Cine/TV: Esta nota no contiene spoilers

Cine/TV: Esta nota no contiene spoilers

por - Críticas
05 May, 2014 09:48 | comentarios

En los últimos años, desde que las redes sociales han fracturado y reconvertido buena parte de las reglas del discurso público, el tema de los spoilers cinematográficos y, especialmente, televisivos ha pasado a ser un eje de constante discusión. Los que ejercemos, pública y profesionalmente, la tarea del periodismo y la crítica cinematográfica vivimos una larga […]

spoiler_alert_300_w2En los últimos años, desde que las redes sociales han fracturado y reconvertido buena parte de las reglas del discurso público, el tema de los spoilers cinematográficos y, especialmente, televisivos ha pasado a ser un eje de constante discusión. Los que ejercemos, pública y profesionalmente, la tarea del periodismo y la crítica cinematográfica vivimos una larga tradición de cierto cuidado de la información narrativa que se conoce como spoiler (para los que no están en el tema, spoilear es «estropear» una historia contando una parte importante de la trama). No solemos escribir notas en las que se cuenten finales de películas, muertes de personajes importantes o revelaciones clave de la trama más allá de que las películas existan hace decenas de años. Existe una suerte de código no escrito que nos «obliga» a mantener en secreto determinada información, entendemos, por el bien de todos.

Ese cuidado le genera una curiosa lógica a la información cinematográfica: es una de las pocas que no es del todo honesta con el espectador, haciéndole poner –por ejemplo– como reales nombres de personajes que sabemos que son falsos, tratar como vivos a personajes que mueren al final de una película o dar por ciertas informaciones que luego son alteradas en el transcurso de una narración. No importa: la crítica no lo delata ni en el momento de escribirse ni tampoco después. De hecho, ni siquiera en entrevistas (con actores o directores) se hace sin previo aviso. Ejemplo: no se le debería poder preguntar a un actor cómo fue hacer la escena de su muerte o que un director hable de cuando sucede tal o cual cosa de la trama que puede ser una revelación importante. Es, digamos, como no poder preguntarle a un jugador de fútbol por el gol del triunfo de su equipo o a un político por haber ganado/perdido una elección. La información cinematográfica sigue «viva» y «secreta» siempre, nunca es del todo pública.

star-warsAhora bien, con la popularidad de las series televisivas y el furor de las redes sociales, estos conceptos parecen entran en una zona de riesgo por dos motivos bien claros. Por un lado, las redes sociales mezclan en un discurso público personas que manejan estos conceptos con un, digamos, «autocontrol» profesional y otros que, sin ese tipo de autolimitaciones, utilizan esos foros como escenarios de conversaciones casi privadas. Para muchos –y es comprensible que así lo sea–, no hay tanta diferencia entre publicar algo en Twitter o en Facebook o decírselo a un amigo en forma privada. Lo cierto que en ciertos casos la diferencia es importante. El spoiler en una conversación privada no escapa del ámbito de lo interpersonal: la persona puede preguntarle al interlocutor si vio o no tal serie o película y a partir de eso contar o no contar una parte de la trama. En las redes sociales es imposible.

Por otro lado, y a diferencia de buena parte del cine, las series de televisión se desarrollan a lo largo de cierto tiempo por lo que la información narrativa se va entregando a cuentagotas, haciendo difícil mantener un standard acerca de cuándo esa información puede hacerse pública. Para los que venimos del cine la respuesta es clara: nunca. Pero la tradición televisiva parece ser distinta: nadie oculta lo que pasó en el episodio anterior de la telenovela o se reserva decir algo respecto a quien ganó o perdió un reality show o un partido de fútbol. Ese choque de tradiciones genera un conflicto, si se quiere, temporal: la televisión es generalmente gratuita (ok, hay que pagar cable) y se supone que todo lo emitido por allí es «discurso público» lo cual lo saca, aparentemente, de la órbita del «secretismo» que se maneja en la tradición cinematográfica, una que –no olvidemos– se suele respetar también en el teatro y en la literatura.

breaking bad Season_1_posterPero más allá del conflicto entre cine y televisión en lo que respecta a formatos, el problema de las series tiene que ver con el desarrollo en el tiempo y en los límites a la conversación que eso genera. Los que discuten públicamente una película tratan de no revelar los secretos de la trama, pero los que hablan de televisión podrán cuidarse de no hablar de lo que sucede en este episodio (o, en el mejor de los casos, en esta temporada) pero dan por sentado que se puede hablar con tranquilidad de la anterior, ya que de otra manera sería imposible mantener cualquier tipo de conversación. El cine, con sus sistemas cada vez más seriales de exhibición (secuelas, precuelas, universos expandidos, etc.), podría estar entrando en una misma lógica. ¿Se puede hablar, digamos, de la primera parte de una saga de la misma forma que algunos lo hacen con la primera temporada de una serie? No se sabe: no hay «reglas».

De cualquier modo, me interesa ir más lejos con este –probablemente absurdo– análisis del tema spoilers: por más que se intente evitarlos, es imposible hacerlo. Y no por culpa, necesariamente, de las redes sociales (o el descuido de algunos), sino porque no podría casi existir la «cultura pop» sin un margen para las revelaciones. Voy a poner algunos ejemplos personales sin spoilers: yo empecé a ver algunas series «viejas» hace pocos meses. Nunca me había «enganchado» del todo con series como LOS SOPRANO, THE WIRE o la aún vivita y coleando GAME OF THRONES, que fui viendo a lo largo de los últimos tiempos. A diferencia del cine, donde se nos permite pasar décadas sin saber qué pasa con determinados personajes (ni siquiera me atrevo a poner ejemplos acá de películas de los años ’40 por miedo a arruinarle alguna experiencia a ciertos lectores), en estos casos uno no puede enterarse de decenas de detalles de sus respectivas tramas. Y no necesariamente por personas que spoilean en las redes sociales sino porque está aceptado públicamente.

Ejemplos abundan: tapas de revistas sobre determinados actores te dan a entender que sus respectivos personajes no sólo siguen vivos sino que son importantes, lo mismo que la mención de ciertos nombres y situaciones, o cuando uno entra a Wikipedia a chequear datos no directamente relacionados o cuando leemos en, digamos, imdb que tal actor (personaje importante en un momento) estuvo en solo 12 episodios de una serie que dura seis años… Hay spoilers hasta cuando uno no quiere spoilear y hasta la misma publicidad televisiva spoilea con imágenes de temporadas «viejas» que para uno son nuevas. La cultura del spoiler está expandida de tal modo que, por más que uno trate de protegerse de ella, casi que lo mejor es rendirse. Si no puedes vencerlos, como dice el refrán…

game-of-thrones-posterEs cierto. Como dicen (decimos) muchos críticos de cine, el spoiler es un tema que en muchos casos es menor. En el cine no todo está ligado con la «historia» ni con el destino de los personajes y podemos disfrutar de películas por muchísimos motivos aún sabiendo hacia donde va la trama y mucho de lo que va a suceder. No sólo podemos disfrutarla desde los aspectos audiovisuales y, si se quiere, menos directamente narrativos de una película sino desde la propia narración, ya que el conocimiento de cierta información –como le sucede a los personajes– puede hasta enriquecer o complejizar nuestra relación con la otra, con la que no sabemos. En ese sentido, ver una película spoileada no es el fin del mundo y más cuando se trata del llamado cine arte: el conocimiento de cierta información narrativa no solo no es determinante sino que ni siquiera es tan importante.

El problema es que en las series de televisión, territorio donde el spoiler es permanente, la evolución narrativa suele ser el eje fundamental de su existencia. Si uno lee críticas o reseñas de televisión raramente se hacen muchas referencias a cuestiones estilísticas. Por lo general suelen ser juicios de valor respecto al desarrollo narrativo: son, más que nada, críticas a guionistas. De hecho, los directores no son importantes en las series. Los que se llevan los aplausos y/o las críticas son los «creadores» y sus equipos de guión. Es por eso que la popularidad del spoiler televisivo es doblemente problemática: si tenés la información de la trama da la impresión de que hay mucho menos lugar de donde «agarrarse» para seguirla. Es usual, por ejemplo, que algunas personas se nieguen a embarcarse a ver una serie si saben que tal o cual personaje murió o excesiva información al respecto de lo que pasa en la trama. Da la impresión, más todavía que en el cine, que si uno va a consumir un producto televisivo que involucra muchísimas horas de dedicación, lo mejor es no saber demasiado. Pero, admitámoslo, salvo que uno «viva en una burbuja» es tan complicado como para mí es no toparme con spoilers de GAME OF THRONES cada vez que voy a una reunión social…

¿Se resuelve esto de alguna manera? Lo veo complicado. Más allá de ideas absurdas –en algún momento se me cruzó empezar a contarles finales de películas a cada persona que «inocentemente» me spoilea una serie, pero no creo que sea del todo una buena solución…–, estamos sujetos a vivir una cultura del exceso informativo en la que es imposible no toparse con este tipo de informaciones aún cuando la queremos evitar. No tengo una solución al respecto y es por eso que me gustaría abrir el juego a los lectores con respecto a sus experiencias. Pero, por favor, no metan spoilers en sus respuestas…

-¿Hay reglas sobre lo que se puede contar y lo que no?
-¿Son diferentes en una serie y en una película?
-¿Pueden disfrutar igual una serie, un libro o una película spoileadas?
-¿Se les ocurre alguna «regla» respecto a cómo manejar el tema al menos en redes sociales?
-¿Les sirve el «spoiler alert»? ¿O es lo mismo que nada?

-Sin detallar el spoiler en cuestión, ¿tuvieron experiencias en cine o en series donde les contaron más de lo que deberían? ¿Qué hicieron?