BAFICI 2015: Apertura, Clausura y Competencia Internacional (19 reseñas)
Comienzan aquí las reseñas de las películas del BAFICI 2015 por secciones. En este post están las críticas breves de las películas de competencia oficial que ya han tenido estreno mundial, por lo que faltan aún agregar las películas de apertura, cierre y algunas películas en competición que serán subidas luego de su estreno en […]
Comienzan aquí las reseñas de las películas del BAFICI 2015 por secciones. En este post están las críticas breves de las películas de competencia oficial que ya han tenido estreno mundial, por lo que faltan aún agregar las películas de apertura, cierre y algunas películas en competición que serán subidas luego de su estreno en el festival. Habiendo visto la sección completa puedo decir que se trata de una competencia por demás ecléctica, con muchos títulos muy buenos, otros aceptables y casi sin filmes de esos que uno no entiende muy bien porqué están en competencia (en esta categoría, de todos modos, entiendo que no todos pensaremos lo mismo). Más allá de la existencia de una competencia de Vanguardia y Género el BAFICI se reserva un par de títulos que podrían –o lógicamente deberían– estar en esa competencia y los pasa aquí tratando tal vez que esa cuestión de separar en géneros o tipos de película no sea «obligatoria». Lo mismo pasa con los temas y estilos, los cruces entre ficciones, documentales e híbridos: es una competencia que tiene un poco de todo, lo cual la vuelve ecléctica y sorprendente (pocas son películas clásicamente «festivaleras») pero potencialmente «desorganizada», como si no quedara muy en claro cuál es la visión sobre el cine que tiene el festival. Lo cual no es necesariamente un problema ya que la propuesta parece ser unir distintos tipos de películas para los distintos públicos que tiene esta ciudad.
A las reseñas, entonces.
PELICULA DE APERTURA
EL CIELO DEL CENTAURO, de Hugo Santiago (Argentina)
Todo un logro el del festival el de tener en la apertura la nueva película del realizador argentino de INVASION, coescrita por Mariano Llinás y producida por La Unión de los Ríos, mezcla de admiradores y herederos de una tradición que el director radicado en Francia inauguró en el país. Esa mezcla ajustada de sensibilidades se nota en un filme que claramente es deudor de la manera de ver el cine de ambos, en lo que podría ser un thriller urbano, misterioso y elíptico, que transcurre alrededor de distintas locaciones de Buenos Aires y que toma a la ciudad casi como la verdadera protagonista. EL CIELO DEL CENTAURO podría definirse como una historia detectivesca/existencial en la que un marino francés llega a la ciudad para entregarle un paquete a una misteriosa persona conocida por todos pero inhallable. Previsiblemente, las cosas se van complicando cada vez más ya que ni la persona ni el paquete en cuestión son lo que el hombre esperaba, lo que lo obliga a embarcarse en una suerte de gira de idas y vueltas por la ciudad buscándolo y encontrándose con una serie de personajes igualmente inquietantes y extraños por el camino. Suerte de HALCON MALTES en el que el «Fenix» en cuestión (el paquete que nuestro inocente y boquiabierto francesito debe entregar) es menos importante que la coreografía de acontecimientos que van de lo bizarro y humorístico al suspenso y que incluye escenas de enorme belleza y elegancia visual (la película es en un pristino blanco y negro, apuntalado con algunos colores estratégicamente posicionados) junto a otras algo más fallidas y un pequeño desvío hacia la divulgación histórica con un recorrido fascinante y didáctico sobre la obra del pintor Cándido López. El filme mantiene algunas constantes propias de películas de Santiago pero embebido del espíritu del cine de «desventuras narrativas» que lo emparenta con el cine de Alejo Moguillansky, el citado Llinás y hasta de Matías Piñeiro, en su devenir narrativo y urbano alejado de la psicología y que encuentra en el propio placer por la aventura misma su gran argumento y fuerza. Un regreso más que bienvenido a un realizador que no filmaba aquí desde que Borges y Bioy Casares le escribían los guiones…
PELICULA DE CLAUSURA
LA CALLE DE LOS PIANISTAS, de Mariano Nante (Argentina) Se publicará luego de su primera proyección.
COMPETENCIA INTERNACIONAL
DIAS EXTRAÑOS, de Juan Sebastián Quebrada (Argentina/Colombia) Esta película surgida en el marco de un taller de la Universidad del Cine coordinado por Juan Villegas y Rodrigo Moreno es uno de los grandes descubrimientos de esta temporada. Si bien no es una película argentina sino, más bien, una colombiana que transcurre aquí, hay algo en la manera en la que observa la ciudad desde el punto de vista de un grupo de extranjeros que trae a la memoria filmes como HAPPY TOGETHER, de Wong Kar-wai. Si bien durante buena parte de su trama la película podría transcurrir en cualquier parte, la sensación de lugar, la manera en la que la cámara de Quebrada capta ciertas zonas y personajes de la ciudad –en bello blanco y negro– es muy particular. La película es un drama entre «casavettiano» y con algunos ecos del cine de Leos Carax o Jim Jarmusch, en tanto se centra en una relación amorosa –casi de amor/odio– entre una pareja de colombianos en Buenos Aires. Sus intensas y violentas idas y vueltas, sus choques con un tintorero asiático, su intento de armar un trío con una chica uruguaya (casi no hay argentinos en el filme) son algunos de los hechos importantes de una narración un tanto episódica pero muy realista y creíble, con un poder visceral que se ve pocas veces en el cine latinoamericano, especialmente en lo que respecta a la violencia en la propia pareja, algo que la relaciona también con EL INCENDIO y LULU, dos películas argentinas de este año que también exploran relaciones amorosas un tanto agresivas. Del sexo a los golpes, de la «rumba» nocturna al callejeo sin destino, los protagonistas le suman otro elemento fuerte a la vida cotidiana en «la ciudad de la furia»: la experiencia inmigratoria de los jóvenes, retratados sin miserabilismo alguno ni compasiva lástima. Son dueños de sus destinos, pero marginados a la vez.
EL INCENDIO, de Juan Schnitman (Argentina) A muchos directores del Nuevo Cine Argentino se los ha criticado –a veces, con razón—por contar historias o centrarse en temas o personajes alejados a su realidad, a sus propias experiencias. En los últimos años hemos visto muchas películas en pueblitos perdidos del interior y con personajes que pueden funcionar cinematográficamente pero uno tiene la impresión que se trata de personas que poco y nada tienen que ver con los mundos habituales de los realizadores. O de los espectadores de clase media urbana que habitualmente consumen estas películas. Así como se ha criticado a cineastas de clase alta por trabajar con personajes de clase baja o a realizadores urbanos que se vuelven súbitamente amantes de los paisajes más recónditos del país, hay que reconocer que Schnitman hizo en EL INCENDIO una película que apuesta a ir directamente al corazón, la cabeza y el estómago de los espectadores que habitualmente ven cine independiente argentino en la Argentina. Digamos, de una clase media urbana. Y el logro es doble porque no solo eligió personajes reconocibles sino que los hizo atravesar una situación que también lo es: la película narra un poco más de 24 horas en la vida de una pareja que está a punto de comprar un departamento y las tensiones escondidas que surgen entre ellos en el momento de tomar esa decisión. No los hizo atravesar una situación de thriller, ni los metió en una de detectives ni siquiera los puso a atravesar relatos que bordean la credibilidad o apuestan por el género. No. EL INCENDIO es un drama realista que tiene la intensidad de un thriller por la potencia que tienen los personajes, las actuaciones y el acercamiento casi in your face que hace Schnitman a la situación, utilizando largos planos secuencia que le dan, a la vez, un carácter teatral y, por la cercanía de la cámara a los cuerpos y los rostros, puramente cinematográfico. (Crítica completa, del Festival de Berlín, aquí)
LA MUJER DE LOS PERROS, de Laura Citarella y Verónica Llinás (Argentina) La pequeña pero a la vez ambiciosa y bella película de Citarella (directora de OSTENDE, y mujer orquesta de la productora El Pampero Cine) y Llinás (que, no está de más recordar, es la hermana de Mariano Llinás) está protagonizada por esta última en una performance casi silenciosa y solitaria, componiendo a una mujer que vive en las afueras de un pueblo de lo que parece ser el Gran Buenos Aires, en el medio del campo, rodeada por un montón de perros que la siguen a todos lados y son su verdadera familia, ya que desconocemos que pasó con la original. Esta especie de versión homeless y femenina del personaje de LA LIBERTAD, el ya clásico de Lisandro Alonso, casi no tiene contacto con «la sociedad» y encuentra en los animales el afecto y cariño que parece haber desaparecido en el mundo que la rodea. Una película contemplativa que responde a algunos parámetros clásicos del Nuevo Cine Argentino –con excelente fotografía de Soledad Rodríguez, en un equipo de rodaje mayormente femenino– cuenta con el aporte musical, en su clásico estilo folk electrónico de Juana Molina, que le da un carácter novedoso al tono general de este tipo de filmes. Atravesando las cuatro estaciones del año en la que se divide la narración, LA MUJER DE LOS PERROS ofrece una mirada humanista y comprensiva a un personaje que se ha abandonado del mundo para encontrarse en una especie de paraíso de protección animal que la sostiene y levanta aún en los momentos más difíciles. De a poco, nos irá convirtiendo en sus cómplices y para el final, cuando la acción dramática crezca y el mundo de los humanos vaya haciendo sentir su presencia, nos terminará conmoviendo.
LA OBRA DEL SIGLO, de Carlos M. Quintela (Cuba/Argentina) Como una versión un poco más mainstream de la película brasileña BRANCO SAI, PRETO FICA, este filme cubano se centra en la suerte de tres personajes en una ciudad semi-abandonada. Se trata del llamado CEN, Ciudad Electro-Nuclear, que se construyó en Cuba alrededor de las obras de instalación de un reactor nuclear en Juraguá, provincia de Cienfuegos, en Cuba, en los años ’80. El ambicioso proyecto sostenido por la Unión Soviética fue cayendo por los motivos imaginables: Chernobyl, perestroika, caída del Muro de Berlín, fin del bloque soviético, etc. Y ahí quedó la sede nuclear, abandonada e imposible de tirar abajo –por lo costoso– y los pocos habitantes que siguen viviendo en sus alrededores, con privilegiada vista a un domo que es como una suerte de cementerio de los sueños comunistas de entonces. La película transcurre en 2012, durante los Juegos Olímpicos de Londres, y tiene como protagonistas a tres generaciones de una familia: nieto veinteañero que vuelve al CEN tras un fracaso amoroso, su padre que trabajó en la construcción de la llamada «obra del siglo» y su abuelo, un cascarrabias bastante violento con el que no logran llevarse nunca todos bien. Quintela va y viene de la actualidad que pasa de morosa a tensa entre los deprimidos miembros de la familia al fascinante material de archivo de imágenes que muestran la construcción de la central nuclear en sí, ejemplos contundentes de la propaganda política de la época, que la película integra con cierto humor, consciente de su tono algo decadente, un poco como todo el material oficial que muchas veces el cine rescata del «pasado glorioso» de los países del bloque comunista. Es cierto que el drama de los personajes nunca alcanza el interés que tiene el material de archivo (por momentos es un melodrama doméstico un tanto irritante), pero evidencia claramente las frustraciones de las generaciones que crecieron a la sombra de esta ilusión nuclear que es clara metáfora de un país soñado que hoy se encuentra en una situación por lo menos complicada. Un cover de Guns N’ Roses en los créditos de cierre le agrega un toque humorístico (ya verán los motivos) a esta historia de ilusiones perdidas.
DOUBLE HAPPINESS, de Ella Raidel (Austria/China) El encantador pueblito de los Alpes en el que transcurre buena parte de este documental tiene una peculiaridad: está ubicado en China, en las afueras de la enorme ciudad de Shenzhen. No solo eso: el pueblito austríaco es una réplica, casi idéntica, de uno real que existe en Austria. Copia legal y oficial al punto que se llaman igual: Hallstatt. Lo que en principio es una gran curiosidad revela ser mucho más que eso en este documental centrado en la construcción de esta réplica y en las repercusiones –políticas, económicas, sociales, de identidad cultural– que tuvo y todavía tiene. El filme sale un poco de la ciudad en sí para analizar el boom inmobiliario chino, las migraciones internas y las opiniones que esta rara apropiación geográfica generan. También Raidel investiga en el pueblo original para entender las distintas posiciones que esa copia casi de ciencia ficción ha generado, que pasó de la confusión inicial y la molestia a –en muchos casos– entender su potencial beneficio comercial. Ese ida y vuelta es ingenioso al punto que por momentos no sabemos si estamos en Austria, en China o viendo una maqueta del proyecto. Alguien me comentaba hace poco sobre la idea/posibilidad de replicar casi todos los centros turísticos mundiales en China para que los habitantes de aquel país puedan «visitarlos» sin salir de allí y este fenómeno –que ya se vislumbraba en THE WORLD, de Jia Zhangke, pero confinado a un «parque de diversiones»– hoy parece ser una realidad. Hallstatt, China, es la prueba de un futuro de ciencia ficción cada vez más factible y potencialmente espeluznante.
GOODNIGHT MOMMY, de Veronika Franz y Severin Fiala (Austria) El horror familiar austriaco que nos merecemos en todo festival llega esta vez de manos de estas dos directoras, producidas por Ulrich Seidl, en una película que –como decía en la introducción a este post– podría entrar también en la competencia de género. Y si la crueldad y la violencia familiar son motivos ya recurrentes en el cine de ese país, aquí lo que lo vuelve más tolerable es el marco «genérico» que los contiene, a diferencia de otros connacionales de las directoras. Una madre regresa a su casa campestre tras un accidente que le requirió una operación estética en el rostro, por lo que lo tiene todo vendado. Allá la esperan, jugando como si nada pasara, sus dos hijos, gemelos. Pero la alegría del regreso se interrumpe ya que mamá está muy cambiada y no solo por los vendajes: agresiva, dura, intolerante, la mujer ha vuelto convertida en otra. Y los chicos empiezan a sospechar que ese cambio es literal: que no es su madre sino una impostora. Ese es solo el comienzo de una serie de batallas psicológicas que se vuelven físicas y tortuosas en este filme que cada vez va revelando más y más capas, si bien muchas se pueden adivinar de entrada si se presta un poco de atención a ciertos detalles. Promediando el relato la situación se pone casi al borde del género de terror puro, con escenas que harán a más de un espectador entrecerrar los ojos, pero aún con esos excesos la película logra transformarse en una experiencia enervante y tensa, con algunos momentos sorprendentes. Es fácil imaginar que esta historia tendrá su remake hollywoodense: los elementos narrativos están ahí, listos para ser transformados del tono gélido de la familia austriaca disfuncional que todos amamos odiar a algún pueblito del centro de los Estados Unidos… Si pasó con FUNNY GAMES –película con la que tiene algunos puntos de contacto– seguramente pasará con esta.
ELA VOLTA NA QUINTA, de André Novais Oliveira (Brasil) Una ficción que parte de la realidad, este excepcional filme brasileño está protagonizado por la familia del director y el propio realizador, pero las circunstancias dramáticas específicas de la trama están ficcionalizadas. Sus padres interpretan versiones de sí mismos como una pareja que ya lleva varias décadas junta y que ha empezado a tener problemas, al punto de pensar en separarse. Sus hijos bastante grandes viven preocupados por esta inesperada situación y también por sus propios problemas de trabajo y de pareja. André (que encarna a uno de los hijos) filma esta vida cotidiana con la naturalidad, afecto y cariño por parte de quien filma a su propia familia en su vida diaria: sus conversaciones, sus silencios, sus juegos, sus peleas y hasta sus bailes (la música juega un rol importante aquí), pasando por situaciones que no conviene revelar y que, es de suponer, son las más ficcionalizadas de la historia. No hay nada sorprendente aquí (salvo algunas cuestiones sobre el final) sino la posibilidad de experimentar los conflictos de una familia cuya estabilidad de décadas parece desmoronarse silenciosamente. Planos largos y escenas graciosas (la velocidad de internet juega un rol clave en la duración de algunas de ellas) matizan lo que es un drama llamativamente mesurado y contenido para el promedio del cine brasileño. Lo que prima es la comprensión y el respeto que el cineasta muestra por sus personajes (su familia) en un retrato sereno y afectuoso que no juzga sino que pone a una serie de personajes a jugar con sus vidas reales de una manera que hemos visto en cierto cine asiático (iraní, fundamentalmente). Una de las mejores películas brasileñas de los últimos tiempos.
LOS EXILIADOS ROMANTICOS, de Jonás Trueba (España) Esta simpática y por momentos encantadora road movie sigue las desventuras románticas y «sociológicas» de tres amigos españoles que emprenden un viaje en una casa rodante pequeña hacia Francia, todos con distintos objetivos amorosos que implican reencuentros. Uno de ellos se topará con una chica italiana en Toulouse con la que estuvo en pareja, otro lo hará con una chica suiza que vive con personas de distintas nacionalidades con quienes cenarán y un tercero, en París, se verá con un efímero amor de verano que fue muy importante en su vida. Todas las historias –que están, juguetonamente, acompañadas por shows en vivo de Tulsa– revelarán secretos, deseos y miedos de una generación con poco trabajo, temor al compromiso y esperanzas aunque sea leve de cambio, en especial en función del contacto humano y la empatía por el otro. De todas las escenas la mejor es claramente la confesion romántica en pésimo francés de uno de los amigos en París, un largo plano que pasa de patético a conmovedor, y algunas situaciones de humor entre los amigos que conviven en un espacio muy pequeño. Si la película tiene un pequeño problema es un cierto tufillo a versión indie/cool de filmes como PISO COMPARTIDO, aquella película de Cedric Klapisch sobre estudiantes de intercabio europeo en Barcelona, una suerte de esperanzado paneuropeismo que suena un tanto naive y clasemediero en función de realidades más sombrías de los países que el filme recorre. Pero la película, en cierto modo, es autoconsciente de esa posible mirada y la desarticula con su propia autocrítica y su forma de reconocerse, finalmente, como una especie de fantasía cinéfila que toma de la realidad para correrse hacia el lado del juego lúdico y el deseo amoroso.
TRANSEUNTES, de Luis Aller (España) Así como GOODNIGHT MOMMY podría ir a la sección Vanguardia y Género por el lado del género, este filme experimental español podría ir por el lado de la vanguardia. Es, quizás, la película más radical estéticamente que se ha dado en una competencia oficial del BAFICI en toda su historia, ya que todos sus procedimientos narrativos y visuales son claramente derivados de ese área de la producción cinematográfica. Aller filmó la ciudad de Barcelona durante veinte años y el resultado de esa investigación visual es un collage de escenas e imágenes que fluyen a velocidad «rápido y furioso» por la pantalla hasta crear un panorama audiovisual histórico de la ciudad y, más que nada, de sus habitantes. Son más de 6000 cortes de montaje en menos de 100 minutos lo cual, matemática mediante, da un poco menos de un segundo de duración por cada plano. Aller supera a Michael Bay en esta extraña competencia y acaso, aún desde las antípodas de la producción cinematográfica, el objetivo no sea tan distinto: sumergir al espectador en un estado inédito de percepción sensorial, yendo más allá de la posibilidad de racionalizar y analizar las imágenes separadamente para meterlo en medio del caos de la experiencia. No será para todos los públicos, pero es una apuesta que vale la pena aplaudir.
SONGS FROM THE NORTH, de Soon-Mi Yoo (Corea del Sur) Un poco a la manera del filme cubano, Soon se acerca a otro país de esos que han quedado –dentro de ciertas lecturas políticas– «fuera del mapa». En este caso, Corea del Norte. Su filme es un documental que combina, por un lado, los materiales de archivo nacionales que permiten observar las peculiares –y parodiadas hasta el hartazgo– costumbres culturales y ritos político/religiosos de ese país que adora a sus gobernantes cual deidades. A esos archivos Soon-Mi le agrega lo filmado por ella misma en diversos viajes que hizo al país en los últimos años, viajes ligados a su historia familiar ya que su padre –la otra pata narrativa del asunto, contando su propia historia a cámara– estuvo a punto de irse allí en su juventud, viaje que canceló por motivos que se revelarán durante el filme. El filme logra superar el retrato irónico y casi burlón que suele surgir viendo las imágenes melodramáticas y grandilocuentes de todos los eventos políticos o sociales que habitualmente vemos de ahí a partir de la inmersión personal de la realizadora. El «ridículo» está ahí para quien quiera tomarlo (no es usual que la gente llore de esa manera ante casi cualquier disparador, especialmente las canciones a las que hace referencia el título), pero Soon-Mi prefiere ir a la sustancia de esos llantos, esa nostalgia de un país escindido que perdió buena parte de su propia historia y que la reconstruyó en base a mitos y fantasías, muchas de ellas con nombre y apellido.
UNE JEUNESSE ALLEMANDE, de Jean-Gabriel Periot (Suiza-Alemania) Estudiar cine era otra cosa en la Alemania de finales de los ’60 y principios de los ’70. Era, al menos para los alumnos de la entonces recientemente creada Escuela de Berlín, estar al pie del cañón, literalmente, registrando las tensiones y la agitación política de ese momento, de una manera no muy distinta a la de nuestra LA HORA DE LOS HORNOS. Esas filmaciones, esas historias de vida, se combinan en este documental que retrata cómo unos jóvenes idealistas y rebeldes de fines de los ’60 se volvieron parte de la RAF (Facción del Ejército Rojo, o el Grupo Baader-Meinhof), pasando de la crítica ideológica a la manifestación callejera y de ahí a la acción violenta: secuestros, atentados, persecución política. Ulrike Meinhof es, si se quiere, la protagonista del filme, con sus duras e inteligentes apariciones televisivas de fines de los ’60 para luego ir derivando en líder ideológica de un grupo minoritario cada vez más violento e insensato, tanto como las autoridades alemanas a las que criticaron y quisieron desbancar. Ese enfrentamiento entre la generación que pasó por el nazismo y la que vino luego y, casi sin darse cuenta, terminó tomando algunas de las características de ese movimiento, se ha repetido de distintas maneras en muchas épocas y países (cualquier similitud con la realidad argentina queda a cargo del espectador). Y lo que logra Peirot acá es retratarla sin efectuar un juicio de valor obvio ni subrayado: son las imágenes tomadas entonces por ambos bandos –los distintos relatos– las que cuentan las historias, sus enfrentados puntos de vista: los documentales de los estudiantes de cine y, ejem, los informes de «los medios hegemónicos», cada uno perdido en su propio laberinto retórico. El remate parece venir al final en una pequeña y reveladora intervención de esa extraña dupla que conformaban Fassbinder y su madre…
COURT, de Chaitanya Tamhane (India) Premiada en Venecia 2014, esta película india recordará a muchos el estilo cinematográfico que patentaron durante los últimos años los rumanos. El filme se centra en una serie de sesiones de una corte de Mumbai en la que un abogado defensor y una fiscal tratan de resolver el caso de un músico, activista político y profesor a quien se acusa de haber instigado a un hombre a suicidarse a partir de la letra de una de sus canciones. El punto de partida es la excusa para pintar un sistema perverso que persigue a los críticos a partir de argucias legales absurdas y decimonónicas que amparan esos actos en un marco «legal». Película detectivesca, en cierto modo, en la que el abogado intenta liberar a su defendido a partir de ir descubriendo datos y testigos que prueban su evidente inocencia solo para verse de vuelta enredado (él y su cliente) en alguna otra argucia, trampa legal o, aun más, en la convicción de que el sistema, una y otra vez, encontrará formas y fórmulas para volver a encarcelarlo, kafkianamente, para siempre. Más allá de una «coda» que sobra y no está a la altura de la sutileza del resto del filme, se trata de uno de los grandes descubrimientos del último año cinematográfico y de un cine indio que escapa a las líneas más conocidas de la filmografía de ese país.
ATOMIC HEART, de Ali Ahmadzadeh (Irán) Para los que suponen que todo el cine iraní sigue pautas estrictas y/o previsibles, películas como ésta (o A GIRL WALKS HOME ALONE AT NIGHT) muestra que hay jóvenes realizadores de ese país filmando con otros intereses e influencias, tocando el cine de género de maneras muy personales. Esta curiosamente estructurada película arranca como una comedia centrada en dos amigas que vuelven en auto a sus casas de lo que parece ser una fiesta. Ambas, además, un tanto alcoholizadas, algo doblemente problemático allí… en principio. Sus conversaciones casuales –llenas de referencias a la cultura pop y a las diferencias con Occidente– serán el centro de la narración hasta que cosas extrañas empiecen a suceder. Primero se encuentran con un amigo que hace la misma ruta pero caminando, quien no solo les advierte que viajan a contramano sino que se les une en una muy divertida versión de WE ARE THE WORLD en otra escena que promete ser un clásico del karaoke automovilístico a la altura de la RAPSODIA BOHEMIA de EL MUNDO SEGUN WAYNE. Pero luego hay un choque y aparece otro hombre misterioso (una especie de George Clooney iraní) que se ofrece a ayudar a las chicas en problemas. Y cuando llega la policía al lugar la película ya se transforma en otra cosa, una especie de thriller urbano que se va volviendo cada vez más extraño y surrealista, pasando del realismo del principio a algo más cercano a la ciencia ficción. El giro tonal de la última parte puede hacer extrañar la simpatía de la hora precedente, pero no le hace perder fuerza al filme. Hasta último momento continúa siendo una caja de sorpresas, como el país que retrata.
BEN ZAKEN, de Efrat Corem (Israel) Una de las dos películas israelíes en competencia, la opera prima de Corem es el retrato de una niña y su padre en el marco de una familia trabajadora de Ashkelon, en el sur de ese país. Madre ausente, padre depresivo y abuela omnipresente causan que la niña tenga un comportamiento por lo menos conflictivo tanto en la casa como en la escuela y, si bien su padre se ocupa y preocupa por ella, su turno nocturno laboral hace que duerma casi todo el día por lo que comparten muy pocos momentos. A esto se suma un hermano/tío que es empleador del padre y figura fuerte en la casa familiar. El filme seguirá, por un lado, al padre en su conflictiva situación de no saber si puede darle a su hija lo que ella necesita o si sería mejor enviarla a una suerte de orfanato. Y, por otro lado, a la hija, que es testigo y participante de este clima de tensión y hasta violencia familiar que va surgiendo a partir de la desesperación que, por distintos motivos, atraviesan todos los personajes. Un retrato en tono de realismo crudo –con ecos de las primeras películas de Ken Loach, los Dardenne, o buena parte del cine neorrealista contemporáneo, aun el argentino– que pinta, sin estridencias, un sector de la población israelí que pocas veces aparece en la pantalla.
THE KINDERGARTEN TEACHER, de Nadav Lapid (Israel) La otra película israelí en competencia, del director de POLICEMAN, no podría ser más distinta que BEN ZAKEN. Allí donde en el otro filme todo es gris y en tono bajo, Lapid propone una historia más intensa, política y en algún sentido cruenta. No tanto por la historia en sí sino por la manera en la que la pone en escena. Es la historia de una maestra de jardín de infantes que descubre que uno de los niños que cuida es un sorprendente poeta. El chico tiene cinco años y parece incapaz de escribir grandes poesías, pero de una forma que se ubica entre lo milagroso y lo genio-autista, Yoav dice «tengo un poema», empieza a caminar y, como poseído, recita/crea poesías bellísimas. Están los que se aprovechan de este talento –como la propia profesora, que las anota y las hace pasar por propias– y a los que le importan poco y nada: el padre de la criatura y, en cierto sentido, a la sociedad en general. Esta pintura algo cruel de ignorantes, pretenciosos, trepadores y nuevos ricos intenta reflejar un momento cultural en ese país –y quizás en el mundo– en el que la belleza, la inocencia y la pureza de la poesía de este niño no tiene lugar alguno. Y hasta los que dicen reconocerla terminan traicionándola. Lapid es un cineasta de gestos estridentes (muchos de ellos son notorios en el inusual y poco académico uso de la cámara), personajes y enfrentamientos potentes, a veces generando situaciones tensas que no se caracterizan por su sutileza pero sí por su energía y virulencia. Desde la puesta en escena enrarecida hasta el muestreo social, étnico y cultural que hace de la población israelí, es obvio que Lapid tiene una visión tenebrosa de las zonas hacia las que se encamina su país y su segunda película lo deja en claro.
THEEB, de Naji Abu Nowar (Jordania/Qatar/EAU) Una película de aventuras a la antigua, o casi un western en Medio Oriente, es lo que propone este realizador británico de ascendencia jordana. La historia transcurre en la misma época de LAWRENCE DE ARABIA y en locaciones similares. Se centra en dos hermanos, beduinos que acompañan a un soldado inglés en una travesía y que son atacados/interrumpidos en su ruta por un grupo de ladrones. El filme se centrará en el más pequeño de los hermanos a lo largo de las dos partes en las que se divide el filme: pre y post ataque. La primera será más similar, si se quiere, a la de un western en movimiento, con camellos en lugar de caballos y un grupo que, con sus diferencias, avanza en su misión. La segunda será, claramente, una historia de supervivencia y «coming of age» de un niño en una época cambiante, en la que las tradiciones milenarias empiezan a desaparecer por la llegada de ciertos avances tecnológicos y cambios culturales. En su formato narrativo es una película que respira clasicismo por todos lados –casi excesivamente occidental para ser una película jordana–, pero hecha por un director que maneja muy bien todos los hilos del relato y que sabe ser sutil para plantear los distintos ejes (personales, sociales, políticos, étnicos, religiosos) a los que se abre su historia. Por lo pronto, es mucho más lograda que QUEEN OF THE DESERT, la película que Werner Herzog acaba de hacer sobre similar universo y personajes…
PROMETO UM DIA DEIXAR ESSA CIDADE, de Daniel Aragao (Brasil) Como en el caso de los dos filmes israelíes, los dos brasileños en competencia también son casi opuestos en su planteo estético y sus ideas narrativas. Aquí también está la película realista y discreta (ELA VOLTA NA QUINTA) y la estridente, delirante y melodramática, como es el caso del largo de Aragao. El filme es el retrato de la hija de un millonario político de Recife que sale de una internación por consumo de drogas e intenta reinsertarse en la vida familiar y laboral ante la mirada entre sospechosa y temerosa de todos, que prefieren tenerla lejos e internada. Para Joy, la reinserción será bastante complicada, con sus idas y vueltas emocionales. De a poco iremos viendo que lo que la perturba es algo más que las drogas, sino más bien todo el sistema social y familiar que la rodea, construido a base de falsedades y perversiones. Aragao va llevando cada vez más la narración a un terreno extremo, más cercano al cine de terror psicológico de los ’70 (entre el giallo y el primer Brian De Palma) que al realismo social. El uso de ángulos de cámara extraños y la banda de sonido de funk psicodélico creada por Bernie Worrell (de los míticos Parliament/Funkadelic) dan a la película un tono único y enrarecido que puede ser por momentos fascinante y, en otros, terriblemente irritante en un filme que dividirá aguas y no dejará a nadie indiferente.
ABOVE AND BELOW, de Nicolas Steiner (Suiza/Alemania) Este documental se centra en cuatro historias paralelas de personajes a los que se podría definir como entre la excentricidad y la desesperación, todas ellas en la zona del Oeste de los Estados Unidos y todas ellas en lugares alejados, de una u otra manera, del resto de la sociedad. Hay una pareja que vive en las cloacas de Las Vegas, un hombre solo que habita un lugar parecido (una especie de personaje de TRUE DETECTIVE en su laberinto de inframundo), una suerte de «homeless» que luego de varios fracasos personales vive solo en medio del desierto esperando ser rescatado por algún ser superior y, en la historia más interesante, una ex soldado en Afganistan que hoy integra un grupo que se dedica a la simulación de la vida en Marte, como preparándose por su cuenta para una mudanza futura. Los personajes son llamativos y ricos en matices, aunque sin duda el grupo «marciano» es el que ofrece mayor juego poético y visual, en una película de dos horas que se torna un tanto larga y reiterativa en su forma narrativa (ir de una historia a otra, mezclar una suerte de clip musical y volver a empezar), echando a perder el atractivo que tiene de entrada. Da la impresión que Steiner podía haber hecho la película con menos personajes –tal vez, solo los astronautas truchos, un grupo que da para seguir explorando– y los resultados habrían sido más contundentes. Así, es una película lograda solo por momentos y un tanto agotadora al final…
¡Gracias por los comentarios! Ayudan a la selección del material que queremos ver
Estaria bueno que dieras a conocer las funciones de prensa una vez que esten
Saludos
Las di a conocer por twitter.
Las subo aqui en breve…
Muchas Gracias por el dato…no conteste antes porqu tengo la compu en arreglo.
Tengo entendido que A GIRL WALKS HOME ALONE AT NIGHT no es una película de Irán «per se», sino una cinta más que nada estadounidense independiente, si bien el origen de la directora y los actores es iraní. Por lo que mencionarla a modo de ejemplo para una supuesta «nueva vía» cinematográfica de ese país no deja de ser un dislate.
Buena reseña, Diego. ¿Es verdad lo que dice Quibián?
Quibian, Minaya o como digan llamarse.
Sus mensajes/comentarios vienen todos del mismo IP y ya les bloqueé diez nombres distintos con el mismo tonito agresivo y bardero.
No pienso contestar y seguiré bloqueándolos.
Es mi blog y no acepto «trolls» acá. Intento que los comments sean un diálogo interesante y no veo el motivo para que sigan buscando roña de maneras sutiles.
Saludos y lamento no querer ser parte de su «entretenimiento».
d
Diego Lerer, Peacock o como quieras llamarte.
Es lamentable que te hayas tomado la molestia de ponerte a investigar el IP en cuestión de un participante, cuando lo único deseado es ser parte de ese diálogo interesante que propones.
Es tu blog, sí, pero no tienes que tener siempre la última palabra y negarte a recibir correcciones. Si ha habido discrepancia, me parece que jamás hacia ti ha habido soez, insultos y bajezas propias del lumpen, ¿o puedes negarlo?
También saludos y deploro que recursos alternativos empleados para sortear tu hostilidad hayan sido considerados como ataques por tu parte. Seguiré haciendo valer mi voz, en pro del intercambio democrático de ideas.
Q. M.
Si escribieras siempre te esta manera no te bloquearía, pero sabes bien que no es el tono que usas ni vos ni tus alter-egos (no investigo los IPs, vienen pegados al email de cada comentario). Si lo mantenemos en este tono no tengo problemas en debatir con nadie, pero convengamos –lo sabes bien– que casi nunca ha sido así, sino que vienen cargados de malicia contra el blog, contra la cantidad de comentarios, contra mí y sobre lo que hago o dejo de hacer.
Te aclaro que no estoy obligado «por contrato» a contestarle a nadie los comentarios. Lo hago cuando puedo, quiero y cuando ese comentario me inspira una respuesta. Si nos mantenemos de manera civilizada opinando sobre los posts y los comentarios, no tengo problemas en responderle a nadie. Pero no me interesa el tono de agresión personal y apenas entra en ese terreno, no contesto más…
Saludos,
d
Primeramente, reconozco tu buen sentido al no bloquearme ipso facto, infiero que has podido constatar que no ha sido mi intención la de zaherirte gratuitamente.
Sí, reconozco lo adusto que me he tornado a veces, pero ha sido más una respuesta a lo que he venido en percibir como «hipersensibilidad» de tu parte a la hora de cuestionarte y, en democrático ambiente, rebatirte.¿Exagero a veces? Puede ser ¿Interpretas mal todo lo dimanado de mi persona como malicioso? No lo sé, eres libre de traducirlo como quieras.
Como ya lo dije antes, deploro que solo leas entre líneas mis intervenciones como ataques. Te sigo desde hace años y siempre he creído que la verdad debe estar por encima de todo, incluso del aceptable oficio que ejerces. Pero si lo que deseas es un público complaciente y adulador, que se trague tu parecer fílmico sin chistar, entonces me retiro y dejo el espacio libre para otra clase de seguidor. Empero, si posees la entereza para resistir cual aguanta una película (irónico)la crítica, aquí estoy yo, también dispuesto a bajar decibeles.
También saludos,
Q. M.