Estrenos: «Ocho apellidos vascos», de Emilio Martínez-Lázaro
Diez millones de espectadores, casi 60 millones de euros y más de un año después de su estreno, llega a la Argentina la película española más taquillera de la historia, OCHO APELLIDOS VASCOS. Como se sabe, ciertos éxitos locales y populares no siempre se trasladan del todo bien a otros países y culturas ya que […]
Diez millones de espectadores, casi 60 millones de euros y más de un año después de su estreno, llega a la Argentina la película española más taquillera de la historia, OCHO APELLIDOS VASCOS. Como se sabe, ciertos éxitos locales y populares no siempre se trasladan del todo bien a otros países y culturas ya que están llenos de localismos, «internas» y celebridades televisivas que no se conocen más allá de las fronteras de cada país. Sucedió hace poco con BIENVENIDOS AL NORTE, la película francesa de Dany Boom, que llevó 20 millones de espectadores en Francia y, probablemente, suceda con esta aquí también. De hecho, son películas en muchos sentidos comparables y uno hasta podría pensar que el proyecto español nació de pensar hacer una «adaptación libre» de aquella película sobre un hombre del sur francés llevado por las circunstancias a vivir al norte, un lugar con costumbres culturales y regionalismos idiomáticos muy diferentes.
El recurso que los norteamericanos llaman fish out of water («el pez fuera del agua») es el que hace funcionar a ambas películas. El «recurso» consiste en meter a un personaje en un mundo que no conoce, en el que no se siente cómodo y en el que tiene que arreglárselas como pueda o sepa. Aquí es un sevillano que tiene un affaire de una noche con una chica del País Vasco de visita en su ciudad. Ella se va en medio de esa noche y olvida su billetera en Andalucía. El hombre, enganchado con la bella chica y andaluz hasta el cliché –al punto de no haber salido nunca de la región– viaja al pueblo de la chica en el corazón de Euskadi para encontrarla e intentar seguir esa historia «de amor». Ella no querrá saber nada, pero la reaparición de su padre en el pueblo la obligará no solo a usarlo como su novio (que la ha dejado, pero su padre no sabe) sino a «transformarlo» en vasco para que su obstinado y duro progenitor no lo eche a las patadas.
A esta clásica situación hay que agregarle condimentos propios de la relación entre andaluces y vascos: los primeros son joviales y seductores, los otros son hoscos y duros, hablan con distintos acentos e inclusive idiomas, parecen tener un encono o rivalidad histórica eterna, se visten muy distinto y se hacen bromas con la situación política entre los independentistas vascos y los andaluces que creen que allí cualquiera anda con una bomba encima. Es así que la dupla que componen Rafa y Amaia (el bastante gracioso Dani Rovira y la por lo visto aquí más bella que talentosa Clara Lago) debe seguir la farsa de transformar al sevillano en un vasco de pura cepa, llamado Antxon y con los ocho apellidos que dan título al filme y, que digamos, certifican su pertenencia al lugar.
Las situaciones no salen de lo previsible y la película mejora con la participación de Karra Elejalde en el rol del padre de Amaia y de Carmen Machi como la falsa madre de Rafa/Antxon –que establecen una simpática relacion entre ellos–, mientras que los más jóvenes seguirán con la farsa hasta, bueno, ya se imaginan. Para ser una comedia popular y masiva, si bien no es nada sutil ni particularmente inteligente (el timing cómico del elenco mejora buena parte de las bromas), OCHO APELLIDOS VASCOS es una película digna y relativamente simpática, un tanto antigua en su concepción y forma (el director, Emilio Martínez-Lázaro, es el casi septuagenario realizador de EL OTRO LADO DE LA CAMA, AMO TU CAMA RICA y otras comedias del mainstream español, aunque empezó en el drama, allá lejos y hace tiempo, ganando el Oso de Oro en Berlín con LAS PALABRAS DE MAX), pero de todos modos funcional y amable. Sin dudas, mucho mejor que otros ejemplos de comedias locales populares, como algunos casos argentinos que se estrenan hoy también…
De todos modos, tal vez por sus localías, imagino que la película tendrá sus dificultades comerciales aquí, más allá del público de familias españolas que sigan fieles a sus tradiciones o recuerdos de la «Madre Patria», en especial si son de algunas de esas regiones. De hecho, son películas/ideas que se trasladan mejor internacionalmente via remakes, como la que ya se planea en Estados Unidos y que podría aplicarse en distintos países del mundo. En la Argentina no sé muy bien cuál sería la adaptación más adecuada (un cordobés en Rosario, un porteño casi en cualquier otro lado, o un argentino en Brasil, para ampliar el marco geográfico), pero imagino que varios productores deben estar pensando alguna de esas variantes con las calculadoras en la mano. Y no quiero ni imaginar el resultado…
Acabo de enterarme que ya hay una secuela en proceso de rodaje allí que se llamará «Ocho apellidos catalanes». Ya se pueden imaginar para donde rumbeará…
Bueno, si finalmente se estrenó Ocho apellidos vascos quiero creer que en algún momento se estrenará Mortadelo y Filemón contra Jimmy el cachondo. Diego, de todas las criticas que he leído sobre Ocho…ha sido la más acertada para una buena película que logra su cometido, hacerte reír…tendrá sus localismos, sus lugares comunes pero cumple con su cometido. No entiendo el ensañamiento de algunos criticos locales que aplauden las comedias mas chotas Made In USA como si fueran obras maestras y descartan esta…Bueno, vamos ahora por Mortadelo y Filemón…
Tampoco es que me gustó taaaanto, pero no es un papelón, digamos.
Es una película un poco vieja y demodé, pero tiene momentos simpáticos. Y tres muy buenos actores…
Y no mucho más que eso.
Vamos por parte, si bien es cierto que no descubre el hilo negro precisamente y que está permeada por lo más convencional de cine de comedia, a ratos es agradable. Pero lo es más porque si la comparamos con el tipo de humor y las resoluciones de películas como The Hangover o Ted (de beneplácito cretínico por parte de cierta crítica) sus parlamentos resultan inspirados y hasta ingeniosos. Ya ni hablar de si el cotejo involucra los atentados de Piroyansky o la dupleta Forte-Loreti, con la tarudez y escatología marca Adam Sandler.
No es que tenga que gustar taaaanto para que se le reconozcan los contados méritos que posee la peli española. En ese punto, coincido con José Luis: tanta mala onda con ésta y los bodrios del patio mencionados tratados en este mismo espacio con más indulgencia y hasta justificados. Parece que ante los gustos adquiridos desde pibe y en la juventud entre machos alfas del River o el Boca, al crítico le van a parecer más re copadas ciertas bazofias. Eso sí, tan simpáticas como una gira por el sanitario.
Por suerte, no mucho más que eso: un papelón.
Muy bueno lo de «pez fuera del agua + regionalismos = fórmula para remakes».
También coincido con el paréntesis de «el bastante gracioso Dani Rovira y la por lo visto aquí más bella que talentosa Clara Lago».
Pero en los gustos estoy más con el chaval de José Luis y la maja Lucinda.
5 observaciones-spoiler sobre 8 Apellidos Vascos:
1) Sí al Dr No. Todas las comedias románticas tienen una premisa exagerada. Decir que en este caso el prejuicio regional es demasiado exagerado es como denunciar que un villano de James Bond es demasiado malo.
2) No al Alzheimer. La peli parece «bien filmada para TV» y esto engaña porque la fotografía es funcional, bien encuadrada, sin Alzheimer, con iluminación que levanta actores y fondos sin ser publicitaria… Le doy 5 fotógrafos de Douglas Sirk sobre 5.
3) «Pará, pará, explicámeló». En las películas españolas que no son coproducciones hispanoamericanas faltan subtítulos y sobran localismos. Y tantos chistes de localidades para algunos serán tan indiferentes como chistes de beisbol.
Uno lo señala Peacock sobre el protagonista «al punto de no haber salido nunca de la región (de Andalucía)». En el film dicen que, siendo de la Pcia de Sevilla fue una vez «hasta Despeñaperros», en el extremo norte de Pcia de Jaén (justo donde termina Andalucía).
4) «Cuida los céntimos que las pesetas se cuidan solas». El protagonista busca agradar vistiendo los colores de la bandera vasca; con un mojón nos dicen que están en Gijón; con vehículos (bus, taxi, pesquero y carruaje) oficios y clases; con una fecha que es verano, pero en Gijón siempre está nublado y en Sevilla, soleado.
5) Ravel y Lamolina. El guión es una larga meseta con ligerísima pendiente. Un solo sketch (dos extraños con tensión amorosa engañan a terceros) se repite una y otra vez. Sin embargo, como en ese Bolero, la cosa funciona, al menos mientras dura. Es amena, los obstáculos de los héroes no son villanos, y al fin y al cabo siempre avanza,
aunque a veces lo haga a los trompicones, a lo «Siga! Siga!». Le doy 4 Lamolinas sobre 5.