Arranca Asterisco (*), primer festival internacional de cine LGBTIQ
Una nueva iniciativa lanzada con grandes expectativas es el Festival Asterisco (*), que comienza hoy en varias sedes de la ciudad de Buenos Aires. Acá pueden encontrar toda la info sobre fechas y sedes, al igual que links para horarios, películas y catálogo. Se trata de un festival muy amplio, con más de 130 películas […]
Una nueva iniciativa lanzada con grandes expectativas es el Festival Asterisco (*), que comienza hoy en varias sedes de la ciudad de Buenos Aires. Acá pueden encontrar toda la info sobre fechas y sedes, al igual que links para horarios, películas y catálogo. Se trata de un festival muy amplio, con más de 130 películas en solo seis días, además de varios eventos especiales, mesas redondas y retros.
No he podido ver demasiadas películas de la muestra –esto, en principio, habla bien de la programación ya que no han optado por repetir títulos que ya se han visto con éxito en otros festivales–, pero sí he visto algunas que paso a recomendar aquí abajo. Una oportunidad única de ver películas con temáticas de diversidad sexual en la Argentina.
TOM AT THE FARM, de Xavier Dolan. Para mí, la mejor película del joven cineasta francés recientemente premiado en Cannes. Un drama con forma de thriller seco, intenso, que hace recordar a las mejores películas de Francois Ozon, en el que el viaje de Tom al funeral de su pareja va sacando a la luz una serie de secretos familiares y personales que pueden poner en peligro su vida. La más contenida de las películas de Dolan es también –tal vez por eso mismo– la más precisa y poderosa.
EL TRAJE DE BAÑO, de Mathilde Bayle. En un típico camping donde muchas familias francesas pasan sus vacaciones, un niño descubre que más que su nueva amiga le interesa y fascina el padre de ella, a quien persigue obsesivamente por el lugar hasta tomar una, para él, importante decisión. Un muy atrapante y atractivo cortometraje sobre el despertar sexual.
INTERIOR. LEATHER BAR, de James Franco y Travis Matthews. Exploración y deconstrucción, por momentos fascinante, de la mítica película CRUISING (William Friedkin/Al Pacino) a partir de reimaginar escenas que fueron cortadas en su edición final. El actor y director Franco, en su costado más experimental, en el que acaso sea su filme más poderoso e intrigante.
OLHE PRA MIM DE NOVO, de Kiko Goifman y Claudia Priscilla. La vida y la historia de un transexual en un pequeño pueblo de Brasil, enfrentando todo tipo de discriminaciones, especialmente la de su propia familia. Una suerte de road movie tan inteligente como emotiva, además de muy humana y emocionante.
HAWAII, de Marco Berger. La nueva película de Berger (AUSENTE) se centra en la relación que se establece entre dos jóvenes, el dueño de una casa en un pueblo chico y otro que viene a trabajar, ayudándolo en la limpieza de la pileta y el cuidado del lugar en verano. Ambos se conocen de muy pequeños y se dejaron de ver hace muchos años. Por circunstancias que conviene no revelar (los personajes mienten sobre su pasado y su presente), Martín necesita trabajo y va a pedirlo a la casa de Eugenio, que está allí tratando de escribir un guión. Atraído sexualmente por él más que por necesidad de ayuda laboral, Eugenio (Manuel Vignau) lo contrata pero no logra hacer más que observarlo todo el tiempo e intentar muy discretas aproximaciones por temor al rechazo. La tensión sexual entre ambos crecerá y sobre el final la cuestión tomará nuevas dimensiones en este filme que cuenta prácticamente con sólo dos actuaciones y una casa como escenario casi único. Berger logra crear un clima sugerente gracias a una cámara muy subjetiva y una música intrigante, aunque los lineamientos básicos del guión no parecen salir mucho de la zona de la atracción sexual permanente. El filme es bello de ver y la relación entre ambos está bien planteada, pero se hace un poco largo a falta de un conflicto dramático que evolucione a lo largo de los 106 minutos que dura. Con todo, Berger sigue siendo uno de los pocos realizadores locales que explora a fondo el universo homoerótico, siempre jugando en una extraña zona entre el pudor y la curiosidad.