Estrenos: «Frente al mar», de Angelina Jolie
Es inevitable, casi, la tentación a reírse a lo largo de varios momentos de FRENTE AL MAR. Los planos de Angelina Jolie –dirigida por sí misma– mirando lánguidamente al mar una y otra vez en medio de la depresión más chic posible bordea la parodia del cine de arte de los ’60 y los ’70. […]
Es inevitable, casi, la tentación a reírse a lo largo de varios momentos de FRENTE AL MAR. Los planos de Angelina Jolie –dirigida por sí misma– mirando lánguidamente al mar una y otra vez en medio de la depresión más chic posible bordea la parodia del cine de arte de los ’60 y los ’70. Y cada vez que Brad Pitt –su marido en la vida real y en la ficción– bebe unas copas de más y juega al cliché del escritor (norte)americano borracho en el exilio uno puede pensar que está a punto de ver una de esas películas que serán recordadas en el tiempo como uno de esos excesos que se les permiten a las estrellas para mantenerlas contentas y que luego cedan a hacer superproducciones para los mismos ejecutivos y estudios que «les dieron el gusto».
Y si bien todos esos elementos están en juego en el filme de Jolie (o Jolie-Pitt, como se llama aquí), hay algo en FRENTE AL MAR que trasciende no solo la parodia sino la idea de la autoexposición, de que el proyecto no es más que un elegante selfie de dos horas que permite a los espectadores creer que se están metiendo en la vida privada de una de las parejas más célebres –sino la más– de Hollywood. Jolie buscó aquí homenajear a un tipo de cine que ha dejado de hacerse y que es toda una anomalía fuera de Europa: la película de «angustia existencial» y profundo ennui tan típicas del cine y la literatura europeas de los ’60 y los ’70, con Michelangelo Antonioni como su representante más prototípico. Y lo hizo, a su manera, con aciertos y errores y siempre jugando en el límite del ridículo, pero apostando por salirse de la norma. Con sus errores y problemas, es una mucho más interesante, creativa y compleja película que sus dos anteriores, rutinarias biografías old school, de falso clasicismo oscarizable.
FRENTE AL MAR transcurre en lo que parece ser principios de los ’70 en un idílico paraje francés, que incluye un antiguo hotel de lujo frente a un lago y un pequeño pueblo con un bar/restaurante del otro lado. Vanessa (Jolie) es una bailarina retirada, visiblemente deprimida y viviendo a costa de pastillas las 24 horas. Roland (Pitt) es su marido, un escritor que tuvo una primera y exitosa novela (suponemos que la que les permite pagar ese hotel por lo que parecen ser meses), luego fracasó con la segunda y está buscando inspiración para escribir una nueva. Esa «inspiración» consiste en cruzarse al bar, beber hasta lo imposible y volver al hotel totalmente borracho. De escribir, poco y nada…
La pareja se ignora, se pelea, se ignora, se trata de amigar, pero siguen bloqueados y paralizados creativa, mental y emocionalmente. De coger, ni hablemos: ella no quiere ni que él la toque ni con su bigote… Así transcurre una buena parte del filme, en la que somos testigos de ese ir y venir: Pitt charlando con el barman, Pitt borracho, Jolie tirándose elegantemente a deprimirse en una reposera frente al mar, Jolie mirando a un pescador salir todas las mañanas con su barquito. Hasta que llega al cuarto de al lado una parejita francesa recién casada (Melvil Poupaud y Melanie Laurent) y las cosas se ponen más intrigantes. Especialmente porque Vanessa encuentra un agujero en la pared que le permite ver y escuchar lo que los francesitos hacen al lado. Eso despierta confusos sentimientos en nuestra golden couple.
Pronto se empezarán a cruzar con los franceses y la distancia inicial dará paso a algunas veladas compartidas. Para Vanessa y Roland la «amistad» será una forma de reconocerse en el pasado pero también de «vampirizarlos», de chuparles la sangre hasta poder revivir como pareja. Pero no será fácil. Más bien, todo lo contrario. Así, la película pasará de la depresión al juego de espionaje (con Pitt y Jolie tirados en el piso y mirando por el agujerito por turnos) para luego entrar en el más problemático y real tema de lidiar con las otras personas y con las emociones y conflictos que eso conlleva.
Como decía al principio, FRENTE AL MAR es una película que está al borde de la autoparodia, de cierto ridículo del que cuesta volver, pero de todos modos consigue mantenerse a raya y a proponer algunos asuntos afectivos, emocionales y laborales que son identificables en el mundo real: la llegada de la rutina en la mediana edad frente al entusiasmo juvenil, las crisis personales/laborales de cada uno de los miembros de la pareja y los problemas no resueltos del pasado, tema que termina siendo lo menos relevante del asunto, y al que la película le da demasiado peso y trascendencia.
Si a fines de los ’60 la pareja que componían Richard Burton y Elizabeth Taylor habrían intentado hacer una película de autor a la europea para retratar sus problemas de pareja posiblemente hubiesen terminado haciendo algo como ésto, un autoindulgente pero a la vez extrañamente tocante retrato de la vida de una famosa pareja de Hollywood. Tomando en cuenta que FRENTE AL MAR está hecha 40 años después de que este tipo de cine pasara de moda, la experiencia tiene algo de homenaje, de retro-chic, de drama emocional con look de aviso publicitario de doble página en Vogue. Todas cosas potencialmente problemáticas con las que Jolie (ok, Jolie-Pitt) se atreve a jugar. Es un proyecto complicado y hasta fallido, pero también valioso. Un poco por sus resultados y otro porque deja en claro que cierto cine sigue teniendo una relevancia y un peso emocional que hoy no tantos alcanzan. Peso que tal vez no se aprecie del todo mientras se ve la película pero que queda resonando por días y días…
una historia muy trágica, tener hijos es muy importante. A las parejas como esta puede ayudar maternidad subrogada y VittoriaVita