Cannes 2015: «Chronic», de Michel Franco
Un colega crítico y programador se refiere a ciertos filmes de cualquier lugar del mundo una manera contundente. «Es una película mexicana», dice. No lo hace necesariamente de manera negativa o crítica, sino más bien intenta establecer un patrón reconocible para cualquier caminador del mundo de los festivales. Ahora bien, ¿qué es una película «mexicana»? […]
Un colega crítico y programador se refiere a ciertos filmes de cualquier lugar del mundo una manera contundente. «Es una película mexicana», dice. No lo hace necesariamente de manera negativa o crítica, sino más bien intenta establecer un patrón reconocible para cualquier caminador del mundo de los festivales. Ahora bien, ¿qué es una película «mexicana»? En general uno la podría definir como un tipo de película que aplica a la perfección la mítica Ley de Murphy: cualquier cosa mala que pueda pasar, va a pasar. También son películas –mexicanas o no, de nacionalidad, pero «mexicanas» de espíritu– en las que la gente suele ser cruel y sórdida y si te pueden joder te van a joder. No conviene confiar en nadie en «las películas mexicanas» y de todos modos tampoco lograrás salvarte. Son películas cuyos personajes nacen en la pantalla condenados.
Las veces que he mencionado este tema a amigos mexicanos me dicen que tiene que ver mucho con la violencia que se vive en el país, la crisis económica y las tensiones sociales. Posiblemente sea eso, pero creo que hay otra cosa (después de todo, México no es el único país con esos problemas): el impacto, la crueldad, la misantropía, el acto horrendo o el castigo celestial venden en los festivales mucho más que las historias que no apuestan a la contundencia, a la virulencia, a coqueter con el Mal en mayúsculas. Mi problema con la idea del «cine mexicano» es, por un lado, ética o ideológica, pero más aún es de cálculo. Tengo la impresión que el mundo entero vio el negocio de hacer «películas mexicanas» (los griegos y austríacos las hacen, por ejemplo) y las tendremos por un rato.
CHRONIC, de Michel Franco, realizador de dos películas de una crueldad imposible como DESPUES DE LUCIA y A LOS OJOS, transcurre en California y tiene a Tim Roth como protagonista en el rol de un hombre con una dura historia familiar que se dedica a cuidar y a acompañar a enfermos terminales. Es, en principio, el ejemplo concreto de «el buen samaritano» y si bien sabemos que el excesivo celo que pone en su trabajo y algunas «trampas» que hace, son para tapar algunos de sus traumas, el hombre se revela como una buena criatura.
El filme, en su tono pausado y observacional se acerca al de cierto cine argentino. No llega a ser del todo contemplativa pero no apuesta por el crescendo dramático permanente. De hecho tiene algo también de películas independientes americanas que trabajan similares temas. Recién al final, cuando la película se vuelva definitivamente «mexicana», notaremos las diferencias, que claramente fueron siendo estabecidas desde un principio.
Antes de hablar del discutido final diremos que hasta ese momento el filme muestra una historia en apariencia sencilla pero con algunas complicaciones en el camino. Roth pasa de trabajo en trabajo, le hacen jucio por mal práctica en uno de ellos y finalmente logra ubicarse con un paciente que parece quererlo y respetarlo. En paralelo, vemos sus conflictos familiares, su soledad, sus intentos por mantenerse en forma. Uno, claro, ya espera que haga algo terrible con sus pacientes en cualquier momento. Pero no. Salvo por un cuidado excesivo y algunas mentirillas dichas aquí y allá parece ser un ser humano bastante decente.
Pero luego está el final. Y allí toda esa visión de que el mundo es un lugar de mierda en el que las buenas intenciones son una pérdida de tiempo, salen a la luz. Las «películas mexicanas» tienden a caracterizarse por finales impactantes y si bien el asunto en general fastidia suelen estar justificadas dramáticamente: alguien ligado con el narco, un ladrón, etc, pueden vivir situaciones horrendas hacia el final. Pero aquí parece impuesto por el designio de un creador malicioso, un demiurgo al que el Mal y la misantropía parecen darle placer. Así, una compasiva, tranquila, poderosa y en apariencia bien intencionada película se convierte en un ejercicio de futilidad, en un chiste, en una broma pesada. Hay quienes le han encontrado otra interpretación al final distinta a la que parece en un principio. Y si bien lo vuelve un tanto más lógico y tolerable, no logra salir de la práctica perversa de esta idea de «la película mexicana»: darle un golpe bajo el vientre al espectador antes de salir de la sala.
NOTA: SI ALGUNO LA VIO O NO LE MOLESTA QUE LE CUENTEN EL FINAL, PODEMOS SEGUIRLA EN LOS COMMENTS.
Cuenta, cuenta.
OJO, SPOILERS DEL FINAL DE CHRONIC!!!
El tipo está corriendo por la vereda, haciendo ejercicio como otras veces lo había hecho en el gimnasio.
Cruza la calle trotando y lo pisa un auto de la nada.
El plano sigue, nadie para, no vemos el cuerpo. Fin.
El «buen hombre» recibió su merecido por serlo.
Así estamos…
d
PD. Algunos lo consideran un suicidio (él cruza buscando que lo pisen) y visto de esa manera es un tanto más comprensible, pero de todos modos no le quita lo cruel.
si no estaban los Coen en el jurado, no le daban ningún premio (salvo a Roth). me suena a esos momentos arbitrarios de su cine donde un personaje muere o desaparece sin dar mayores explicaciones.
Diego, coincido con lo que decís. Aunque, algínn día, los críticos debieran explicar al público no cinéfilo por qué la abyección y la misantropía les molesta tanto. Por lo que contás, me parece que estás hablando de HABLE CON ELLA, una de las mejores pelis que vi en mi vida y el «drama» más redondo de Almodóvar en mi opinión. Tambièn tenìa un final tràgico (con el buen gusto de no mostrarlo; y me imagino que no es este el caso de CHRONIC) Pero cosas males les pasan a las personas buenas, aunque estén algo chifladitas. Cinematográficamente, lo malo es cuando sos obvio en la crueldad y no podés contarlo de otra manera porque no tenés ideas. Mulholland Dr., otra de mis joyas favoritas, tiene uno de los finales más trágicos en la historia del cine. Sin embargo, entender que se trata de un drama y no un thriller bizarro y contarlo a puro cine es tarea de pocos (genios). Me parece que vale la pena un debate de esto. Ya hay demasiados ejemplos en los que los críticos se quejan de esta tendencia. Yo le llamo miserabilismo.
Trágico y misantrópico no es lo mismo.
De todos modos lo que molesta más bien es el capricho, el programa y el cálculo. Uno sabe que en ese tipo de película va a pasar algo porque «el mundo y la gente es así, jodida». Y uno espera que los jurados queden shockeados y den un premio por eso.
Es demasiado consistente a lo largo de varios filmes como para ser casual…
A mi también me interesa conocer ese final.
Tengo la sensación por lo que decis que podría ser algo similar al final de Ninphomaniac, algo realmente espantoso también,aunque mas esperable por el tono general de pelicula.
La primera descripción que hacés de las «películas mexicanas» se parece un montón a Relatos Salvajes, que es bien argentina.
El tono es otro, pero las convicciones sobre el mundo son las mismas.
Por otra parte, los austríacos hacían estas películas desde antes.
No sé cuál será su excusa.
¿Podemos hablar de un «internacionalismo de la crueldad»?
Es un «festivalismo de la crueldad», especialmente notable aca en Cannes. Es sencillo: el programador tipo ve cientos de pelis, es más probable que recuerde la que pasa algo shockeante que otra en la que no. Lo mismo el jurado. Son películas como temas de conversación: si no te sacude o shockea no cuenta, parece.
Apichatpong no hace eso y no entra a competencia. Y estoy seguro que si la peli rumana de Muntean terminaba con un asesinato o algo así (hay violencia, pero minima) en vez de ir a Certain Regard iba a competencia.