Estrenos: «Marguerite», de Xavier Giannoli
A Marguerite (Catherine Frot) nadie parece atreverse a decirle la verdad. La aplauden, la festejan, pero se ríen por lo bajo, se burlan de ella. En el mejor de los casos, algunos le tienen lástima, piedad. Es que la mujer, una señora de título de nobleza y de la alta sociedad francesa de los años […]
A Marguerite (Catherine Frot) nadie parece atreverse a decirle la verdad. La aplauden, la festejan, pero se ríen por lo bajo, se burlan de ella. En el mejor de los casos, algunos le tienen lástima, piedad. Es que la mujer, una señora de título de nobleza y de la alta sociedad francesa de los años ’20, quiere ser cantante lírica y organiza reuniones en su casa para mostrar su talento. El problema es que no tiene ninguno. Cada vez que abre la boca para cantar uno siente que podrían romperse todos los vidrios del mundo juntos.
Pero la historia de Marguerite –libremente inspirada en el caso de Florence Foster Jenkins, una mujer de la sociedad norteamericana de similar situación, sobre la que Stephen Frears hará un filme con Meryl Streep el año próximo– no está utilizada por Xavier Giannoli para hacer una comedia burlona o una parodia del género. Si bien tiene algunos elementos cómicos inevitables, MARGUERITE es un drama sincero acerca de una mujer que desea honestamente cumplir su sueño, ser amada y admirada por su marido, y no es consciente que no tiene las condiciones para serlo. Para complicar las cosas, a un importante crítico parisino su voz le parece tan ridícula que la considera extrañamente sublime, haciendo que ella crea más y más en su nulo talento y organice un concierto en un gran teatro parisino.
Obsesionada con su canto, no advierte que su marido la utiliza por su fortuna, no tolera lo que hace (se inventa excusas para no estar nunca cuando canta) y además tiene una amante hace tiempo. Pero su fiel mayordomo/chofer se ocupa de que nada llegue a sus oídos y tiende alrededor suyo una suerte de pantalla, movido por el cariño que el personaje le despierta y, finalmente, logra despertar en los espectadores. Es que gracias a la actuación de Frot –y a la manera honesta en que Giannoli se acerca a su circunstancia– el espectador no solo se apiada del personaje sino que se pone de su lado. El realizador tampoco hace trampas de esas que contentarían a la audiencia –por más clases que tome, la mujer nunca cantará bien más que en su imaginación, delirio y/o devoción– y comparte sus simpáticos y por momentos dolorosos (para los oyentes) esfuerzos por aprender.
Si bien podría ser un tanto más corta (los 130 minutos que dura son más de los necesarios para redondear la historia), MARGUERITE prueba una vez más el talento humanista, de bajo perfil, de Giannoli (EL CANTANTE, LA MENTIRA), un realizador que no se destaca por películas de impacto espectacular o llamativa construcción/puesta en escena, pero que se encarga de crear personajes honestos, sinceros y humanos que son un tanto extravagantes o absurdos, pero jamás patéticos. Y ese es un mérito que parece menor, pero no lo es tanto. El cierre obvio sería decir que Giannoli casi nunca desafina al contar la historia de una mujer que desafina sin parar. Será obvio, sí, pero es la definición más adecuada para esta muy buena película.