Estrenos: «Mustang», de Deniz Gamze Erguven
Una de las principales candidatas, junto a SON OF SAUL, para quedarse con el Oscar a mejor película extranjera representando a Francia (es una coproducción dee Turquía con ese país y la directora vive allí hace años aunque la película es turca de principio a fin y de francés no tiene nada en la ficción), […]
Una de las principales candidatas, junto a SON OF SAUL, para quedarse con el Oscar a mejor película extranjera representando a Francia (es una coproducción dee Turquía con ese país y la directora vive allí hace años aunque la película es turca de principio a fin y de francés no tiene nada en la ficción), MUSTANG se maneja en el límite exacto entre el drama convencional políticamente correcto y premiable en festivales internacionales y una película más sutil e inteligente que aparece por momentos y tiende a luchar por la primacía con la primera.
Se trata de un drama que tiene algunos puntos de contacto con LAS VIRGENES SUICIDAS. Aquí son cinco hermanas que, al terminar el último día de clases en la escuela, se van al mar con unos chicos a nadar y divertirse. Al volver a la casa en la que viven con su abuela (sus padres murieron años atrás y siempre las cuidó y educó ella) las espera una sorpresa: todo el pueblo estuvo comentando esos juegos «peligrosos» de las chicas con varones (la abuela compara subirse a los hombros de un chico con masturbarse en público) y la señora decide, con la participación del tradicionalista tío de las chicas, encerrarlas en su casa y prohibirles todo contacto con el mundo exterior.
Ese encierro se vuelve en algo parecido a un entrenamiento para casarlas: les enseñan a cocinar, a hacer las tareas del hogar, a prepararse para su vida como futuras esposas. Pero las adolescentes, que hasta ese momento parecían llevar un estilo de vida más liberal (normal, en términos occidentales) no se llevan nada bien con las nuevas disposiciones familiares y, especialmente dos de ellas (la mayor y la menor) hacen lo imposible por fugarse, rebelarse y enfrentar al tío, a la abuela y, de hacer falta, al pueblo entero. Ese será el punto de partida para una situación que empieza a volverse más densa (y por momentos cómica) cuando familias con hijos varones empiezan a llegar hasta la casa a pedir las manos de las niñas siguiendo todos los pasos tradicionales.
MUSTANG pone en su centro el choque cultural que se produce en países, como Turquía, donde ciertas costumbres musulmanas tradicionalistas chocan con otras más liberales y occidentalizadas. Las chicas son bellas, usan el pelo largo, les gusta el fútbol, los chicos y salir, pero desde que bajó la orden de convertirlas en esposas vírgenes todo ese mundo les fue extirpado. Ahora deben ser discretas, lavar, cocinar y aprender a servir a sus futuros maridos. Y para eso deben estar encerradas las 24 horas, algo que no cuaja para nada con la personalidad festiva y hasta acelerada de la mayoría de ellas, adolescentes hormonales a fin de cuentas. La secuencia de eventos –y casamientos– irá tensando más la cuerda entre las chicas y sus «captores» (tío y abuela, sí, pero también todo el pueblo) en lo que finalmente es una metáfora un tanto obvia pero bastante contundente sobre los derechos de la mujer en este tipo de culturas.
Es evidente que la película de Deniz Gamze Erguven tiene todo para funcionar en los mercados internacionales: es una película de denuncia que jamás pierde su costado humano, está contada en un «estilo internacional» que facilita su distribución y aceptación por los distintos públicos y el tema de los derechos de la mujer en los países musulmanes la ponen en pole position a la hora de hablar de premios en festivales o el propio Oscar (tengo la impresión que podría ganarla a la más «difícil» SON OF SAUL, sin ir más lejos). Pero eso no le quita verdad ni intensidad en muchos de sus momentos, especialmente en los que juegan las chicas, tratando a su manera de encontrar formas de seguir viviendo más o menos libremente en los confines de la casa, escapándose a ver un partido de fútbol, complicándoles las cosas a sus parientes con trampas y trucos, entre otras incidencias. En algunas situaciones complicadas que luego se presentan, la película también apuesta por la sutileza y el fuera de campo, algo que resulta más que bienvenido. Y si bien su riesgo estético es mínimo, su potencia emocional es innegable.
Hola, Diego:
Para empezar,Deniz Gamze Erguven, la directora de esta cinta no solo vive hace años en Turquía, sino que ella es (por si nombres y apellido no nos lo hacían ver) «turca».
También actriz,ésta es su ópera prima en largometraje y como intérprete se le ha visto más que nada en el cine francés (se formó allá y posee también esa nacionalidad, de allí el origen de esta coproducción), por ejemplo, en uno de los cortos de «Chacun son cinema…»,conjunto de cortos de varios directores hecho con motivo del aniversario 60 de Cannes, en 2007. Salía en el del director Olivier Assayaz.
Fuera de esta necesaria aclaración/explicación, la peli está bien en su denuncia, pese a que roza en lo «subrayado» o evidente. Sobra maniqueísmo.
Lo sé, sé que vive en Francia hace años y la coguionista es una reconocida directora francesa, pero de todos modos que Francia la presente al Oscar como película francesa –siendo una película tan turca en todo sentido– es un poco raro…
Slds
d
pd. Tiene algo de parecido con el caso de Haneke y AMOUR, que era opuesto: una peli francesa, director austríaco, presentada por Austria. En ese caso estaba más justificado, creo…
De nuevo, hola, Diego:
Yo también estoy de acuerdo contigo,jamas estuve en desacuerdo solo aclaré los vínculos de Erguven con Francia y del por que una historia turca representa a Francia. Que haya coherencia en esa representación es otra cosa.
Tengo entendido que Amour era una coproducción entre Francia, Alemania y Austria. Para los OSCAR se la puso como francesa. Anbientada EN FRANCIA y hablada en francés,no se veía lo austriaco por ahí. Mucha justificación no vi tampoco para representar a Francia.
PD:Corrección, para los oscares a Amour la pusieron como austriaca, no francesa. Y muy coherente no es siendo enteramente francesa en todo. Sí, la justificación está en el origen del director para Amour y de ser así en Mustang por el origen de una de sus guionistas.
Si, ok, pero Haneke es un director austriaco y su «sensibilidad» (ja!) es evidente en la película.
La directora turca es ciudadana francesa, ok, y tal vez haya algo «afrancesado» en el tono de la peli (además de Winocour), pero me parece un poco más justificado lo de Haneke. De todos modos el sistema del Oscar extranjero es ya un ridículo en ese sentido nacionalista, de películas representando a países.
slds
d
Hola, Diego. Me resulta curioso que hayas señalado el carácter de coproducción de esta cinta cuando fue precisamente lo que no se hizo en los Globos de Oro del domingo. Mencionaron los países detrás de las cintas El nuevo testamento o The fencer y a Mustang la presentaron simplemente como “de Francia”. Otra de los caprichos de los Globos de esa noche.
Tuve la oportunidad de verla junto a Much loved, de Nabil Ayouch, (cinta marroquí que aun compartiendo similitudes con ésta muestra un resultado más veraz y digno), ambas en la Quincena de Realizadores de Cannes 2015. Coincido contigo en la influencia de Coppola y sus “Vírgenes suicidas”, puesto que bebe mucho de su estética (agraciadas adolescentes de largas cabelleras boticelleanas que despiertan a la vida) e igualmente comparto la opinión de su turquicidad , pero más por el espacio socio-geográfico en el que se desarrolla que por otra cosa.Lo francés se advierte en el tratamiento de la trama, ya que la francesa Alice Winocour es la coguionista del filme y de ahí el “enfoque” de la historia.
No estoy de acuerdo con tu denominación de “costumbres musulmanas tradicionalistas” frente a “costumbres liberales occidentales”, a mí me parecen más costumbres “arcanas” que otra cosa. Me crié en un pueblo del interior de un país latinoamericano y si bien es otra realidad no faltaba ver lo conservadores que podían ser ciertos núcleos familiares, y más con respecto al comportamiento de las chicas, sin llegar a estos extremos, por supuesto. Así que aquello de “normal” según parámetros “occidentales”, pues me parece eso muy relativo, vamos.
Aciertas al afirmar que esta peli tiene todo lo necesario para triunfar internacionalmente por su tono de denuncia, estilo narrativo y por el revisitado tema de los derechos pisoteados a las mujeres, tristemente universal, pero harto más digeribles si se dan en zonas de mayoría confesional musulmana, cuando en realidad la violencia misógina responde más a lo atávico, que a lo dogmático Pero si la realizadora quería mostrar la opresión femenina en el contexto de una Turquía arcaica pudo haberlo hecho privándose de recursos manidos y un guion de soluciones fáciles y aparentes que pretende (y probablemente consiga) conectar con la fibra sensible –¿o prejuiciada? –occidental, pese a que su capacidad para señalar el machismo de la Turquía profunda sea de una simplicidad irritante. Es una lástima que habiendo tantos cineastas tucos realizando un cine crítico y valiente, implacable pero al mismo tiempo original en su denuncia, ( tipo Seren Yuce, Emin Alper o Semith Kaplanoglu) sea esta mirada francesa obvia y descontextualizada, que gracias al plus de la coproducción, un premio en Cannes y a la postulación al Óscar (con posible horrible obtención) será la que se imponga y no la más elaborada de los cineastas antes nombrados.
Un placer saludarte,
Lucero Barandiarán
Si te parece más justificado la elección de Amour como austriaca aun reconociendo el «sello galo» de una película sito en el norte turco,la verdad no resultas muy convincente.
En cuanto al sistema del óscar extranjero,a medias concuerdo contigo:lo idóneo sería que TODAS las cintas sin importar su origen compitieran por categorías harto merecidas. Pero recuerda que esto lo ha hecho la Academia en más de una ocasión. Y por otro,si con esa categoría logran sobresalir cintas mundiales que se escapan del modo de hacer cine a lo Hollywood, bienvenida sea.
slds.
l.
P.D.: Tampoco era necesario regatear el derecho a réplica. Estamos para discutir sanamente sobre lo que nos apasiona, ¿no?