Estrenos: «Arrebato», de Sandra Gugliotta
En estos días me encontré discutiendo en varias ocasiones acerca de la relación entre cine de género y cine de autor. Primero, en una mesa redonda de críticos, en la que hablamos de varios temas ligados a esa «tensión». Luego, comentando en Twitter una nota salida en Clarín en la que el autor aseguraba que […]
En estos días me encontré discutiendo en varias ocasiones acerca de la relación entre cine de género y cine de autor. Primero, en una mesa redonda de críticos, en la que hablamos de varios temas ligados a esa «tensión». Luego, comentando en Twitter una nota salida en Clarín en la que el autor aseguraba que «RELATOS SALVAJES es una película de género y los géneros están hechos para omitir cualquier tipo de tesis autoral» cuando la Teoría del Autor apareció, expresamente, para referirse a las películas industriales y de género de la época de oro del cine de Hollywood. En medio de todo esto, y como figura para sumar a esa y otras discusiones, aparece ARREBATO, la película «de género» de Sandra Gugliotta que se estrena el jueves.
Además de por su propia factura –algo sobre lo que volveré más adelante–, el filme es interesante de analizar desde esos vectores, ligados también a la evolución del Nuevo Cine Argentino, los nuevos modos de la «industria nacional» y la ya comentada figura del autor dentro de un relato genérico. Hay casos como EL ARDOR o RELATOS SALVAJES –por citar dos ejemplos muy recientes– en donde la presencia del género no opaca una clara voz autoral. En cambio, ARREBATO entra en un territorio un poco más ambiguo –el del cine clásico americano, digamos, y sus autores ocultos tras una producción que los envuelve– y sobre eso quiero explayarme un poco.
Tengo la impresión que, de todas las subvariantes en las que el cine argentino ha entrado en los ya 20 años que van desde el surgimiento del llamado Nuevo Cine Argentino hay una que se destaca claramente del resto. No me refiero ni a la línea FUC (Piñeiro, Llinás, etc) ni a los documentales políticos y tampoco al surgimiento del cine de terror. Hablo, más bien, del policial estilo best-seller: intriga, guión afilado, suspenso, etc. El furor, tengo la impresión, nace con el impacto taquillero y de premios de EL SECRETO DE SUS OJOS y se va expandiendo a lo largo de los años siguientes con otros filmes, todos relativamente exitosos, como LAS VIUDAS DE LOS JUEVES, TESIS SOBRE UN HOMICIDIO, BETIBU, SEPTIMO, MUERTE EN BUENOS AIRES y hasta algunos ejemplos más o menos laterales como ATRACO! o ELEFANTE BLANCO, entre otras. El «padrino» de todo esto, sin dudas, es Fabián Bielinsky, pero sus dos grandes películas (NUEVE REINAS y especialmente EL AURA, obras de clarísimas marcas de autor en el contexto de una producción, si se quiere, industrial) tienen un peso cinematográfico que las ubican en otra zona.
En muchas de estas producciones está detrás Telefé como coproductor, claro impulsor de esta línea «editorial» del cine argentino, Axel Kuschevatzky mediante. No es el caso de ARREBATO, pero la lógica es similar. El thriller más de intriga que de tiros, más centrado en escritores, periodistas, abogados y gente común que en policías (los policías siguen siendo una figura difícil para ubicar como héroes en el cine argentino), con un «tufillo» novelesco que las incluye a casi todas (algunas siendo adaptaciones de novelas, otras no) y alguna que otra vuelta de tuerca sorprendente sobre el final.
Uno podría decir que este tipo de cine se ubica en las antípodas de lo que proponía el Nuevo Cine Argentino, que no dependía de novelas sino de guiones originales, guiones no iban particularmente por el lado de la precisión y la intriga narrativa, y buena parte de los actores no eran conocidos. Estos filmes muchas veces surgen también con un aparato publicitario aceitado que los hace muy visibles para el público general. Ahora bien: ¿cómo se acerca la crítica a tendencias como ésta?
Hay una primera reacción que tiende a ser negativa: se las ve como un paso atrás, como un remedo de un cine industrial, profesional pero de bajo vuelo creativo, que ha empezado a ser abandonado en buena parte del mundo ya que este tipo de estructuras dramáticas demuestran haberse vuelto mucho más ricas al ser tratadas en series o miniseries televisivas. Pero aquí, donde esas mismas series tienen un éxito limitado en términos de números (más allá de las repercusiones en las redes sociales, no imagino a millones de argentinos viendo BREAKING BAD o MAD MEN), el thriller cinematográfico sólido, efectivo, de buena factura, todavía tiene muchos espectadores potenciales.
El otro día en la discusión con críticos tiré –medio en broma, medio en serio– la pregunta siguiente: nómbrenme los directores de las películas citadas previamente. Los resultados fueron, digamos, 50/50. Muchos no sabían (no sabíamos) o no recordábamos rápidamente quienes eran los realizadores. En ese sentido, uno podría pensar que el cine argentino está intentando volver –con elegancia, buena factura técnica, guiones más o menos bien realizados– a un estado previo al del llamado «cine moderno» o «de autor». Pero a la vez, lo que siento, es que este tipo de películas está cubriendo un bache en la cartelera nacional que es importante. Explico:
En la época de mi cinefilia adolescente (fines de los ’80, principios de los ’90), la cartelera nacional estaba repleta de thrillers de este tipo que eran el «pan y manteca» de la rutina cinematográfica. Me refiero a títulos como SIN SALIDA, ATRACCION FATAL, AL FILO DE LA SOSPECHA, TRAICION AL AMANECER, DURMIENDO CON EL ENEMIGO, MUJER SOLTERA BUSCA y podría citar cientos que, semana a semana, llegaban a los cines locales. Ahora lo siguen haciendo, pero en muchísima menor medida. ¿Los motivos? Los estrenos de hoy se dividen entre los grandes tanques de taquilla y el gran bloque de 150 estrenos argentinos. En el medio, algunas comedias (muy pocas), películas de terror (esas sí que no perdieron vigencia) y poquísimo cine europeo o de otras latitudes. Me parece que el Nuevo Cine Industrial Argentino está intentando colarse en ese espacio un poco abandonado por los estudios norteamericanos, más apegados a solo grandes tanques y a jugarse con algún título oscarizable. Es una buena lectura del mercado –de haber sido eso lo que la generó– y queda claro que está funcionando muy bien, gracias además al elemento local. Y si está Darín, ni hablemos…
Todo esto me lleva a ARREBATO, que se ubica justo en el centro/centro de este fenómeno y que si bien tiene a una veterana de la primera camada de HISTORIAS BREVES como directora (dato que es más simbólico que otra cosa) no se aleja demasiado de las convenciones profesionales (técnicas, actorales, construcción de guión) de muchas de estas películas de las que estoy hablando. Pablo Echarri es un escritor que recibe el encargo de escribir una novela basada en un crimen reciente en el que un empresario murió tal vez asesinado por su esposa (Leticia Bredice) por una cuestión de celos. El escritor, paralelamente, está atravesando una situación similar de celos con su propia mujer (Mónica Antonopoulos), con lo cual la investigación lo va llevando a cuestionarse algunas situaciones de su vida cotidiana y de su relación con su mujer.
No vamos a contar más de la trama que tiene sus giros y vueltas de tuerca que tal vez no sean lo inesperados y/o sorprendentes que podrían serlo pero que de todos modos mantendrán interesado al espectador respecto a los crímenes que se van cometiendo en el transcurso del filme y las investigaciones al respecto que se ponen en marcha. El elenco está por lo general muy bien, no hay casi ningún elemento en la película que esté demasiado fuera de lugar y, a lo sumo, se le puede criticar una falta de complejidad en ciertas líneas narrativas que terminan tornando la resolución un poco demasiado evidente. Así como hay thrillers que se pasan casi de complicados (digamos, TESIS SOBRE UN HOMICIDIO), otros pecan de ser un poco lineales. Este, me da la impresión, podría ser uno de esos casos.
Esto, sin embargo, no afecta la accesibilidad del filme. Como pasó hace unos meses con BETIBU, se trata de películas de guión en las que todo pasa por tener al espectador más o menos interesado en los detalles específicos de la trama. No intentan –como EL SECRETO DE SUS OJOS— ir más lejos que eso: no son grandes historias de amor, fuertes alegorías políticas, reflexiones sobre la historia argentina. Son la versión local de esas películas americanas de los ’80 y ’90 que completaban la cartelera nacional cuando no había tanques que lo taparan todo. Las películas que mantienen viva la cartelera entre superhéroe y éxito animado de ocasión.
Tal vez no sea una línea cinematográfica que vaya a revolucionar ni a cambiar nada en el cine argentino en cuanto a su evolución histórica (estética/narrativa) y, de hecho, hasta uno podría considerarlas como un paso atrás en cuanto a los avances «modernistas» realizados en los últimos 20 años gracias al NCA. Pero lo cierto es que el cine nacional ya no es una cosa ni la otra (ni el nuevo cine es tan modernista ni original ni las producciones industriales son tan berretas), y esta convivencia –a veces sana, a veces tensa– entre un cine independiente que apuesta a romper con las formas establecidas y otro que trata de sacar provecho de la historia clásica del cine tal vez sea un combo relativamente apetecible. Al final, como siempre, dependerá de la calidad de las películas.
Excelente análisis. Leo tus criticas con gusto todas las semanas. Saludos.
Graciasssss
d
El primero de esos trhillers criollos de la nueva era que recuerdo fue «Cenizas del Paraíso» de Marcelo Piñeyro, que estaba bien.
Yendo un poco más atrás, «Perdido por Perdido» de Lecchi que era simpática y cerraba, en una época en que el cine argentino era Subiela y Solanas.
Por otra parte Aristarain había trabajado mucho el género y en esa época ya estaba en otro viaje.
Aristarain arrancó en un sistema de estudios en los cuales terminó haciendo policiales muy buenos y se fue a un cine más de drama familiar cuando produjo el mismo.
De alguna manera el camino opuesto a algunos directores del NCA.
Mirá sino a Llinás y a Mitre haciendo una re make de una película clásica argentina con/ para un canal.
El NCA nunca le dío la espalda del todo al género, tanto en la primera «Historias Breves» como en «Mala Época»había cortos de género a la vez que autorales.
Pero volviendo a lo anterior ¿Los canales de tele serían el equivalente actual de los estudios?
¿Si fueran? ¿Qué injerencia tienen en los temas y los contenidos de las películas del NCIA?
Pasados más de 10 años de la explosión del NCA ya es claro para todos aquellos cineastas jóvenes que no se puede vivir de festivales y los premios en Toulouse no pagan las expensas.
La pregunta es ¿meterse en el sistema industrial no implica una pérdida de algo?
Szifrón nunca quiso hacer algo distinto de lo que está haciendo y nadie se imagina a Alonso filmando una remake de «Hay que educar a Niní».
Pero nunca se sabe.
Coincido con casi todo tu análisis y te felicito por la joyita: «los premios en Toulouse no pagan las expensas».
Saludos,
d
«el cine nacional ya no es una cosa ni la otra (ni el nuevo cine es tan modernista ni original ni las producciones industriales son tan berretas)»
No implica eso que todo tiende a un «centro» que, como todo centro, es de una medianía lindante con la mediocridad?
No es casual que las grandes películas (en el sentido estético del término, claro) son las que salen de esa comodidad.
Dejad que la industria entierre a sus muertos. El NCA siempre será (si sigue existiendo) otra cosa que una astucia de la razón para elevar el nivel del viejo cine argentino…
Algo de eso hay, la medianía me (nos) está matando de a poco…
También hay mucha confusión, me parece.
Y una falta clara de «temas» sobre los que el cine argentino podría hablar pero no lo hace por motivos que, sospecho, tienen que ver con no irritar a los que ponen el dinero…
En ese sentido, RELATOS SALVAJES es una extrañeza absoluta de tráfico ideológico.
Bah, eso me parece.
No se si hay mucha confusión, Diego. En ese sentido Szifrón la tiene clara: los que ponen el dinero están a salvo hasta cuando los critica (en la mesa de Mirtha más que en la película, claro). Los que parecen no entender la lección son los de «Historias breves 9», que vuelven al punto cero y ya aburren con las historias adolescentes… Pero no veo en eso una falta clara de “temas” sobre los que el cine argentino podría hablar, sino simplemente pereza, cuando no incapacidad. Y ese es el problema de la mediocridad: no tiene un novísimo NCA que la venga a inquietar, sino más bien todo lo contrario. Es el triunfo de la medianía.
hola quisiera saber el nombre del libro del cual sa basa la pelicula arrebato! muchas gracias
Gracias.
Vendo Fipresci de Toulouse edición 2001. Nunca taxi.
Creo que los guionistas confunden demasiado seguido el trabajo del periodista con el oficio del escritor. Este es un caso. El editor que aparece en la peli es más un jefe de sección policiales de un diario que un editor de libros. Y Echarri es un periodista de policiales más que un escritor. Hay una gran contradicción en ese punto porque el mismo protagonista dice que escribe ficción. Pues entonces para que investiga un crimen real.
Muy interesantes los analisis.
Cuando me enterè de la remake de La Patota esbozè unos interrogantes acerca de que tipo de necesidad atendìa ese proyecto…inmediatamente fui acusado de hacer crìtica pre-cognitiva, como si eso fuera crìtica o algun otro tipo de atrevimiento.
En todo caso me parece que hay cierta crisis de encontrar temas significativos y sustentables en productores y taquilla màs allà de talentos cinematogràficos genuinos.
En el caso de Rltos salvajes creo que Szifròn, en este caso,le encontrò el agujero al mate, por ahora.