Estrenos: «Tropicália», de Marcelo Machado
En apenas un par de años –la película va de 1967 a 1969– el tropicalismo produjo un impacto musical y cultural llamativo en Brasil. Años después iría saliendo al mundo pero en versiones un tanto diluidas, que no alcanzaron nunca a expresar la enorme complejidad de ese movimiento que fue mucho más que musical y […]
En apenas un par de años –la película va de 1967 a 1969– el tropicalismo produjo un impacto musical y cultural llamativo en Brasil. Años después iría saliendo al mundo pero en versiones un tanto diluidas, que no alcanzaron nunca a expresar la enorme complejidad de ese movimiento que fue mucho más que musical y que expresó un sincretismo cultural que alcanzó muchos ámbitos de la cultura. El documental de Marcelo Machado tomará como centro a sus figuras claves como Caetano Veloso y Gilberto Gil, claro, pero también a otras figuras musicales (Os Mutantes, Nara Leao, Tom Zé, Gal Costa, etc.) y no se detendrá allí, exponiendo las ideas de este heterogéneo grupo a través de arquitectos como Hélio Oiticica, cineastas como Glauber Rocha y productores y poetas como Rogerio Duprat o Torquato Neto, entre otros.
Esa iniciática tropicalia fue un mestizaje, una cruza de elementos culturales locales (bahianos, mayoritariamente) con influencias externas (norteamericanas y europeas, antropofágicamente transformadas) que intentaban alejarse tanto de la movida más pop tipo Joven Guardia (el modelo Roberto Carlos, similar en cierto punto al Club del Clan argentino) como de los movimientos más claramente politizados que se iban expandiendo en tanto la dictadura brasileña se endurecía. Ese mix único que luego derivó en un suerte de producto comercial exportable como «tropicalismo» (versión cool y amable de esta explosión cultural) duró poco por circunstancias tanto internas como externas que la película intenta analizar. En un punto –y con sus grandes diferencias específicas– es comparable al surgimiento del rock en Argentina, en su primera época de Los Gatos, Moris, Los Abuelos de la Nada, Almendra y otros, junto con las experiencias artísticas que por entonces se exploraban en el marco del Instituto Di Tella.
Con un material de archivo impresionante –en su mayoría de shows competitivos de música por televisión en los que Caetano, Gil, Os Mutantes y otros actuaban a menudo– mezclado con testimonios de antes y de ahora (los aportes de Tom Zé merecen, como el personaje, una película aparte), TROPICALISMO intenta explorar hasta visualmente esa estética de psicodelia pop que envolvía a la movida, no casualmente simultánea en época a movidas similares en el resto del mundo, como probaría la aparición de varios de ellos en el Festival de la Isla de Wight, modélico evento del rock de esa época en Gran Bretaña.
Ese repaso alocado de Machado –que puede ser algo confuso para los no iniciados– tiene a su favor el tratar de analizar el fenómeno de manera conceptual e histórica, sin transformarse en un grandes éxitos de Caetano & Gil, y apoyándose siempre en los fascinantes materiales de archivo que ha encontrado, especialmente algunos grabados en Europa (Veloso, al final, haciendo «Asa Branca» en la TV francesa tal vez sea el punto más bello del filme). El sonido en general sucio de las actuaciones en vivo no siempre hacen justicia a la belleza y excelencia en los arreglos y en la construcción de las canciones, pero gracias a los testimonios podemos reconstruir la grabación del mítico disco Tropicalia, los aportes de Duprat al sonido de ese «supergrupo» de futuras estrellas y la energía contagiosa de esa suerte de comunidad.
También se vivencia como un curioso testimonio de una época de efervescencia y creatividad musical que parece haber desaparecido de la televisión abierta y solo se encuentra hoy en circuitos muy independientes. Ver las actuaciones de Os Mutantes o a un jovencísimo Caetano (mucho más caótico y «desprolijo» que el que conocen hoy) en programas masivos es notar, muy velozmente, cuánto han cambiado los medios y cómo se han ido alejando de todo tipo de experimentación, especialmente musical. Uno de los testimonios lo deja claro: la música era entonces para la TV lo que hoy son las telenovelas. Y si bien podremos estar en desacuerdo, creo que quedarán más en la memoria las canciones de Caetano, Gil y compañía que las idas y vueltas de la trama de AVENIDA BRASIL…
PD. Aquí, extraída de YouTube, Caetano haciendo el clásico «Asa Branca» tal como se lo ve en el filme…
Te recomiendo «Fabricando Tom Zé» y «Uma noite em 67» sobre el festival de la
cancion.