Estrenos: «El capital humano», de Paolo Virzí
Desde RECURSOS HUMANOS en adelante –pasando por EL EMPLEO DEL TIEMPO, la argentina DERECHO DE FAMILIA o la reciente LA LEY DEL MERCADO, entre otros– uno podría citar una larga serie de filmes que usan de manera relativamente irónica términos «tecnocráticos» o de la más pura burocracia para contar historias que, supuestamente, dan vuelta el […]
Desde RECURSOS HUMANOS en adelante –pasando por EL EMPLEO DEL TIEMPO, la argentina DERECHO DE FAMILIA o la reciente LA LEY DEL MERCADO, entre otros– uno podría citar una larga serie de filmes que usan de manera relativamente irónica términos «tecnocráticos» o de la más pura burocracia para contar historias que, supuestamente, dan vuelta el significado de esas expresiones para mostrar las crudas realidades que existen por debajo de esos términos fríos. Ahora hay que sumarle a EL CAPITAL HUMANO a ese grupo.
El muy premiado filme de Paolo Virzí toma ese término proveniente de las aseguradoras y, en lo concreto, de la novela homónima escrita en 2004 por el norteamericano Stephen Amidon. Adaptada de Connecticut al norte de Italia, la película cuenta una historia a través de tres puntos de vista distintos, que se narran sucesivamente, yendo y viniendo en el tiempo. El eje que las une a todas se ve al principio y es un accidente en la ruta en el que un SUV atropella a un hombre que vuelve en bicicleta a la noche a su casa de su trabajo y su conductor no se detiene a socorrerlo.
La trama intenta desnudar las perversiones, aspiraciones y varios males sociales de la clase alta y media alta italiana, con la obsesión de conseguir más y más dinero (los primeros) y con el deseo y aspiración de «pertenecer» de los segundos. El primer punto de vista es el de Dino (Fabrizio Ventivoglio), dueño de una inmobiliaria cuya hija está de novia con el hijo de un millonario que mueve dinero al mejor estilo «buitre» apostando a economías en crisis. El quiere ser parte del negocio e invierte lo que no tiene para llegar.
El segundo punto de vista es el de Clara (Valeria Bruni-Tedeschi), la empastillada y depresiva esposa del millonario, que recupera cierta vitalidad cuando el marido le concede el deseo de comprar un teatro que está por cerrar. Ella lo hace y termina entusiasmándose gracias al trabajo que hace junto al nuevo director artístico, encarnado por Luigi Lo Cascio. La tercera mirada es la de Serena (la muy buena y bella actriz debutante Matilde Gioli), la hija de Dino, cuya participación aparece como muy secundaria en las otras historias pero revela ser fundamental para entender lo que sucedió esa noche del accidente y, a la vez, para plantear la posibilidad (la esperanza) que las nuevas generaciones puedan tener otros objetivos en la vida que hacer dinero como sea.
La película mezcla drama y thriller privilegiando el suspenso sobre el final, en función de la posible revelación de quién conducía el auto que produjo el accidente y las consecuencias y manipulaciones que se dan entre ambas familias (y otras personas) para controlar el asunto, en un tipo de narrativa que recuerda al del corto de RELATOS SALVAJES protagonizado por Oscar Martínez. El accidente está usado aquí para dejar en evidencia, con un subrayado un tanto excesivo, la perversión de las clases altas y el arribismo de las clases medias, siendo las víctimas –el «capital humano» en cuestión– los trabajadores que no tienen conexiones ni participan de ningún tipo de «transa».
La película tiene muy buenos momentos, específicos, como algunos que juegan Tedeschi y Lo Cascio, y crece en intensidad gracias a la desesperación y angustia del personaje de Gioli, en cuyas manos parece estar el destino de muchos de los personajes de la trama. Pero se resiente en los esquematismos del guión y en la estructura (muy en la línea Iñárritu, CRASH o BELLEZA AMERICANA) un tanto forzada que intenta hacer una suerte de plano general sobre «la Italia de hoy». La elegante aunque acaso demasiado preciosista puesta en escena y el gran elenco que tiene EL CAPITAL HUMANO le dan un sustento lo suficientemente atractivo para que la película sea interesante y digna de seguir, pero finalmente nunca termina siendo más que la suma de sus partes y momentos. Sus intentos de volverse un filme sobre «el estado de cosas» es tan programático desde el principio que no hay muchas sorpresas que esperar de él. Su propia ambición lo vuelve previsible.
Potente drama sobre las relaciones interpersonales y la ambición humana. Es un elegante thriller filmado con mano dura al momento de poner la cámara en el lugar exacto, exigirle lo mejor a los actores e imprimir un ritmo asombroso. El casting está sensacional, todos nos regalan actuaciones redondas y profundamente convincentes. El mayor acierto de Virzi sin embargo, es hablarnos de muchas cosas, el amor, infidelidad, codicia, destino, muerte, etcétera. Y, para el final, nos deja una reflexión asombrosa sobre la crisis económica actual y de paso le da una bofetada a las aseguradoras internacionales. Un producto cinematográfico moderno, preciso y sumamente entretenido. No se la pierdan.