No-estrenos: «Magic Magic», de Sebastián Silva
Una curiosa mezcla entre película independiente norteamericana, filme de género y drama psicológico sobre los choques culturales de un grupo de estadounidenses en el sur de Chile, MAGIC MAGIC es una de las dos películas que el realizador chileno de LA NANA, Sebastián Silva, hizo en su país con Michael Cera (la otra se titula […]
Una curiosa mezcla entre película independiente norteamericana, filme de género y drama psicológico sobre los choques culturales de un grupo de estadounidenses en el sur de Chile, MAGIC MAGIC es una de las dos películas que el realizador chileno de LA NANA, Sebastián Silva, hizo en su país con Michael Cera (la otra se titula CRISTAL FAIRY).
En este caso, Cera no es estrictamente el protagonista. El rol recae en Juno Temple (MR. NOBODY, KILLER JOE), que encarna a Alice, una chica de California que llega a Santiago a visitar a su prima Sarah (Emily Browning, de SUCKER PUNCH) que está estudiando allí. La idea es irse juntas a pasar unos días al sur del país, a una cabaña, junto al novio de Sarah, Agustín (Agustín Silva, hermano del realizador), otro estadounidense que vive en Chile (Brink, encarnado por Cera) y la más seria Bárbara (la colombiana Catalina Sandino Moreno, a la que se puede ver actualmente haciendo de mexicana en la serie THE BRIDGE). Pero Sarah debe retornar a Santiago y, pese a los reparos de Alice, la deja sola con sus amigos.
Alice, de a poco, empezará a quebrarse psicológicamente. La falta de sueño, el lugar desconocido, la irritante compañía de Brink (Cera, desatado, haciendo un personaje muy distinto a los que acostumbra) y algunos episodios confusos con animales (pájaros, perros, etc) la irán desarmando mentalmente. Y cuando vuelve Sarah la cosa no mejora demasiado y allí la pobre Alice empieza ya a comportarse de manera peligrosa, consigo y con los demás.
La película, más que intentar parecerse a los filmes de terror americanos recientes con grupos de jóvenes pasándola mal en casas paradisíacas en el medio de la nada, bebe de influencias más europeas, especialmente filmes como REPULSION o CUL DE SAC, de Roman Polanski, un maestro en esto de crear incomodidad, miedo y paranoia por causas no del todo claras. Con la ayuda de la fotografía de Christopher Doyle (el gran fotógrafo de Wong Kar-wai), Silva logra crear un clima ominoso y perturbado, que sobre el final logra transformarse en creciente tensión.
El filme, sin embargo, llega a su intenso desenlace a los tropiezos, con escenas mejor logradas y otras entre intrascendentes y disparatadas. Tanto Cera como Temple apuestan por actuaciones excesivas y hay momentos de la película que bordean lo risible, en especial lo relacionado a lo que podría interpretarse como el «sonámbulismo» de ella (hace cosas por la noche que no recuerda al día siguiente). Y tanto Silva como Sandino Moreno parecen más preocupados por hacerse a un lado y no molestar que en ser parte del delirio del relato.
Por suerte, el regreso de Sarah reacomoda las cosas, ya que de todos ellos parece la única que actúa con cierto grado de lógica y preocupación, funcionando como balance entre el tono «creepy» y zarpado de los americanos, y el despreocupado, casi desinteresado, de los locales. Y Browning también parece ser la única capaz de balancear la película desde la actuación. Sobre el final -que no vamos a revelar, pero es bastante intenso-, la película recupera el interés, y en esa larga secuencia de hechos nocturnos uno puede advertir esa otra película que no termina por estar del todo en MAGIC MAGIC.
De cualquier modo, y pese a los vaivenes de interés y atención que son más que evidentes, la película de Silva se advierte como una interesante cruza de estilos e intereses en la que el director no pierde aquello que lo hace particular como cineasta para intentar triunfar en Hollywood. Algunos pensarán que tanto el argentino Andrés Muschietti (MAMA) como el uruguayo Fede Alvárez (EVIL DEAD) lograron mejores resultados en sus más efectivas y exitosas películas claramente de género, pero la decisión de Silva de hacer una película de autor en la que los cruces nacionales y culturales sean parte importante de la trama -y no un filme hollywoodense con intercambiables directores-, es más que respetable y hasta saludable. La suya puede ser vista como la versión cool (indie, Sundance, de culto) del acceso a Hollywood.
(MAGIC MAGIC fue editada en DVD en la Argentina)