Estrenos: «Muppets 2: los más buscados», de James Bobin
Después de la extraordinaria primera película –o sexta, tomando en cuenta la saga previa– vuelven LOS MUPPETS con un filme que, si bien no está la altura de aquel, sigue conservando buena parte de la gracia y el ingenio que lo caracterizó, gracias a mantener a buena parte del equipo creativo de aquel filme, incluyendo […]
Después de la extraordinaria primera película –o sexta, tomando en cuenta la saga previa– vuelven LOS MUPPETS con un filme que, si bien no está la altura de aquel, sigue conservando buena parte de la gracia y el ingenio que lo caracterizó, gracias a mantener a buena parte del equipo creativo de aquel filme, incluyendo la que para mí es su arma secreta: las canciones de Brett McKenzie.
Admitiendo de entrada el hechode que las secuelas son difíciles y raramente son tan buenas como las originales –con una escena sobre ese tema abre el filme–, la película rápidamente encuentra su «trama»: esta vez se centrará en una gira mundial (europea, más bien) de Los Muppets organizada por un malvado productor que, en realidad, quiere usarlos de pantalla para cometer una serie de robos que lo llevarán a quedarse con las míticas joyas de la corona de los reyes de Inglaterra.
La trama, obviamente, es lo de menos (los guionistas lo saben y todo el tiempo insertan bromas sobre el tema, como un cartel que anuncia una dirección conocida como «Plot Point»), ya que el secreto de las películas está en las bromas, las locuras de los personajes y las canciones. Aquí, lo primero funciona relativamente bien, lo segundo es lo más crítico mientras que la música sigue siendo muy buena pero se la usa demasiado poco.
LOS MUPPETSS 2 juega con una idea posmoderna interesante de ser una película que transcurre casi en varios tiempos a la vez: la trama transcurre hoy pero se organiza en base a personajes salidos de los años ’60 (tipo películas de espionaje como LA PANTERA ROSA), en algunos momentos los escenarios y los vestuarios son de la Segunda Guerra Mundial y, para agregar confusión al tema, buena parte de las canciones parecen sacadas de la música disco de los ’70.
Para cumplir con los robos, el malvado «Badguy» (Ricky Gervais, cuyo gesto canchero y medio sobrador a lo largo de la película no termina de caerle bien al relato) se une con Constantine, una malvada rata archicriminal que resulta ser un gran agregado al elenco: igual a Kermit pero con un lunar negro y un excesivo y muy simpático acento ruso. Ellos dos logran deshacerse de Kermit mandándolo a un gulag en Siberia y, con Constantine haciéndose pasar por él, llevar a la manada de muñecos de aquí para allá. En Siberia, en tanto, Kermit tiene que tratar de salir de una prisión muy bien protegida por Nadya, una guardia que encarna Tina Fey.
El humor visual funciona muy bien al principio pero se va agotando, un poco por repetición y otro tanto por la falta de un núcleo emocional claro como el que tenía la primera (sexta) película. Si la película parece caerse en la segunda mitad, tiene que ver con eso: desprovista de un lado sensible, se queda en la acumulación de bromas y jueguitos. Lo cual no está mal, pero no alcanza. Y si bien las canciones, que vuelven a estar bajo la mano maestra de Brett FLIGHT OF THE CONCHORDS McKenzie, son impecables, son menos en cantidad que en el filme anterior (o eso parece) y empiezan a ausentarse en la segunda parte.
Otra de las armas de la película son los incontables cameos de estrellas conocidas. Y en eso la película no defrauda. Para los que disfrutan de ese tipo de humor (a mí me causa más gracia el casting bizarro de, por ejemplo, Ray Liotta como prisionero que canta y baila), la película está llena de breves apariciones especiales de Tony Bennett, Celine Dion, Lady Gaga, Zach Galifianakis, Salma Hayek, James McAvoy, Chloe Grace Moretz y Christoph Waltz, entre muchos otros.
Tal vez lo que falta es la inocencia y simpatía que proyectaban Amy Adams y Jason Segel, reemplazadas por el aparente cinismo de Gervais. Y si bien, claro, el comediante británico es más apto para el rol y para el estilo del nuevo filme, aquellos dos le daban a la anterior película un tono interesante que mezclaba acidez y ñoñería en dosis encantadoras, logrando ser emotiva e irónica a la vez.
Descartando la emoción, entonces, y apostando con todo al humor más salvaje y directo (las bromas con el acento ruso de Constantine y Nadya, al menos en la versión subtitulada, son incontables y funcionan muy bien), LOS MUPPETS 2 no defraudan en su propuesta. Se sabe, las secuelas se hacen para seguir facturando a partir de un éxito original. Y en eso la película no miente.