Estrenos: «Ted 2», de Seth MacFarlane
Ni el propio Seth MacFarlane debe entender qué pasó, lo rápido que cambió todo en su carrera profesional. El hombre, que durante años lograba éxito tras éxito primero en televisión (con FAMILY GUY y AMERICAN DAD, principalmente) y luego con TED, una de las comedias más celebradas y taquilleras de la historia (recaudó 218 millones […]
Ni el propio Seth MacFarlane debe entender qué pasó, lo rápido que cambió todo en su carrera profesional. El hombre, que durante años lograba éxito tras éxito primero en televisión (con FAMILY GUY y AMERICAN DAD, principalmente) y luego con TED, una de las comedias más celebradas y taquilleras de la historia (recaudó 218 millones en EE.UU. y 550 en todo el mundo), empezó a perder puntos con la audiencia en su país tras una muy criticada conducción de la ceremonia del Oscar, en 2013. El año pasado estrenó la comedia del Oeste titulada, ejem, PUEBLO CHICO, PISTOLA GRANDE y fue un fracaso importante, recaudando sólo 40 millones de dólares. Y para 2015 no le quedó otra que regresar a su «osito de la suerte» y hacer una secuela de TED.
Pero la película tampoco funcionó allí y el problema no es necesariamente de números, sino que no es ni la mitad de graciosa ni tiene la chispa ni la sorpresa de la primera parte. Sin ser una gran película, la original TED tenía momentos muy efectivos y el personaje del oso de peluche descontrolado era una creación muy original y divertida. La secuela perdió el efecto sorpresa, el personaje se volvió un tanto reiterativo y los chistes perdieron buena parte de la gracia. De hecho, hasta a los propios actores se los ve como haciendo todo medio «de taquito».
TED 2 tiene, otra vez, algunos momentos hilarantes y algunas salidas verbales realmente muy graciosas, pero son pocas, muy pocas, y no sostienen a la película, que se hace larguísima con sus casi dos horas de duración. Esta vez Ted se casa y los problemas empiezan cuando quiere tener un bebé y la ley lo considera un objeto y no un ser humano por lo que no tiene derechos para hacerlo. De hecho, de un día para otro pierde todos los derechos que tenía, incluyendo su trabajo y su matrimonio.
Pero no lo pierde a John (un desganado Mark Wahlberg), que se ha divorciado y que hará lo posible para probar que Ted no es un objeto sino un humano. Para eso necesitan la ayuda de una joven abogada (encarnada por Amanda Seyfried), con la que se presentan a juicio para probar la «humanidad» del pequeño oso, y quien se convertirá en el nuevo interés romántico de John, por más que no sepa diferenciar a STAR WARS de STRAR TREK.
Los cameos o papeles breves de famosos (como Liam Neeson, el jugador de fútbol americano Tom Brady o el mismo Morgan Freeman) y los chistes con situaciones y personajes de la actualidad le dan al filme un carácter aún más televisivo que el del filme original. Muy pocos de esos chistes son efectivos y a la enésima referencia a objetos de la cultura pop de los ’80 la cuestión se vuelve más que reiterativa.
Hay una sola secuencia que me sorprendió por su creatividad y originalidad: es una muy breve en la que Ted y John, ocultos entre el público que va a ver un show de stand up, lo desafían al comediante a hacer bromas con temas tabú. Esa discusión –lo mismo que el tema central de la película ligado, en cierto punto, con los derechos humanos– hablan de una idea de MacFarlane de darle a TED un cierto tono crítico respecto a ciertos temas de la discusión pública y mediática, especialmente ironizando sobre los que se fastidian con su estilo bastante ácido y corrosivo de hacer humor.
Pero más allá de que el dedo está puesto sobre la llaga de esa discusión, la película en sí no es lo suficientemente efectiva como para ser defendida por eso. Comediantes como Louis CK también se meten en zonas «políticamente incorrectas» en su humor, recibiendo muchas críticas por hacer bromas con temas un poco densos, pero en su caso la efectividad e ingenio de esos ataques conscientes a lo que «se debe» y lo que «se puede» validan el apoyo crítico. Uno quiere apoyar el punto de vista de MacFarlane –el humor debería poder atacar cualquier tema y de cualquier forma–, pero no solo como concepto. Las bromas en sí deben ser buenas para celebrar los riesgos tomados. Y en TED 2 muy pocas veces lo son…
La cinta en sí no deja de ser provocación barata y al final inofensiva, aunque pretenda ser osada. Pertinente la mención de Louis CK, es todo lo que esta no puede originar.