TV: «True Detective» (Temporada 2)
Hay una regla de oro en el policial –especialmente en el policial negro californiano del que la segunda temporada de TRUE DETECTIVE bebe– y es que las relaciones entre los personajes tienen que ser lo suficientemente interesantes para convertir a la trama en sí en algo que valga la pena seguir. Esto, el lector podrá […]
Hay una regla de oro en el policial –especialmente en el policial negro californiano del que la segunda temporada de TRUE DETECTIVE bebe– y es que las relaciones entre los personajes tienen que ser lo suficientemente interesantes para convertir a la trama en sí en algo que valga la pena seguir. Esto, el lector podrá decir, es válido para cualquier cuento, novela, película, obra teatral, lo que sea, y tendrá toda la razón. Pero en el policial negro, creo yo, lo es todavía más, ya que lo que la tradición dispone es que esos personajes se van a encontrar con una serie tan enrevesada y compleja de acontecimientos que uno necesita tener un timón del que agarrarse para seguir con interés sus desventuras. Un objetivo, un desafío personal más allá del complejo MacGuffin de crímenes, pistas y potenciales sospechosos que nos pueda proponer el autor.
En la reciente VICIO PROPIO, adaptada de una novela de Thomas Pynchon, Paul Thomas Anderson tenía muy claro eso y no sólo construyó un mundo delirante y muy original a partir de su personaje sino que reforzó claramente cuál era su objetivo –y nuestro interés principal– dentro del cada vez más enrarecido mundo que el hombre atravesaba. Es ya un mito de la historia de Hollywood que el propio Raymond Chandler le confesó a Howard Hawks que no sabía quién había matado a un personaje en su novela THE BIG SLEEP cuando éste y sus guionistas lo consultaron sobre el tema. Pero la novela y la película (EL SUEÑO ETERNO y AL BORDE DEL ABISMO, respectivamente, en castellano) son excelentes. Ninguno se acuerda muy bien la trama, pero todos recordamos al Marlowe de Humphrey Bogart y a la intrigante Vivian de Lauren Bacall.
Yendo a TRUE DETECTIVE, dejemos en claro algo: la serie es complicadísima de seguir, ya que su creador Nick Pizzolatto puso una cantidad de subtramas y de personajes propios de una novela de 800 páginas. Y si bien ocho horas de temporada podrían ser suficientes para abarcarlas, queda clarísimo que es imposible entender bien lo que sucede, la cantidad de nombres que se tiran y de personajes (debe haber casi 100) que pasan fugazmente en un momento determinado y uno debería recordarlos cuatro episodios después. Pero eso no sería un problema –como lo dijimos– si nos importaran los personajes. Pero eso nunca sucede.
Sí, por momentos Colin Farrell logra sacar jugo a un personaje creado como una suma de clichés y Rachel McAdams hace lo propio con su mujer policía dura, independiente y también traumada. Pero el gangster encarnado por Vince Vaughn no es convincente y ni hablar del innecesario –en todo sentido– personaje de Taylor Kitsch. El cuarteto protagónico de TRUE DETECTIVE es su principal agujero creativo: las relaciones entre ellos nunca fluyen, las prehistorias de cada uno se vuelven reiterativas y/o obvias, y nunca hay un foco en la serie más allá de la banal idea de Pizzolatto de que todos tienen (tenemos) un pasado traumático que cargamos a lo largo de la vida y que en ciertas situaciones, etc, etc, etc.
Si a eso se le suma que los personajes se toman todo lo que sucede demasiado en serio cuando queda en claro que todo es bastante absurdo, que visualmente y narrativamente (el modo en el que está contada) la temporada es anodina y reiterativa, que la trama tiene que ser expuesta por algún personaje en un largo monólogo para que la entendamos y que la mitad del tiempo no sabemos de qué ni de quiénes está hablando, la temporada se va volviendo una tortura sin fin. Y ahí está la diferencia con la primera: su trama también era enrevesada (mucho menos que ésta), pero la estructura narrativa era más original e interesante, y tenía a dos personajes centrales poderosísimos, que hacían tolerable hasta los diálogos más «fumados» y banalmente profundos de sus personajes.
En la segunda temporada Pizzolatto quiere que nos preocupe el whodunit («¿quién mató a Caspere?», como primer problema a resolver) cuando es un personaje que no le importe a nadie y quiere que nos preocupemos por el pasado de los protagonistas cuando debería preocuparnos más su presente. Los villanos son una línea indistinguible de caras y apellidos, y ninguno tiene una personalidad mínimamente desarrollada como para que se nos plantee como un desafío que nuestros antihéroes deben superar. El enemigo, es cierto, es la corrupción escondida detrás de la burocracia de una pequeña ciudad industrial californiana, pero es difícil tener como rival a un concepto abstracto. Al menos en este tipo de narraciones relativamente clásicas…
Por momentos, TRUE DETECTIVE 2 bordea la autoparodia –la mujer de Frank, la melancólica cantante del bar, el hijo y el padre de Velcoro y así– que algunos hasta llegaron a creer si no lo era realmente y su creador se estaba riendo de nosotros con todo esto. Al ver a quién eligió como el asesino en cuestión (no lo spoilearé aquí, pero es… cualquiera) da la sensación de que tal vez sea cierto, tal vez Nic nos estuvo tomando el pelo desde el principio, vendiéndonos un noir californiano cuando en el fondo lo que quería era contar un historia del tipo «el asesino era el mayordomo»…
En realidad, no creo que sea así. Creo que en HBO se toparon, sorprendidos, con el éxito de la primera temporada y lo mandaron a Pizzolatto a escribir una segunda, rápido. Y el hombre, que habrá pensado y repensado la primera durante años, escribió lo que pretendía ser una densa novela policial sobre Los Angeles en unos meses y le dieron el visto bueno para llegar en fecha al estreno pautado. Sin revisiones, sin otros guionistas, sin un «no» o un «¿te parece?», Pizzolatto se perdió en su propio laberinto narrativo y la serie es la prueba. Me dirán que todas las series funcionan a ese ritmo de temporada anual, pero generalmente las series ya tienen sus personajes construídos y tienen que hacerlos avanzar desde donde los dejaron la temporada anterior. Acá había que crear todo. De cero. Y es claro que no pudo hacerlo. Y que nadie en HBO le dijo: «tomate un año más y vamos con la segunda temporada en el 2016″…
Espero que Pizzolatto no solo aprenda la lección –que empiece a colaborar con otros, que entienda que no es tan genial como parece creer que es– sino que tambien mueva un poco su aguja en torno a sus personajes, ya que están creados con un molde tan similar unos con otros (el trauma del pasado, la relación sentimental complicada o imposible, la violencia latente y el caso que pone todos esos elementos en juego) que pronto terminarán volviéndose previsibles desde el primer momento que los veamos en la pantalla. Y que los canales de televisión prestigiosos no entren en el mismo juego en el que entraron sus hermanos mayores, los estudios de cine, y abandonen el cuidado de lo que producen con tal de llenar los agujeros del calendario de estrenos y generar fenómenos de marketing. Sin algo de sustancia, esos fenómenos no suelen durar demasiado…
En vista del nulo poder de convocatoria de tu página, me tomo la libertad de participar una vez más.
Dejando a un lado la equívoca descripción que hiciste de la novela de Roth;la patética justificación de la complicidad con Postiglione («Es probable que sea un poco misógina, pero en ese momento no lo noté»)y tu falsa modestia, cónsona con tu impostura («Como te habrás dado leyendo estas páginas, soy un poco bruto»)son de valía tus señalamientos sobre la segunda temporada de True detective.
Demuestras poseer cierto grado de conocimiento sobre el género, bien contundente y sin nada que pedirle a tu epidérmico, superficial y diletante saber sobre cierta cinematografía(«Si de algo tengo conocimiento es de cine iraní»),que no pasa de las cuatro revisitadas «vacas sagradas».
La segunda temporada jamás alcanzó el tenor de la primera y ya perdida la originalidad de ésta, lo único que se notaron fueron esos diálogos forzados y la hipermasculinidad excesiva aun con McAdams. Pero eso parece ser el universo de Nick Pizzolato: las violadas, bailarinas nudistas,estrellas porno,la fetichizada hollywoodense «mujer fuerte»…y más obviedades vía Cohen y Cave.
P.D.:¿Ya averiguaste el significado de la frase «Tomar las de Villadiego»?
Vengo a discrepar en ciertas cuestiones respecto a tu critica.
En primer lugar todavía no entiendo el pedestal en que ponen constantemente (tanto críticos como espectadores) a la primera temporada de True Detective.
Es cierto las actuaciones de Woody y Mathew (no se como deletrear los nombres por eso los nombres de pila) y el clima oscuro del bayou de Louisana son impresionantes pero las flaquezas en cuanto a personajes y trama siempre estuvieron. Una buena direccion y actuaciones tapaban el hecho de que el crimen se resolvía estúpidamente (oh mira esa foto, fue algo asi, al dia de hoy me acuerdo) y frases sobre la vida y la muerte dignas de Coelho.
Por otro lado concuerdo que esta temporada tiene sus defectos pero que para mi solamente ahondan sobre errores previos. Las frases y cliches están intactos solo que ahora molestan porque hay actores que no estuvieron a la altura de las circunstancias.
Ni Vince Vaughn, ni la que hace de la mujer de este ni Taylor Kitsh por falta de habilidad o un mal , hicieron ciertos momentos entre raros y ridículos.
Pero Colin Farrel y Mc Adams la rompieron y de hecho la historia me resulto mas interesante y mejor resuelta que la anterior. La trama se entiende, yo la entendí. Digo asi como Inherent Vice o El Topo no se de que se queja la gente. Las historias aunque sean difíciles de digerir se entienden. Esa es una de las esencias del policial darle una vuelta mas a la trama, que la cabeza te quede hecha un torbellino de personajes y acciones.
Muy buen blog.
Pd. Siempre que peleas con estos foristas pienso en esa frase de un director que no recuerdo el nombre «los cinéfilos están mal de la cabeza»
«por falta de habilidad o un mal casting» quise poner.
Por otro lado la dirección tambien estuvo media floja…excepto algunos momentos puntuales.
Leo, yo no creo que la primera temporada haya sido genial, pero sí creo que funcionaba mucho mejor.
No te niego que esta tiene momentos muy buenos –en especial, como decís, por Farrell y McAdams–, pero la forma en la que la trama está puesta en la pantalla, para mí, es incomprensible y no logra que conectes nunca nombres, hechos y personas, ni que sientas que valga la pena el esfuerzo de hacerlo. La podés no entender del todo, llegado el caso, y tampoco sería un gran problema, pero el tema es que tampoco te interesa. Digo, quién mató a Caspere? Quién mató a Stan? Quiénes son los mexicanos y cómo se conecta un tema de tierras, de trenes, de casinos, de joyas, de drogas, un robo de 1992, fiestas sexuales, un centro espiritual, los traumas bélicos de uno, la violación de la esposa del otro, Irina Rulfo, Vera no se cuanto, Erica no se qué y la cantidad de policías y burócratas intercambiables eran imposibles de seguir sin una lista o un Wikipedia adjunto. Y no mencioné ni a la mitad de los personajes que había… A mí, y a mucha gente, se nos hizo imposible de seguir.
Admito, igual, que tiene buenos momentos, pero el tipo tendría que trabajar con más tiempo y con ayuda. Pizzolatto podrá ser un buen novelista, pero no puede escribir solo en unos meses una temporada entera de televisión de este grado de complejidad… Bah, es lo que yo pienso, je!
Saludos,
d
«…pero no estaría mal que escribieras también cuando coincidís en algo…»
Ya lo hice. Pero veo que ni aun así esto te mueve a responder.
¿La excusa?
La verdad, no te contesto porque no tengo ganas (esta es la última vez que lo hago, de hecho).
Porqué? Por que aún cuando «coincidís» te las arreglás para tirar pésima onda sobre «el nulo poder de convocatoria de la página» y cosas así, sobre las que nadie te pidió opinión y no vienen a cuento de nada.
De todos modos, te explico, aunque creo que ya lo hice: las estadísticas de visitas a la página las tengo yo y no vos. Y me dejan muy tranquilo. No son los comments, son las visitas, los hits, o como los llamen.
Si la gente no comenta es secundario y tiene que ver con que no busco obsesivamente el «click-baiting» (pedir opinión todo el tiempo o sortear cosas y el «opinen en los comments» lo dejo para cosas muy precisas), no me invento falsos comentaristas como lo hacen otros para crear falsas polémicas (es muy fácil hacerlo, me invento como vos 10 mails distintos y pongo a «comentaristas» peleándose entre sí y listo). O, tal vez, no sea un escritor lo sumamente polémico para generar mucho feedback de ese tipo (salvo con vos, que evidentemente es por otro motivo).
Y si llegara a haber pocas visitas, suponte, tampoco me trauma: no se me va la vida contando lectores ni vivo de este blog. Trabajé 20 años en un lugar que leían millones de personas y no te garantiza satisfacción personal alguna. Uso este blog para expresarme y para pasarla bien, para debatir sobre cine y no para pelearme.
No tengo ganas de hacerlo. Vos sí. Por eso no te contesto.
Saludos y adiós,
d
pd. Seguí escribiendo si tenés ganas, yo publicaré lo que no me parezca agresivo. Pero no te voy a contestar más. Lo siento. No me divierte, no me da placer. Y hago esto por esas dos cosas…
Bueno, ahora sí que te explayaste, incluso con los barbarismos. Fijate que no tenía intención de entrar en polémica con vos, te aseguro que no es mi intención como tampoco la de coleccionar avatares, pues no tengo mucho tiempo para eso. Igual dije una vez que me pareces demasiado sensible y poco dado a oír la más mínima crítica adversa. Igual dije que no tenés que tener la última palabra siempre. Si te molestaron las verdades cantadas ni siquiera te atreviste a rebatirlas y eso lo deploro. Estabas en tu deber de aclararlo en el ámbito de la cordialidad y ausencia de vulgaridades, que es como creo lo hemos venido llevando, verdad?
Por el bien del sano ejercicio democrático de la expresión cinéfila, seguiré escribiendo, pero evitando tocarte tus zonas sensibles.
Saludos,
Heraldo