Estrenos: «Una buena receta», de John Wells

Estrenos: «Una buena receta», de John Wells

por - Críticas
26 Ene, 2016 11:44 | Sin comentarios

Los chefs son personajes intensos y arrogantes, se sabe. Sus rivalidades y tensiones, parece, empequeñecen a las de deportistas y políticos. Y su brutalidad a la hora de manejar la cocina puede ser similar a la de dictadores de países africanos. ¿Y todo por qué? ¿Por dinero, por lograr que la gente coma mejor, por […]

Burnt-PosterLos chefs son personajes intensos y arrogantes, se sabe. Sus rivalidades y tensiones, parece, empequeñecen a las de deportistas y políticos. Y su brutalidad a la hora de manejar la cocina puede ser similar a la de dictadores de países africanos. ¿Y todo por qué? ¿Por dinero, por lograr que la gente coma mejor, por inventar algo nuevo y sorprendente? En verdad, no. Más bien para ganar más estrellas Michelin, virtual sello de calidad que asegura que estás entre los mejores en lo que hacés.

En ese sentido, UNA BUENA RECETA tiene algo similar a WHIPLASH: es una película sobre un delicado y bello arte que pocos en el mundo manejan a ese nivel, a la que se le ha borrado casi cualquier aspecto placentero y disfrutable que ese arte, esa profesión, tiene. El asunto es conseguir un restaurante como sea, ganarle a tu enemigo como sea, tratar a la gente como sea para conseguir la cucarda en cuestión. Y así.. ¿El disfrute de la comida? Eso pueden hacerlo, gentiles espectadores, al salir del cine.

burntBradley Cooper es Adam Jones, el chef en cuestión, un joven talentoso que llegó a la cima en París pero que cayó en un viaje de sexo, drogas y maltrato que terminaron por sacarlo de circulación por muchos años y generándole muchos enemigos en el camino. Tras cumplir una extraña penitencia y supuesta curación, Adam decide volver con todo y conseguir su ansiada tercera estrella Michelin. Sin haber cambiado en nada su brutal estilo va a Londres y prácticamente termina tomando por asalto un restaurante de un ex amigo (Daniel Brühl) y robando cocineros de otros restaurantes (que, según él, son pésimos y no merecena tipos talentosos como ellos) para poner su propio boliche en un hotel de lujo en el que también vive. Todos dudan. ¿Seguirá siendo Adam igual de insoportable que era en París o habrá cambiado?

Los que encarnan a sus empleados, colegas, conocidos y rivales son todos actores que están para papeles más ricos que los que aquí les toca en suerte, como el astro francés Omar Sy, la hoy nominada al Oscar Alicia Vikander (que está, toco y me voy, en dos escenas), Matthew Rhys (el protagonista de THE AMERICANS) y Uma Thurman (hay que reconocerla). Roles un poco más sustanciosos tiene Emma Thompson como una psiquiatra encargada de que Adam no desbarranque otra vez y la camaleónica Sienna Miller que es una actriz cada vez más sólida y convincente. La trama estará centrada en los intentos de recuperacion de Adam –difíciles, ya que el pasado siempre vuelve para cobrarse sus cuentas, y porque el tipo, aún sin drogas ni alcohol, sigue siendo insoportable– y, principalmente, en conseguir la estrellita Michelin que le falta.

burnt4Con guión del cada vez más activo y reconocido Steven Knight (LOCKE) y dirección del veterano de la TV y director de la intolerable adaptación de AGOSTO, John Wells, UNA BUENA RECETA intenta convertirse en un thriller cocinero, con el tema simplemente puesto ahí como excusa para una serie de idas y vueltas terapéuticas que pueden terminar con la destrucción, caída o salvación de nuestro antihéroe. Cooper es un actor lo suficientemente carismático como para que el personaje que interpreta no sea tan intragable como, uno imagina, debe ser una persona que actúa así en la vida real, pero eso de todos modos no alcanza como para que el espectador se ponga de su lado y lo acompañe en su viaje hacia una posible recuperación.

Otra vez, como WHIPLASH –pero sin el acabado técnico impoluto de aquella película tramposa pero efectiva–, UNA BUENA RECETA es una película que no transmite casi en ningún momento el placer por la cocina o por la comida. Es, simplemente, una excusa para competir, para ser aplaudido o rechazado, para ganar o para perder. Y, cuando finalmente, llega la «lección de vida» ya es demasiado tarde. En cinco, diez minutos no se puede reparar todo el daño causado, gastronómico y cinematográfico.