TV: «Mad Men – Lost Horizon»

TV: «Mad Men – Lost Horizon»

por - Series
04 May, 2015 09:32 | 1 comentario

«This is Major Tom to Ground Control I’m stepping through the door And I’m floating in a most peculiar way And the stars look very different today»   SPOILERS, DE PRINCIPIO A FIN. Cada episodio que falta de MAD MEN probablemente me haga llorar de principio a fin. Es que en esta especie de larga […]

mad-men-season-7-episode-12-jon-hamm-2«This is Major Tom to Ground Control
I’m stepping through the door
And I’m floating
in a most peculiar way
And the stars look very different today»

 

SPOILERS, DE PRINCIPIO A FIN.

Cada episodio que falta de MAD MEN probablemente me haga llorar de principio a fin. Es que en esta especie de larga despedida que es esta última mini-temporada de la serie, cada aparición de uno de sus personajes puede ser la última, cada adiós entre ellos puede ser también uno de ellos a nosotros y cada pequeño gesto entre unos y otros puede ser el que nos termine quedando en la memoria. Como la manera en la que Don apoya sus brazos en los hombros de su ex esposa Betty, casi aceptando que al final ella pudo haber salido mejor parada de la separación que él. O la manera en la que Joan agarra la foto de su hijo, su rolodex de contactos y –después de una serie continua de previsibles acosos sexuales en las oficinas de McCann Erickson– decide irse de allí, dejándolo todo. O la despedida literal de Shirley, la secretaria negra de Roger, que le dice, francamente: «La publicidad no es un lugar cómodo para cualquiera».

mad men 7x12La frase no podía ser más contundente y premonitoria, y si bien Shirley no llegó a pisar la «burocracia soviética» de McCann Erickson (me pregunto cómo la empresa tolerará en el mundo real el durísimo trato que le de Matthew Weiner en la serie), era claro que nada bueno podían encontrar ahí. Joan, como lo suponía, descubre que cada hombre es un predador sexual o la subestima y, tras un intento de negociar con el dueño, Jim Hobart, se va convencida por Roger que llevarse la mitad del dinero es mejor que nada. Para Roger es un lugar que mejor evitar hasta último momento, ya que allí seguramente las libertades que se tomaba en SPC serán imposibles. Pero al hombre parece preocuparle poco: ya encontrará la forma de caer parado, preferentemente con un trago en la mano.

Peggy descubre que no tiene despacho en la nueva oficina y que le mandan flores a su casa ya que la confunden con una secretaria. Molesta pero todavía ilusionada con lo que puede lograr allá, se queda circulando en la oficina vacía y fantasma de SPC para terminar bebiendo Cinzano y patinando mientras Roger toca el piano, una tarde más –la última, seguramente– de cocktails y tonterías en la empresa, ahora tristemente abandonada. Ya le tocará hacer su ingreso con gloria a McCann, pero probablemente la ilusión –o el efecto del Cinzano– le dure poco. Pete, Harry y Ted son los que parecen más adeptos a fundirse en el estilo corporativo light de McCann: una especie de hermandad universitaria cuyo estilo liviano esconde un profundo machismo retrógrado de décadas previas.

mad men 7x12bTodo eso –y mucho más– queda claro en el quiebre de Don Draper (sí, ya sé, uno más y van… pero este huele a definitivo), que empieza siendo mimado por sus nuevos jefes para darse cuenta que en la nueva compañía tiene que escuchar a un «consultor» analizando cómo vender cerveza light utilizando un lugar común tras otro, una suerte de versión mainstream con mínimo carisma y cero originalidad de lo que Draper sabía –y suponemos que aún sabe– hacer. Weiner casi nos guiña un ojo cuando hace a Draper mirar por la ventana y ver un avión pasar para luego sorprendernos: Draper se levanta y se va, en silencio, de la reunion. Y desaparece de la oficina en una excepcional escena que me resultó especialmente cercana y tocante. Cualquier cosa allá afuera debe ser mejor que esto…

Draper se sube al auto y se va. En principio, en busca de la elusiva mesera fantasma, topándose con otro fantasma en el camino. Pero en realidad se va de su prefabricado destino, el mismo que él busco y forjó pero que, ahora, descubre como algo vacío, sin alma, desangelado. Acaso el viaje de Dick Whitman en convertirse en Don Draper termine volviéndose un viaje de Draper de regreso a Whitman (nada casual el apellido original de Don), a esa otra vida posible que abandonó en busca del sueño que probó no ser tan maravilloso como suponía. El, que vivió esa otra vida y que puede describir al «hombre común» mucho mejor que el ejecutivo que seguramente dará con esa gran idea llamada Miller Lite, sigue con su auto, levanta un hippie en la ruta y, mientras suena «Space Oddity», de David Bowie, lo lleva adonde él le pide. «¿St. Paul? No hay problema», le dice Draper, aunque sea ir exactamente para el otro lado de la oficina en la que se lo espera.

¿Volverá Draper a Nueva York? ¿Volverá Draper a ser Draper o se lo tragará la tierra, así como apareció de la nada, volviendo a sus negados orígenes? ¿Can you hear me, Major Don?