TV: «The Fall» (Temporada 1)
Una de las críticas que leí sobre THE FALL decía algo que en principio parece muy cierto. Que hay un momento, dentro de cualquier moda, en el que nos empezamos a dar cuenta que eso que disfrutamos y en algunos casos hasta admiramos, empieza a volverse un cliché, a dar señales de que se ha […]
Una de las críticas que leí sobre THE FALL decía algo que en principio parece muy cierto. Que hay un momento, dentro de cualquier moda, en el que nos empezamos a dar cuenta que eso que disfrutamos y en algunos casos hasta admiramos, empieza a volverse un cliché, a dar señales de que se ha llegado muy lejos y que es tiempo de cambiarlo, de sacudirlo un poco. Pasa con cualquier cosa –con la ropa, con los peinados, con la música– y está sucediendo con esta moda de las «series policiales adultas» que se apoyan en casos de larga resolución narrativa, personajes oscuros (no solo los villanos sino los héroes también), violencia excesiva, un tono denso y moroso y una supuesta investigación psicológica de los personajes. El crítico mencionado reconoce que THE FALL está en ese límite, pero que la disfruta igual.
Tengo la impresión que el análisis es correcto, pero que la serie no responde del todo a esos parámetros. Ese acechante cliché está en series como las remakes americanas de THE BRIDGE o LOW WINTER SUN, las que utilizan todos los tropos del subgénero pero poco y nada que trascienda eso. THE FALL es otra cosa. La serie británica que protagoniza Gillian Anderson (sí, la de X-FILES, una actriz cada día más interesante y bella) parece más bien juntar figuras del thriller más clásico, de cierto cine de los ’90, ese policial en el que el asesino serial y la investigadora «conectan» mentalmente a través de una perturbadora investigación acerca de crímenes con alto contenido sexual. Sí, digamos que THE FALL conecta, muy tardíamente, con una línea que uniría a EL SILENCIO DE LOS INOCENTES con PECADOS CAPITALES, BESOS QUE MATAN y otras, cada vez menos interesantes y más codificadas sagas sobre asesinos seriales basadas en best-sellers mediocres, aunque con algunos ajustes estilísticos al uso de la TV actual.
También, por otro lado, conecta con otro eje del cine de los ’90: la trama policial/política en Irlanda del Norte. Es que los hechos transcurren en Belfast y la posibilidad de que la tensión política que allí se vive se una a los crímenes de tres mujeres ejecutados por un perverso asesino serial es más que concreta y evidente. Pero ese ángulo –tal vez el más interesante junto a la protagonista– no está entre las prioridades, al menos en esta temporada, de los creadores de la serie, más interesados en el regodeo morboso y casi placentero de seguir los pasos en detalle del asesino (al que conocemos de entrada, interpretado por Jamie Dornan, pronto a ser famoso gracias a la adaptación al cine de 50 SHADES OF GREY) que en el contexto en el que transcurren los hechos.
Anderson es la policía severa que investiga el caso, traída de Londres e insertada en medio de la policía local. Esa tensión subyacente entre ambos también es riquísima de explorar, pero tampoco se lo hace demasiado, prefiriendo poner el eje en el ya una y mil veces visto conflicto de géneros, entre una mujer con poder por sobre muchos hombres. Tiene sentido que lo sea –de hecho, podríamos decir que es el gran tema de la serie–, pero no se aparta en nada de lo que ya hemos visto: hombres que juzgan a una mujer fuerte con una sexualidad activa y poco afecta a caer simpática y un asesino con perversiones que también parecer ir por ese lado ya que se caracteriza por matar a mujeres profesionales y solteras.
El problema de la serie no está en su punto de partida (de hecho, leyendo sobre la trama uno puede pensar que está más cerca de PRIME SUSPECT de lo que realmente está) sino en la forma banal que trata sus conflictos y su anticuado sistema narrativo. Montajes paralelos obvios, diálogos imposibles, conexiones entre personajes muy poco creíbles, innecesaria «grasa» narrativa (la muerte de un policía, prostitutas rusas, violencia familiar) y un estilo medio «Adrian Lyne» para tratar las actividades de su villano, que siempre aparece en cueros o haciendo «fierros», mientras que la cámara recorre a sus potenciales víctimas como intentando que los espectadores se pongan del lado del victimario. Peor aún es su persistente intención de meter a niños en medio de los procedimientos, en especial los hijos del asesino, que ven más cosas de las que deberían ver… y nosotros las vemos con ellos y los vemos mirarlas.
Hay una escena en el segundo episodio, completamente descolgada, que deja en claro estos procedimientos, poniéndolos todos juntos. Ya la verán, pero está relacionada a una niñera que trabaja en la casa del asesino y a la que, claramente, el muchacho le gusta bastante. Pocos minutos antes, nos mostraban en paralelo una situación de sexo casual entre Anderson y un policía junto al asesinato meticuloso de Dornan, como intentando plantear algún tipo de absurda metáfora sobre sexo y poder, hombres y mujeres, héroe y villano, en el ir y venir del montaje. Y ni hablar de un tercer eje temático que sigue la misma lógica, ligado a policías corruptos, empresarios alemanes, políticos mafiosos y, sí, prostitutas rusas.
Con el correr de los episodios el tema del asesino serial empieza a ocupar menor espacio narrativo –durante la primera mitad del cuarto capítulo casi no se menciona el tema–, al punto tal que uno siente que hay suficiente material en la serie como para que eso ni siquiera tenga que existir. Es que ahí es donde se ven sus mayores debilidades e improbabilidades, como la capacidad del personaje de Anderson para adivinar todos y cada uno de los pasos y las características del asesino, o lo implausible que resulta pensar que el poco comunicativo y menos aún empático asesino pueda haber sido contratado alguna vez como trabajador social para apoyar y consolar víctimas.
Lo problemático de THE FALL es que por momentos juega a ser una serie realista sobre un caso policial en Irlanda del Norte y al siguiente parece un glamoroso y ridículo thriller salido de las páginas de un best-seller berreta. Y una cosa no se lleva nada bien con la otra, ya que la seriedad política y el compromiso emocional de la primera y mejor parte choca con el casi trash de la segunda, la que tal vez se podría disfrutar un poco más si uno se la tomara de una manera pulp, totalmente genérica. La esperanza de que en algún momento la parte más «seria» de la serie cobre mayor peso hace que uno siga mirando, pero cada vez que el asesino serial vuelve a sus andadas, a su antiquísima cueva emocional de torturas y traumas psicológicos combinados con una capacidad casi de superhéroe para no ser jamás visto ni descubierto ni sospechado todo se derrumba como un castillo de naipes imposible de seguir siendo levantado.
La primera temporada, como sucede en muchas series británicas, es corta: apenas cinco episodios que se ven fácilmente. Se viene en breve la segunda. Si no abandonan o resuelven pronto el asunto serial killer creo que no seré de la partida…
(THE FALL se puede ver en Netflix)
Me pasa eso de que la serie me parecía fantástica, pero a poco de leer, aparecen esos fantasmas que estaban allí y uno no quería ver. Veremos como sigue.
De hecho, mejora un poco en los últimos episodios. Yo la estaba por abandonar y el cuarto me dio intriga y luego se pone mejor… Igual, siempre al borde!
¿Cuándo sale la segunda temporada?
En estos meses leí por ahí…
Hola. Yo estaba leyendo este artículo donde habla sobre el estreno de la segunda temporada. Se los comparto http://blogseries.tv/441/bbc-informa-la-fecha-de-estreno-de-the-fall
Quizá les sirva.
saludos!!!!
¡Uuuufff!, ¡Menudo artículo, qué «nivelazo» por parte del autor! Que debe de ser por lo menos el genio de las series y que ya estará acabando de escribir dos o tres para que se las quiten de las manos. En fin, como a día de hoy ya todos hemos podido ver las tres temporadas que se produjeron, también sabremos que es una de las mejores series que se han creado hasta ahora.