Cine: el negocio de la nostalgia
Hace aproximadamente cuarenta años, como ya es un lugar común del análisis histórico del cine norteamericano, dos películas fueron claves en un cambio estilístico y, especialmente, económico en Hollywood. Me refiero a TIBURON (1975) y STAR WARS (1977). Para muchos, esas películas representaron el final –o marcaron la decadencia– del cine más independiente y de […]
Hace aproximadamente cuarenta años, como ya es un lugar común del análisis histórico del cine norteamericano, dos películas fueron claves en un cambio estilístico y, especialmente, económico en Hollywood. Me refiero a TIBURON (1975) y STAR WARS (1977). Para muchos, esas películas representaron el final –o marcaron la decadencia– del cine más independiente y de autor, más adulto, que venía desarrollándose en los Estados Unidos desde fines de los años ’60 para dar inicio a la era del «blockbuster», el tanque de taquilla de estreno masivo y para todo público que se fue perfeccionando desde entonces hasta convertirse hoy en una industria afiatada de productos en serie.
La historia real es más compleja que eso (de hecho, TIBURON es muy diferente a STAR WARS), pero en sus lineamientos más generales se la puede tomar como el inicio de un cambio de etapa: el fin de la primacia del autor y el inicio del control de los ejecutivos de marketing. Y no me refiero a los viejos jefes de estudio del Holllywood clásico sino al oficinista con planillas que piensa únicamente en maximizar ganancias y minimizar pérdidas como si toda relación entre cine y arte fuera una curiosidad o un recuerdo de viejas épocas. A lo largo de los ’80 y más aún durante las décadas siguientes las fórmulas se fueron solidificando hasta llegar al sistema de «multiuniversos» cinematográficos en el que vivimos hoy.
Pero si 2015 deja una pequeña lección en lo que respecta al negocio del cine, y a la manera en la que los espectadores se relacionan con él, es que el sistema de formateo puede ser nuevo pero sus pilares fundamentales son de épocas previas. Las dos películas más taquilleras de este año en el mundo serán STAR WARS: EL DESPERTAR DE LA FUERZA y JURASSIC WORLD, y si bien ninguna tiene hoy como director al realizador de la original, no es difícil darse cuenta que estamos ante las mismas caras que cambiaron el cine de Hollywood en los ’70: Steven Spielberg y George Lucas. Es cierto, la «saga» de Spielberg que renació en 2015 no es TIBURON ni la de INDIANA JONES de los ’80, sino una originada en 1993, pero la idea es la misma: cambió el sistema, cambiaron los nombres, pero los parámetros siguen siendo Spielberg y Lucas.
Hoy, claro, Lucas no dirige y dice que hará películas experimentales. Spielberg, por su parte, casi ha abandonado el «entretenimiento familiar» para dedicarse a películas más serias como LINCOLN o PUENTE DE ESPIAS, pero los «fanboys» de los universos que ambos crearon son los que hoy los han heredado. J.J. Abrams (STAR WARS) y Colin Trevorrow (JURASSIC WORLD) son dilectos alumnos de ambos maestros al punto que sus películas pueden considerarse más remakes y actualizaciones de las originales que secuelas propiamente dichas. Su parámetro es el del refresh: son alumnos aplicadísimos de las escuelas de sus maestros (ambos estudiaron en las dos, como lo prueban SUPER 8, la spielberguiana película de Abrams y el hecho de que Trevorrow dirigirá STAR WARS IX) y saben cómo hacer para que el espectador sienta que está en buenas manos en sus películas. Reorganizan, actualizan, modernizan levemente y circulan por escenarios parecidos sin cambiar demasiado las cosas. Y mal no les ha ido.
¿Por qué una industria que ha cambiado tanto en los últimos 40 años todavía precisa volver a los creadores de los años ’70 y aún de antes? Son Spielberg y Lucas, sí, pero también son los personajes de Marvel creados en su mayoría en los ’60 (este año la segunda de AVENGERS, que empezó como cómic en 1963), o CREED, también una suerte de remake y secuela a la vez (remakecuela) de ROCKY, de 1976. Si uno mira las once películas más vistas del año en Estados Unidos uno se encuentra –además de STAR WARS, JURASSIC WORLD y AVENGERS 2— también con una nueva MISION: IMPOSIBLE (TV de 1966 a 1973, cine desde 1996), una nueva aventura de James Bond (la primera fue de 1962) y ni hablar de los tiempos que hace desde que existe CENICIENTA… Si encima se toman en cuenta otras secuelas (RAPIDOS Y FURIOSOS 7, LOS JUEGOS DEL HAMBRE 4) apenas INTENSA-MENTE y MISION: RESCATE son películas que califican como originales.
El hecho que la taquilla esté dominada por productos basados en materiales de los ’60 y ’70 –y la manera que esos productos mejor funcionan cuando más fieles y parecidos son a los originales– hace pensar que, finalmente, el Marketing de la Nostalgia ha triunfado después de una serie de pasos tentativos en los que se intentaba recrear productos clásicos dándoles un spin moderno diferente al que tenían. JURASSIC WORLD y STAR WARS VII prueban que no es necesario cambiar demasiado las cosas: un buen retoque y un «lavado de cara» rinden mejor que un trabajo de reconstrucción completa. Cuando está bien hecho –como en estos casos– la gente no nota que, esencialmente, está consumiendo el mismo producto.
El Marketing de la Nostalgia empata generaciones, hace que los adultos de hoy que consumimos esos productos entonces nos sintamos «en casa» y no traicionados por algún jovenzuelo que se creyó que era capaz de superar a los maestros. Para los más jóvenes, es una forma de reconectar con una tradición sin sentir que están viendo una película vieja de la época de sus padres. Eso fue lo que sucedió con las precuelas de STAR WARS o la última secuela de INDIANA JONES: en manos de la «vieja guardia» no eran ni una cosa ni la otra. No eran respetuosas ni fieles a las originales ni tampoco lo suficientemente actuales y originales como para hacer olvidar a las películas míticas. Lanzadas con un fuerte aparato publicitario igualmente funcionaron en taquilla, pero hoy casi todos las recuerdan como un error, como productos de transición generacional. Hoy los fanboys de Lucas y Spielberg hacen mejores películas de Lucas y Spielberg que ellos mismos. No tienen miedo a repetirse, no están cansados de los personajes, no intentan innovar demasiado y son más fieles al legado de lo que podrían ser ellos mismos.
En un sentido, lo que pasó con estas películas y con el paso de mando generacional, es similar a lo que sucede con algunas grandes bandas de rock. Grupos como U2 o los Rolling Stones, por citar solo algunos ejemplos, funcionan mejor cuando hacen grandes éxitos ya que muy poca gente quiere escuchar sus temas nuevos, salvo que sean muy parecidos a los clásicos (cada vez que U2 quiso «innovar» le fue pésimo comercialmente). Pensándolo de ese modo, uno podría pensar que Abrams y Trevorrow son «bandas tributo» de Lucas y Spielberg, capaces de hacer sus clásicas «canciones» sin pifiar un acorde mientras que los veteranos ya están hartos de tocarlas o les buscan la vuelta para no aburrirse de hacerlas. No por nada cada vez más las giras de músicos veteranos se basan en repetir un disco específico de principio a fin: es el mismo Marketing de la Nostalgia que funciona en el cine. Uno quiere a Prince haciendo sus éxitos y no sus temas nuevos. Y uno quiere a Harrison Ford haciendo a Han Solo y a Indiana Jones, no EL JUEGO DE ENDER. Y, claro, a Stallone haciendo ROCKY. Y así…
Lo curioso de este fenómeno, al menos en su versión 2015, es que la mayoría de estas películas son buenas: efectivas, entretenidas, intensas con un toque old fashioned pero con una estética y una organización narrativa bastante actual. En cierto punto, en un Hollywood que parecía encaminado a películas cada vez más grandes y explosivas, STAR WARS y JURASSIC WORLD (CREED también, a su modo, las demás no tanto) son películas que devuelven cierta escala humana al blockbuster, o al menos lo sacan de la carrera hacia la nada en la que parecían estar los grandes tanques de taquilla y a la que, a juzgar por algunos trailers de 2016, seguramente volverán. La síntesis que proponen estos filmes –estética y narrativa, en lo que cuentan, y de hermandad generacional, en lo que producen en los espectadores– es una de las novedades de este año hollywoodense. Eso es, finalmente, a lo que apunta la idea de la remakecuela: no es posmoderna ni del todo retro, es una mezcla finamente calculada de las dos cosas, como ese plato de comida que tiene nuevos ingredientes pero se parece mucho al que comíamos de chicos
Yo creo que se debe mucho a la falta de ideas. No creo que vuelva el cine comercial de calidad, es el fin de una era. Aguanten las series!!!!
Muy interesante analisis Diego. Me permito aportar que Spielberg, mas allá de peliculas mas adultas o serias en su últimos años, vuelve en 2016 al entretenimeinto familiar mas tradicional con The BFG y esta desesperado por hacer otra Indiana Jones.
Y si The Martian fue una de las originales del año, junto con la maravilla de Intensamente, detrás de las cámaras estaba uno de los próceres de la SF como Ridley Scott, que creo merece estar junto a Lucas y Spielberg en esa vieja guardia que nombrás. Feliz año amigo Diego, a brindar con un buen champan o sidra sanrafaelino…!!!!
La historia de Ridley es otra: es inglés, viene de la publicidad, empezó después en cine. Pero Lucas y Spielberg son las referencias a las que volvemos siempre –para bien o para mal– cuando se habla del cine taquillero contemporáneo. Es cierto que Spielberg no lo abandonó del todo, pero estoy convencido que una película «popular» suya actual no tendría nada que ver con una de Zack Snyder, digamos…
Abrazo y feliz año,
d
Te faltó la mejor secuela/remake de los setenta (aunque no tan grosa en recaudación): Mad Max, aunque esta es una pseudo-remake de la 2 que era de los ochenta y la hizo el mismo chabón.
Jurassic World cumple todos los requisitos para ser una porquería, la otra vez le comentaba la trama a un amigo y todo me parecía estupido (militares que quieren usar dinosaurios como armas, modelos nuevos de dinosaurios,…), no tenía ni cinco de ganas de verla, pero la ví en video y me encantó, es indefendible pero está muy bien hecha y te muestra algo que te quedabas con las ganas de ver en la original que es el parque funcionando.
Y con Star Wars me pasa lo mismo que con Super-8, el tipo imita lo superficial de Spielberg y Lucas, muchos elementos interesantes los ignora y no aporta nada nuevo. Es apenas un homenaje, con un director competente que sabe armar escenas, a diferencia de Lucas (incluso en la original) pero no intenta hacer algo que genere las mismas sensaciones (usar la imaginacion?) sino que son todos guiños a las peliculas anteriores. Y eso que contaban con un universo genial y una cantidad de temas musicales increibles. Me parece que es muy limitado lo que lograron, me gustó cuando la ví, pero es para olvidar muy rápido.
Pensé en poner MAD MAX, pero me limité a las más taquilleras y no lo fue tanto. Digo, la película, más allá de que sea buenísima, tal vez no terminó de conectar tanto con el público. Quiero decir que, irónicamente, una mucho peor película hecha por un imitador de Miller podría haber funcionado mejor que la del propio Miller. No se si se entiende. La taquilla no premia creatividad ni originalidad sino «lavados de cara» de fórmulas conocidas. Eso es lo que pasó para mí con JURASSIC y STAR WARS.
Slds,
d
Estaba en la fiesta de egresados de mi hermana. Hubo cena, discursos, video emotivo y baile. Sobre el final, pidieron que miráramos la pantalla para otro video: uno que armaron en el momento con las fotos de esa misma noche. ¡Convirtieron el presente en pasado nostalgioso!
«Aunque me fuercen yo nunca voy a decir que todo tiempo por pasado fue mejor: mañana es mejor»
Muy interesante el análisis. Aún así pienso que esta estrategia no tiene demasiado «futuro» en el cine. No se qué se acabará primero, si las fuentes a las que volver o la capacidad de reciclaje. Son como fuegos artificiales. Como ocurrió con la precuelas de Star Wars o secuelas de Jurassic Park, no sé si volveremos a ver estas películas en el futuro con mucho entusiasmo.
Es la primera vez que escribo, y quiero aprovechar para felicitarte por tu trabajo. Creo que sos uno de los críticos más generosos que se pueden leer en Argentina; no tenes temor a la transparencia y las argumentaciones de las críticas siempre están ahí.
Saludos!
Yo me temo que por unos años las seguiremos teniendo, creo que por ahora el camino de Hollywood es ese. Al menos en lo que respecta a las películas más grandes.
Y gracias por los elogios. :)
slds
d
Muy buen artículo. Igual Jurasic World no esta al nivel de Star Wars, date cuenta que uno no se acuerda de ninguno de los nombres de los personajes de cartón de la de trevorrow pero si de Finn, Rey y Kylo. Me parece tambien que Abrahams no es solamente un reciclador sus personajes tienen otras motivaciones, tienen psiquis mas complejas: El soldado desertor, la chica abandonada, el hijo que se aleja de sus padres no tienen nada que ver con la princesa, el contrabandista y el granjero. Bah me parece que ahí es donde innova Abrahams.
Te los acordás también porque la campaña publicitaria de SW fue inmensa en comparación a JW.
De todos modos reconozco que SW tiene elementos originales interesantes. Yo no digo que sean todas estas remakes hechas y derechas, solo que tienen muchas cosas parecidas, tal vez más de las necesarias…
slds
d
Hmm… me parece que «blockbusters» hubo en Hollywood desde mucho antes que Star Wars o Jaws… el concepto del cine como gran espectáculo ES marca registrada de Hollywood desde sus mismísimos orígenes, me parece… Pensemos en películas como «King-Kong», «Lo que el viento se llevó», «Las aventuras de Ribin Hood», «Ben-Hur»… Más hacia los setenta, no podemos olvidarnos de las películas de cine catástrofe de Irwin Allen… Podríamos hablar entonces más bien de un «regreso», adaptado a los nuevos tiempos, de ese cine de entretenimiento popular que siempre fue sello distintivo de la filmografía de EEUU, más allá de algún que otro paréntesis. Y por cierto que durante los 80s el cine de entretenimiento siguió siendo de autor, o al menos esa es mi opinión. Creo que es a partir de los 90s, cuando se consolida en escena Jerry Bruckheimer, que empiezan los problemas realmente. Así que es probable que ahora, de la mano de Abrahams y algún otro, estemos asistiendo a un nuevo regreso a las fuentes, o al menos a un intento del mismo, ya que no se si será posible que los ejecutivos que entienden más de marketing que de cine suelten la cuerda…
Pero el tamaño de blockbusters que fueron STAR WARS y TIBURON fueron enormes en comparación a las películas de Irwin Allen. Y, en especial a partir de STAR WARS, se fue buscando un público adolescente. Si mirás los «tanques» de antaño, no era ese el público al que iban dirigidas. El de SW es más cercano al público de los comics, de los seriales (la vieja KING KONG) o de las pelis tipo FLASH GORDON… Pero cambió también en cuanto a la idea de empezar a hacer películas a partir del marketing: buscar primero el target y después hacer la película. De todos modos es cierto que Hwood es sinónimo de entretenimiento, pero la primera mitad de los ’70 se caracterizó por películas más serias y adultas. Pensá que lo más taquillero era EL PADRINO. Ahora sería imposible algo así…
Slds
d
Convengamos también que Hollywood desparrama intentos de franquicias hasta que con alguna la pega. Porque por cada Star Wars que se deja ver hay un montón de intentos fallidos que muestran a cara lavada lo flaca y totalmente comercial que es esta estrategia. Así pasaron sin pena y con mucho asco Las Tortugas Ninjas producidas por Bay, o Terminator Genisys, o esta viniendo Ghostbuster, pero con mujeres… No se van a cansar de hacer remakes hasta matar todas las franquicias que puedan. Yo imagino borradores de guiones en las meses de los ejecutivos esperando a salir como ET 2, o Encuentros Cercanos 2, o la remake de Matrix…