FICUNAM: «The Joycean Society» y «Zanj Revolution»
El FICUNAM concluye el domingo, pero su premiación tuvo lugar el jueves con un palmarés compuesto por excelentes películas. COSTA DA MORTE, de Lois Patiño, ganó el premio principal de la competencia internacional mientras que HISTORIA DE MI MUERTE, de Albert Serra, se quedó con el premio a mejor director. Tres menciones se dieron y […]
El FICUNAM concluye el domingo, pero su premiación tuvo lugar el jueves con un palmarés compuesto por excelentes películas. COSTA DA MORTE, de Lois Patiño, ganó el premio principal de la competencia internacional mientras que HISTORIA DE MI MUERTE, de Albert Serra, se quedó con el premio a mejor director. Tres menciones se dieron y fueron para STOP THE POUNDING HEART, del italiano Roberto Minervini; NEPAL FOREVER!, de Aliona Polunina y QUE TA JOIE DEMEURE, de Dennis Coté. Con excepción de la italiana –que no pude ver–, todas las demás películas ya las vi y reseñé en el blog desde otros festivales. Y son todas muy buenas o directamente excelentes.
En lo particular, mi misión aquí estuvo relacionada con participar del Foro Permanente de la Crítica en una mesa sobre Poéticas del Cine y de la Crítica en la que estuve junto al organizador, moderador y también panelista Roger Koza y el célebre crítico mexicano Jorge Ayala Blanco. Fue una mesa interesante en la que se discutió sobre la relación entre las maneras, estilos y fórmulas de escribir una crítica en relación al objeto cinematográfico que se analiza. Aquí está subida a YouTube, cortesía del colega peruano Carlos Enrique Díaz:
En lo que respecta al cine propiamente dicho, fue poco lo que pude ver. Por un lado, porque ya había visto bastante antes. Y, por el otro, por la sumatoria de mesas redondas, almuerzos, reuniones y los típicos movimientos en grupo que se hacen cuando uno es invitado a un festival de este tipo que te impiden muchas veces ver algunas películas. De cualquier modo quiero destacar dos filmes más, de esos que marcan a las claras las búsquedas de este notable festival.
THE JOYCEAN SOCIETY, de la artista visual española Dora García, presenta a un curioso, simpático y bastante peculiar grupo de personas que se juntan en un paraje bastante alejado que no se especifica (he leído que es en Zurich, Suiza) para leer FINNEGAN’S WAKE, de James Joyce. El enorme y complejísimo libro es analizado con tan grado de detalle y obsesión por parte del grupo de personas (la mayoría mayores) que se juntan ahí que se tardan más o menos unos 11 años en leerlo. Tomando en cuenta que el grupo (que no es fijo sino que va cambiando) se reúne hace más de 25 años, sabremos que están actualmente promediando la tercera lectura de esa impenetrable novela.
La lectura del libro se mezcla con charlas y comentarios casuales, la mayoría de ellos vertidos alrededor de la mesa en la que el grupo se reúne. Se discuten nombres, referencias, se bromea y de a poco el filme, de apenas 53 minutos, va generando personajes y vamos viendo de manera discreta lo que todos parecen tener en común. Son cultos, excéntricos, bastante solitarios y, como uno dice sobre el final, poco exitosos y con una casi nula vida social. FINNEGAN’S WAKE es su punto de unión y referencia común.
La película describe muy bien a estos personajes a través de largos planos de sus discusiones y debates. Por momentos peca de demasiado casual estilísticamente, como si uno de los integrantes del grupo tuviera una cámara y filmara a los otros sin demasiado criterio estético, entrando y saliendo de foco, con la cámara sacudiéndose como utilizada por un aficionado. Es cierto, la película en ese sentido juega con una similar desorganización a la que tiene el libro, pero de cualquier modo un poco más de rigor y criterio en el terreno audiovisual podría haber mejorado la sensación final que uno se lleva del, por otro lado, muy buen filme.
ZANJ REVOLUTION, de Tariq Teguia, se centra en un periodista argelino que empieza a investigar las referencias que un grupo radical hace de los «zanj», esclavos negros que siglos atrás se sublevaron al Califato de Bagdad. Viajando por distintos países árabes, el periodista va palpando que un mismo tipo de revolución se siente en el ambiente, a través de la gente que conoce y de sus investigaciones históricas. Esta mirada panorámica a lo que sería luego la Primavera Arabe está contada por Teguia de una manera que recuerda cierto cine político/radical de finales de los ’60: con yuxtaposiciones de imágenes, discursos encendidos, números musicales, performances de distinto tipo, etc.
La película se pasa de rosca todo el tiempo (hasta en su duración) pero de a poco va logrando que ese «patchwork» estilístico gane en gravedad lo que de entrada ya tiene de compromiso político y militante. Empresarios «yanquis», rebeldes palestinos, manifestantes griegos, músicos, artistas, historiadores, coleccionistas: todos aportan a esta especie de panóptico sobre la situación del mundo árabe de los últimos años y su búsqueda de identidad reflejada en ese espejo con los rebeldes zanj cuyo paso por la historia pocos recuerdan.
Los excesos de la película pueden irritar a más de uno –asi como ciertos tropos del cine político moderno algo perimidos–, pero la creatividad y fiereza del cine de Teguia es tal que la película finalmente te gana, te convence, supera todas tus resistencias. Es como la caótica rebeldía de la que habla la película. Acaso no la comprendemos del todo bien o nos parece que no puede funcionar, pero es innegable que está viva, respira y avanza hacia algún lugar incierto pero fascinante.
solo colega peruano? mejor hubieras puesto amigo y colega je! saludos