Estrenos: «El muerto y ser feliz», de Javier Rebollo
Si uno vio HISTORIAS EXTRAORDINARIAS, de Mariano Llinás, notará inmediatamente la influencia más que evidente de esa película en ésta, especialmente en el uso de la voz en off, que hace un juego similar –aunque no tan logrado– a la de la argentina. No sólo eso, también el concepto de road movie extravagante y “en […]
Si uno vio HISTORIAS EXTRAORDINARIAS, de Mariano Llinás, notará inmediatamente la influencia más que evidente de esa película en ésta, especialmente en el uso de la voz en off, que hace un juego similar –aunque no tan logrado– a la de la argentina. No sólo eso, también el concepto de road movie extravagante y “en abismo” es relativamente similar en esta película española rodada en la Argentina que se estrena aquí recién ahora, más de dos años después de su debut mundial en el Festival de San Sebastián.
Aquí hay un hombre, un asesino a sueldo (José Sacristán), que sufre un cáncer terminal pero no quiere pasar sus días en un hospital y, en un viejo Falcon, se lanza a realizar un último “trabajito”. En el camino (que va de Buenos Aires a Córdoba y de ahí a Santiago del Estero y Tucumán) se le une una mujer que también parece escaparse de algo. Van sin destino fijo, con una sola “obligación”: conseguir morfina, o lo que sea, para mitigar el dolor del protagonista.
La película describe ese viaje y algunos encuentros con curiosos personajes, pero principalmente se centra en el contrapunto entre la voz en off y la relación entre los protagonistas a lo largo del viaje. Sobre el final, cuando la necesidad apremia y ciertos personajes cobran un rol importante e inesperado, la película alcanza una dimensión emocional que supera las limitaciones del jueguito previo.
Al público local algunas observaciones sobre el país le podrán parecen simpáticas (o bien obvias), lo mismo que los lugares por los que pasan los protagonistas. Es, en cierta manera, como un cruce entre el cine de Llinás, el de Carlos Sorín y aquellas anárquicas road movies godardianas de mediados de los ’60: una película (la narrada) sobre una película (la que vemos) sobre otras películas: metaficción simpática, pero al borde de morderse la cola.
(Crítica publicada durante el Festival de Mar del Plata 2012)
Rebollo es un snob, un chanta y un copión.
Dura acusación! A mí esta no me parece la mejor de sus películas, pero creo que hay muchas cosas buenas en las anteriores, si bien es cierto que muchas veces responden a modelos que manejan otros cineastas (Kaurismaki, por ejemplo). De todos modos, y más allá de que pueda parecer fácilmente «influenciable», creo que maneja un mundo propio lo suficientemente fuerte como para ver sus películas como algo propio.
Se ve que ve mucho cine igual…
Slds
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