Estrenos: «La vida de Adele», de Abdellatif Kechiche
Vi la película de Abdellatif Kechiche durante Cannes y escribí en ese momento la crítica que copio a continuación. Unos días después, LA VIDA DE ADELE iba a ganar la Palma de Oro, se convertiría en una sensación y hasta sería objeto de algunos debates tanto respecto a lo que narra (y cómo lo narra) como […]
Vi la película de Abdellatif Kechiche durante Cannes y escribí en ese momento la crítica que copio a continuación. Unos días después, LA VIDA DE ADELE iba a ganar la Palma de Oro, se convertiría en una sensación y hasta sería objeto de algunos debates tanto respecto a lo que narra (y cómo lo narra) como a su aparentemente conflictivo rodaje. Durante su paso por la Semana del Cine Europeo -que se organizó en el Cine Gaumont en paralelo a Ventana Sur, a principios de diciembre- volví a ver la película y me pareció apropiado (bah, me dieron ganas) de escribir unas líneas más, a manera de revisión. No me ha cambiado demasiado la visión de la película en términos generales, pero quería agregar algunas ideas nuevas.
Aquí, entonces, va la crítica originalmente publicada durante Cannes.
El realizador franco-argelino de L’ESQUIVE y COUS-COUS logra la que tal vez sea su obra maestra en esta exploración en detalle de la vida de una chica desde los 15 a los 21 años, centrándose especialmente en una larga relación sentimental que tiene con otra chica un poco mayor. Con un realismo a prueba de todo, Kechiche consigue una cercanía física y emocional con sus personajes que es única en el cine contemporáneo, solo comparable a la de los Dardenne, pero aquí en un registro más personal y no tan social.
Adele es una adolescente bonita de clase media que va al colegio secundario y empieza a salir con un chico, más por presión de las amigas que por otra cosa. Un día caminando por la calle ve a dos chicas abrazadas y se queda enganchada con una de ellas, de pelo teñido de azul. Y cuando está en la cama con su novio -o bien cuando se masturba- piensa en ella.
Una situación medio casual en la escuela la lleva a experimentar con chicas y es así que pasa de una compañera de curso a un bar en el que se encuentra con la “chica del pelo azul”, con la que rápidamente se engancha. Es que la adolescente Adele, bonita y sensual de una manera casi aniñada, llama la atención en ese lugar. Pronto serán amigas y luego más que eso. Seguirán juntas, claro, pero muchísimas más cosas sucederán a los largo de las tres horas del filme que no conviene adelantar acá.
Kechiche hace una radiografía emocional de Adele, poniendo la cámara encima de su rostro hasta captar su saliva cuando come, sus mocos cuando llora, lágrimas, ojos llorosos y transpiración como si estuviera a cinco centímetros de su alma. Y cuando llegan las escenas de sexo, la cercanía será igual. En un grupo de escenas de sexo que podrían contarse entre las mejores jamás filmadas en el cine convencional (no hablemos de porno ni nada de eso), Kechiche nos pone al espectador como terceros en la intimidad entre chica y chico, al principio, pero más que nada entre las dos mujeres protagonistas, en escenas muy largas que fascinarán a algunos y probablemente incomoden a otros…
Con un material bastante simple y arquetípico (una relación complicada más por la propia lógica de la relación que por el hecho de ser entre chicas), Kechiche transmite la experiencia de vida de Adele a lo largo de unos seis años como si nos estuviera pasando a nosotros. La desconocida actriz Adele Exarchopoulos se transforma en una amiga/hermana/familiar del espectador apenas la vemos comer, reírse, hablar y mucho más cuando se emociona, ama y se enoja. Verla crecer en la pantalla es, literalmente, ver a una estrella nacer ante nuestros ojos.
Adele ama a Emma y se desvive por ella. Emma (la incansable Lea Seydoux) está fascinada por la belleza, la juventud, la pasión y la energía vital de Adele, pero en algún momento aparecerán las diferencias. Emma es una artista, pintora, que promedia los 20 y que tiene un mundo muy separado del de Adele, que empieza a trabajar como maestra y cuyo mundo y gustos son mucho más simples. El filme pone en evidencia esas diferencias (tal vez, demasiado) en sendas escenas en las que las chicas cenan con los respectivos padres.
La crisis de identidad sexual, la pasión sexual y el amor profundo entre las dos y las dolorosas crisis son el material nuclear de esta extraordinaria película que dura tres horas pero que podría seguir y seguir. Es que para el final es como si sus protagonistas ya fueran parte de nuestra familia, tan cerca que estamos de ellas y tanto que las vamos viendo crecer y conociendo.
La naturalidad y frescura de los diálogos, la puesta en escena libre y generosa hacen recordar a L’ESQUIVE, así como a referentes ya clásicos como Jean Eustache y Maurice Pialat. Aquí la película continúa y pasa de la adolescencia a los “veintipico”, de la fascinación salvaje y sexual a la “domesticidad”, pero jamás Kechiche pierde el pulso de lo que cuenta ni de cómo lo cuenta. Está en total control de sus materiales, en especial dejando en claro su mano maestra para los diálogos.
Muchos se irá hablando de las escenas sexuales del filme y no está mal que lo hagan ya que Kechiche las ha hecho para eso. Y no sólo por lo excitantes que pueden ser en el sentido más obvio y previsible, sino por lo que bien que revelan la pasión, el cariño, el deseo, la comprensión y el amor que hay entre estos dos gloriosos personajes, que no sólo están entre los mejores que nos dio esta edición de Cannes, sino el cine francés en mucho tiempo.
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Revisión del filme: diciembre de 2013
Volví a ver LA VIDA DE ADELE en Buenos Aires y en un cine. Como suele pasar con las segundas veces que uno ve un filme, el impacto no es tan fuerte y algunas cosas que parecían sutiles en una primera visión nos pegan como un golpe en la frente por lo obvias y subrayadas. Sigo creyendo que es una gran película, una muy íntima y profunda exploración respecto a las relaciones amorosas, a lo que hay en juego en ellas, a lo que sucede cuando dos personas muy diferentes conectan entre sí y lo difícil que resulta poder sostener esa conexión a lo largo del tiempo. Esta vez, sin embargo, algunas de las oposiciones (sexuales, laborales, de estilo, sociales), entre las dos chicas, se me hicieron un poco reiteradas y demasiado simplistas.
AVISO. Lo que sigue aquí contiene potenciales SPOILERS.
La película generó algunas controversias, especialmente entre feministas que consideraron extremadamente masculina la mirada sobre los personajes y la forma de mostrar su sexualidad. En un punto es cierto que las escenas sexuales (en especial una de ellas) parecen armadas de una manera sensual que puede ser osada pero está cuidada casi al gusto softcore. Si es más o no «para hombres» no lo sé, pero no creo que se pueda acusar a Kechiche de transformar a sus protagonistas en objetos tomando en cuenta el modo en el que ambas tienen una voz y una personalidad muy individual: son personas, sujetos que respiran en cada imagen de la película.
La primera vez no se me había hecho larga ni nada parecido. Sentía que la película duraba lo que tenía que durar por la forma de filmar de Kechiche, una característica de varias de sus películas y que podía seguir, inclusive. En esta ocasión sí la sentí larga, pero eso es algo suele suceder cuando uno mira un filme por segunda vez, ya sin el ritmo/suspenso que le da ir descubriendo la historia mientras avanza. Las escenas de Adele en la escuela (ella como maestra) me parecieron un poco reiterativas, por ejemplo.
Como la primera vez, siento que hay dos escenas/cuestiones que no me cierran: la escena en la que sus amigas se enojan con Adele porque sospechan que es lesbiana y que la pelea entre las dos amantes se produzca por un breve affaire de Adele (con un hombre) del que ella ostensiblemente se arrepiente. Respecto a la primera, sigo sintiéndola igual: no me creo que ese grupo de chicas reaccione de ese modo ante la novedad, no me dan el tipo. Respecto a la segunda, si bien creo que la «excusa» es menor, es claro también que se trata de eso, de una excusa. Las diferencias entre las chicas estaban empezando a ser evidentes para entonces y, affaire o no, la relación entre ambas era difícil de sostener.
Pese a haber pasado el impacto de la primera visión sigo pensando que se trata de una gran película. Tal vez no sea la obra maestra que en un primer momento pude haber pensado que era, pero sin duda es una de las grandes películas del 2013 (2014, para los estrenos argentinos) y, más que ninguna otra cosa, una historia de amor como pocas se han filmado.
Excelentes ambos comentarios….por eso no la volvere a ver por un tiempo largo para que no me pase lo que a vos. Quiero quedarme con el regusto de mi primera vez que tiene que ver màs con la exquisita relaciòn de Kechiche con los rostros y el alma de sus actrices, que con los vericuetos argumentales del entorno; aquello lo tengo grabado a fuego en mi memoria.
Estimado,
Estoy enojado con esta película. Como nunca antes me había pasado, tuve que salir del cine un poco después de la primera hora de película, descompuesto por el mareo y las naúseas que me causó el temblequeo de la cámara del camarada Kechiche.
El teleobjetivo no necesariamente nos acerca a los personajes, al contrario: comparemos esta película con el trabajo de la cámara en el cine de los Dardenne, donde la cámara está, físicamente, más cerca de los personajes, generando una sensación, para mí, mucho fuerte de cercanía con el espectador. No recuerdo exactamente qué lente usan los Dardenne, pero no es un tele.
No puedo criticar la estructura narrativa de la película porque solo vi poco más de la tercera parte, pero de verdad no comprendo la decisión de filmar todo el filme desde lejos, cámara en mano y cerrándose obsesivamente en primeros planos incómodos. Hay otros modos de generar malestar en el espectador!
Coincido en la similitud con los Dardenne, aunque a esta le faltó un poco de nubes, viento y frío.
Adele es muy física, los pelos revueltos, la forma en que come, sus impulsos, su participación activa en marchas, sus hormonas en combustión. Muñeca brava.
DiegoB…..muy buena tu descripcion de Adele……..aunque el priner pàrrafo me hizo acordar a Nadia, la de la tv pùblica..!je!
Jeje, gracias Dufo. Soy más de la época de Raskovsky (¿se escribía así?)
Quise decir Bernardo Razquin, ¡qué bruto, jeje!
menos mal que aclaraste….me devanè los sesos pensando en una psicoanalista de nombre Nadia
El guión
Está estructurado de tal forma que Adèle es siempre una criatura entrañable, casi sin defectos y con una gama tan amplia de virtudes afectivas e intelectuales, que no hay público que no sucumba a su encanto. Pensemos que en una película de 3 horas, casi el 100% de los planos la tiene a Adèle en escena, y sin embargo su presencia no cansa al espectador. En parte porque la variedad de situaciones en que participa hace entretenido seguirla, pero también porque su personalidad, puesta de manifiesto en lo que dice o hace, es tremendamente seductora. Es un ser en parte misterioso (se lo dice la compañera con la que tendrá el primer contacto lésbico, mientras charlan en la escalera) y esto que es meritorio para cualquier personaje de cine, potencia aún más la empatía del público.
Incluso la escena de la ruptura, que contrasta bastante con lo que venía siendo el tono del filme hasta ese momento, donde los conflictos parecían resolverse mediante charlas amables, es un recurso muy útil, para lo que viene luego: el llanto desconsolado de Adèle hasta lo indecible, de noche en plena calle, sola… ¿Quién no querría saltar a la pantalla para abrazarla?
Como a la mayoría, cuando terminó la película en el cine, quedé maravillado. Pero a medida que pasaban los días y volvía a mi mente el filme, cada vez me gustaba menos. Una pregunta que me hacía es ¿Cómo logra Kechiche darle semejante encanto al personaje de Adèle? ¿Por qué quedamos todos seducidos por esta chica? No hay dudas que buena parte del secreto está en la extraordinaria actuación de Adèle Exarchopoulos, pero tampoco hay dudas de que el guión ayuda. ¿Y como se estructura la personalidad de Adèle desde el guión? Lo que yo veo es una chica llena de virtudes y casi ningún defecto. Pero al mismo tiempo con un carácter en apariencia débil, sin agallas para pelear y defender las cosas que siente y cree. Esto le impide decir la verdad a sus padres y compañeros de colegio sobre sus preferencias sexuales, y lo que es mas grave, queda humillada en la famosa escena de la pelea con Emma, cuando como dijo otra comentarista más arriba, Emma fue la primer infiel. La autohumillación llega al extremo de que cuando las dos se encuentran en el bar unos 3 años después de la ruptura, Adèle le pregunta a Emma si ya la perdonó, como si ella fuera la única culpable. Creo que el golpe bajo de Kechiche está en que nos presenta un personaje vital y sensual pero frágil y bastante solitario. Es esta fragilidad, la que logra potenciar desde el peor lugar el poder de seducción del personaje de Adèle. Porque se logra el favor del público a partir de la lástima y la compasión. En la pelea con Emma, el director solo se le ocurre poner en boca de Adèle, como única explicación, el sentimiento de soledad, cuando una chica “con ovarios” debería haber contraatacado con un reproche similar hacia Emma por su conducta en la fiesta, donde Adèle queda marginada y convertida en una empleada doméstica que cocina y lava los platos, mientas su pareja flirtea descaradamente con Lise.
Que Adèle no halla logrado, con su juventud y encanto, recomponer su vida amorosa 3 años después de la ruptura con Emma, no habla muy bien de la autoestima del personaje. Parece más una mujer anclada en alguna novela del siglo XIX y no del XXI. Y si no puede superar sola el recuerdo de la relación con Emma, que vaya a terapia en lugar de agonizar indefinidamente con su pena a cuestas.
¿Una película reaccionaria?
Pensemos por un momento que el título habla de la vida de Adèle. De toda su vida, no solo la amorosa. ¿Y cual es la mirada que posa Kechiche sobre todas las instituciones que retrata? Es una mirada carente de conflictos (fuera del sentimental, por supuesto), o conservadora y condescendiente.
Las familias que se retratan muestran a padres e hijos sin peleas ni incomprensiones.
La política aparece tibiamente en una manifestación que parece más un corso de carnaval que el reclamo por mejor educación. ¿Y la policía, y la represión, y las sanciones? ¡Que distinta la manera de retratar las luchas estudiantiles de Kechiche con la de Assayas, por ejemplo, en “Después de mayo”! Los dos directores franceses, de edades parecidas, divergen radicalmente también en la presentación del tiempo histórico. La de Kechiche no se sabe en que época transcurre, y por lo tanto contra quienes se enfrentan los manifestantes. En “Después de mayo” ya desde el título nos ubica en el periodo del filme.
La educación, es otra institución retratada con una falta de rigor crítico sorprendente. Muchas escenas se desarrollan en el ámbito de la escuela. Kechiche repite en esta película un interés que ya demostraba por el tema en su anterior “Juegos de amor esquivo”. Un grupo de estudiantes secundarios que conviven en un clima por demás armonioso entre ellos y lo que resulta más inverosímil, con sus profesores. La concentración e interés que muestran Adèle y sus compañeros en las clases, hace que parezcan habitantes de otro mundo. En “Juegos de amor esquivo” el comportamiento de los alumnos es similar, y hasta más irreal, porque se trataba de una escuela marginal. La violencia, el racismo o las drogas, están completamente ausentes en las dos películas de Kechiche.
La monogamia es la base de la pareja y no se la cuestiona, y el conflicto central se desata a partir de la “violación” de Adèle de este pacto “sagrado” que impone el patriarcado. Basar el eje de la ruptura en la infidelidad, a esta altura de la historia de la humanidad es absurdo, cuando hasta el nuevo código civil argentino ha eliminado el adulterio como causal de divorcio. ¿Por que no haber imaginado un “ménage à trois” entre Adèle, Emma y Lise, por ejemplo? ¿Demasiado revolucionario para Kechiche?
El trabajo es fabuloso, no hay salarios bajos, ni peleas con la dirección, ni dificultades para conseguir empleo (en un continente donde el desempleo juvenil llega en algunos países hasta el 50%), ni conflictos con los compañeros. La auto explotación se presenta como una virtud moral. Adèle trabaja todo el año, y en el verano, en el momento de sus vacaciones… también trabaja, claro que con chicos con problemas, lo que santifica su decisión.
Pues sinceramente, para que se hagan películas lésbicas como ésta prefiero que no se haga ninguna… Mucho decir que visibilizan y normalizan pero parece que nadie ve que en realidad estamos en lo de siempre: las relaciones entre mujeres se convierten en objetos de morbo masculino y en escenitas degradantes de tetas y coños antes que en cualquier otra cosa, y eso es más un retroceso que un avance. Las propias lesbianas somos tan críticas con esta película precisamente porque nos vemos reducidas a una fantasía absurda de un hombre heterosexual, posturas ridículas y una actitud como de “vosotras tocaos hasta la extenuación que yo filmo”. Teniendo una historia tan maravillosa como la que tenía, con un temazo a desarrollar, un punto de partida estupendo en la obra original para trabajarlo y unas actrices entregadas y convincentes para darle vida, Kechiche ha malgastado sus 180 minutos de película en tijeras y cunnilingus. A “La Vida de Adèle” le falta verdad y le sobran erecciones. En su cómic, Julie Maroh quiere dar visibilidad a las dificultades con las que se encuentra un adolescente durante el proceso de aceptación de su diversidad sexual, además de presentar una historia de amor excelente, bien cuidada, respetuosa, estética. Pero la prioridad de Abdellatif Kechiche ha sido ejercer de dictador. Él quería sostener la lupa como un voyeur dándose el lujo de exigir todas sus fantasías desde el lugar más privilegiado. No nos extrañe pues que Maroh haya denominado a esta película “pornografía para mentes masculinas”.
Y conste que en ningún momento se discute sobre no mostrar sexo en la película, de hecho es necesario y está justificado que se muestre, pero no ASÍ. El problema no es con el sexo explícito siempre que esté justificado y bien presentado, como por ejemplo sucede en el cómic. El problema es cuando se ha decidido mostrar una escena sexual larguísima con el único propósito de crear morbo gratuito y polémica. Podía haber sido una escena de sexo rodada con respeto, buen gusto, erotismo y sensibilidad y no quedarse en el puro morbo de un director tiránico que parece regodearse en las tijeras y el cunnilingus mientras filma para después querer tomar al espectador por tonto, hacerse el ingenuo y pretender venderlo como otra cosa. Eso es lo indignante. Más que una relación sincera y realista entre dos mujeres parece una fantasía pornográfica bastante tópica (e incluso ridícula por determinadas posturas) de un hombre heterosexual y obsesivo.
Por ejemplo, una película como Nymphomaniac es bastante más honesta que ésta en cuanto a propósitos y objetivos, ya que no miente al presentarse a sí misma: “FORGET LOVE” es su frase de presentación y en ningún momento reniega de sus escenas pornográficas o de sexo explícito. Pero Kechiche hace todo lo contrario, muy hipócritamente: rueda escenas claramente pornográficas y de bastante mal gusto y nos las quiere hacer tragar no sólo como necesarias sino como demostración de la pasión más auténtica. Pues por eso yo no paso, lo siento mucho, no quiero que se me tome por idiota. Lo que ha rodado este hombre es porno, se ha recreado en él y en las actrices y ha querido hacerlo así para llenar más salas, crear más audiencia y alimentar más morbo (sobre todo el masculino).
Si habéis leído el cómic (que os recomiendo para que veais por vosotras mismas la diferencia), comprobaréis que las escenas de sexo no tienen nada que ver. Son explícitas, sí, pero no se recrean injustificadamente ni ofrecen morbo gratuito no resultan tópicas o insultantes. Son naturales, sugerentes y estéticas. En la película no veo más que tetas bamboleantes y posturas ridículas propias de un vídeo de Youporn.