Estrenos: «La parte de los ángeles», de Ken Loach
No puedo ubicarme en el Club de los Odiadores de Ken Loach, club que está creciendo mucho en números últimamente, especialmente en el universo de los festivales de cine. Más allá de que lo considero un cineasta que ya no tiene demasiado para revelarnos, tiendo a entrar fácilmente en sus relatos, me da cierto placer su […]
No puedo ubicarme en el Club de los Odiadores de Ken Loach, club que está creciendo mucho en números últimamente, especialmente en el universo de los festivales de cine. Más allá de que lo considero un cineasta que ya no tiene demasiado para revelarnos, tiendo a entrar fácilmente en sus relatos, me da cierto placer su mundo y sus personajes, y hay una cierta constancia en esta última época que me atrae. Mucho más, por lo pronto, que su etapa turística resolviendo los problemas del mundo.
LA PARTE DE LOS ANGELES es una comedia es simpática, amable, ligera; no podrá confundirse con una gran obra y será una experiencia tan entretenida como rápidamente olvidable. Comedia sobre un ex presidiario «rehabilitado» como catador de whisky y llevado a tener que robar ese brebaje con la compañía de otros torpes aún más inadaptados que él, es una comedia de formato clásico, simplona y banal, que mezcla chistes simpáticos con otros muy malos, y posee unos personajes tibiamente delineados. Pero, a la vez, tiene -como dicen por ahí- «el corazón en el lugar correcto». Y eso le juega a favor.
La película tiene algo de comedia alla italiana y otro poco de ciertas películas de Woody Allen (con sus criminales perdedores, torpes y algo patéticos) y a más de uno hará recordar a VINO PARA ROBAR, ya que buena parte de la trama tiene que ver con robar un whisky carísimo en medio de una ceremonia de cata. Pero Loach envuelve la trama de comedia policial con su ya acostumbrado tono de realismo social (ligado a los problemas que el protagonista tiene tras salir de la cárcel), lo que le da por un lado un poco más de credibilidad a la historia pero, por otro, la lleva hacia un lado sensiblero un poco fuera de lugar.
No llega a estar ni por asomo cerca de las mejores películas de Loach, pero es mucho más disfrutable que las últimas. Para mí, es su mejor película desde DULCES 16, de 2002. Lo que no es poco. Aunque tampoco sea demasiado…
(Versión extendida de la crítica aparecida durante el Festival de Cannes 2012)