TV: «House of Cards» (Temporada 2)
Sin cambiar demasiado respecto a la primera temporada, pero tal vez por la costumbre que van generando los personajes, la forma de lidiar con la trama y los recursos narrativos vueltos a exponer de similar manera, esta segunda temporada de HOUSE OF CARDS me resultó más rica e interesante que la primera. Tal vez, verla […]
Sin cambiar demasiado respecto a la primera temporada, pero tal vez por la costumbre que van generando los personajes, la forma de lidiar con la trama y los recursos narrativos vueltos a exponer de similar manera, esta segunda temporada de HOUSE OF CARDS me resultó más rica e interesante que la primera. Tal vez, verla en el propio sistema Netflix con sus adictivos pases de un episodio a otro hizo que la temporada volara a una velocidad inusual y adictiva (al menos para mí), llegando a una conclusión esperable pero sinuosa en sus vericuetos.
Tratando de no ser demasiado «spoileador» para quienes no la han visto o recién promedian esta temporada, habrá que decir que las cosas no han cambiado demasiado para Frank Underwood y su mujer. Más allá de que su rol de vicepresidente le da otro poder y acceso, Frank sigue siendo el mismo especialista en la mentira y la especulación, manipulando a casi todo el mundo en sus intentos por llegar a tener el máximo poder posible y quitarse al Presidente de por medio, entre otros que le ponen trabas en su camino.
Si hay que marcar diferencias con la primera temporada se me ocurre que una, importante, es que la serie –acaso para congraciarnos un poco más con Frank– le pone frente a sí a un enemigo igualmente tramposo, manipulador y cruento como es el empresario y billonario Raymond Tusk. Al tenerlo como enemigo en lo que respecta al acceso al (bastante estúpido, digámoslo) Presidente Walker, Underwood pasa a ser menos desagradable de lo que sería en otro contexto, especialmente después del asesinato con el que se cierra la primera temporada. El hombre, claro, sigue siendo un ser humano terrible, solo que ahora parece tener algunos enemigos más o menos a su altura, si bien por ahora sigue ganando la carrera.
Además de Tusk está la nueva «líder de la bancada demócrata» Jaqueline Sharp que lo reemplaza en su viejo rol, una ex militar que parece ser una gran discípula también en el arte de mentir y engañar, si bien parece todavía unos cuantos pasos atrás del maestro. En tanto, la esposa de Frank, Claire (encarnada por la extraordinaria y cada vez más bella Robin Wright) logra zafar esta vez de tener que lidiar con un «subplot» amoroso como el de la temporada pasada, aunque la embarcan también en una serie de equívocos que no están a la altura del resto de la serie (sí, el fotógrafo «galán» reaparece) con la excepción del caso del militar que la violó de joven, que pone un interesante eje político/personal a los procedimientos.
Sigo teniendo la sensación de que los creadores no logran del todo hacerme creer que Frank sea capaz de manipular y mentirle a tanta gente durante tanto tiempo y salir siempre bastante indemne de todo. Salvo los antes citados, da la impresión que trabaja con un montón de gente (en el Congreso o fuera de él, empresarios, etc) demasiado incompetente o naive como para no darse cuenta de las pilas y pilas de engaños a los que los somete. Es cierto que algunos aceptan sus trucos por conveniencia, pero cuesta pensar que el único que las ve todas claras y que puede planear grandes y maquiavélicas tramas para quedarse con la suya es siempre él.
POTENCIALES SPOILERS, OJO!
Digamos, en concreto, que –aquí como en la primera temporada– para que su Plan Maestro se cumpla se tienen que dar una larguísima serie de condiciones, muchas de ellas bastante improbables pero todas juntas directamente imposibles. Y más allá de algunos cabos sueltos (si vieron la temporada saben a qué me refiero) potencialmente peligrosísimos, nada parece salirle muy mal que digamos. Hasta su más poderoso rival (el propio Tusk) parece un niño atacándolo mediante una campaña de prensa tan menor que implica decir que su mujer tuvo un amante mediante una foto de ella en la cama (lo mínimo que debería haber aportado es una foto «in fraganti» clara).
Más allá de las grandes improbabilidades de la trama, hay algo de la combinación entre macro-política y thriller de suspenso que está bien logrado. El tono de la serie, su impecable serie de directores (además de James Foley y Carl Franklin, hay un episodio dirigido por la gran Jodie Foster y otro por la propia Robin Wright) y su ritmo narrativo de policial hacen que HOUSE OF CARDS sea un tren dramático que avanza impecablemente bien, logrando que el espectador pase por alto muchas de esas situaciones poco creíbles.
Algunos puntos llamativos de la temporada incluyen el temprano asesinato de la periodista Zoe Barnes (Kate Mara), cuya investigación perece promediando el año pese a los esfuerzos de su evidentemente bastante torpe novio, también periodista, en una subtrama que incluye un bizarro (y julianassangeano) hacker y que peor funcionan de todas. Por otro lado, las largas idas y venidas de la curiosa relación entre Doug Stamper y Rachel tendrán sentido sobre el final de la temporada, justificando buena parte de esa por momentos tediosa porción narrativa. Hay una «sensible» línea narrativa que apunta a la relación entre Frank y el «parrillero» Freddie, que se continúa en la obsesión que Frank desarrolla por un episodio familiar de la Guerra Civil: ambas apuntan a encontrar el ser humano que existe aún bajo su armadura. Hay, también, un interesante juego de idas y vueltas con los agentes de prensa de Frank y una relación intrigante entre el lobbysta Remy Danton y Jaqueline Sharp mientras que el eje central de la trama (la relación entre Frank, Raymond, los casinos, los aportes económicos al Congreso, la corrupción china, etc, etc) avanza considerablemente bien especialmente tomando en cuenta lo enrevesada y compleja que es. Y ni hablar de otra relación que se va enrareciendo con el correr de los episodios: la de Frank/Claire con su jefe de seguridad Meechum.
Sólida y efectiva, la serie sigue teniendo un problema serio para mí que tiene que ver con lo que genera Frank/Spacey hablando a cámara. Como «efecto» puede ser muy ácido y gracioso, generar notables momentitos de televisivos GIFs, pero a la larga genera una relación con el espectador que no ayuda demasiado a la serie, ya que pone a Frank por encima del resto de los protagonistas y en todo momento da la sensación de que nada nunca va a salirle mal, que «sobra» las situaciones. Y, de hecho, casi nada le sale mal y sus enemigos jamás están a su altura. Es como si Frank/Spacey actuaran sabiendo el guión y todo lo que va a pasar después. Imaginamos que en la tercera temporada algunas cosas no le saldrán del todo bien. Habrá que ver entonces si nos sigue mirando…
Nota al pie: series como HOUSE OF CARDS justifican como pocas el hecho de que Netflix saque todos sus episodios al mismo tiempo, permitiendo casi que el espectador la vea como una película de unas doce horas. Da la sensación de que muchas de las arbitrariedades narrativas de la serie podrían notarse mucho más si uno tiene una semana de tiempo para ponderarlas entre episodio y episodio. Así, como sucede con muchas películas, la curiosidad, el interés y el suspenso muchas veces nos hacen pasar por alto esos mismos baches. No es un logro menor. Muchos directores no pueden lograr eso (y matarían a más gente que Frank por poder hacerlo) en el curso de 90 minutos de una película.
Muy buen análisis Diego. Particularme esta tempara me gustó mucho menos que la anterior, basicamente porque no sentí que me contó nada demasiado nuevo sobre los personajes. Todo siguió el rumbo mas o menos esperado.
Y conicindo totalmente que el hecho de que Frank hable a cámara, lo convierte en un «todopoderoso» y disminuye la sensación de peligro sobre el personaje. Haga lo que haga, todo le sale bien porque es el UNICO piola del gobierno.
Me gustaría que la próxima temporada pongan a los personajes en verdaderos problemas para que, por lo menos, sintamos en algun momento que, «puede fallar.
Slds
A mi entender,no hay un gran diseño estrategico detras de las acciones de Frank,no al menos si lo entendemos como un plan metodicamente ejecutado.Su «genialidad» consiste en estar atento a las oportunidades y saber aprovecharlas.Muchas de sus decisiones mas radicales son casi impulsivas (Caso Russo,por ej.)y en mas de una oportunidad queda en offside y tiene que salir a reducir daños.Lo que lo diferencia de los demas es que el tiene claro su objetivo y esta dispuesto a hacer lo que sea para alcanzarlo.El problema no es que Underwood sea mejor jugador sino que juega un juego distinto (¿Hasta que punto es imaginable,al menos en EEUU,que alguien intente cargarse al gobierno desde adentro?)y eso es lo que los otros no pueden ver.
Al principio, principio, en el primer episodio de la primer temporada de la serie, Frank dice que su objetivo es destruir al presidente. Obvio que va ajustando detalles, pero no le sale de casualidad sino que busca los choques y enfrentamientos en función de ese objetivo. Digamos, el no puso «el dinero chino» en las campañas políticas pero vio el agujero legal ahí y lo aprovechó.
Bah, me parece…