Estrenos: «El clan», de Pablo Trapero
Las películas sobre casos policiales célebres son armas de doble filo. A favor, claro, tienen el hecho de que la fama de esos casos las hacen comercialmente atractivas y «vendibles». En contra le juega el hecho de que, bueno, si el caso es famoso todos más o menos saben que pasó y cómo terminó. El […]
Las películas sobre casos policiales célebres son armas de doble filo. A favor, claro, tienen el hecho de que la fama de esos casos las hacen comercialmente atractivas y «vendibles». En contra le juega el hecho de que, bueno, si el caso es famoso todos más o menos saben que pasó y cómo terminó. El desafío en casos como EL CLAN es encontrar un eje que le permita a la película escaparse –o explayarse– a partir de esa situación. Y Pablo Trapero lo encontró en su filme sobre el Caso Puccio.
Es cierto que para muchos que tienen menos de 40 años el célebre caso de la familia Puccio es más conocido como un titular que por sus más turbios detalles, y por eso –a diferencia de muchas notas y entrevistas que he leído que cuentan la historia hasta el último detalle como si todo el mundo supiera exactamente lo que pasó– trataré de no «spoilear» sus acontecimientos principales. Lo que queda claro desde el principio es que el filme asume cierto conocimiento de parte del espectador y arranca con la detención del líder de la familia. Pero también queda claro que la intención es ir de allí hacia otro lugar, a uno que tal vez ni siquiera la propia película sepa que está yendo.
EL CLAN no arranca bien. Tiene una serie de idas y vueltas en el tiempo que la vuelven confusa para los que no estén al día con las mutaciones de la Argentina entre 1982 y 1985, y demasiado obvia para los que sí lo estamos. En un punto, ese subrayado es innecesario: el caso de la familia Puccio, es cierto, deja en evidencia las diferencias entre la Argentina de la dictadura y la de la democracia, pero el ida y vuelta entre discursos de Alfonsín y Galtieri más los propios tiempos de comienzo y final de la saga Puccio (al menos de la etapa que se narra aquí) plantan una bandera preocupante ya que da la impresión de que la película intentará cargarse con la mochila de usar el caso para contar un capítulo importante de La Historia Argentina. Y que lo hará en mayúsculas…
Pero, por suerte, es solo un momento. Una vez que la película se saca esa carga de representar una época política de la Argentina, puede dedicarse a contar su historia, dejando a eso como marco, como «contenedor» que no explica todo, claro, pero que contextualiza el mundo en el que nos adentramos. Los Puccio eran, según se cuenta en el filme, una familia más o menos normal de San Isidro: con un local comercial, muchos hijos (los varones jugaban al rugby, claro) y una aparente armonía a prueba de sospechas. Pero tenían algunos secretos. Uno de ellos era que realizaban secuestros extorsivos. El otro, lo veremos más adelante…
Arquímedes Puccio era un miembro de ese extraño universo que por entonces se daba en llamar «mano de obra desocupada» de la dictadura, gente que había empezado a utilizar para su beneficio económico personal metodologías usadas por repugnantes motivos políticos. Y, a su manera, por la negación o participando, su familia era cómplice de este sistema. En especial, Alejandro Puccio, su segundo hijo varón (el mayor, «Maguila», se había ido a jugar al rugby a Nueva Zelandia, evidentemente para escapar de ese disimulado infierno). Alejandro no sólo colaboraba con su padre en la tarea –a disgusto y con dudas, pero no podía oponerse a la poderosa figura de Arquímedes– sino que hasta les conseguía las víctimas.
El primer logro de EL CLAN es contar la película desde adentro de la vida de la familia. No hay policías ni investigadores ni periodistas siguiendo pistas. Lo que al filme le interesa es la mecánica familiar, los espacios y los secretos que poseen los miembros de una familia, con sus tensiones internas, su forma de relacionarse y de decirse (o no) las cosas, sus miedos y zonas de riesgo, hasta sus alegrías. Y es ahí –no en la narración del caso por caso, no en el «así era la Argentina entonces»– donde la película crece, donde se nota la mano de Trapero, un realizador que a lo largo de su carrera ha hecho de las relaciones familiares su tema principal.
MUNDO GRUA era, después de todo, un filme sobre la relación entre un padre y su hijo, y si uno va más atrás encontrará que NEGOCIOS, un corto suyo de 1995, también se centra en un padre y un hijo que tienen un local comercial en el Gran Buenos Aires. En FAMILIA RODANTE, EL BONAERENSE y NACIDO Y CRIADO el tema familiar sigue siendo central y, aún en menor medida, sigue apareciendo en las películas posteriores. Es cierto que ninguna de las familias de esas películas hacía secuestros extorsivos, pero la mirada es la misma: la lógica de la mayoría de las cosas en sus películas «se cocina» en casa, a partir de lo que somos en el día a día familiar. Especialmente –como es el caso de los jóvenes Puccio– cuando somos menores y vivimos con nuestros padres.
La película es, entonces, sobre Alejandro y la relación con su padre, sobre su imposibilidad de escaparse de ese sistema por la pesada figura de Arquímedes y por su propia «tentación» de participar en un negocio que daba evidentes ganancias. Alejandro –muy bien interpretado por Peter Lanzani– es de algún modo el representante de la audiencia en este infierno ya que su propia negación y silencio (el de muchos, entonces) lo vuelve un curioso héroe de la trama: sabemos que es culpable, pero la película intenta involucrarnos en su lógica interna, en entender porqué no pudo salir de esa maquinaria macabra.
Y ahí es donde entra, para mí, el tema más interesante de la película, que tiene que ver con una cuestión, digamos, de clase. Por decirlo de otro modo: en gran medida las actividades de Arquímedes, sus secuaces y el propio Alejandro estaban motivadas por una suerte de resentimiento social de una familia de clase media alta que no pertenecía a la elite de San Isidro (a los que se muestra con una vida lujosa, de fiestas, yates y grandes caserones) sino que, por el contrario, tenían que «trabajar» para conseguir ese acceso. El trabajo podía ser legal o no, pero lo importante –para Alejandro especialmente que, con culpa, entregaba víctimas– era poder pertenecer a esa elite, como sea. Eso le impide salirse. Y más cuando aparece una novia de por medio…
Es una zona compleja de analizar la de las diferencias de clases sociales entre los ideólogos y los ejecutores durante el Proceso, entre los participantes de los Servicios de Inteligencia, la clase media «aspiracional», los militares y la elite económica. Sin meterse demasiado en eso, casi de soslayo, la película husmea una zona enrarecida de la historia política argentina, no tan clara como la que se subraya entre la dictadura y la democracia. Es ahí, siento yo, donde Trapero tiene algo para decir, pero casi sin decirlo. Si bien algunos críticos a los que le molesta que el Nuevo Cine Argentino que Trapero ayudó a fundar haya hablado poco y nada sobre la historia política argentina en sus películas, creo que EL CLAN lo hace, pero no de la manera que la propia película invita a ser leída sino de otra, más sinuosa y ambigua.
Es un eje que también siempre estuvo en el cine de Trapero. Desde «El Rulo» de MUNDO GRUA a la chica de clase media metida en una cárcel de LEONERA, ese choque social es un motivo reiterado en las películas de este cineasta que estudió cine en la FUC, a kilómetros (y años luz en otros sentidos) de distancia de su negocio familiar en San Justo. Acaso inconscientemente, ese eje resuena permanentemente en EL CLAN y es el que permite, de algún modo, que Trapero y el espectador se identifiquen con Alejandro y su particular forma de negación.
Es cierto que para que eso exista tiene que existir también una figura temeraria como la de Arquímedes, monstruo que Guillermo Francella construye con filosa precisión en el que tal vez sea el mejor trabajo de su carrera, trabajo en el que el actor debió actuar contra su propia imagen. Si algo tiene a su favor Francella es su capacidad de empatía con un simple arquear de cejas o movimiento de labios y aquí debía hacer su absoluto opuesto. Y la transformación es notable, logrando convertir a Arquímedes en un personaje de temer, tan alienado como frío, tan mecánico como falsamente amable. Una mezcla de cínico con psicótico.
A todo esto, casi no es necesario decirlo, EL CLAN funciona en sus elementos más básicos: está muy bien narrada (más allá de ciertos baches ya clásicos en el sistema narrativo algo lagunero de Trapero), es técnica y actoralmente irreprochable, y tiene la suficiente tensión y suspenso como para transformarse en un éxito comercial. Que el «cine industrial» argentino haya llegado a un nivel como para no tener que hablar demasiado de estas cosas es un logro en sí mismo, uno que tal vez las nuevas generaciones no lleguen a apreciar tanto como los que crecimos con otro cine nacional. A la vez, que ese cine de factura industrial pueda seguir teniendo una impronta autoral permite pensar que dilucidar qué es el cine nacional de hoy no consiste, simplemente, en hacer una lectura binaria independiente vs. industrial, sino que el asunto es bastante más complicado de lo que aparenta. Como la propia película…
(EL CLAN se presentará en la Competencia Internacional del Festival de Venecia)
Excelente analisis.
Gracias…
La cinta carece de la intensidad de las anteriores películas del director, pero Trapero sigue siendo un gran director de actores. Buen análisis y crítica.
Gracias.
Yo creo que igual que hay un par de errores que se dicen respecto al cine de Trapero y con los que no estoy generalmente de acuerdo: que es un gran narrador y un gran director de actores. Creo que su fuerza como director pasa por otro lado y no niego que narra y dirige actores aceptablemente bien, pero he visto muy flojas actuaciones en películas de Pablo y también siento que sus películas tienen «baches» o lagunas narrativas importantes. Pero se instaló el «Trapero gran narrador» y creo que es un equívoco. Gran narrador, si lo pensás de manera clásica, es Szifron. Trapero es un muy buen director por otros motivos (crea buenos personajes, complejos, universos muy creíbles, se mete en temas y zonas interesantes y siempre evita caer en lugares comunes, etc), pero gran narrador no es. Y sí, logra por momentos algunas muy buenas actuaciones, pero en otros no. Darin, por ejemplo, en ELEFANTE BLANCO, no está muy bien. Creo que debe ser su película más floja como actor…
De todos modos, en este caso las actuaciones son impecables. Coincido.
Slds,
d
Gracias por responderme.
A ver, no digo que la virtud única como realizador de Trapero sea la de «contar bien» y «dirigir muy bien». Coincido con vos en que posee solidez en otros aspectos que igual hay que ventilar. Pero es que desde MUNDO GRÚA, LA BONAERENSE o EL CARANCHO, sus historias están ancladas casi siempre en un contexto social en el que la credibilidad histriónica de «actores no actores» es veraz, cuando ha sido el caso. Ha ido evolucionando desde una suerte de neorrealismo monocromático pasando por temáticas más personales-familiares hasta desembocar en territorios de «género». Y en todas ellas, ora con actores no profesionales o profesionales, ha sabido extraer de sus intérpretes cotas aceptables. Bueno, eso en cuanto a dirección, para mí. Sí, puede ser lo que decís de Szifron, pero creo que sus méritos pasan mayormente por hacer un buen cine de entretención, que no es poco. Y eso lo opone a los gustos más sutiles de cierta crítica.
Saludos,
Heraldo
¿»Lagunero»? ¿Como el Principito Sosa?
Ponele… O de esos que hacen una de más en el área antes de patear al arco.
cómo se llama la canción que suena cuando teermina la película… excelente musicalización.
The Kinks. Sunny Afternoon… Excelente la combinación del final de la historia con la música.
«Sunny Afternoon» es la que ponen al final? No me acuerdo.
No va durante la película esa?
La que no me gusta como funciona es «Just a Gigolo», me parece que le quiere dar como un toque irónico y medio gracioso a algo que es dramático y trágico. La música puesta así (no tanto por la letra sino por el tono que tiene) nunca me cierra…
Slds,
d
pd.»Encuentro con el Diablo», de Serú, funciona perfecto. No importa que sea obvia…
Sí, es sunny afternoon de The kinks… Yo fui con pocas expectativas y me gustó. Pero sentí lo mismo con el tema Just a Gigoló… de hecho lo sentí con la música de toda la película, de todos modos, pienso que si hubiera tenido otro tipo de música la película hubiese sido un dramón insoportable. Creo que a lo largo del film sí funciona el tono jocoso que en un gran porcentaje está dado por los temas que eligieron.
waku waku de virus va como piña ;)
Wadu Wadu es, si la memoria no me falla… ;)
Saludos,
d
gracias!!
Hola! sabes que no comparto que las actuaciones sean tan buenas! No se si me deje influir por los comentarios y fui al cine con muchas expectativas, pero me parecieron correctas, no mas que eso. Quizas si comparto que lo mejor es Lanzani, pero del Francella serio esperaba mas, creo que debido al recuerdo de el secreto de sus ojos. Francella me dijo mas con sus silencios que con sus palabras. abrazo grande
A mí me gusta lo que hace Francella, me parece que debe haber sido muy difícil controlar su facilidad para gesticular todo el tiempo, esa que le genera tanto éxito. De hecho, el personaje de EL SECRETO… lo tenía también. Es cierto que acá está tan controlado que parece casi robótico, pero me da la impresión que es eso lo que pedía el papel. Una especie de monstruo alienado de la realidad, incapaz de demostrar cualquier tipo de sentimiento… Y los secundarios son muy secundarios –no tienen mucho desarrollo–, pero no desentonan. Al menos no lo hacen notoriamente. Y en otras películas de Pablo había secundarios que sí desentonaban. Y bastante…
Slds,
d
Comparto lo que decis de Francella. Es verdad, siendo sus gestos tan importantes para el, le debe haber costado horrores dejarlos de lado para crear el persobaje de Puccio. abrazo
si sobrevivimos a Familia Rodante, cualquiera de las películas que vengan serán zafables.
Raro que no estuvo en Cannes..
Era otra película, en Cannes, aparentemente.
Hubo mucha reedición, cambios estructurales y se le cambiaron muchas cosas después.
Lo que se dice, «no estaba lista»…
La película me gustó, y en general no estoy muy de acuerdo con las críticas de regulares a malas que le hicieron. Me parece que a veces los críticos se enojan porque los directores del nca no les dan lo que ellos quieren, y parece que les molestara que le hablen al público un poco más masivo, como si eso los corriera de la lógica independiente en la que se formaron. Creo que el nca ya le dio al cine nacional lo que necesitaba, y me parece que no está mal que se busque «industrializar» las producciones de estos directores. Porque después, cuando «Locos en el zoo» o «Los bañeros» son récord de taquilla también nos quejamos, entonces, la verdad, no me parece una mala idea subir un poco la media en términos de calidad.
Sin embargo debo decir que la música no me gustó para nada, me parece que Trapero quiso, como dijo, homenajear a Scorsese, pero creo que perdió de vista que sus películas, aun con toda la carga violenta que llevan, no dejan nunca de ser comedias, de imprimir en sus personajes una cierta perversión simpática. En el caso de El Clan, creo que le falta ligereza, y ese toque de comedia como para que funcione ese contraste. Todo bien con los Kinks, me encantan, pero lo que me sucedió al escucharla es que no podía disfrutarla, porque todo el tiempo pensaba que no encajaba, que no era integral y que no tenía nada que ver. No tanto en la primera escena en la que suena, sino más bien en la última (y esa repetición me pareció también un poco redundante). Saludos!
Totalmente de acuerdo con las dos cosas: no entiendo algunas críticas durísimas a la película. Puedo entender que a algunos no les haya interesado demasiado (es lógico y normal), pero varias críticas vienen, digamos, con «agenda bajo el brazo». Ya arrancan citando a Telefé y partiendo desde una idea equivocada de que si la hace la televisión la película debe ser mala o que «Trapero se vendió» o lo que sea. Hay varios absurdos ahí dando vueltas. Primero, la película no la produce Telefé sino K&S y otras compañías, y Telefé en todo caso será un socio minoritario. Y a Trapero le distribuyen sus películas estudios o sellos grandes desde hace muchos años (creo que «Familia rodante» y no sé si «El bonaerense» también). Creo que las críticas ven eso primero –y lo ven mal– y miran la película desde ese lugar.
Por otro lado, coincido con vos: no me funciona el uso de la música tampoco. Tal vez tiene que ver con la cercanía con el tema, pero el uso irónico de las canciones me parece que no dan con la densidad de la historia que se narra. Digo, el contrapunto «situación densa y música liviana» es muy noventosa, ya me parece que no funciona… La de Seru Girán me parece que es la más lograda. Es obvia, sí, pero tiene sentido.
Slds,
d
El «PaginaDocero» se va a quejar porque no aparece lo suficiente la Dictadura. Clarin va a poner «Muy Buena» sin referirse a nada especificamente (Catalina´s World) etc etc.
Aca este Peacock la pegó: con Trapero (como conmigo, je) siempre se trata del viaje monumental del conurbano al chetismo culturoso palermogólico (la FUC, aunque en San Telmo, es esto en su maximo plastico esplendor). Con «Nacido y Criado» pensé que Trapero se había convertido en un palermitano, pero no es tán así. Además agradezco que no tenga infulas de rebelde marginal al estilo de Raúl Perrone, que hace películas de una Ituzaingó oscura cuando la gran mayoría de la ciudad es claramente luminosa y de clase media.
como siempre, salgo del cine con mil preguntas y con este análisis voy encontrando las respuestas. Excelente.
Saludos.
Gracias.
Slds
d
No tengo mucho para agregar a todo lo anterior excepto resaltar la actuación de Guillermo Francella, que consigue separarse de su forma de expresarse y componer a otra persona, distinta. Es muy común ver a (casi todos) los actores actuar bien pero haciendo de ellos en esas situaciones. Acá Francella logró convencerme de que es otro.
La película en líneas generales me gustó, las actuaciones también. Lo que me resultó un poco denso es la estética video clip de ponerte música al palo y las escenas detrás, hubiera preferido algo un poco más realista sin tanta estética y más gritos y violencia. La escena erótica en el auto me pareció un poco sobreactuada y ese contraste que quisieron hacer con el homicidio del secuestrado me pareció medio un lugar común del cine.
Salí del cine pensando en lo que para mí es un error en la trama. Tengo mis serias dudas porque ya debería haber leído algo al respecto, pero sigo sin entender este punto:
Cuando Arquímides le explica a su hijo Alejandro que había «tenido» que matar al primer secuestrado (amigo del propio hijo) argumentando que se había dado cuenta del ardid, asumo, por la reacción de Alejandro, que imaginaba que no lo matarían. La cuestión es, cómo creía que seguiría la historia si no lo mataban, cómo pensaba Alejandro que el secuestrado iba a contar la historia si para él, los secuestrados fueron ambos y al ser liberado se daría cuenta de que Alejandro en ningún momento fue secuestrado y nunca había contado si quiera que había estado con la víctima en el momento del secuestro…
Pensaría alguna excusa para explicar porqué a él lo secuestraron y a Puccio no.
De todos modos creo que ni lo pensaba demasiado, lo hacía por miedo a las represalias de su padre…
En la serie queda más claro. El supone por un buen tiempo que el otro no sabe que él estaba involucrado, pero cuando empieza el pibe a sospechar el se da cuenta que lo van a matar…
slds
d
Como se llama la cancion cunado salen haciendo el amor en el autoo ?