TV: «Transparent» (Temporada 1)
Es, por un lado, un milagro que una serie como TRANSPARENT pueda existir en el marco cada vez más amplio de la televisión. Cuando digo «amplio» me refiero a que es una serie que emite Amazon, que no es precisamente un canal de televisión sino el «arma» audiovisual de un gigante comercial online. El «milagro» […]
Es, por un lado, un milagro que una serie como TRANSPARENT pueda existir en el marco cada vez más amplio de la televisión. Cuando digo «amplio» me refiero a que es una serie que emite Amazon, que no es precisamente un canal de televisión sino el «arma» audiovisual de un gigante comercial online. El «milagro» de la serie creada por Jill Soloway, especialmente para los que tenemos cierta edad, es poder lidiar con una serie de temáticas que apenas una década atrás habrían sido impensadas en la TV o en algo parecido a ella. No hace tanto tiempo un beso entre dos hombres o un mero acercamiento sexual interracial generaba denuncias y pérdida de auspiciantes. Hoy, por un lado, el sistema no necesita auspiciantes por lo cual está liberado de esas restricciones. Y, por otro, la amplitud de lo que hoy se considera «televisión» hace que algo como TRANSPARENT no sea, siquiera, tan radical como parece.
Es ahí donde surge, para mí, el problema que tiene la serie, especialmente en la segunda mitad de su primera temporada: las libertades que se toma en el orden temático (es una historia que posee una variedad impensada de elecciones sexuales) no se las termina de tomar nunca en el orden narrativo, por lo que todo lo celebrable que la serie es desde sus personajes y sus complicadas elecciones de vida nunca lo es en lo que respecta a la construcción de un lenguaje narrativo que la sostenga. Para usar una acaso burda metáfora, es una serie plurisexual metida en un formato heterosexual clásico.
En lo temático/específico la serie es sorprendente. Se centra en una familia judía de Los Angeles (se puede decir que es una de las series más «de la cole» de la historia, dicho esto con amplio conocimiento del tema), bastante liberal y moderna, que se topa con una sorpresa inesperada: papá (Jeffrey Tambor), a sus casi 70 años, decide asumir públicamente su gusto por el travestismo. Le gusta vestirse de mujer desde siempre, pero recién a esa edad decide hacerlo público, ponerse Maura (en vez de Mort) como nombre, y salir en público vestido de señora. No, no es gay, le siguen gustando las mujeres, pero ese es solo el principio del asunto…
Su ex mujer lo sabe desde hace mucho pero lo mantuvo en secreto, pero son los hijos los que se enteran ahora y deben lidiar con la novedad. La «salida del closet» (en cierto modo) de papá permite salidas similares de sus tres hijos, «salidas» que permiten al espectador moverse un poco del libreto de lo que se supone es una persona con determinada preferencia sexual. Gaby Hoffmann encarna a la hija menor, que pese a su pinta de lesbiana clásica, en realidad lo que prefiere son los hombres y cuanto más «machos» mejor. Eso la lleva por un camino exploratorio que mejor no revelar aquí pero que sorprende por su especificidad.
Jay Duplass es el hijo del medio, un productor musical acostumbrado a tener aventuras sin importancia con decenas de mujeres, a quien otras dos noticias también modifican su vida cotidiana: una de sus «novias» queda embarazada y decide abortar, mientras que paralelamente su trabajo en su sello discográfico entra en zona roja. Más adelante habrá otras novedades –importantes– en su vida pero que, tampoco, conviene adelantar. Amy Landecker encarna a la hija mayor, casada y con hijos, la que luego de enterarse de la salida del closet de su padre decide también asumir la suya propia y deja a su marido por una mujer, amante de los tiempos de… exploración universitaria.
Esto es solo el principio de una cadena de acontecimientos que altera la vida de los Pfefferman probablemente para toda la vida. Siempre con la búsqueda de identidad sexual como tema principal, TRANSPARENT se mete de una manera profunda y sincera en las relaciones familiares (padres e hijos e hijos entre sí) de una manera inusualmente realista y verdadera, al punto que uno siente que podría conocer a cualquiera de estos personajes. En esos pequeños detalles –si se quiere, muy de cine independiente americano–, Soloway logra una verdad emocional y una sinceridad a la que pocos productos televisivos se atreven. Y mucho menos logran alcanzar.
Eso es lo primero que sorprende y fascina de la serie: la manera de acercarse a una familia relativamente moderna y ver cómo la noticia del travestismo paterno empieza a abrir puertas y grietas inesperadas, en una narración que muchas veces apuesta por el flashback en sus episodios de módicos y muy efectivos 25-30 minutos. Más allá de lo liberales y actualizados que los hijos parecen, la idea del padre travesti no es algo que sepan manejar del todo bien y lo que se dispara a partir de eso es riquísimo de explorar.
Pero, lamentablemente, no todas pueden ser buenas noticias y lo que se empieza a sentir promediando la temporada es una suerte de organización programática de sus ejes narrativos –por un lado– y un sistema de crecimiento dramático falso, de esos que uno no espera de una serie que apuesta por el realismo y no por el género más puro. Hay un momento de la serie en la que las (in)decisiones sexuales de los Pfefferman parecen ser lo único que importa y cada uno se ve casi obligado por el guión a explorar alguna avenida sexual nunca o pocas veces transitada, al punto de volverse predecible.
Pero eso, que podría ser entendible dramáticamente en función de la «sorpresa» de la admisión paterna, es un problema menor de la segunda parte de la temporada. El problema principal es la manera en la que Soloway responde a los juegos dramáticos previsibles de ir llevando a los personajes a un sitio (físico y emocional) en el que todo tiene que chocar con todo, como en un manual narrativo de la más vieja escuela. Y siendo que TRANSPARENT no es una serie de género ni debe responder a los patrones dramáticos/narrativos de una serie de aire (y ni de una de cable básico) es una lástima que esas libertades que se toma en la creación de personajes fuera de lo común se resienta a la hora de construir una narración que los contenga.
La trama, en el sentido más estricto de la palabra, luego de pasada la mitad de los episodios se revela convencional en extremo, llena de sucesos externos sorpresivos y de situaciones impostadas que son innecesarias en el contexto: la situación inicial y las repercusiones emocionales de ese hecho alcanzan y sobran para darle sustancia dramática a la temporada sin necesidad de manipulaciones narrativas más propias de una telenovela o de una serie convencional que de una comedia dramática que se pretende original y distinta. Lo mismo sucede con los clips musicalizados que resumen los momentos de los distintos personajes y que, más allá de la muy buena elección de temas, no salen del lugar común ya establecido por tantísimas series de TV.
Es entendible que, siendo la primera temporada de una serie que es bastante radical desde su exploración sexual, su formato sea bastante convencional y hasta se ubique cómoda dentro del universo del «guión lleno de acontecimientos» que pueda mantener la atención de los espectadores con dudas a entrarle. Es de esperar que en la segunda temporada, la narración se relaje y libere de la misma manera que los personajes parecen hacerlo, poniéndose a la altura de ellos en lo que a «salir del closet» respecta. En un punto, TRANSPARENT parece una historia de personajes que salen de esos closets emocionales (o, simplemente, de peinados y vestuarios) dentro de una serie que no está a la altura de ellos y que prefiere seguir jugando by the rules de la narración televisiva.
TRANSPARENT tiene todo –los personajes, las situaciones, la complejidad, la naturalidad, la especificidad y universalidad– para ser una gran serie, de las verdaderamente importantes, pero mientras siga atada a su vestuario de profesional de la televisión nunca podrá ser realmente una gran serie. La estructura narrativa (no los diálogos ni los personajes, sino la concatenación de hechos y el armado un tanto falso de situaciones) y la dirección también necesitan salir del closet, tanto como Maura/Mort, acaso uno de los mejores personajes (y actuaciones) de los últimos años de la «televisión». Bueno, de Amazon, llámenlo como quieran…
¿Para cuándo las mejores series del año? ¿Para cuándo los rankings? Dale a los lectores lo que piden, jajaja.
Dame unos días, tengo que ponerme al día con algunas cosas.
No quiero escribir sin terminar de ver algunas…
La semana que viene sale, prometo.
Y va a ser controvertida, jaja!
saludos
d
Venimos del post de «Jauja»… ¿Qué tan controvertida puede ser?
Yo espero para ver alguna serie nueva que no conocida, algún disco… El que quiere bardo, siempre encuentra bardo.
Eso sí: no te mandes ninguna macana, jaja.
Las discusiones sobre Jauja generadas en este foro y observar los rostros entre la decepción y la perplejidad de la mayoría de los espectadores que fueron a verla está entre lo más destacado del año cinematográfico.
Entiendo que películas como esta es un grave error estrenarla en los complejos comerciales.
La gente busca un entretenimiento y nada más alejado que un entretenimiento es el cine de Alonso. Y después están aquellos que intentan encontrarle una lógica, una historia, un mensaje cuando a veces el cine no tiene porqué tenerla como es el caso del último film de Godard.
Sin duda una buena serie, aprecio la actuación de Jay Duplass tanto como sus dirección, y ahora con sus nuevo proyecto Togetherness tendré que decidir que me gusta más de sus trabajo
TOGETHERNESS es una de mis series más esperadas de 2015…