Mar del Plata 2015: Competencia Internacional (10 críticas)

Mar del Plata 2015: Competencia Internacional (10 críticas)

por - Críticas
31 Oct, 2015 10:11 | comentarios

Una nueva edición del siempre cambiante, siempre renovado, siempre ecléctico e impredecible Festival de Mar del Plata comienza el 30 de octubre, varias semanas antes de lo habitual por la posibilidad del ballotage electoral que caería el 22 de noviembre. Cuando algunos lean esto, tomando en cuenta que las elecciones son el 25, sabrán si […]

30MDP_Isotipo_150dpi_fondo colorUna nueva edición del siempre cambiante, siempre renovado, siempre ecléctico e impredecible Festival de Mar del Plata comienza el 30 de octubre, varias semanas antes de lo habitual por la posibilidad del ballotage electoral que caería el 22 de noviembre. Cuando algunos lean esto, tomando en cuenta que las elecciones son el 25, sabrán si la movida de fechas tuvo sentido o fue innecesaria, pero de todos modos no se podía especular y por distintos motivos del calendario de festivales y mercados internacionales hubo que «bajar» tres semanas el evento.

Este año marca el retorno como director artístico de Fernando Martín Peña, sumado al ya legendario presidente José Martínez Suárez y su equipo de programadores que han venido haciendo grandes esfuerzos a lo largo de los últimos años para darle a Mar del Plata una categoría internacional con una programación que no tiene nada que envidiarle a otros festivales grandes, aunque con los habituales desajustes (o amplitud de criterios, como prefieran ponerlo) estilísticos como para que nunca se termine de saber muy bien del todo para donde va el asunto.

MDP_FilmFest_150dpi_nro_3Pero, a grandes rasgos, se puede decir que tanto las competencias, como las diversas secciones de Panorama y la gran mayoría de las secciones especiales, focos y retros se ven todas bastante recomendables. Como sucede la mayoría de los años, tras haber visto una buena cantidad de películas voy a adelantar en una serie de posts mis recomendaciones. Estos posts serán actualizados en tanto vea y/o se estrenen mundialmente las películas que faltan, especialmente las argentinas, con las que tomé una medida drástica: todas las críticas de las películas nacionales (nuevas o no, ya vistas o no) serán publicadas luego de su estreno, salvo en los casos que ya se publicó previamente una crítica aquí. En todos estos casos verán los títulos y un blanco a continuación que será llenado luego, en la medida de lo posible.

Sin más preámbulos entonces, la primera parte de las recomendaciones de la 30 edición del Festival de Mar del Plata: la Competencia Internacional.

 

COMPETENCIA INTERNACIONAL

EVA NO DUERME, de Pablo Agüero (Argentina)

eva no duermeArriesgada propuesta la de Agüero la de hacer un filme que, con pocos recursos y mucho ingenio, tratara de cubrir o reflejar parte de la complicada, novelística y extravagante historia del cadáver de Eva Perón a lo largo de las décadas posteriores a su muerte hasta su entierro en el Cementerio de la Recoleta. El intento está a la vista y es valioso que el realizador de SALAMANDRA evite la reconstrucción histórica tradicional apostando por una suerte de puesta casi de teatro de vanguardia para armar esta serie de situaciones que se desarrollan a lo largo del derrotero de ese cadáver. (Ver crítica completa aquí)

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LA LUZ INCIDENTE, de Ariel Rotter (Argentina)

laluzincidenteCon un estilizado blanco y negro que recuerda al de ciertas películas de Michelangelo Antonioni y un cuidado en el diseño de vestuario y arte que por momentos la convierte en una versión minimalista y arty de MAD MEN, la nueva película de Ariel Rotter, LA LUZ INCIDENTE, es un retrato doloroso, íntimo y muy personal acerca de una mujer que acaba de perder a su marido y que debe enfrentar la crianza de sus dos pequeñas hijas con la ayuda de su madre.

Erica Rivas encarna a la protagonista, Luisa, una mujer que pese a su dolor nunca descuida del todo su buen vestir pero que, más allá de eso, se nota que le cuesta muchísimo superar la muerte de su compañero y se pasa gran parte del tiempo sentada o recostada y llorando mientras se ocupa de las niñas. En el medio de su dolor –que el filme retrata a la perfección, aún corriendo el riesgo de volverse un tanto moroso– aparece un hombre que quiere conquistarla y que, pese a la frialdad e intentos de poner paños fríos a la relación de parte de Luisa, no ceja en sus intentos, más cerca de convertirse en un pesado que no acepta un no como respuesta que el amoroso compañero que pretende ser y que tal vez lo sea… (Ver crítica completa aquí)

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MECANICA POPULAR, de Alejandro Agresti (Argentina)

Una larga noche de verborragia, alcohol e intentos de seducción son el centro de esta nueva película de Alejandro Agresti, en la que el director de VALENTIN vuelve a cierto formato (o forma) que supo darle algunos buenos resultados mucho tiempo atrás. Aquí se trata de un veterano editor literario (Alejandro Awada), alcohólico y desencantado de casi todo, que una noche recibe la visita en su editorial de una mujer joven (Marina Glezer) que no logra conseguir que su manuscrito sea tomado en cuenta por él y exige ser atendida, leída y eventualmente publicada.

A lo largo de la noche en la que se pasarán hablando, discutiendo y más, Awada aprovechará para explayarse y dar a conocer tanto su pensamiento sobre el mundo (especialmente, el de la cultura) como una parte importante de su historia personal mientras la chica tratará de colar sus opiniones como puede, exigiendo ser al menos escuchada, tomada en cuenta. Pero raramente lo logrará. Lo único que le importa al personaje es escuchar su propia voz y, bueno, ya se imaginan que más… (Leer crítica completa, aquí)

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REMEMBER, de Atom Egoyan (Canadá)

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EL CLUB, de Pablo Larraín (Chile) 

B014_C010_0723EWSi bien nunca se lo llama así, “el club” parece ser un lugar secreto, uno que la sociedad civil parece desconocer y que se maneja con sus propias reglas. ¿Qué misterio ese lugar encierra? Uno podría decir, simplificando, que allí se ocultan, se tapan, se esconden los pecados de la Iglesia, o de los “curitas” que estuvieron involucrados en distintas y problemáticas cuestiones a lo largo de las últimas décadas. Una suerte de prisión domiciliaria bastante flexible en la que la institución “esconde” a los que cometieron delitos aunque, en realidad, más bien parece protegerlos de ser enjuiciados de una manera más propia de una sociedad democrática.

El “club” de EL CLUB es una casa en un pueblo costero llamado La Boca en el que viven cuatro curas y una monja. Los hombres tienen algunas rutinas y obligaciones que cumplir, pero casi sin supervisión real alguna todo parece haberse transformado en una especie de casa de vacaciones en la que estas personas dedican buena parte del tiempo a mirar la televisión, pasear por la playa y, especialmente, entrenar dogos para carreras que les dan mucho dinero. Ellos, claro, las miran desde lejos ya que no pueden salir en grupo a la ciudad, con excepción de la monja, que oficia como una suerte de cuidadora.

201505162_5Esa “apacible rutina” de estos hombres se va a romper con tres acontecimientos sucesivos. El primero es la llegada de un quinto cura que viene a sumarse al grupo. Pero seguido a él aparece un hombre pasado de alcohol, que se hace llamar Sandokan, y que viene persiguiendo a este cura y acusándolo que abusar de él de niño. Esa suerte de “escrache” que le hace concluye, rápidamente, con el suicidio del nuevo cura, lo cual implica una investigación del hecho. Pero no la hace la Policía, que se va de ahí con una explicación mentirosa y no aparece más, sino un propio enviado de la Iglesia que, en apariencia al menos, parece intentar hacer una “limpieza” más profunda. Del lugar, en principio. Y de la imagen de la institución, idealmente…

Nada es exactamente lo que parece ser en EL CLUB y en eso reside, en gran parte, su atractivo y su fuerza. Pero no es un sentido “fantástico”, sino que los personajes son más ambiguos, complejos y enrarecidos de lo normal, o al menos de lo que uno suele ver como “normal” en las películas de denuncia. Como lo ha hecho en casi todos sus filmes, Pablo Larraín apuesta a confundir expectativas todo el tiempo. Lo hace desde el look mismo del filme –una suerte de digital pasado por unos viejos lentes anamórficos rusos que le dan a la película una permanente imagen brumosa, entre el smog y el simbolismo– y desde la personalidad y psicología de los personajes… (Ver la crítica completa desde la Berlinale, aquí)

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EL ABRAZO DE LA SERPIENTE, de Ciro Guerra (Colombia)

serpiente_07Una inmersión con espíritu «herzoguiano» en las profundidades del Amazonas y de los pueblos originarios de esa zona de Colombia, Guerra cuenta las experiencias en paralelo de dos investigadores extranjeros y blancos que se llegaron a ese lugar a descubrir sus misterios y apuntarlos. Por un lado, a principios del siglo XX, vemos al etnólogo alemán Theodor Koch-Grunberg (1872- 1924) que sufre una enfermedad que solo podría curarse con una planta sagrada. A la vez vemos a otro visitante, el biólogo estadounidense Richard Evans Schultes (1915-2001), que intenta seguir, muchos años después, el mismo recorrido que el anterior dejó marcado en sus diarios de viaje.

Ambos tienen un punto (una persona) en común y es el guía, a quien el espectador no tardará en descubrir que es el mismo, un chamán que repite el viaje con igual objetivo pero encontrando una realidad cada vez más preocupante de invasión territorial y matanzas. En las conversaciones, encuentros y experiencias entre ambos exploradores y Karamakate, último sobreviviente de su tribu, la película va metiéndose en territorios, literalmente, cada vez más pantanosos y peligrosos, para llegar casi a una zona psicodélica.

Si bien el montaje paralelo puede tornar al filme un tanto confuso –y su iconografía de paisajes y vestuarios está siempre al borde del exotismo, un tanto controlado por el uso del blanco y negro que lo aplaca–, EL ABRAZO… logra por momentos convertirse en un viaje inmersivo e intensivo por el corazón de las tinieblas contado por los que sufrieron las consecuencias.

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KOZA, de Ivan Ostrochovský (Eslovaquia/República Checa) 

koza5El boxeador eslovaco Peter «Koza» Baláž llegó a competir en los Juegos Olímpicos a mediados de los ’90 y hoy es una sombra de lo que fue. Usando su historia real para narrar lo que, suponemos, es una ficción, «Koza» se encarna a sí mismo en una etapa posterior de su carrera en la que se fuerza a volver al ring para pagarle un aborto a su mujer, que ha quedado embarazada y no tienen económicamente como sostener a una nueva criatura. Pero ya no es el mismo, ni física ni mentalmente.

Koza se encuentra con un promotor y sale de gira a pelear en pueblos chicos con el sueño de conseguir ese dinero. Koza entrena y se esfuerza pero en cada pelea termina destrozado en pocos segundos y su manager le dice que de esa manera nunca les pagarán. El filme será la crónica de los, en su mayoría inútiles esfuerzos del torpe, silencioso y esforzado Koza por recuperar parte de su gloria y al menos conseguir un dinero gracias a eso. Pero no será fácil.

Una road-movie seca, sin sentimentalismos, que recuerda un tanto a cierto cine americano de boxeadores de los ’70 (como FAT CITY) como a nuestra SOÑAR, SOÑAR (en otro estilo, pero con una relación entre protagonistas de similar lógica y un boxeador real como protagonista) la película es una fascinante exploración en esos submundos de personas que en algún momento se acercaron a la gloria y hoy tratan, sacrificadamente, de recobrar al menos una parte de esa grandeza, una parte que les permita seguir sobreviviendo con lo que les queda de dignidad.

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EL APOSTATA, de Federico Veiroj (Uruguay/España)

apostata1En medio de un vendaval de premiados títulos latinoamericanos que parecen manejar variables del mismo miserabilismo for export, la película de Federico Veiroj es un regalo a los sentidos, un descanso de tantas torturas, sacrificios y maltratos a los personajes y a los estómagos de los espectadores. Sí, es cierto, EL APOSTATA es más una película española que uruguaya, pero la sensibilidad creativa de Veiroj sigue ahí, como en sus películas previas: ácida, extrañada, desafiante, original, fascinante. En otras manos, esta película sobre un joven español que decide “apostatar” (ser excluido de todos los registros de la Iglesia Católica) podría haber sido tanto un drama oscuro como una película de denuncia convencional. En manos de Veiroj es un producto inclasificable: un poco Luis Buñuel, un poco Nanni Moretti y mucho de un coctel creativo y cinéfilo que a esta altura ya es una marca registrada del realizador de LA VIDA UTIL.

Más allá de la excusa argumental que lleva al protagonista, Gonzalo Tamayo (encarnado por el actor no profesional Alvaro Ogalla) a recorrer distintos “pasillos del poder” de la iglesia tratando de conseguir, legalmente, que le saquen el carnet de un club al que no quiere pertenecer, EL APOSTATA es el retrato de un joven confundido, un poco letárgico, que no sabe muy bien qué hacer con su vida y que sigue enamorado, como en su infancia, de su bella prima. La familia, tradicional, está espantada con él: con su poca dedicación al estudio, al trabajo y, en especial, con la verguenza que implicaría tener un apóstata en la familia. Y él, un poco para tener un objetivo en su desordenada vida, se obsesiona con la tarea legal que, cada vez, se va volviendo más bizarra, con sueños y pesadillas religiosas que lo van invadiendo.

apostata3No se trata, tampoco, de un modelo a seguir. Indolente y desafectado la mayor parte del tiempo, Gonzalo da clases a el hijo de una bonita vecina (la argentina/española Barbara Lennie, protagonista de otra original película española como MAGICAL GIRL), con la que parece tener cierta onda. Pero él, en realidad, está más obsesionado con de algún modo estar en pareja con su prima (Marta Larralde), el tipo de deseo carnal que lo hizo entender ya de pequeño que la Iglesia católica no era su lugar de pertenencia. (Ver la crítica completa desde San Sebastián, aquí)

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O FUTEBOL, de Sergio Oksman y Carlos Mugiro.

onfutebol“Acá es el Mundial”, le dice a Sergio su padre, Simâo, tras doblar una esquina paulista y toparse con una calle plagada de banderines y, de fondo, el estadio iluminado en el que se está jugando un partido. Pero ni ellos saben como va porque no tienen radio. Solo querían “pasar por el Mundial”. Es que Sergio –el codirector– viajó a su país desde España, donde está radicado, a pasar el mes que dura el evento junto a su padre anciano, al que casi no ha visto en 20 años. Simâo es futbolero, sabe todo lo que hay que saber sobre el Palmeiras y recuerda formaciones y partidos de la década del ’50, pero el Mundial lo motiva poco y nada. Sergio le propone ir a ver un partido a la cancha pero él se niega ya que tiene  que trabajar: “El Mundial no me paga las cuentas”, le dice.

A lo largo del mes que cubre la película, cada día que pasa Oksman nos lo presenta con el título de alguno de los partidos que se jugaban ese día, pero nadie parece darles demasiada trascendencia. Simâo ve los partidos de Brasil en algún bar o en otro, pero por lo demás no parece demasiado interesado. A Sergio tampoco: le preocupa más recuperar esa relación con su padre, distante y fría tras muchos años y problemas que no se mencionan del todo pero se dejan entrever. Simâo se divorció de la madre de Sergio y dejó de verlo, y ahora a su hijo le está pasando algo parecido.

o-futebol-locarnoMientras vemos San Pablo desde el auto de Simâo o asistimos a algunas charlas suyas con su hijo, conocidos o con su empleado, O FUTEBOL va haciendo una pintura de esa fractura familiar en paralelo a una muestra de una ciudad que casi no parece afectada por el campeonato. Habrá una mínima mención al 1-7 contra Alemania y a la final con Argentina (sí, la gente festejó el gol alemán), pero para entonces lo importante en la película es otra cosa.

Tampoco se trata de un filme, digamos, “anti-fútbol” en general, en el sentido de funcionar como una crítica a la distracción que eso genera respecto a temas importantes –en un punto, el lazo en común y las memorias de padre e hijo están ligadas a ir a la cancha en los años ’70–, pero sí puede verse como una película molesta, en un punto, con un Mundial hecho de espaldas a un país que está más preocupado en otras cosas.

Finalmente, dentro de lo que tiene para contar la película el fútbol es un tema secundario. Con un cuidado formal notable, y apelando a algún momento ficcionalizado dentro del tono documental que tiene el filme del director de A STORY FOR THE MODLINS (premiada en BAFICI), se trata de una película sobre un padre, su hijo y la enorme cantidad de cosas nunca dichas que existen en ese tipo de relaciones.

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LA ISLA DEL VIENTO, de Manuel Menchón Romero (España/Argentina) 

Unamuno-en-la-frontera-de-Hendaya-2Cada año Mar del Plata nos sorprende con una película que parece programada en otro festival. Bah, en el mismo pero circa 1997. Esta es una coproducción que atrasa por donde se la mire: estilísticamente, narrativamente, actoralmente. Es, sencillamente, una película que ya sería vieja de haberse hecho en la época que narra. Pero no es simplemente una cuestión de preferencia estilística: la película es un ladrillo imposible, una película desprovista de la más mínima fuerza vital, una «coproducción» que le hace honor a la peor reputación de esa palabra.

Y lo más raro que esta película tan rancia sea una opera prima, la del español Manuel Menchón Romero, que se centra en los años que pasó desterrado el escritor, profesor y filósofo bilbaíno Miguel de Unamuno en la Isla de Fuerteventura, a causa de la dictadura de Primo de Rivera. En el forzoso exilio Unamuno se involucra, pero no tanto, en los problemas de la gente del lugar (con el agua), en el interés romántico que le ofrece una admiradora argentina más joven que él (Ana Celentano) y así el tiempo parece pasar para los personajes de la ficción con menos interés aun que para los espectadores, hasta un final forzoso, forzado y político que salta hasta el final de la vida del escritor de la nada…

Un cocoliche de acentos imposible, una película a la que la palabra «mamotreto» no le queda grande, es de esas elecciones que siempre nos hacen pensar que hay algo muy difícil de corregir en este festival, pese a las evidentes mejoras en todos sus rubros. Uno entiende que un festival como éste, por su público, puede necesitar películas más tradicionales y académicas. Y eso no está mal. Pero hay muy buenas películas de ese tipo y ésta no es una de ellas. ¿Por qué está aquí? ¿Y en competencia internacional? Imposible saberlo desde acá. Quienes hacen el festival, imagino, lo sabrán mejor que uno.

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TANGERINE, de Sean Baker (Estados Unidos)

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LA LEY DE MERCADO, de Stéphane Brizé (Francia)

the-measure-of-a-man-cannes-film-festival-2Uno tiene la sensación de haber visto antes THE MEASURE OF A MAN, la nueva película del director francés Stéphane Brizé, ya que su historia combina elementos del cine realista y social de los hermanos Dardenne y de películas como RECURSOS HUMANOS, de Laurent Cantet (de hecho, su título en francés, traducible como “La Ley del Mercado”, es un juego de palabras similiar al de esa película y la siguiente de Cantet, EL EMPLEO DEL TIEMPO). Eso, es cierto, le hace perder algo de su impacto, pero de todos modos no le quita su nobleza y su capacidad de emocionar con su retrato de la vida de un hombre que ha perdido su trabajo e intenta reinsertarse en el mercado laboral con muchas dificultades.

Vincent Lindon (un rostro tal vez demasiado conocido para el tono medio documentaloso de la película) encarna a este hombre casado que se quedó sin su trabajo y pasa buena parte del tiempo siendo humillado mientras trata de conseguir uno nuevo o tiene que “achicarse” vendiendo su casa o lidiando con su ejecutiva de cuentas en el banco. Promediando el filme, encuentra el trabajo en cuestión –guardia de seguridad en un enorme supermercado–, pero eso le traerá otra zona de conflictos, una que lo pone a observar tanto la crisis como la violencia de la citada “ley del mercado” desde otro lugar, pero aún con más complejidad.

measureEs un filme acerca de la capacidad de los seres humanos de tolerar humillaciones en la vida cotidiana para sobrevivir. Thierry hace todo lo que le piden y acepta más cosas de las que debería para sostener económicamente a su esposa y a su hijo con problemas motrices, desde el maltrato de compañeros, jefes, asistentes laborales y de empleados del banco. Y al tener trabajo, casi imperceptiblemente, se pasa al otro lado de “la fuerza”, ya que debe imponer y forzar ese sistema en los otros, con los que no puede evitar sentirse identificado. (Ver crítica completa del Festival de Cannes, aquí)