Cine: Movimiento perpetuo – 5 cortos de Teddy Williams

Cine: Movimiento perpetuo – 5 cortos de Teddy Williams

por - Críticas
13 Nov, 2014 09:48 | Sin comentarios

El viernes 14 a las 20.30, en el Gaumont, se exhiben por única vez un programa de cinco cortos de Eduardo «Teddy» Williams, tal vez el cortometrajista argentino que más repercusión está teniendo en el mundo de los festivales internacionales. Si bien actualmente vive en Francia y sus dos últimos cortos casi no tienen presencia […]

williamsEl viernes 14 a las 20.30, en el Gaumont, se exhiben por única vez un programa de cinco cortos de Eduardo «Teddy» Williams, tal vez el cortometrajista argentino que más repercusión está teniendo en el mundo de los festivales internacionales. Si bien actualmente vive en Francia y sus dos últimos cortos casi no tienen presencia argentina (salvo su infaltable aliado Nahuel Pérez Biscayart que participa delante de cámara en QUE JE TOMBE TOUT LE TEMPS? y detrás de cámara en J’AI OUBLIÉ), este ex alumno de la FUC representa claramente una nueva mirada dentro del cine nacional.

Los que jamás vieron su cine (yo vi cuatro de los cinco que se exhiben, me falta el primero TAN ATENTOS (2010), aunque hay uno anterior aún, de 2006) notarán que el universo de Williams es muy particular, que consiste por lo general en seguir a una serie de personajes en movimiento y las conversaciones que mantienen a lo largo de esos recorridos imprecisos. En planos largos y con la cámara siempre en mano, Williams se constituye en un observador del mundo de la camaradería masculina adolescente, pero siempre utilizando espacios urbanos poco convencionales (notoria predilección por techos y terrazas) como si su cámara y sus criaturas se movieran como misteriosas termitas a través de espacios abandonados y formas extrañas.

teddywilliams1Sea en Buenos Aires, en Africa o en Vietnam, la mirada no cambia mucho. Williams no tiende a narrar en un sentido convencional: no hay tramas en sus películas sino muchos diálogos anecdóticos, algunos de los cuales no siempre se entienden bien de donde vienen ni adonde van. Lo que se establece es un mundo, un universo que se siente verdadero y honesto, lo mismo que una «fisicalidad» que vuelve vivo a todo lo que se observa. Tal vez el cierre de sus último corto –con unos chicos vietnamitas haciendo parkour en unos techos de Hanoi– sea un buen resumen de su cine: tomar por asalto la ciudad, moverse (caminar, correr, saltar, andar en moto) a través de ella, inadvertidos por «los adultos», hablar en códigos privados y creando en el camino una especie de una familia sustituta, paralela y, sobre todas las cosas, fascinante.

Aquí les dejo las críticas de los dos últimos cortos de Williams. PUDE VER UN PUMA (Cannes, 2012) y EL RUIDO DE LAS ESTRELLAS ME ATURDE (Roma, 2012) son, además de TAN ATENTOS, los otros que se exhiben. Ambos mantienen las mismas características que los siguientes, solo que transcurren en Buenos Aires y sus alrededores. O algo que se parece bastante a Buenos Aires.

Más info sobre la función de 5 CORTOS DE TEDDY WILLIAMS, aquí. Recuerden: solo el viernes 14.

 

teddywilliams3QUE JE TOMBE TOUT LE TEMPS?, de Eduardo “Teddy” Williams (2013). Llegó a Cannes el año pasado con su primer corto, PUDE VER UN PUMA. Estuvo en Roma con EL RUIDO DE LAS ESTRELLAS ME ATURDE. Y ahora vuelve a Cannes, en este caso en la Quincena de Realizadores, con otro corto tan intrigante y fascinante como inexpugnable, una marca ya característica de su cine, casi como sus misteriosos títulos (este podría traducirse como Que caigo? o Que caigo todo el tiempo?, “sin tilde”, me aclaran). No me pidan que cuente de qué trata porque sería imposible. Se escucha la voz de Nahuel Pérez Biscayart pidiendo una extraña semilla mientras se ven imágenes de una calle en Africa. Luego Nahuel seguirá con un diverso grupo de gente caminando y conversando en distintos lugares bastante particulares y extraños: un bosque, una especie de catacumba, y así. Como en otros filmes de Teddy, descifrar de qué hablan es por lo menos complejo (aquí hablan en castellano, inglés y francés, y siempre parecen escucharse pedazos de conversaciones que vienen y/o van hacia algún lado), pero siempre logra fascinar con esos grupos extraños de amigos que se mueven por lugares raros y semiabandonados (en este caso, algunos reminiscentes a los de Apichatpong Weerasethakul) y que parecen manejar un idioma casi privado, como si se tratara de criaturas que habitan bajo la Tierra o invasores de algún desconocido planeta psicodélico. Casi nunca entiendo muy bien a los marcianitos de Williams, pero me intriga mucho verlos moverse por ahí…

 

teddywilliams2J’AI OUBLIÉ, de Eduardo Williams (2014) La cámara inquieta y móvil de Tedddy emprende su viaje más largo, exótico y vibrante en este mediometraje filmado en Hanoi, Vietnam, que compitió en FID Marseille y que sigue –como en sus otros filmes– a una serie de jóvenes a través de sus movimientos cotidianos en los espacios más inusuales de las ciudades y sus alrededores. Como en sus otros filmes, no hay ni una trama ni personajes en el sentido clásico del término, sino una mirada atenta al descubrimiento del detalle verdadero en un viaje que empieza bajo el agua y termina en el aire, a borde de lo que parece ser un helicóptero o una versión lo-fi de una superproducción. Las conversaciones y movimientos a través de la ciudad de los personajes llegan hasta una suerte de complejo de casas en construcción que un grupo de adolescentes utilizan para hacer «parkour», saltando de una a otra y –todo un clásico en el cine de Williams– subiéndose a los techos y conversando allí. En ese sentido, todo su cine es como un gran parkour urbano en planos secuencia, como si su cámara (por momentos parece usar una pequeña Go-Pro) se montara sobre los espacios semi-abandonados de la ciudad y se la adueñara, moviéndose en esos espacios casi ocultos o que, aún estando a la vista, nadie parece mirar. El cine de Williams confirma acá esa mirada sobre los lugares que lo hace tan especial, lo mismo que esa forma de filmar y de acercarse (con una distancia de observador documentalista) a sus personajes. Pocos cineastas encuentran tantas imágenes y tanta poesía (urbana, sucia, de feria callejera, de descampado, de basural, de techos de edificios) con mínimos elementos.