Cannes 2014: «Maps to the Stars», de David Cronenberg
Un paso en falso en su carrera. Una película que debería tal vez haber hecho hace dos décadas, cuando las revelaciones sobre la vida oculta de las celebridades eran una novedad y no un lugar común como ahora. MAPS TO THE STARS es de esas películas que, tengo la impresión, quedan en la «bandeja de entrada» de […]
Un paso en falso en su carrera. Una película que debería tal vez haber hecho hace dos décadas, cuando las revelaciones sobre la vida oculta de las celebridades eran una novedad y no un lugar común como ahora. MAPS TO THE STARS es de esas películas que, tengo la impresión, quedan en la «bandeja de entrada» de algunos realizadores y no se las pueden sacar de encima hasta hacerlas. El problema es que el director canadiense la terminó haciendo cuando ya no tenía gracia. Bah, acaso no la haya tenido nunca…
Una película tópica –de esas que se la pasan nombrando a muchos famosos que seguramente serán olvidados en unos años–, MAPS TO THE STARS trata sobre una familia demembrada de seres famosos que extrañamente se reúnen en Hollywood. Agatha (Mia Wasikowska) es una adolescente que llega de Florida y que tiene una enorme cicatriz en el cuello. Se hace amiga del conductor de una limousine (Robert Pattinson) y pronto consigue un trabajo como asistente de la veterana actriz Havana Segrand (Julianne Moore), una de esas divas histéricas temibles que rondan la Meca del Cine.
Paralelamente vemos a la megaestrella de 13 años Benjie Weiss (Evan Bird), un adolescente insoportable que parece una mezcla de Macaulay Culkin (seguramente el que inspiró al personaje en el guión de Bruce Wagner escrito en los ’90)y Justin Bieber. Su manager es su controladora madre (Olivia Williams) mientras que su padre es un exitoso escritor de novelas de autoayuda (John Cusack). Pronto veremos que entre Agatha y esa familia hay una importante conexión que se volverá central a la historia.
La película tiene momentos de humor ácido que hacen reír un minuto pero que se olvidan al otro, especialmente los ligados a los comportamientos bizarros pero previsibles de Benjie y/o Havana. Pero al final no es más que el retrato cansino de una serie de personajes cínicos y desagradables en una película que no logra armar con eso nada muy interesante. Hay algo del mundo de Robert Altman en THE PLAYER aquí, pero demasiado tarde.
El estilo clínico de Cronenberg le aporta un grado de tensión y violencia a los acontecimientos y eso deja al espectador siempre a la expectativa, pero con estos personajes tan excesivos casi ningún comportamiento sorprende ni interesa demasiado más que el momentáneo gag de diálogo o visual.
Con la excepción de Wasikowska, los actores están bastante desatados. El joven Bird es una revelación como el temible Benjie y Moore parece actuar solo con su brilloso labio superior que parece funcionar independientemente de su cara. Tal vez sea ese labio el personaje más «cronenbergiano» –temible, inquietante, carnal– de esta fallida película.