Cine: el negocio de la nostalgia

Cine: el negocio de la nostalgia

por - Críticas
30 Dic, 2015 10:04 | comentarios

Hace aproximadamente cuarenta años, como ya es un lugar común del análisis histórico del cine norteamericano, dos películas fueron claves en un cambio estilístico y, especialmente, económico en Hollywood. Me refiero a TIBURON (1975) y STAR WARS (1977). Para muchos, esas películas representaron el final –o marcaron la decadencia– del cine más independiente y de […]

spielberg-lucas-youngHace aproximadamente cuarenta años, como ya es un lugar común del análisis histórico del cine norteamericano, dos películas fueron claves en un cambio estilístico y, especialmente, económico en Hollywood. Me refiero a TIBURON (1975) y STAR WARS (1977). Para muchos, esas películas representaron el final –o marcaron la decadencia– del cine más independiente y de autor, más adulto, que venía desarrollándose en los Estados Unidos desde fines de los años ’60 para dar inicio a la era del «blockbuster», el tanque de taquilla de estreno masivo y para todo público que se fue perfeccionando desde entonces hasta convertirse hoy en una industria afiatada de productos en serie.

La historia real es más compleja que eso (de hecho, TIBURON es muy diferente a STAR WARS), pero en sus lineamientos más generales se la puede tomar como el inicio de un cambio de etapa: el fin de la primacia del autor y el inicio del control de los ejecutivos de marketing. Y no me refiero a los viejos jefes de estudio del Holllywood clásico sino al oficinista con planillas que piensa únicamente en maximizar ganancias y minimizar pérdidas como si toda relación entre cine y arte fuera una curiosidad o un recuerdo de viejas épocas. A lo largo de los ’80 y más aún durante las décadas siguientes las fórmulas se fueron solidificando hasta llegar al sistema de «multiuniversos» cinematográficos en el que vivimos hoy.

12JURASSIC-master675-v2Pero si 2015 deja una pequeña lección en lo que respecta al negocio del cine, y a la manera en la que los espectadores se relacionan con él, es que el sistema de formateo puede ser nuevo pero sus pilares fundamentales son de épocas previas. Las dos películas más taquilleras de este año en el mundo serán STAR WARS: EL DESPERTAR DE LA FUERZA y JURASSIC WORLD, y si bien ninguna tiene hoy como director al realizador de la original, no es difícil darse cuenta que estamos ante las mismas caras que cambiaron el cine de Hollywood en los ’70: Steven Spielberg y George Lucas. Es cierto, la «saga» de Spielberg que renació en 2015 no es TIBURON ni la de INDIANA JONES de los ’80, sino una originada en 1993, pero la idea es la misma: cambió el sistema, cambiaron los nombres, pero los parámetros siguen siendo Spielberg y Lucas.

Hoy, claro, Lucas no dirige y dice que hará películas experimentales. Spielberg, por su parte, casi ha abandonado el «entretenimiento familiar» para dedicarse a películas más serias como LINCOLN o PUENTE DE ESPIAS, pero los «fanboys» de los universos que ambos crearon son los que hoy los han heredado. J.J. Abrams (STAR WARS) y Colin Trevorrow (JURASSIC WORLD) son dilectos alumnos de ambos maestros al punto que sus películas pueden considerarse más remakes y actualizaciones de las originales que secuelas propiamente dichas. Su parámetro es el del refresh: son alumnos aplicadísimos de las escuelas de sus maestros (ambos estudiaron en las dos, como lo prueban SUPER 8, la spielberguiana película de Abrams y el hecho de que Trevorrow dirigirá STAR WARS IX) y saben cómo hacer para que el espectador sienta que está en buenas manos en sus películas. Reorganizan, actualizan, modernizan levemente y circulan por escenarios parecidos sin cambiar demasiado las cosas. Y mal no les ha ido.

starwars2¿Por qué una industria que ha cambiado tanto en los últimos 40 años todavía precisa volver a los creadores de los años ’70 y aún de antes? Son Spielberg y Lucas, sí, pero también son los personajes de Marvel creados en su mayoría en los ’60 (este año la segunda de AVENGERS, que empezó como cómic en 1963), o CREED, también una suerte de remake y secuela a la vez (remakecuela) de ROCKY, de 1976. Si uno mira las once películas más vistas del año en Estados Unidos uno se encuentra –además de STAR WARS, JURASSIC WORLD y AVENGERS 2— también con una nueva MISION: IMPOSIBLE (TV de 1966 a 1973, cine desde 1996), una nueva aventura de James Bond (la primera fue de 1962) y ni hablar de los tiempos que hace desde que existe CENICIENTA… Si encima se toman en cuenta otras secuelas (RAPIDOS Y FURIOSOS 7, LOS JUEGOS DEL HAMBRE 4) apenas INTENSA-MENTE y MISION: RESCATE son películas que califican como originales.

El hecho que la taquilla esté dominada por productos basados en materiales de los ’60 y ’70 –y la manera que esos productos mejor funcionan cuando más fieles y parecidos son a los originales– hace pensar que, finalmente, el Marketing de la Nostalgia ha triunfado después de una serie de pasos tentativos en los que se intentaba recrear productos clásicos dándoles un spin moderno diferente al que tenían. JURASSIC WORLD y STAR WARS VII prueban que no es necesario cambiar demasiado las cosas: un buen retoque y un «lavado de cara» rinden mejor que un trabajo de reconstrucción completa. Cuando está bien hecho –como en estos casos– la gente no nota que, esencialmente, está consumiendo el mismo producto.

creedrockyEl Marketing de la Nostalgia empata generaciones, hace que los adultos de hoy que consumimos esos productos entonces nos sintamos «en casa» y no traicionados por algún jovenzuelo que se creyó que era capaz de superar a los maestros. Para los más jóvenes, es una forma de reconectar con una tradición sin sentir que están viendo una película vieja de la época de sus padres. Eso fue lo que sucedió con las precuelas de STAR WARS o la última secuela de INDIANA JONES: en manos de la «vieja guardia» no eran ni una cosa ni la otra. No eran respetuosas ni fieles a las originales ni tampoco lo  suficientemente actuales y originales como para hacer olvidar a las películas míticas. Lanzadas con un fuerte aparato publicitario igualmente funcionaron en taquilla, pero hoy casi todos las recuerdan como un error, como productos de transición generacional. Hoy los fanboys de Lucas y Spielberg hacen mejores películas de Lucas y Spielberg que ellos mismos. No tienen miedo a repetirse, no están cansados de los personajes, no intentan innovar demasiado y son más fieles al legado de lo que podrían ser ellos mismos.

En un sentido, lo que pasó con estas películas y con el paso de mando generacional, es similar a lo que sucede con algunas grandes bandas de rock. Grupos como U2 o los Rolling Stones, por citar solo algunos ejemplos, funcionan mejor cuando hacen grandes éxitos ya que muy poca gente quiere escuchar sus temas nuevos, salvo que sean muy parecidos a los clásicos (cada vez que U2 quiso «innovar» le fue pésimo comercialmente). Pensándolo de ese modo, uno podría pensar que Abrams y Trevorrow son «bandas tributo» de Lucas y Spielberg, capaces de hacer sus clásicas «canciones» sin pifiar un acorde mientras que los veteranos ya están hartos de tocarlas o les buscan la vuelta para no aburrirse de hacerlas. No por nada cada vez más las giras de músicos veteranos se basan en repetir un disco específico de principio a fin: es el mismo Marketing de la Nostalgia que funciona en el cine. Uno quiere a Prince haciendo sus éxitos y no sus temas nuevos. Y uno quiere a Harrison Ford haciendo a Han Solo y a Indiana Jones, no EL JUEGO DE ENDER. Y, claro, a Stallone haciendo ROCKY. Y así…

Steven-Spielberg-George-LucasLo curioso de este fenómeno, al menos en su versión 2015, es que la mayoría de estas películas son buenas: efectivas, entretenidas, intensas con un toque old fashioned pero con una estética y una organización narrativa bastante actual. En cierto punto, en un Hollywood que parecía encaminado a películas cada vez más grandes y explosivas, STAR WARS y JURASSIC WORLD (CREED también, a su modo, las demás no tanto) son películas que devuelven cierta escala humana al blockbuster, o al menos lo sacan de la carrera hacia la nada en la que parecían estar los grandes tanques de taquilla y a la que, a juzgar por algunos trailers de 2016, seguramente volverán. La síntesis que proponen estos filmes –estética y narrativa, en lo que cuentan, y de hermandad generacional, en lo que producen en los espectadores– es una de las novedades de este año hollywoodense. Eso es, finalmente, a lo que apunta la idea de la remakecuela: no es posmoderna ni del todo retro, es una mezcla finamente calculada de las dos cosas, como ese plato de comida que tiene nuevos ingredientes pero se parece mucho al que comíamos de chicos