Televisión: «House Of Cards» (Temporada 1)
A una semana del comienzo de la segunda temporada, es posible ponerse rápidamente al día viendo la primera de esta serie problemática pero fascinante a la vez. HOUSE OF CARDS intenta ser una mirada cruda y bastante cínica de la política estadounidense. Centrada en el ambicioso congresista sureño Frank Underwood, intrepretado con un exceso de tics […]
A una semana del comienzo de la segunda temporada, es posible ponerse rápidamente al día viendo la primera de esta serie problemática pero fascinante a la vez. HOUSE OF CARDS intenta ser una mirada cruda y bastante cínica de la política estadounidense. Centrada en el ambicioso congresista sureño Frank Underwood, intrepretado con un exceso de tics por Kevin Spacey, la serie muestra a lo largo de su primera temporada sus intentos por manipular lo que se le cruce por delante con el objetivo claro de avanzar hacia una futura presidencia y aniquilar a los que se interpongan en el camino. Es –la serie lo deja claro de entrada– un personaje bastante maléfico capaz literalmente de hacer cualquier cosa en su deseo de tener más y más poder, de ser más y más influyente. Todos sus objetivos están puestos en eso.
La primera temporada –la segunda se estrena el 14 de febrero– muestra a Underwood elucubrando varias estrategias políticas que, por lo general, tienen buen resultado. La trama es lo suficientemente compleja para explicarla aquí –y conviene no «spoilear» nada–, pero se centra básicamente en ir ganándose la confianza del recién elegido presidente (a quien secretamente odia y quiere arruinar) para acceder a los círculos máximos de decisión, sea trabajando en una Ley de Educación o imponiendo un joven aunque problemático candidato a una gobernación. El problema de la serie, en cuanto a guión, es que resulta difícil creer que todos esos hechos que van sucediendo a lo largo de la primera temporada, puedan haber sido planeados magistralmente por él. Sabemos que es muy astuto y cruel en las negociaciones, pero en el contexto de la serie pareciera ser el único «vivo» de todos los políticos de Washington: nada se le escapa, nadie lo engaña y siempre está tres pasos adelante de todos los demás lo cual resulta un poco exagerado para la credibilidad de la trama.
La serie creada por Beau Willimon (el autor de la obra teatral FARRAGUT NORTH y guionista de la película basada en ella, SECRETOS DE ESTADO, que dirigió George Clooney y que es muy parecida en tono y temática a la serie) está estructurada para que compremos esa idea de la inteligencia y crueldad de Underwood, ya que como si fuera un personaje de cierta tradición teatral –de hecho, Underwood está inspirado en RICARDO III de Shakespeare–, Spacey mira cada tanto a cámara (a los espectadores) y explica crudamente sus maquinaciones políticas, haciéndonos cómplices de ellas. El sistema, con el correr del tiempo, se va volviendo un poco irritante, no tanto por la falta de realismo del proceso sino por la problemática relación que genera entre el espectador y el resto de los personajes. Básicamente, lo que el sistema produce es que veamos a todos (menos a él) como un enorme grupo de idiotas (o villanos) que no le llegan a los talones a nuestro antihéroe.
Pero en mi opinión el problema principal es que, a partir de este esquema, Underwood parece estar más afuera que adentro de lo que sucede, como si fuera un ácido comentarista de las situaciones que atraviesa. Y Spacey lo sobreinterpreta de manera tal que siempre parece estar más cerca de los guionistas que de los intérpretes, como si supiera en todo momento lo que va a pasar después. El sistema tiene su gracia por momentos –y genera algunas curiosas situaciones–, pero a la larga termina siendo agotador.
El mejor personaje de la serie es el de Claire, la esposa de Frank, interpretada por Robin Wright. Elegante, bella, seria y circunspecta, Claire es una mujer ambiciosa pero mucho más intrigante, dura y frágil a la vez, por momentos muy independiente y por otros completamente al servicio de las maquinaciones de su marido. La trama mucho no sabe qué hacer con ella –especialmente en el affaire que le arman con un fotógrafo inglés, un personaje patéticamente escrito y peor interpretado–, pero Wright logra que nos interesemos en todo lo que le pasa, en buena medida, porque no sabemos bien qué es lo que va a hacer. Una actitud de ella, promediando la temporada, resulta importante y logra enredar mucho los planes de su marido. En un punto, es la única que parece capaz de complicarle la vida. Es su aliada, pero puede ser temible como enemiga.
También resulta interesante el permanente cruce entre el mundo de la política y el periodismo, representados aquí en especial en el affaire mutuamente conveniente que tiene Frank con una joven y también ambiciosa reportera de un diario de Washington (Kate Mara), cuya carrera crece a partir de las primicias que le da el congresista. Más allá de las improbabilidades (licencias artísticas) de esta relación, es fascinante observar cómo funcionan los nexos entre ambos mundos, así como las tensiones y manipulaciones mutuas que existen.
Lo cierto es que, pese a un guión bastante forzado y una actuación desbordada de Spacey (que parece relamerse con cada palabra que pronuncia, como si duraran tres segundos en sus labios antes de salir), lo interesante de HOUSE OF CARDS es el universo que describe y los manejos de poder dentro del Congreso y la Casa Blanca: las relaciones con los lobbies, con los empleados, entre congresistas, en campaña, etc, etc. Su tono despiadado de todos contra todos puede ser un poco excesivo, pero las maquinaciones políticas son riquísimas en variables, salvo por la sensación –en casi todos los momentos– de que Underwood va a terminar saliéndose con la suya, lo cual le quita algo de misterio al asunto.
Otro punto a favor es el muy buen grupo de directores reunidos para filmarla: David Fincher, Carl Franklin y James Foley, todos realizadores de películas notables, dirigen siete de los trece episodios de la primera temporada. Es cierto que, como prueban los dos competentes episodios dirigidos por el habitualmente impresentable Joel Schumacher, los directores no tienen gran influencia en la trayectoria de las series, pero de cualquier modo aquí es evidente que hay un sólido grupo creativo delante y detrás de cámara. Sólo haría falta que le bajen un poco los decibeles a Spacey/Underwood –algo que seguramente llegará en algún momento, ya que este tipo de personajes ambiciosos y crueles siempre terminan pagando por sus pecados, al menos en la ficción– para que la serie funcionara bastante mejor. O dejar que sea esa Lady Macbeth en la que se va transformando Claire la que nos cuente la historia…
(HOUSE OF CARDS es una serie original de Netflix y se puede ver online a través de su servicio)
No se si el problema es que Underwood es el unico «vivo» o si es que los guionistas no nos dan demasiadas pistas sobre las motivaciones e ideas de sus opositores.El tipo es el unico dueño de la escena y los demas estan ahi para bancarse lo que venga.Es curioso que su infinita destreza para la conspiracion se haya desatado despues de haber sido el mismo victima de una emboscada que no pudo prever.Tambien suena un tanto impostada su furiosa indignacion en el primer episodio al verse defraudado siendo,como luego veremos,un cinico consumado.De todas maneras la serie es interesante y se deja ver,con algunos personajes secundarios muy buenos como Claire y Peter Russo.Espero que la segunda temporada brinde mas pistas sobre la verdadera naturaleza del matrimonio Frank-Claire (Ese episodio donde Frank se reencuentra con sus ex-compañeros de la academia militar es como que insinuo algo)
Recomiendo miren House of Cards pero la miniserie inglesa de los 90’s. Es basicamente la misma historia pero en solo 4 capitulos, y mejor.
A mí me parece que se siente el único vivo pero no lo es, a la larga se va a ir viendo cada vez más complicado por sus enemigos. Algunos capítulos son más imspirados que otros pero en general está muy bien, me gustó mucho el capítulo en el que Underwood logra zafar de un quilombo sentandóse a escuchar las comunicaciones de la policía.