No-estrenos: «Drinking Buddies», de Joe Swanberg
Prácticamente desconocido en la Argentina -donde solo alguna que otra de sus ya doce películas se exhibieron en el Festival de Mar del Plata-, Joe Swanberg responde al prototipo del cineasta independiente norteamericano siglo XXI capaz de filmar una película tras otra con bajísimos recursos, con amigos y conocidos, y con un estilo que se […]
Prácticamente desconocido en la Argentina -donde solo alguna que otra de sus ya doce películas se exhibieron en el Festival de Mar del Plata-, Joe Swanberg responde al prototipo del cineasta independiente norteamericano siglo XXI capaz de filmar una película tras otra con bajísimos recursos, con amigos y conocidos, y con un estilo que se apoya fuertemente en la improvisación. Todavía más que su colega Andrew Bujalski (y que los hermanos Duplass, Ry Russo-Young, Aaron Katz, Lynn Shelton o los también hermanos Safdie, por citar solo algunos), Swanberg es el prototipo de la estética DIY del llamado «mumblecore»: 12 películas en 8 años y una obsesiva fijación por mantenerse casi siempre dentro de los parámetros narrativos y estéticos de ese tipo de cine, con sus personajes de veinte y treintaypico y sus problemas de relaciones, trabajos casuales, diálogos largos e improvisados y una puesta en escena entre minimalista y rudimentaria.
Swanberg captura la esencia «mumblecore» en su síntesis estilística «Linklater + Cassavetes», pero también ha sido el hazmerreír del grupo, especialmente por lo básicas y reiterativas que pueden ser sus películas tanto en lo temático como en lo estrictamente cinematográfico. Pero es cierto también que esa búsqueda minimalista y obsesiva, casi de estrenar todo lo que se filma sin filtro, va generando un cuerpo de obra, así como mejores y más ambiciosos resultados. Y así como sucedió con algunos de sus pares (el caso Duplass o Shelton), en DRINKING BUDDIES a Swanberg le llegó la hora de probarse en ligas un poco mayores.
Con un equipo más profesional desde lo técnico y actores conocidos como Olivia Wilde, Jake Johnson, Anna Kendrick y Ron Livingston (con Jason Sudeikis en un rol secundario), Swanberg consigue aquí un trabajo un poco más prolijo y estéticamente correcto que los anteriores, algo que lo acerca bastante al estilo más clásicamente «indie» del cine americano que llega vía Sundance (sus filmes no suelen ir a ese festival ya que el centro de acción de la Generación Mumblecore es SXSW, en Austin, Texas). Pero de cualquier modo ese «brillo lustroso» que tiene su estética no modifica casi en nada el universo y los personajes que narra. Al contrario, si bien en algún momento se puede extrañar el look casero de buena parte de sus películas, la estructura más profesional de DRINKING BUDDIES sirve para que uno se concentre más en los personajes.
Y es ahí donde la película triunfa. Swanberg captura como pocos el mundo de las relaciones entre personajes jóvenes de clase media, entiende a la perfección cómo las personas se encuentran y desencuentran, cómo las cosas no siempre salen como se planean y cómo el amor tiene formas misteriosas de manifestarse. En un punto, DRINKING BUDDIES puede ser vista como una comedia romántica realista y desprolija, donde las cosas se plantean inicialmente como si fueran a tomar giros propios de un afiatado guión de Nora Ephron pero luego se desarman por la propia lógica de los personajes. Y es eso lo que la vuelve humana, divertida, emotiva y recordable.
Kate (la bellísima Wilde, de la serie HOUSE) es una empleada de marketing de una planta que produce cerveza artesanal en Chicago, donde trabaja, entre otros, con Luke (Johnson, de la serie NEW GIRL). Los dos tienen una gran relación y una bastante evidente tensión sexual: salen a beber juntos, bromean todo el tiempo y hasta se observan cuando están separados en un lugar público. Pero Kate, que es bastante gregaria, simpática y podría ser definida como un «tomboy» si no fuera por su brutalmente femenina belleza, y el igualmente desprolijo y amable Luke, disimulan bastante bien (hasta para con ellos mismos) su atracción por el otro.
Tienen motivos: Kate está en pareja con Chris (Livingston, de la inminente EL CONJURO), un empresario musical con una sólida posición económica, mientras que Luke ya directamente vive con Jill (Kendrick, de AMOR SIN ESCALAS y la reciente RITMO PERFECTO), que es más joven que él pero mucho más «adulta» en su deseo de casarse y tener hijos pronto. Cuando las parejas se presentan y se van luego los cuatro un fin de semana a una cabaña cerca de la playa, uno puede imaginar lo que se viene. Pero no será así. O, al menos, no del todo ni tan evidente. Los cruces estarán, los intereses encontrados crecerán y la tensión sexual llegará a niveles insanos. Pero nada será tan sencillo como dictan las leyes de la comedia romántica.
En la manera en la que Swanberg cruza a los personajes está el gran secreto de la película. Las idas y vueltas no son tantas en relación a los hechos, pero los diálogos expresan claramente las dudas y la inseguridad a la hora de establecer relaciones «adultas», de dar determinados pasos por temor a perder lo que se tiene, las contradicciones entre lo que se dice y lo que se hace, y las extrañas vueltas del deseo amoroso. Como ingrediente extra Swanberg tira el alcohol: todos beben cerveza casi todo el tiempo. Pero si bien la bebida ayuda a generar una tensión más que obvia en los cuerpos y en el movimiento, no termina por desbandar las muy cuidadas estructuras de los personajes, que por más libres y desenfadados que parezcan tienen un notable grado de represión, en especial en lo que respecta a manifestar sus verdaderos sentimientos.
Swanberg no pinta acá a un grupo de artistas e intelectuales que ocultan sus pasiones detrás de un discurso elaborado. No, son personajes más comunes (veinteañeros cool, pero poco y nada pretenciosos), aunque sus dificultades para coordinar sus pulsiones y su discurso son similares. Kate está obviamente enganchada con Luke, pero Chris le ofrece seguridad. Cuando las cosas se compliquen con él, tendrá que lidiar con lo que le pasa con su amigo, que sigue de novio. Luke, en tanto, parece luchar entre la química y la atracción que siente por Kate, y el cariño que siente -y el orden que le da en su vida- la más modosita Jill. En una película mainstream, tras algunas complicaciones, todo se resolvería fácilmente. Aquí, no tanto.
La película tiene, igual, algunos problemas: por momentos la tensión sexual alcanza niveles casi insoportables para que los personajes no actúen en consecuencia, y el casting de Wilde (que está excelente, como todos los demás) es complicado, ya que tiene una belleza de «movie star» que es indisimulable aunque no use casi maquillaje y se vista de remera, musculosa y con el pelo atado, lo cual amenaza todo el tiempo sacarle realismo a la trama. Pero todos los personajes son más de lo que se ve a primera instancia: ninguno es tan seguro como parece serlo y hasta los personajes un poco más estereotipados (como Chris) no son tan simples ni previsibles. Equivocados o no, todos actúan de manera bastante coherente, al menos respecto a lo que piensan en ese momento.
Sobre el final, y siempre bajo ese tono casual casi de diario filmado o documental que tiene la película, DRINKING BUDDIES logra ser emotiva. Al confrontar al espectador de una manera más desnuda con la soledad y el silencio de los personajes, y al tensar los mecanismos que hacen que las relaciones en la vida real sean más complejas que en las tramas de las comedias románticas, Swanberg parece llegar a algún tipo de verdad acerca de estas vidas que retrata. Un poco como sucede con su carrera cinematográfica que tal vez ahora apunte a nuevos horizontes, los personajes de su película se debaten entre cambiar, crecer, seguir siendo fieles a sí mismo o repetirse. El futuro -para ellos y para él- no es nada claro, pero igualmente está lleno de promesas.
gracias por la critica, que ganas de ver esta pelicula…
La vi ayer y la recomiendo, pero no esperen ver una clásica comedia yanqui. Es mas «real» que las historias de cine, casi como la vida misma.
Buena Pelicula,mas de uno se sentira reflejado,
Cheers!
la vi ayer y hoy leyendo tu crítica termino de entender por qué me había gustado tanto esta película
Interesante critica, si les gustan este tipo de producciones les recomiendo lo nuevo de los Duplass titulado Togetherness y se estrena el 11 de enero en HBO
Si, lo sé, muero por verla.
Es una de las cosas que más me interesan de la nueva temporada televisiva.
Slds
d