Berlinale 2015: «El incendio», de Juan Schnitman
A muchos directores del Nuevo Cine Argentino se los ha criticado –a veces, con razón—por contar historias o centrarse en temas o personajes alejados a su realidad, a sus propias experiencias. En los últimos años hemos visto muchas películas en pueblitos perdidos del interior y con personajes que pueden funcionar cinematográficamente pero uno tiene la […]
A muchos directores del Nuevo Cine Argentino se los ha criticado –a veces, con razón—por contar historias o centrarse en temas o personajes alejados a su realidad, a sus propias experiencias. En los últimos años hemos visto muchas películas en pueblitos perdidos del interior y con personajes que pueden funcionar cinematográficamente pero uno tiene la impresión que se trata de personas que poco y nada tienen que ver con los mundos habituales de los realizadores. O de los espectadores de clase media urbana que habitualmente consumen estas películas.
Así como se ha criticado a cineastas de clase alta por trabajar con personajes de clase baja o a realizadores urbanos que se vuelven súbitamente amantes de los paisajes más recónditos del país, hay que reconocer que Schnitman hizo en EL INCENDIO una película que apuesta a ir directamente al corazón, la cabeza y el estómago de los espectadores que habitualmente ven cine independiente argentino en la Argentina. Digamos, de una clase media urbana.
Y el logro es doble porque no solo eligió personajes reconocibles sino que los hizo atravesar una situación que también lo es: la película narra un poco más de 24 horas en la vida de una pareja que está a punto de comprar un departamento y las tensiones escondidas que surgen entre ellos en el momento de tomar esa decisión. No los hizo atravesar una situación de thriller, ni los metió en una de detectives ni siquiera los puso a atravesar relatos que bordean la credibilidad o apuestan por el género. No. EL INCENDIO es un drama realista que tiene la intensidad de un thriller por la potencia que tienen los personajes, las actuaciones y el acercamiento casi in your face que hace Schnitman a la situación, utilizando largos planos secuencia que le dan, a la vez, un carácter teatral y, por la cercanía de la cámara a los cuerpos y los rostros, puramente cinematográfico.
Uno podría sintetizar y decir que EL INCENDIO es una pelea de pareja de 90 minutos y no estaría tan errado, solo que la película logra con eso reflejar una serie de miedos, comportamientos y tensiones muy comunes a una generación de personas que rodean los 30 años y tienen que tomar esa decisión de comprometerse a una vida en común que, parece, más clásica y definitiva con la compra de un departamento. El “McGuffin” narrativo, si se quiere, está relacionado con que, por un problema del vendedor, la pareja que encarnan Pilar Gamboa y Juan Barberini deben quedarse encima, por 24 horas, con los dólares que sacaron del banco para la compra del departamento, que se pospuso un día.
En esas 24 horas salen a la luz los problemas entre ambos. El es un tipo tenso y con inclinaciones violentas que tiene dificultades por ese tema en la escuela en la que da clases. Ella vive junto a él con una mezcla de tensión y miedo, sintiendo que él la odia y la maltrata. La película se dividirá en los momentos en los que ellos están juntos –en buena parte de los casos, peleándose, gritándose o lanzando objetos— y en los que cada uno vivirá en sus respectivos trabajos, con una fiesta de amigos en común que llevará las tensiones internas al extremo.
Gamboa y Barberini logran transmitir con enorme credibilidad las dudas, miedos, broncas y fastidios acumulados en casi cualquier pareja, que salen a la luz a partir de una situación tal vez casual. Posiblemente sus personajes sean un tanto más extremos que la mayoría, pero no hay dudas que la situación es reconocible: se trata de una pareja que está junta, que se quiere o que tienen miedo de quedarse solos, que tienen muchas cuentas pendientes pero que a la vez se necesitan o se atraen a partir de esa misma lógica violenta.
Buena parte de la “trama” pasa por el rostro de Gamboa, que es la más expresiva de los dos también porque su personaje está más fácilmente en contacto con sus emociones mientras que él tiende a negarlas y su actuación está más ligada a intimidar casi físicamente con el cuerpo y la mirada. EL INCENDIO no es lo que se dice una “date movie” (no se la recomendaría a una pareja que recién se conoce) pero sí una que mira con honestidad y al borde del “sincericidio” la realidad de ese tipo de vínculos, una que imagino provocará debates a la salida entre las parejas que la vean y se sientan, de alguna u otra manera, enfrentadas a un espejo que les muestra que su vida cotidiana puede tener la intensidad emocional del más violento de los thrillers. Y que los cineastas argentinos harían bien en volver a retratar el mundo que los rodea, día a día, sin necesidad de recaer en trampas narrativas propias del género ni en envoltorios festivaleros alejados de sus experiencias.
Es sabido que Ray Bradbury visitó varias veces Marte antes de animarse a escribir Crónicas Marcianas. Sus vecinos de Illinois, de todas maneras, siempre le criticaron el hecho de no ser un verdadero marciano y meterse con temas que le eran ajenos. Según ellos, solamente para ganar premios y vender libros.
Estoy hablando en la nota del nuevo cine argentino. Creo que Bradbury no entraria en dicha categoria…
slds
D
Que interesante la trama relatada, ojalà se pueda ver pronto.
Tengo el recuerdo del magnifico trabajo de Pilar Gamboa en la pelicula que dirigiò el actor -ahora tan en boga televisiva- cuyo nombre no recuerdo.
PILON: Bueno…eso, lo que queria Bradbury era ganar mucha guita y con eso recuperar la espantosa inversiòn de tantos viajes a Marte.
el problema no es la problematica ajena a quien hace una peli, el problema es que las peliculas son malas. escondidos entre sus personajes del interior sumidos en la pobreza, los planos largos en silencio con sonidos de chicharras , los personajes que hablan pausado como dandole una profundidad vacia a la nada del no relato. o ese relato literario traducido a la sin trama existencial del algo que sucede mientras no sucede nada. hagamos 3 o 4 de esas emulando a kim ki duk y herzog para un cine que solo te suma 3 viajes a festivales gratarola y la paja mental de ser un ¨autor¨ para la gilada de la fuc.por que no tratamos de dejar de financiar la paja mental de los nenes bien y hacemos 10 pelis menos elitistas . con la financiacion adecuada, la promocion adecuada y pensando un poco mas en expandir los relatos a tal vez un buen cine de genero que trascienda pero que no pierda plata, que sume gente. que sume el movimiento que la industria necesita y que genere mas recursos para tal vez con el tiempo ahi si ir sumandole mas peliculas tristes para gente triste en lugares tristes para que los europeos y los chicos de sanber se exiten cuando llegue el bafici.probemos un tiempito, dejemos a los pobres, las lesbianas que viven en una casona del delta, el viejo borracho que vive en una canoa, la señora vieja que pasea con perros en un descampado y los pendejos marginales del interior , demosles un descanso. porfa. un ratito.
Yo entiendo lo que dice Diego, el problema es que los directores del NCA (que ya no es tan nuevo) tocan esos temas totalmente ajenos a su realidad pero se terminan autoconvenciendo que la vivieron o que su mirada es objetiva, cuando en realidad la mayoria viven en una burbuja de la clase media alta, por lo cual las peliculas terminan siendo medio pelo con una foto correcta y muchos silencios (osea el 80% de las peliculas festivaleras argentinas)
La formula, buena foto + silencios + planos largos + conurbano/campo agotó hace rato a todo el mundo… por eso esta bueno que surjan estas temáticas que sin mucho son bastante mas originales que el grueso.