Estrenos: «Inquebrantable», de Angelina Jolie
La vida larga, compleja y llena de acontecimientos de Louis Zamperini daba, claramente, para varios tipos de películas o hasta para una miniserie. Tiene sentido, usualmente, tratar ese tipo de vidas extensas y con muchas idas y vueltas, tomando algún tipo de decisión narrativa drástica. Y en INQUEBRANTABLE, la directora Angelina Jolie y su prestigioso […]
La vida larga, compleja y llena de acontecimientos de Louis Zamperini daba, claramente, para varios tipos de películas o hasta para una miniserie. Tiene sentido, usualmente, tratar ese tipo de vidas extensas y con muchas idas y vueltas, tomando algún tipo de decisión narrativa drástica. Y en INQUEBRANTABLE, la directora Angelina Jolie y su prestigioso y heterogéneo grupo de guionistas (los hermanos Coen, Richard LaGravenese y William Nicholson, nada menos) intentaron hacer algo así.
Uno de los problemas de la película es que tal vez no hayan sido lo suficientemente profundos o radicales al respecto. Y el otro es que decidieron limitar –o reducir– la vida de Zamperini a lo que uno podría definir como una larga sesión de torturas y sacrificios que se extienden durante gran parte de las más de dos horas que dura el filme.
Angelina Jolie ya ha demostrado que puede hacerse cargo de este tipo de grandes producciones: es una realizadora prolija que se junta con notables colaboradores y brinda películas en las que su costado «embajadora de causas nobles» van por encima de sus capacidades narrativas o sus intentos de otorgar profundidad o complejidad a sus personajes. La vida de Zamperini tiene distintos ejes desde donde abordarla –y no hay duda que la forma en la que soportó constantes torturas durante su detención en un campo de prisioneros es una de ellas y muy importante– pero dramáticamente se vuelve monótona y repetitiva, y uno se queda con la sensación de que es más lo que se pierde que lo que se gana en ese recorte.
Con algunos flashbacks, la película se organiza con tres tramos importantes. El primero tiene que ver con la infancia de Zamperini, su habilidad como corredor y sus primeros triunfos que le dieron la posibilidad de correr en los Juegos Olímpicos. Ahí parece haber una película rica en personajes (los familiares, los rivales, el hecho que los Juegos hayan sido en Berlín), pero el asunto se abandona rápidamente, a la media hora de película.
La segunda parte tiene lugar ya en plena Segunda Guerra y se extiende durante otra media hora con ciertas reminiscencias a ALL IS LOST o LA VIDA DE PI. Allí vemos a Zamperini tratando de sobrevivir en una balsa en el Pacífico tras un accidente aéreo que mató a casi todos sus compañeros de vuelo a lo largo de lo que fue más de un mes, soportando lo que sería su primera serie de fatalidades: sin comida, con el sol quemando, sin nadie que los rescate y sobreviviendo a tormentas, en un segmento que también empieza a volverse monótono en su extensión y repetitividad.
Pero los problemas allí recién empezaban ya que Zamperini terminaría siendo rescatado y tomado prisionero por el ejército japonés, en lo que constituirá el resto de la película, más de la mitad. Por motivos que no quedan del todo claros –se sugiere algún tipo de atracción homosexual– el comandante japonés del campo de prisioneros «lo toma de punto» y se dedica a someterlo a todo tipo de torturas, esfuerzos sobrehumanos y sacrificios. No queda claro si el resto de los prisioneros la sacaban barata o no. El filme solo los muestra como testigos y hasta causantes de sus dolores y pesares.
No hay en toda esta etapa intentos de mostrar la relación entre los soldados ni complejizar un poco el panorama de lo que allí está sucediendo. Jolie quiere hacer una suerte de Cristo de su personaje y lo pone, una y otra vez, bajo el látigo perverso de su némesis japonés, casi como regodeándose en las distintas formas de humillación que el hombre elige para Louis.
NOTA: Para los que no conocen nada de la vida real de Zamperini lo que sigue puede ser considerado SPOILER: están avisados. Se sabe que Zamperini, que murió muy poco antes del estreno de la película, a los 97 años, tuvo toda otra etapa en la que se dedicó a luchar por la paz y jamás buscó venganza alguna, más de 60 años de su vida dedicados a reparar lazos. Esa otra etapa –interesante de analizar a la luz de lo que tuvo que soportar– solo está rápidamente referenciada sobre el final y no se la explora en lo más mínimo.
FIN DEL SPOILER
Insisto: no soy de los que creen que las películas biográficas deban recorrer las vidas de las personas que retratan de principio a fin (el caso de SELMA, sobre Martin Luther King, o de LINCOLN, de Spielberg, son claros ejemplos de como armar una biografía a partir de un momento especialmente dramático en la vida de los protagonistas), pero el problema aquí es que Jolie y sus guionistas eligieron un momento que narrativa y dramáticamente es reiterativo y hasta molesto, en esa manera en la que solo la tortura bien filmada (el desangrarse ante una bella puesta de sol, digamos) puede serlo.
Es probable que en algún punto de su carrera Jolie descubra que el cine requiere de otros ejes dramáticos que la puesta en escena de un caso «ejemplar». En INQUEBRANTABLE no llegamos nunca a conocer del todo bien a Zamperini, más allá de haber pasado dos horas y pico con él. Sí, corría rápido. Sí, tenía una capacidad de soportar la presión y la tortura admirables. Sí, era muy creyente. Pero más allá de eso es una estampita, un ángel, un misterio que la película no logra atravesar.