Viennale 2014: «Buzzard», «See You Next Tuesday» y «Frank»
Los distintos post de la Viennale que vengo publicando tienen ciertos ejes temáticos/estéticos, incluyendo en ellos películas que de alguna manera se pueden relacionar: por estilos, por estéticas, por mundos a las que pertenecen, por género. Este vuelve a ser uno de esos casos: se trata de tres comedias, tal vez el género menos común […]
Los distintos post de la Viennale que vengo publicando tienen ciertos ejes temáticos/estéticos, incluyendo en ellos películas que de alguna manera se pueden relacionar: por estilos, por estéticas, por mundos a las que pertenecen, por género. Este vuelve a ser uno de esos casos: se trata de tres comedias, tal vez el género menos común en los festivales de cine pero uno que siempre ha tenido cierto espacio en este festival. En especial la Viennale ha dado lugar a mucha comedia independiente norteamericana –desde el mumblecore hasta la más radical y absurda– y aquí se comentan dos de esos ejemplos, con un tercero que no se aleja demasiado pese a venir del «otro lado del charco». Hans Hurch, el director y único programador responsable del festival, parece interesado en las películas más marginales que suelen verse en festivales como Sundance o SXSW, entre otros. Y por ese lado vienen estos filmes que, a la vez, tampoco terminan siendo tan comedias como parecen en un principio.
Quedará seguramente algún post más de la Viennale, pero con los filmes comentados en esta serie de entradas y los que ya se comentaron previamente en el blog (en Viena se dan muchos filmes de Cannes, de otros festivales y, especialmente este año, una buena cantidad de títulos argentinos) creo que ya he comentado más de la mitad de la programación de filmes de ficción. Todavía quedan algunos más por reseñar pero como mi intención no es publicar solo unas breves líneas al pasar sobre cada título, veremos si da el tiempo…
Este post podría calificar también como uno de No-Estrenos ya que las tres películas se las encuentra online…
BUZZARD, de Joel Potrykus (Estados Unidos)
Desconocía la obra previa de Potrykus si bien esta película se presenta como el cierre de la Trilogía Animal que consiste en un corto (COYOTE) y un largo (APE). Especie de comedia punk, BUZZARD sigue a Marty, un joven de Michigan que trabaja en un banco pero dedica la mayor parte de su tiempo a «engañar el sistema» con pequeñas trampas que le permiten quedarse con algo del dinero: cierra una cuenta bancaria y la vuelve a abrir ya que regalan 50 dólares por hacerlo, devuelve objetos comprados para el banco y se queda él con el cash y ese tipo de estafas menores que, de hecho, ni siquiera califican como estafas ya que son legalmente «correctas».
Su vida personal es tan simple como caótica: fascinado por el cine de terror (especialmente Freddie Krueger), el thrash metal y los videogames, tiene solo interacciones con Derek, otro personaje similar a él pero más timorato y tontuelo, uno que podría funcionar como personaje de THE OFFICE. Marty (una especie de versión juvenil y enérgica de Steve Buscemi) se mete en problemas aparentemente más serios cuando uno de sus trucos (firmar cheques emitidos por el banco y no cobrados y quedarse él con la plata) demuestra ser potencialmente peligroso y se convence que terminará en la cárcel por eso. Con miedo a que vengan a buscarlo se esconde en el sótano de su amigo y allí, digamos, sus problemas recién empiezan.
Claramente dividida en tres partes, con un sistema narrativo que involucra largas e intensas escenas sin cortes interrumpidas por brutales fundidos a negro con inesperados «impactos» musicales, BUZZARD se vuelve una comedia tipo «bromance» en su segunda parte (las tonterías y las peleas que tienen los «amigos» en el subsuelo son de antología, lo mismo que el recurrente temor de Derek de que esa convivencia no se vuelva «muy gay») y con una tercera parte, ya en fuga por Detroit, en la que Marty empieza a perder un poco el control de lo que va ocurriendo, metiéndose cada vez en mayores problemas.
Más allá de algunas escenas fallidas y de la irritación que pueda provocar en algunos ciertas actitudes del protagonista, BUZZARD es una comedia muy divertida, ácida y anárquica, con un espíritu «contestatario» muy simpático (hay algo de falsa ideología de «lucha contra el sistema capitalista» con la que Marty justifica muchas de sus actividades y trampas) y una energía desbordante que no se detiene nunca, aún cuando el personaje entra en una espiral que lo lleva, literalmente, a revolver tachos de basura buscando comida. Pero no para comer sino para, bueno, ya verán…
Otro hallazgo del filme es Derek, encarnado por el propio director del filme, un hombre solitario que vive con su padre con problemas mentales y que pasa su vida entre el banco y su subsuelo. Entre los dos hacen una especie de homenaje a Beavis & Butthead –o cualquiera de esas duplas mentalmente adolescentes, entre irónicas, estúpidas y semicatatónicas– que hay que ver para creer. Lo mejor del filme es su identificación con los protagonistas, transmitiendo casi todo el tiempo el placer (y angustia) visceral de su personaje principal, a quien la cámara sigue, frenética, como si fuera un antihéroe de la Nouvelle Vague. Tal vez Marty sea la versión «Michigan» y anarcopunk de Belmondo…
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SEE YOU NEXT TUESDAY, de Drew Tobia (Estados Unidos)
Si BUZZARD pinta un mundo claramente masculino, aquí sucede todo lo contrario: casi no hay hombres en la opera prima de Tobia, una cineasta independiente de Brooklyn. Es la historia de una mujer embarazada, su madre, su hermana, la pareja (mujer, negra) de su hermana a lo largo de una serie de días en los que, como en el filme de Potrykus, todo se vendrá abajo. Es interesante analizar ambos filmes a la hora de pensar en algún tipo de teoría de género respecto a cómo hombres y mujeres actúan, reaccionan y filman distinto en circunstancias potencialmente similares.
Aquí, Mona es una chica que parece a punto de parir en cualquier momento, es muy inestable emocionalmente y trabaja en un supermercado de barrio en el que es ignorada y maltratada por las otras cajeras (ella es la única blanca del grupo). Mona tiene una relación de amor-odio con su madre, una ex alcohólica algo insoportable, y está bastante alejada de su hermana, una chica igualmente frágil pero integrada en una comunidad artística (una suerte de movida indie de Brooklyn) que, más o menos, la contiene.
Lo que se inicia en un tono cómico rápidamente se va volviendo más denso y dramático, y los cambios hormonales mezclado con la fragilidad mental de Mona la terminan convirtiendo en un personaje al borde de lo insportable. Tobia juega en el límite con ella: sus peripecias, su estado y probablemente su historia (nunca se habla mucho del tema, pero la madre debe haber sido temible en la vida de las chicas) hacen que le tengamos cierto cariño y compasión, pero sus actitudes bordean lo, literalmente, imbancable. Lo mismo que su tono –y por momentos el de la película– que parece ser el del grito, el caos y la pelea permanente. Es como si al personaje, y al filme que lo retrata, le faltara por momentos algunos minutos de paz. Y silencio.
Esa entendible representación del estado mental de Mona convierte a SEE YOU… en una película lograda emocionalmente pero por momentos difícil de ver y de tolerar. La hermana también tiene sus arranques de violencia física y verbal (con su pareja, especialmente, con violentos epitetos raciales incluidos), lo cual termina siendo un poco agotador para el espectador, al que no le queda otra que ponerse en el lugar de la novia de ésta: entre el fastidio, el cariño y la resignada paciencia, como si uno conviviera 80 minutos con un grupo de familiares sufridos e insoportables que, por más que una sepa los serios problemas que los llevan a ser/estar así, no viera la hora de despedirse de ellos.
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FRANK, de Lenny Abrahamson (Gran Bretaña)
Toda una curiosidad es esta película del irlandés Abrahamson acerca de un joven tecladista que se une a, quizás, una de las bandas más peculiares de la historia del rock con un líder que tiene la particularidad de tener puesta sobre la cara una máscara gigante las 24 horas al día, al punto que nadie le conoce la cara. La historia –que para agregar rareza se basa en un personaje y una situación reales que transcurrieron en los ’80– le agrega otro ángulo interesante ya que si bien es por momentos cómica, el tono tiende a ser más bien agrio, amargo y hasta denso, dejando en evidencia en todo momento que es una película más europea que norteamericana.
Domhnall Gleeson encarna a Jon, un joven e inocente tecladista que es convocado, casi de casualidad, a formar parte de una extravagante banda de rock (mezcla de post rock, música industrial, avant garde y noise) cuando el tecladista original intenta suicidarse. De a poco el chico va entendiendo un poco de qué va la mano y termina no solo tocando con el grupo sino encerrándose con ellos durante meses en una cabaña en el medio de la nada para grabar el nuevo disco. Pero para los miembros de Soronprfbs (tal es el impronunciable nombre de la banda) grabar un disco es una experiencia de vida que incluye pelearse, maltratarse y probar hacer sonidos con lo que se tenga a mano y con la propia naturaleza.
Jon tiene que lidiar allí con Clara (Maggie Gyllenhaal) que lo maltrata todo el tiempo, la baterista y el guitarrista que lo ignoran, y el manager (Scott McNairy) que es el que más confianza le tiene ya que, de todos, Jon parece ser el más «normal». Y todo esto sin hablar de Frank, que logra de alguna manera ser el «carismático» líder del grupo, por más que jamás se saque ese absurdo casco que lleva. Lo interpreta nada menos que Michael Fassbender (o al menos usa su voz), ya que jamás le vemos la cara. Frank es una especie de genio loco, que no sabe bien lo que quiere, ama experimentar y producir música al borde de lo escuchable pero también le encantaría que su banda sea conocida.
Esa dualidad es la que conducirá la segunda mitad de la historia, cuando la banda viaja a dar un show a los Estados Unidos: los entusiastas deseos de Jon de que la banda sea conocida y haga una música un tanto más accesible frente al resto de los músicos, a los que la popularidad no les interesa nada. Frank, en el medio de todo eso, sufre con sus propios problemas psicológicos… y no es el único allí que los tiene.
En tanto crece el drama la película se va volviendo más potente. Lo interesante que hace el guión aquí es ir girando nuestra relación con los personajes. Al principio vemos a Jon tratando de «normalizar» a una banda de freaks descontrolados pero luego, de a poco, entendemos que la necesidad de llamar la atención del nuevo miembro, su similar locura por ocupar un lugar en las redes sociales (sube videos de los ensayos a YouTube y tiene un blog y una cuenta de Twitter) puede ser potencialmente más peligrosa que la descontrolada, anárquica y hasta violenta manera de producir arte de la banda de nombre impronunciable, pero con evidentes dosis de talento y creatividad.
FRANK es una película más sutil, densa y oscura de lo que dejan entrever las imágenes que se ven de ella. Es un drama psicológico que ofrece momentos de humor y, más que nada, una mirada crítica sobre la industria musical que, sin decirlo a los gritos, es más potente que muchas películas que supuestamente tratan de manera más directa con el tema.