Festival de San Sebastián: «Magical Girl», de Carlos Vermut
Ayer, luego de ver MAGICAL GIRL (sin saber ni imaginar siquiera que iba a terminar ganando la Concha de Oro a la mejor película del Festival de San Sebastián), hice la siguiente experiencia, tan extrañado, maravillado y confundido que estaba con la película: le conté a un par de personas la trama, punto por punto, […]
Ayer, luego de ver MAGICAL GIRL (sin saber ni imaginar siquiera que iba a terminar ganando la Concha de Oro a la mejor película del Festival de San Sebastián), hice la siguiente experiencia, tan extrañado, maravillado y confundido que estaba con la película: le conté a un par de personas la trama, punto por punto, de principio a fin. Y todos me miraron con cara de asombro, como si les estuviera contando la cosa más ridícula que escucharon en sus vidas. Uno de ellos, sin embargo (futuro gran cineasta), me dijo: «Ojo que puede estar buena». Y eso es la curioso de la segunda película de Carlos Vermut: que está buenísima y que es –no se me ocurre otro modo de decirlo–… cualquiera.
Ningún resumen narrativo, o de trama, puede hacerle justicia alguna. Es una película cuya concatenación de acontecimientos es más que improbable, cuyos personajes son inexplicables en un sentido convencional y con una puesta en escena muy alejada de lo convencional. Es, a la vez, un extraño policial negro, una mirada despiadada sobre la crisis actual en España y una obra de autor con un mundo muy personal, al punto que me hizo acordar a otros grandes nombres del cine español, de Buñuel a algunos Almodóvar y hasta algunos viejos –los primeros– filmes de Bigas Luna o Juanma Bajo Ulloa. No porque se parezcan, necesariamente, sino porque pertenecen a un mundo tan privado y desconectado del de los demás, que muchas veces la apreciación de este tipo de película depende y mucho de nuestra voluntad y deseo de aventurarnos a ese tipo de desconcierto.
Lo curioso es que MAGICAL GIRL no está para nada «desconectada» del mundo real, solo que se conecta de una manera muy lateral y esquiva. De hecho, cada tanto, los personajes hablan de la crisis económica, del paro (ninguno de los protagonistas trabaja), de «el ser español» (hay un par de monólogos en ese sentido que me hicieron un poco de ruido), pero lo que sucede está más cerca de ser una mezcla de una trama de David Lynch con una puesta en escena más bien seca y dura, casi a contramano de la trama que cuenta.
La segunda película de Vermut cuenta tres historias interconectadas, o más bien a tres personajes cuyas vidas terminan conectándose de las formas menos pensadas. Por un lado hay un profesor de Literatura llamado Luis (Luis Bermejo) que se ha quedado sin trabajo y que para ganar algo de plata vende sus libros por peso. Para peor, recibe la noticia que su hija de 12 año tiene leucemia y le queda, aparentemente, poco tiempo de vida por lo cual él le permite darse algunos gustos un poco curiosos para su edad. En su «Libro de Deseos», la pequeña sueña con comprarse un traje de la Magical Girl Yukiko, una de estas criaturas del animé japonés. Pero el vestido en cuestión sale 7.000 euros, algo difícil de obtener por el atribulado padre.
Luego conoceremos a Bárbara (la extraordinaria Bárbara Lennie, hija de argentinos), una mujer muy medicada (nunca conoceremos bien cuál es su enfermedad, pero parece ser una severa depresión) y que está casada con un psiquiatra con mucho dinero que la tiene encerrada todo el día en su casa. Las historias de ambos se cruzarán (ya verán cómo) y eso llevará a Luis a extorsionar a Bárbara para conseguir el dinero para el vestido con el que sueña su hija. Y las cosas que ella debe hacer por conseguir el dinero, bueno, son tan tremendas que Vermut prefiere optar por la elipsis y solo mostrar las consecuencias evidentes.
El tercer personaje es Damián (José Sacristán), que era profesor de Matemática de Bárbara cuando ella era niña y ahora acaba de salir de la prisión después de diez años. Su conexión con los otros dos terminará por unir este triángulo de desesperación, angustia y curioso humor que propone Vermut, una jungla en la que entran desde personajes muy bizarros de thriller clase B hasta los habitués clásicos de bares españoles donde una «caña» o un «licor café» nos permiten tomarnos un respiro de las angustias cotidianas.
A su manera lynchiana, MAGICAL GIRL es una original película sobre la crisis y sobre cómo la desesperación va generando, entre los caídos de la economía, una suerte de trampa mortal. Está contada con una trama plagada de coincidencias y situaciones más que improbables, pero en todo momento Vermut nos deja ver –gracias a la por momento radicalmente seca puesta en escena– el costado mecánico de esa construcción. Sí, por momentos se pasa de metafórica y hasta alegórica (el texto sobre los españoles siendo una mezcla de instinto y racionalidad, el uso de la Constitución Española para intercambiar dinero o un rompecabezas que Damián arma y desarma bordean lo obvio), pero la extrañeza que recorre cada actitud y cada plano hacen que uno nunca pierda la fe en la película. Sabe, en todo momento, que está en buenas manos. Y la extraordinaria media hora final –casi de policial negro clásico, con un toque «mágico»– deja aún más en evidencia esa sensación.
Vermut viene del mundo del cómic y esta es su segunda película (no vi DIAMOND FLASH, la primera), prueba clara que hay una voz autoral que todavía tiene mucho camino por recorrer. La otra vez hablaba con un colega y le decía que sentía que hay muy pocos cineastas en la Argentina que se atrevan a salir de los modelos más o menos establecidos por el NCA (variaciones sobre el realismo: neo, híper hasta abstracto) o los industriales, que se apoyan en la estructura de relato más tradicional. Acaso JAUJA sea una de las primeras películas que se atreven a explorar territorios, digamos, metafísicos, que el cine argentino abandonó por miedo a cualquier acercamiento a algo parecido al «subielismo» (lo nuevo de Perrone y cierto lirismo de Piñeiro podrían ir por caminos parecidos). Pero el caso de Alonso es único y muy particular.
Películas-experiencia como MAGICAL GIRL son la prueba que no es imposible acercarse a la realidad a través de la imaginación, del enrarecimiento de la realidad, hasta del absurdo y cierto humor. El cine brasileño tiende a correrse a estos lugares «enrarecidos», pero no siempre con suerte ni pericia (la reciente SINFONIA DE NECROPOLE, de Juliana Rojas, puede ser un buen exponente). Lo cierto es que se necesitan más películas como la de Vermut en el cine iberoamericano: que no respondan a fórmulas (ni comerciales ni festivaleras), que sean personales pero a la vez universales y que te dejen, al día siguiente de verlas, pensando en a quién cuernos se le pudo haber ocurrido algo como eso. Y, más raro aún, que le haya salido tan bien…
Sin haberte leido aca, escribi en Otros cines que las imàgenes sueltas del trailer me remitian a Saura, por un algo de misterio perverso que sugerian. Me parece que la pifiè un poco….pero tengo un gran deseo de verla por lo que has escrito.
No la pifiaste, la referencia a Saura está bien. A mí no se me ocurrió ponerlo en el momento, pero es adecuada…
¿Vuelve Eliséo y la gente que vuela?
Ja! Espero que no.
Pero también creo que es hora de dejar de temerle al ridículo un poco, no?
Los alumnos de la FUC -estoy generalizando, pero uno podría decir que el nuevo cine argentino en general es así– armaron un sistema de películas en su mayoría prolijas y elegantes, que raramente se arriesgan al papelón o a la genialidad. Las hay, pero son muy pocas.
Y qué pasa si hacen una que es papelonazo pero otra que es genial? El medio tono, la película correcta (aún las buenas), termina volviendo todo un poco insípido. No vas a ver películas argentinas como MAGICAL GIRL. Salvo la media hora final de JAUJA…
Coincido al respecto de la obviedad del rompecabezas, pero lo de intercambiar dinero utilizando la Constitución española me parece un guiño principalmente cómico.
De cualquier manera, excelente película, al nivel de su ópera prima por lo menos, y que confirma a Vermut como un director a seguir.
Si, es probable. De todos modos nunca entendí donde entraba todo ese dinero dentro del libro… ;)