TV: «Transparent» (Temporada 2)
La segunda temporada de la serie de Amazon TRANSPARENT continúa en la misma línea que la primera, pero posee una pequeña diferencia que –a la larga– terminará siendo clave: ahora es una serie muy autoconsciente de tratar un tema «importante» culturalmente y funciona como tal. A lo largo de los diez episodios de la primera temporada, […]
La segunda temporada de la serie de Amazon TRANSPARENT continúa en la misma línea que la primera, pero posee una pequeña diferencia que –a la larga– terminará siendo clave: ahora es una serie muy autoconsciente de tratar un tema «importante» culturalmente y funciona como tal. A lo largo de los diez episodios de la primera temporada, la comedia creada por Jill Soloway mezclaba humor y emoción para contar los primeros pasos «trans» de Maura Pfefferman (Jeffrey Tambor), un hombre que al llegar a lo que se podría llamar «la tercera edad» decide asumir públicamente su condición femenina, cambiándose no solo de atuendo y nombre sino empezando prácticamente una nueva vida. Ahora ya es una serie sobre hacer una serie sobre ese tema.
En el medio de este proceso de transformación de Maura están sus hijos, ya adultos, que atraviesan este cambio de su padre con una mezcla de sensaciones: confusión, miedo, apoyo y una rara combinación de alegría y melancolía. Los Pfefferman son una familia judía acomodada de Los Angeles, bastante progresista en su manera de ver el mundo, por lo que no van a encontrar aquí escándalos más propios de familias tradicionalistas y/o conservadoras: nadie se escandaliza de nada. De hecho, parte del interés de la propuesta tiene que ver con que, pese a la manera cool con la que los hijos responden al cambio del padre, es inevitable que los impacte fuertemente en sus vidas, de una manera que ni ellos esperan o suponen.
En la segunda temporada seguirán los cambios en los Pfefferman. Tratando de no spoilear demasiado diré que siguen las idas y vueltas con la sexualidad de las hijas (Sarah –Amy Landecker–, conflictuada tras su divorcio y súbito romance con otra mujer, y Ali –Gaby Hoffmann–, que empieza a investigar en esas mismas áreas) y con las decisiones de vida del hijo (Josh/Jay Duplass), el único del grupo al que la decisión del padre lo volvió más conservador, intentando formar una familia con una rabina practicante (Kathryn Hahn) y un miembro familiar nuevo e inesperado. En esta segunda temporada tendrá una presencia más grande la madre (Judith Light), un poco como ancla para no perder de vista del todo los toques de comedia, si se quiere, judía.
En un sentido general, TRANSPARENT no cambia mucho de una temporada a la otra: los descubrimientos (en su mayoría sexuales, pero también de formación de grupos familiares no tradicionales) son similares y los conflictos se mantienen dentro de esa línea también, pero se pueden notar dos modificaciones que sí la afectan de manera sutil pero finalmente, importante. Uno de esos cambios es positivo: la serie ya es definitivamente sobre los Pfefferman y Maura es una más del grupo protagónico. El cambio es importante ya que, al crecer el peso de los demás personajes, son más los ejes por los que la serie circula. El «cambio» de Maura ya se produjo en la temporada anterior –lo mismo que el «shock» inicial– y ahora se trata de ver cómo siguen sus vidas todos los personajes implicados una vez que esa noticia ya no lo es tanto y pasa a ser parte de sus vidas cotidianas. Incluyendo ella, que no lo tendrá sencillo.
El otro cambio sí, me parece, le juega un tanto en contra. Y es esa autoconciencia casi militante que la serie tiene en la segunda temporada, algo que queda muy en evidencia en un permanente flashback que se hace a través de casi todos los episodios a unos hechos que sucedieron en la Alemania de los años ’30 y que, al finalizar la temporada, sabremos cómo se relacionan con la actualidad de los Pfefferman. Esa permanente alegoría entre el nazismo, el Holocausto y la situación actual de la familia (víctima del «patriarcado», digamos) no es nada feliz y, en algunos episodios, la comparación bordea el ridículo.
Esa necesidad de «politizar» la serie (hay otros personajes, especialmente en la vida de Ali, que apuestan a lo mismo) la quita algo de la frescura y naturalidad que tenía en la primera temporada, en la que se sentía el desafío y el riesgo temático pero no parecía tan impuesto desde el guión a hacerse presente todo el tiempo en el discurso, con conflictos que parecen extraídos de los «temas que una serie como ésta debería tratar». Si bien no arruina el disfrute de una serie tan rica y compleja como es TRANSPARENT si es una señal de alarma para su futuro. Como a los Pfefferman, a Jill Soloway parece haberle caído la ficha de que lo que sucedió con Maura es importante, tanto dentro de la ficción como en el mundo real, y se asoma al problema de convertirse en una serie demasiado atada a tener que tener preguntas y respuestas para todos los temas que surgen de ella.