosa más allá del trabajo de efectos para conseguir la diferencia de altura. De hecho, uno la podría ver casi como una pieza teatral: cuatro o cinco escenarios (las dos casas, las oficinas y algún bar/restaurante), dos personajes y un par de secundarios poco importantes y apenas funcionales a la trama, para contar una simple historia de amor entre personas de apariencias muy diferentes.
Si bien se agradece que la película vaya al grano y no exagere los conflictos a cuestiones de vida o muerte (en un momento parece ir hacia ese lugar, pero milagrosamente lo evitan), hay algo de medianía y chatura de la propuesta que nunca logra trascender del todo. Es medianamente simpática, medianamente romántica, medianamente graciosa. Si la película crece, por momentos, es gracias a la dupla protagónica, dos actores con enorme oficio para generar empatía con el espectador, aunque no se advierta una especial química romántica entre los personajes. Ellos dos, y Nicolás Francella en el papel de… el hijo de Francella (para mí, una revelación), son lo mejor de la película del director de ELSA & FRED.
Salvo alguna que otra excepción, los efectos especiales (algunos simplemente prácticos, de ubicación de cámara) para generar la diferencia de altura están dignamente realizados, más allá que esas diferencias y hasta las proporciones del cuerpo de León cambien casi todo el tiempo. Pero el resto del filme es cinematográficamente opaco, sin demasiada gracia, filmado rutinariamente y con más preocupación por generar ángulos de cámara aplicables a la altura relativa de los personajes que en generar algo de ritmo y elegancia visual.
Conociendo los temas que suele manejar Carnevale en su cine (que se caracteriza por poner en primer plano temas ligados a la aceptación de las personas diferentes y a la inclusión social), me da la impresión que CORAZON DE LEON, aún desde las buenas intenciones, hace ruido desde un par de lugares. Uno de ellos, que no conviene adelantar, tiene que ver con la poco comprensible actitud de la madre de Ivana (interpretada por Nora Cárpena) en relación a la decisión de su hija de tener como pareja a este hombre tan pequeño. Y el otro está relacionado con la necesidad de convertir, desde el guión, a León en prácticamente un superhéroe, como si su falta de altura tuviera que «compensarse» con el hecho de pintarlo como un hombre ideal (empresario, millonario, gran padre, mejor persona, excelente amigo, un tipo sin ningún lado gris), por lo que parece casi una estupidez que Ivana no se entregue a sus brazos por más pequeño que él sea. Un personaje con alguna arista un poco más ambigua podía haber hecho crecer en interés al conflicto del personaje de Julieta Díaz. Y con eso, a la película.
Comparto lo que decís, pero hay decisiones que dan un poco de vergüenza ajena, como la música de Elvis para remarcar un momento íntimo o directamente la musicalización. Hay escenas que parecen que están tan hechas para producir un impacto «estético» que terminan siendo completamente vacías (el atardecer o la secuencia del salto en paracaídas que parece de otra película).