Estrenos: «El ataque», de Roland Emmerich
No es una novedad que en Hollywood, cada tanto, salen dos películas con muchas similitudes entre sí. Uno se pregunta cómo se generan estos casos, ya que nada es secreto en la industria. Es evidente que no se ponen de acuerdo (una debería cancelarse antes de empezar) y luego empieza una carrera contra el tiempo […]
No es una novedad que en Hollywood, cada tanto, salen dos películas con muchas similitudes entre sí. Uno se pregunta cómo se generan estos casos, ya que nada es secreto en la industria. Es evidente que no se ponen de acuerdo (una debería cancelarse antes de empezar) y luego empieza una carrera contra el tiempo para ver quién llega primero. Pero aún así, es insólito. No sólo porque las dos películas tienen un tema general en común como el ataque a la Casa Blanca, sino que hasta los detalles de la trama son muy pero muy parecidos. Da la impresión, de hecho, que algún guionista echado de un proyecto se fue a escribir el otro, y para no perder tiempo lo dejó más o menos igual.
Los ejemplos que recuerdo vienen de los años ’90: IMPACTO PROFUNDO vs. ARMAGGEDON, VOLCANO vs. LA FURIA DE LA MONTAÑA, HORMIGUITAZ vs. BICHOS y así. Todas estrenadas con muy poca diferencia entre ellas. Pero ninguna de esas duplas tenían el grado de similitud que tienen EL ATAQUE A LA CASA BLANCA con… EL ATAQUE. La primera, dirigida por Antoine Fuqua y protagonizada por Gerald Butler se estrenó aquí en mayo. La segunda, dirigida por Roland Emmerich y protagonizada por Chaning Tatum, se estrena este jueves.
Aquí no sólo el tema general es similar, sino muchísimo detalles de la trama. Las dos tienen a un agente del Servicio Secreto con necesidad de redimirse que, un poco casualmente, termina siendo la única conexión interna en la Casa Blanca para salvar al Presidente una vez que la toma se produce. En ambos casos hay un niño que es muy importante para el héroe (acá es una niña, la hija del protagonista). En ambos casos hay uno o varios traidores internos que trabajan en el Servicio Secreto y en los dos, también, el Vocero de la Casa Blanca es un personaje clave. Obvio que en ambos hay ataques aéreos a la Casa Blanca, misiles, helicópteros y todo lo demás también.
Hay diferencias, sí: los enemigos son distintos y aquí el Presidente (Jamie Foxx) se escapa por los pasillos de la Casa Blanca junto al protagonista (la otra es un poco más DURO DE MATAR, con el protagonista solo la mayor parte del tiempo) por lo que Butler allá tiene un protagónico un poco más excluyente. El filme de Emmerich, también, es más espectacular en cuanto a efectos especiales y acción, mientras que el otro se acomoda a un menor presupuesto centrándose más en acciones a menor escala.
El tono es parecido. Si bien el anterior filme es más crudo y violento, ambos tienen esa mezcla de acción y comedia típicas de un cine que ya casi no se hace. La de Fuqua, en un punto, bebe más del cine de los ’80 -más crudo, violento y con espíritu clase B-, mientras que la de Emmerich apuesta a lo que Emmerich hacía en los ’90, en películas como DIA DE LA INDEPENDENCIA: similar mezcla de humor y acción pero en un marco menos crudo y más «espectacular», más para toda la familia… si se quiere.
A la hora de elegir me quedo con la de Fuqua: más intensa, brutal y «grasa». Es casi un remedo gracioso de las películas de género «a escala humana». La de Emmerich es a la de Fuqua, digamos, como DURO DE MATAR 3 es a DURO DE MATAR 1: más grande, más ruidosa, más desorganizada, menos clara, más sentimental y con un intento más obvio, por momentos, de ser «graciosa». Aquí hay tanto puesto en la relación entre padre e hija (la niña es clave para el filme) que pierde todo sentido la lógica, si se quiere, geopolítica del filme. De hecho, los peores diálogos de la película son los que tratan de explicar los motivos del ataque: causa gracia ver a las personas más poderosas del planeta explicándose unas a otras banalidades acerca de «el complejo industrial militar» y cosas por el estilo…
Ambas películas tienen muy buenos elencos y acá están desde Maggie Gylenhaal a Richard Jenkins, pasando por James Woods, Jason Clark y Lance Reddick. Sin embargo, la película no crece debido a eso, sino que apenas se hace más tolerable. El humor (y los «one-liners» están muy mal ensamblado en una trama que debería ser durísima -por los riesgos que conlleva- y la lógica del guión es absurda aún considerando la lógica siempre absurda que tienen este tipo de películas.
En mi pequeña comparación, gana EL ATAQUE A LA CASA BLANCA. A juzgar por la taquilla internacional (aquella recaudó 160 millones de dólares con un costo de 70, mientras que la nueva anda por los 140 millones… pero costó 150), la gente también la prefirió. O, simplemente, vio la primera que se estrenó y le alcanzó con eso. Para vencer en la contienda, la de Roland Emmerich debería ser mucho mejor o muy distinta o más sorprendente. Pero no es ninguna de las tres cosas.
Emmerich vuelve con más de lo mismo. A pesar de ese intento por diversificar el origen de los MALOS contra la sacrosanta USA, en una sala de Abu Dhabi, donde la vi, los nacionales no pudieron disimular las risas irónicas al ver las escenas de júbilo en Medio Oriente por los ataques a la Casa Blanca que nos regalaba la película. No es fácil enseñar trucos nuevos a un perro viejo,¿no?.