Cannes 2014: «Mommy», de Xavier Dolan
A los 25 años, el canadiense Xavier Dolan estrenó en Cannes su quinta película. Tres de las cuatro de las anteriores entraron en el festival, pero esta es la primera que lo hace en la competencia oficial. Es, obviamente, un cineasta prolífico y muy personal, que filma películas muy distintas entre sí cuyo único hilo […]
A los 25 años, el canadiense Xavier Dolan estrenó en Cannes su quinta película. Tres de las cuatro de las anteriores entraron en el festival, pero esta es la primera que lo hace en la competencia oficial. Es, obviamente, un cineasta prolífico y muy personal, que filma películas muy distintas entre sí cuyo único hilo en común son sus propias obsesiones: las relaciones familiares y los curiosos caminos de la sexualidad.
Se puede decir que MOMMY responde más al primer ítem, ya que se trata de la relación entre una madre y su hijo, ambos bastante peculiares. Ella es una cuarentona, viuda y sexy, que habla constantemente y tiene una energía envidiable, aunque una personalidad bastante intensa. El hijo acaba de salir de un internado por problemas psiquiátricos y es, en un punto, una versión aún más extrema de ella en cuanto a energía, tensión y agresión. Una sola cosa los separa: el hijo es violento, diagnosticado ADD, y ese cúmulo de energía lo lleva muchas veces a descontrolarse por completo y nadie sabe (ni él) qué es lo que puede terminar haciendo.
El filme narra el intento de la madre de vivir con su hijo más o menos armónicamente y tratar de evitar una nueva internación. El trabajo no es fácil ya que el adolescente explota una y otra vez por cualquier cosa, llevando a esa dupla a situaciones tan angustiantes para ellos como para los espectadores. Una tímida y retraída vecina con sus propios problemas termina uniéndose a ellos conformando una peculiar familia que por momentos funciona bien, y el trío vive situaciones agradables y hasta humorísticas. Pero siempre, en todo momento, se sabe que la cosa puede explotar.
No soy un gran fanático del cine de Dolan (la que más me gustó fue la anterior, TOM AT THE FARM, que no estuvo en Cannes y es la menos «dolaniana» de las cinco), pero esta película logró por un rato atraparme en sus tironeos psicológicos, una especie de pulseada entre madre e hijo que se adoran pero que no pueden vivir juntos sin agredirse o explotar, como sucede con muchísimas relaciones familiares, solo que en este caso llevada a ciertos extremos.
Dolan exagera, en partes, con el griterío circundante, la necesidad de llevar todo al máximo y ese clásico recurso de armar pequeños clips musicales cada tantos minutos. Filmada en un formato 1:1, de pantalla cuadrada, para manfiestar desde el cuadro ese encierro y pegoteo de los personajes, la película se vuelve también un poco repetitiva desde lo visual (le sobran veinte minutos, por lo menos) y uno tiene, por momentos, la sensación de que podría bien adaptarse a una obra de teatro.
Intensa y atrapante, pero remanida y forzada, MOMMY es para mí de las mejores películas de Dolan, quien me parece ir encontrando un camino medio entre el «show-off» inicial y la reserva y discreción del anterior filme. Más allá de los momentos casi cacofónicos y el griterío permanente que tiene la película (y ese acento extravagante con el que hablan en francés en Quebec no ayuda mucho), el muy buen trío actoral va llevando la película adelante, siempre al borde de estrellarse pero sin autodestruirse del todo. Casi como el personaje.