Estrenos: «En primera plana», de Tom McCarthy
Antes que nada, una aclaración. Durante muchos años (veinte, para ser más precisos) trabajé en la redacción de un diario grande que era muy similar a la del Boston Globe que muestra EN PRIMERA PLANA, con similares salas de reuniones, pasillos, archivos, lugares de comida y por supuesto, la redacción en sí. La película transcurre […]
Antes que nada, una aclaración. Durante muchos años (veinte, para ser más precisos) trabajé en la redacción de un diario grande que era muy similar a la del Boston Globe que muestra EN PRIMERA PLANA, con similares salas de reuniones, pasillos, archivos, lugares de comida y por supuesto, la redacción en sí. La película transcurre a lo largo de 2001, años en los que internet era algo relativamente reciente, cualquier tipo de investigación de archivo incluía ficheros, papeles, carpetas y más carpetas, llamados telefónicos, cuadernos, biromes y otras «antiguedades» del periodismo pre-Google que quedaban del siglo XX. Digo esto a modo de excusa o justificación de esta crítica: ya vi dos veces EN PRIMERA PLANA y en ningún momento pude despegarme de la sensación de que la película capturaba como ninguna otra que yo haya visto jamás lo que implica y significa trabajar en un diario grande. No sólo por la influencia que el diario pueda tener sino por la mecánica cotidiana del trabajo en sí: de la despedida de un veterano periodista con su comida de ocasión a las reuniones de sumario pasando por las horas tempranas (o muy tardías) con la redacción semivacía, los teléfonos sonando por los cuatro costados a manera de un permanente concierto de música experimental, las conversaciones y chismes de redacción y así, al infinito.
Aclaro esto porque me da la impresión que la película de Tom McCarthy está más interesada en hacer una celebración del periodismo de investigación old school que en el caso en sí que esa investigación saca a la luz. Es cierto que el descubrimiento de la enorme cantidad de casos de curas pedófilos y abusadores de niños en Boston que fueron encubiertos por la propia Iglesia –y, mediante la negación, por buena parte de la ciudad– es un tema de una gravedad innegable e incalculables consecuencias. Y la película jamás se desentiende de eso. Al contrario, es una película sobre trabajo y más trabajo, datos y más datos, con mínimo espacio para hablar de las vidas personales de sus protagonistas. Pero el tema es más el procedimiento que el resultado. Es una película sobre cómo se hace una investigacion periodística en serio y qué significa para una comunidad que exista un periodismo independiente capaz de hacerla.
No diré demasiado sobre la trama en sí más que para contar que se centra en «Spotlight», un grupo de periodistas que en el Boston Globe hacen investigaciones a largo plazo y de manera independiente, hasta de casi todo el resto del diario. El grupo (que maneja Michael Keaton e integran Rachel McAdams, Mark Ruffalo y Brian d’Arcy James) responde directamente al editor (John «MAD MEN» Slattery) quien, a su vez, responde a un recién llegado editor en jefe (Liev Schreiber). Es este nuevo editor (que viene de otra ciudad y es judío, lo cual le permite estar menos «metido» en las internas de Boston, la ciudad con más porcentaje de católicos en Estados Unidos) quien, a partir de la noticia de abusos de un cura, encomienda a «Spotlight» investigar en profundidad el asunto. Y el filme se dedicará, como sus protagonistas, sin pausas a esa tarea. Entrevistando víctimas, abogados, sacerdotes, expertos y, especialmente, revisando papeles, archivos y haciendo necesarias conexiones que ayudarán a sacar a la luz lo que es, esencialmente, un caso de encubrimiento mucho más extendido de lo que hasta ellos mismos suponen.
McCarthy no adorna el material con nada: ni con tomas demasiado lujosas (es una película de gente hablando por teléfono, de entrevistas y reuniones) ni con subtramas policiales o románticas. Más allá de lo incómodo y difícil de la situación –el diario más grande de una ciudad católica yendo con todo frente a la Iglesia–, no hay bombas ni situaciones especialmente violentas, más que algunas veladas amenazas y mucho silencio. Tampoco McCarthy hace flashbacks ni muestra situaciones incómodas con esos abusos, más allá de un par de testimonios verbales. De hecho, los victimarios casi ni aparecen. Es una película casi sin villanos presentes: están en las carpetas, en los papeles, se siente su presencia todo el tiempo en las trabas que se le presentan a los investigadores. Pero el centro está en el proceso en sí. Es una película sobre el periodismo como trabajo. Y, si se quiere, como misión.
EN PRIMERA PLANA es la clase de película que sirve para repensar y analizar la función del periodismo verdaderamente independiente (y aquí, luego de lo que viene ocurriendo en los últimos años, más todavía). En una charla de presentación entre el Cardenal de Boston y el nuevo editor del diario, el primero le dice: «Trabajemos juntos, colaboremos». Y la respuesta, amable pero cortante del editor, es: «Creo que es mejor que nosotros trabajemos por nuestra cuenta». A partir de allí son incontables los momentos en los que los periodistas deben hacer preguntas incómodas, confrontar con viejos amigos, familiares, vecinos y hasta con las propias víctimas, que creen que no están haciendo lo suficiente. Pero el trabajo de investigación es denso, toma tiempo, demanda pruebas, fuentes e información chequeadísima y una «bomba periodística» de esas dimensiones no puede soltarse así nomás.
Y de eso va la película de McCarthy. Se la puede acusar de gris y monótona, hasta de televisiva o complicada de seguir, pero parte de la lógica de la investigación periodística es así: no hay flashes, ni glamour, ni persecuciones, ni nada que demande planos lujosos o subtramas policiales, y ésta tiene aún menos que el clásico en la materia, TODOS LOS HOMBRES DEL PRESIDENTE. En ese respeto por las formas del verdadero trabajo periodístico reside la grandeza de EN PRIMERA PLANA. En cierto modo, es una celebración de un tipo de periodismo que parece ir desapareciendo en un universo online que recircula información casi sin chequeo previo, reproduce operaciones de prensa y en el que las instituciones (eso corre para el Estado y la Iglesia tanto como para otras «instituciones» como estudios de cine, sellos discográficos o marcas que ponen publicidad) trabajan junto al periodismo de maneras que exceden lo profesionalmente correcto. Y en otro modo, igualmente importante, es una película que rescata el compromiso con el trabajo y, ante todo, la inquebrantable ética y hasta el sacrificio de los que mejor se desempeñan en esta complicada y apasionante profesión.
Nota: los subtítulos en castellano de esta película (los oficiales que irán a los cines, no los truchos online) están plagados de errores. Por algún motivo, el traductor decidió que «writer» «editor» y «publisher», por ejemplo, se traduce siempre como «redactor», cuando claramente no es lo mismo y no ayuda en nada a la comprensión de las relaciones entre los personajes. Y es especialmente irónico que eso suceda en una película que celebra el profesionalismo y la seriedad a la hora de hacer un trabajo.
Completamente de acuerdo. Spotlight le esquiva muy bien al melodrama de las víctimas y al thriller del periodista perseguido. En la escena en la que John Slattery le toca la puerta a Mark Ruffalo diciendo que es el Arzobispo de Canterbury, la película parece hasta burlarse de ese camino fácil.
Tantas, tantas cosas se podrían haber hecho mal en esa película y no se hace casi ninguna. De solo pensarlo me da terror. La única escena más o menos convencional (el speech a lo Brando de Ruffalo, «it could have been you/It could have been any of us», o algo así) me suena falsa, de hecho. Lo más emotivo que pasa es ver que las telefonistas de la redacción se mudan a la oficina de Spotlight. Y que logren emocionarte con eso es genial…
slds
d
Bien Diego. A mi me gustó bastante. Igual no puedo de dejar de pensar en las secuencias en las cuales la investigación va «de puerta a puerta» desde la puesta, la iluminación, y hasta la música me recordaron bastante a Erin Brokovich. Y eso que a mi, ese «telefilm» me gustó bastante más que a la mayoría de los críticos. Pero me parecieron notables las similitudes.
Tiene algo de eso, pero me parece que esta película tiene una cosa más de «héroe grupal» que la otra. Pero es cierto que tiene el mismo estilo «no me creo la épica melodramática» de las películas de Soderbergh. Compará SPOTLIGHT con TRUTH (otra película sobre periodismo de 2015) y te vas a dar cuenta de lo que hablo…
Slds
d
Hola Diego. Tengo la impresión que la película te gusto aún más después de la segunda visión. ¿Puede ser?
Por que en mi caso, al principio no me cerro lo poca ilustrativa que es y dsp me di cuenta que el foco va más en lo que decís; la tarea del periodismo de investigación. Lo ético vs lo correcto, las trabas, etc.
¿Cual crees que ganara el Oscar? Esta o The Big Short. ¿Cual es «más difícil» para el espectador?
Es cierto. Me gustó las dos veces, pero la segunda me cerró más. La primera vez me había quedado con que era un poco televisiva y visualmente monótona, como que le faltaba esa cualidad que uno a veces asocia con el gran cine. La segunda vez la vi en cine y me di cuenta que eso era lo que la historia precisaba, que no había necesidad de nada extra: ni shows, ni grandes planos, nada. Tiene algún plano secuencia y algún que otro chiche, pero no va por ahí. No es un trabajo glamoroso, no es una película glamorosa…
Me temo que gana THE REVENANT. Tiene esa cosa «espectacular» que estas dos no tienen. SPOTLIGHT sería segunda.
Respecto a cuál es mas difícil: THE BIG SHORT, por lejos. No es nada sencillo entender qué cuernos están haciendo la mitad del tiempo. Acá no solo todo es más claro (ok, muchos nombres y tal, pero nada fuera de lo usual) sino que además es un tema que, lamentablemente, toca a la gente más de cerca que el manejo de bonos basura en Wall Street. Bah, eso creo, je!
slds
d
Me gustó Spotlight más que a los colegas, por lo que veo. También me crié en redacciones tomando café viejo y la peli tiene esa cosa clásica, seca, sin hollywoodismos, que termina por resultar entrañable aunque pueda parecer de miniserie. Spotlight es sutil. No se idealiza el mundo del newsroom como en la serie de Sorkin, justamente. Y cuando el editor pregunta porqué no prestaron atención a la noticia, hay una respuesta que pinta el ethos de la peli de cuerpo entero: porque se nos pasó. No hay heroicismo, ni musiquita, ni el desvivirse por entregar diálogos brillantes en cada escena. Y sin embargo, el costo de tensar la relación con una comunidad a la que se pertenece y a la que se quiere, exige un coraje cinematográfico.
Tal cual, es eso.
Tomate el trabajo de ver TRUTH –que es sobre periodismo televisivo, je!– y te vas a dar cuenta lo falsa que es.
No el periodismo, sino la película, je!
Saludos,
d
La película se maneja de manera algo tediosa, bien actuada eso sí, y claramente bien intencionada, pero filmada con domesticadas maneras televisivas “de las de antes”. En la eterna disputa de siempre, el tema devora cualquier atisbo de forma.
Lo que no entiendo es cómo se puede bañar uno en la estulticia como para reparar en el hálito de la caja tonta en el celuloide y encima exaltarlo en un segundo visionado.
Me rompe las bolas que los mmismos que acusan a SPOTLIGHT de no tener méritos cinematográficos (como si la peli se tratara de ESO) son los mismos que no irían ni en pedo a ver CAROL, que tiene TODOS los méritos cinematográficos que piden, y con una historia mil veces más sencilla que la de SPOTLIGHT. Gataflorismo al palo.
A me pareció insípida, monótona, protocolar y esquemática (plano general, plano medio, primer plano, corte y vuelta a empezar).
Se puede decir que es televisiva sin ser despectivo, es una buena película televisiva.
En el Oscar le veo chances porque no es una película polémica, trata un tema «importante» sin asumir riesgos.
Me parece muy bueno tu comentario. Apenas no comparto el detalle de que en la película hay «mucho silencio» (y no parece que te estés refiriendo al caracter negador de instituciones, víctimas, periodistas, etc.): es una película muy hablada, y donde prácticamente todo lo que se dice es para dar información sobre el tema que trata.
Por otra parte, respecto a las referencias al diario en el que trabajaste (y dicho esto sin mala intención) ¿por qué no mencionar que se trata de Clarín?
Por ahí hablás también de «lo que viene ocurriendo con el cine independiente en los últimos años» pero no me queda claro a qué te referís.
La verdad es que sería bueno que alguna vez escribas algo sobre tu experiencia en Clarín durante 20 años.