TV: «Louie» (Temporada 4)
El «elefante en el living» de las series de televisión, ese problema evidente del que nadie parece hablar, es el de su dificultad estructural para liberarse de las formas narrativas clásicas. Me dirán que, al contrario, que las series de los últimos años se han «liberado» y mucho de las estructuras convencionales de la televisión, […]
El «elefante en el living» de las series de televisión, ese problema evidente del que nadie parece hablar, es el de su dificultad estructural para liberarse de las formas narrativas clásicas. Me dirán que, al contrario, que las series de los últimos años se han «liberado» y mucho de las estructuras convencionales de la televisión, pero yo creo que es así principalmente en el terreno del guión y lo que podemos llamar «dramaturgia». Las series de TV, aún las mejores, tienden a seguir funcionando con un modelo narrativo que podemos llamar clásico (o americano) y su construcción audiovisual no es muy distinguible de cualquier otra construcción del audiovisual estadounidense. Vean las mejores series –de GAME OF THRONES a BREAKING BAD, de MAD MEN a THE SOPRANOS— y se encontrarán con que, más allá de la calidad impecable de su realización, guión, diálogos, actuaciones, personajes, producción o lo que sea que haya para celebrar en ellas, raramente se distinguen por una estructura narrativa y una «puesta en escena» fuera de lo acostumbrado, más allá de algunos toques y momentos aquí o allá.
Las series siguen siendo un territorio de guionistas, «show runners» y productores. No estoy desmereciendo esas series, que me encantan, pero si alguno ha encontrado una que tenga la impronta visual de una película de Paul Thomas Anderson, Sofia Coppola o Jim Jarmusch –por citar solo algunos nombres al azar– avíseme porque yo no la he encontrado. Bueno, sí. Lo más parecido que van a encontrar a eso en la televisión estadounidense es LOUIE, que curiosamente tiene más en común con una sitcom de 22 minutos que las actualmente celebradas series de 48-50 minutos de duración.
Pero decir que LOUIE es una sitcom o que «dura» 22 minutos es un reduccionismo absurdo. Sin dudas que cuando le pidieron (o aceptaron su propuesta, no sé cómo surgió) al comediante Louis C.K. hacer una serie de los de la cadena FX seguramente se imaginaban alguna nueva versión de SEINFELD. Y, en un sentido, lo tienen. Lo que seguramente no esperaban es que este «nuevo Seinfeld» se iba a atrever a cruzar más fronteras que las esperadas, al punto que ni siquiera los críticos en los Estados Unidos saben muy bien cómo lidiar con la radicalidad –para la televisión, aclaremos– de sus propuestas.
Para los que aún no lo saben, LOUIE es una serie centrada en la vida de un comediante de stand up: su trabajo, sus rutinas, sus amigos, sus colegas y, especialmente, su vida familiar (dos hijas) y amorosa. Pero, más allá de esa síntesis, hay poco de convencional en su estructura. Lo que en principio parecía ser una versión cruda y neorrealista de los problemas mundanos de Seinfeld (bah, de todos aquellos que piensan rutinas del tipo «¿fueron alguna vez a un supermercado a las 11 de la noche?» para contárselas a un público) se fue transformando de a poco en un deforme unipersonal que hoy puede incluir tanto sueños como delirios no explicados, actores casteados varias veces en distintos personajes, diferentes formatos narrativos y audiovisuales, así como estructuras narrativas imposibles de comprender.
La cuarta temporada de LOUIE podría subdividirse en tres películas y media. Uno podría pensar que C.K. tomó sus aproximadamente 350 minutos de temporada (14 episodios de unos 25 minutos cada uno) y los rearmó a su gusto, olvidándose de las supuestas limitaciones del formato. También podemos pensar que tomó el título de «comedia» que le cabe a su serie en la clasificación televisiva clásica y lo tiró a la basura, haciendo una temporada que no se destacó particularmente por sus momentos graciosos sino por sus experimentales y, especialmente, por sus emotivos y dramáticos.
Las tres películas en la que se dividió esta temporada de LOUIE están claramente expuestas en los episodios (se llaman Parte 1, 2 y así) pero no están necesariamente ubicadas una atrás de la otra, sino que fueron mezclándose a lo largo de la temporada, como si alguien leyera una novela que va y viene en el tiempo, con flashbacks interrumpidos y retomados. Dos de las películas tienen que ver con relaciones amorosas. La primera, la de Louie y una inmigrante húngara, sobrina de su vecina (las encarnan Eszter «STRANGER THAN PARADISE» Balint y la mítica Ellen Burstyn, respectivamente), con la que empieza una relación más allá de no hablar una palabra ella de inglés (ni el de húngaro, obviamente) y que se extiende a lo largo de seis de los 14 episodios de la temporada.
La otra tiene que ver con otra relación complicada de Louie, con una mujer llamada Pamela (Pamela Adlon, también productora del show), quien duda entre aceptarlo o rechazarlo y de quien Louie se enamora más allá de las obvias dificultades que tiene esa relación. En el medio, un largo flashback de dos episodios a la adolescencia de Louie surgido como reacción a toparse con su hija de doce años fumando marihuana y que está estructurada como una película al estilo Richard Linklater en DAZED AND CONFUSED o la propia serie FREAKS AND GEEKS y en la que el propio Louie casi no participa, reemplazado por una versión adolescente de él.
En el medio, algunos episodios «sueltos» (los primeros, especialmente) entre los que se destaca el tercero, en el cual una chica gordita que trabaja en el lugar en el que Louie actúa lo invita a salir, él la rechaza y luego ella, digamos, lo «convence». Pero aún los episodios con una estructura más individual salen de lo común. Ese se divide en unas pocas y largas escenas de diálogos, especialmente el último, que dura casi la mitad del episodio. En el medio, Louie puede tener una larga escena haciendo stand up o entrar en otra trama tipo «viñeta» no relacionada para nada con la anterior y que se abre y se cierra en sí misma.
Pero si las modificaciones a la sitcom tradicional de LOUIE fueran solo de estructura y de tiempo (de mini-episodios de 10 minutos a mega-episodios de 120) no estaríamos reflejando del todo su complejidad. La serie se caracteriza, además, por presentar una apuesta formal arriesgadísima que, en mi opinión, sale muy bien. Es algo que yo llamaría «realismo fantástico» (podría ser «realismo mágico» en un punto, pero odio esa formulación) en la que combina un tono completamente real y plausible en lo que respecta a la psicología de los personajes, sus comportamientos y el universo en el que viven, con situaciones completamente del ámbito de lo fantástico, que no son explicadas ni como sueños ni tienen consecuencias en la vida real, algo que queda claro tanto en el arranque de la serie como en el segundo episodio, en el que Louie tiene una affaire con una joven y bella chica a la salida de un show. Ese tipo de «divagues», que en otros casos podría hacer caer la lógica realista de una ficción, acá funcionan a la perfección, agregándole un factor sorpresa que la saca todo el tiempo de lo previsible.
Esta temporada de LOUIE se caracterizó además por ser sorprendentemente emotiva, especialmente en la relación que el protagonista tiene con ambas mujeres (más con la primera que con la segunda, por la propia naturaleza más intensa y hasta agresiva de esa historia) y con sus hijas, dos chicas muy precoces y simpáticas que están creciendo y presentándole a Louie problemas más que complicados de resolver. La pequeña, especialmente, que durante un buen tramo de la temporada imagina que las cosas que le pasan en la vida son sueños (algo que, podríamos decir, pasa en toda la serie), generando situaciones difíciles al confundido pero habitualmente siempre bien enfocado padre que es el protagonista.
Ese nivel emotivo de la serie vino acompañado de algunas quejas, claro. Por largos periodos de esta temporada no hubo mucho en la serie de lo que reírse y, a veces, en sus intentos «serios» Louis C.K. no puede evitar meterse en aguas pantanosas, especialmente en lo relacionado a las bastante enfermizas relaciones que tiene con las mujeres. Pero más allá de las absurdas críticas políticamente correctas que le han hecho en los Estados Unidos por algunas de estas cosas (no adelantaremos qué, pero algunos comportamientos de Louie con las mujeres bordean lo espantoso), lo que el actor/guionista/autor de la serie quiere dejar en claro es que su personaje no es un dechado de virtudes ni mucho menos, es un tipo complicado que trata de hacer lo mejor posible pero que no tiene muchos asuntos resueltos ni nada parecido.
Eso es lo que resulta muy identificable de la serie y del personaje, su capacidad de presentar un protagonista problemático y querible que pone en pantalla sus dudas, miedos y hasta comportamientos que muy pocos se atreverían a mostrar. Algo de lo que Louie hace aquí es similar a lo que Lena Dunham hace en GIRLS, pero siempre da la sensación de que el mundo de Lena es menos complicado e interesante que el de Louie, que si bien los problemas (de autoestima, de trabajo) de estos dos comediantes que no responden particularmente al modelo standard de belleza pueden ser similares, hay cosas más ricas en juego aquí.
La combinación de realismo emocional y juegos de fantasía, la capacidad de poner pausa y recomenzar permanentemente, la forma en la que la serie puede pasar de una trama algo intrincada a algo simple y sencillo, la bellísima y natural imagen cinematográfica que tiene (especialmente este año, hecho evidentemente con más recursos), la insistencia en burlarse de los códigos tanto de la corrección política como de la lógica de las sitcoms, hacen de LOUIE tal vez la serie más avanzada entre las que llegan de los Estados Unidos, lo más parecido que esa cultura tiene a una serie de autor.
Recién voy por la primera, pero he visto clips de la serie y son realmente increíbles. Ya me voy a poner al dia¡¡ Un genio Louis C.K.
Tenés que seguir viéndola, se va enrareciendo con el correr de las temporadas…
Qué serie x Dios!! Un capítulo de Louie tiene más emoción que toda una temporada de Game of Thrones. Por ahí lo comparás con Lena Dunham y en la última escena de último capítulo parece decir… viste, Lena? Yo también puedo mostrarme tal cual soy!
Si, es casi una referencia directa: «Yo también soy gordo y me la banco».
GIRLS me gusta, pero me parece que LOUIE va muchísimo más lejos.
Diego,viste la serie MARON? Es con Mark Maron,amigo de louie y la serie tiene una onda parecida y mucho en comun, sobre todo en el tono. Ya van por la segunda temporada y justo en el ultimo capitulo, Maron le hace el reclamo a Louie por ser «un amigo de mierda».
Si, vi un par de episodios pero no me interesó demasiado.
No se, no me termina de caer bien él.
Y la rivalidad entre ambos, supuestamente ficticia, viene ya desde hace rato…
Además del capítulo de LOUIE en el que están esta temporada, si mal no recuerdo hubo otro similar hace años…
Bueno, muchas gracias por la info. Soy un fanático de las buenas series. He visto The Wire, Generation Killing, Policias de N.Y, Hill Street Blues, In Treatment, Mad Men, las danesas The killing y Borgen (imperdible) Luther, Elizabeth, Horatio Hornblower, Prime Suspect, Southcliffe (estas inglesas y esta última exhibida en el reciente Bafici)y las encuentro más impactantes en todo sentido que el cine que se estrena últimamente ( y no tan últimamente)en Bs As. Así que conseguiré Louie porque con estos comentarios no puedo dejar de verla. Siento que las series han desplazado al cine en mis preferencias pero le ha faltado cierta impronta autoral que, como lo dice esta crítica y lo confirman algunos comentarios, parece reflejarse en esta serie.
Hola. Interesante reseña de una muy buena temporada.
Dejo por acá un análisis sobre In the woods, los 2 capítulos dedicados a las drogas:
http://cuandoduermes.wordpress.com/2014/08/02/louie-on-drugs/