Estrenos: «La chica danesa», de Tom Hooper
Cuando uno recuerda, tras ver LA CHICA DANESA que, cinco años atrás, con EL DISCURSO DEL REY, Tom Hopper ganó el Oscar como mejor director superando a Darren Aronofsky, David O. Russell, David Fincher y a los hermanos Coen, tiene ganas de llevar a los miembros de la Academia de Hollywood a algo parecido a la Corte Marcial del […]
Cuando uno recuerda, tras ver LA CHICA DANESA que, cinco años atrás, con EL DISCURSO DEL REY, Tom Hopper ganó el Oscar como mejor director superando a Darren Aronofsky, David O. Russell, David Fincher y a los hermanos Coen, tiene ganas de llevar a los miembros de la Academia de Hollywood a algo parecido a la Corte Marcial del Cine. Si bien aquella película era apenas un tanto mejor que ésta, no hay nada en el cine de Hooper que indiquen que el hombre sea otra cosa que un correcto oficinista que fabrica productos armados para cosechar premios. Llevar al cine LOS MISERABLES pudo haber significado un pequeño riesgo artístico en su carrera, pero tampoco see trata de una adaptación que pasará a la historia.
Esta película tiene un solo potencial riesgo y Hooper lo dinamita desde adentro. El «riesgo» sería, llegado el caso, contar la historia del primer hombre que se hizo una operación para cambiar de sexo y transformarse en mujer, en la década del ’20. Pero la película presenta al personaje y a la situación de una manera tan blanda y banal que termina pasteurizando todo el asunto, desexualizándolo por completo y «hollywoodizándolo» de principio a fin. Más allá de una fresca y convincente actuación de Alicia Vikander, la película es un desvergonzado anzuelo lanzado a los académicos, de esos que se notan demasiado, en cada plano.
Vikander encarna a Gerda, la esposa de Einar Wegener, el pintor que de a poco descubre (o admite) que le gustan las medias de seda, ponerse un poco de rubor y, voilá, decide transformarse en Lili Elbe y luego completar la transformación cambiando de sexo en un quirófano. En realidad no se transforma en mujer. Gracias al bastante andrógino rostro de Eddie Redmayne, Lili es mostrada como una especie de niña tonta, de bella muñeca de torta asexuada. Es un filme tan pero tan alejado de lo que uno supone debe haber sido la difícil, dolorosa y verdadera historia de Lili que en algún punto se vuelve prácticamente ofensivo.
Basada en una novela escrita por David Ebershoff, LA CHICA DANESA cuenta la historia de esta pareja de pintores que viven en Dinamarca en los ’20. Con una puesta en escena que ostensiblemente intenta remedar ciertos cuadros de la época (prestar atención a los planos en la casa de los protagonistas), la película va mostrando la gradual transformación de Einer en Lili (a quien intentan hacer pasar públicamente como su prima) y, en especial, la manera en la que Gerda se relaciona con ese cambio. Artista bohemia de la época, Gerda lidia con las emociones encontradas que le produce el cambio, entre la aceptación y el rechazo. Cómo eso se dibuja en el rostro de Vikander es lo mejor que la película tiene para ofrecer, sino lo único digno.
En lo que respecta a Redmayne –nominado al Oscar– lo que vemos es una especie de aniñada caricatura de una transformación sexual, una versión apta para todo público, casi disneyficada, de lo que debe haber sido en la vida real. En un año en el que se estrenaron películas como TANGERINE, de Sean Baker, con dos protagonistas transexuales, es casi una falta de respeto que las nominaciones y reconocimientos se los lleve esta olvidable película. Por suerte, a diferencia de lo que pasó con EL DISCURSO DEL REY, los votantes lograron darse cuenta que aquí Hooper había perdido del todo el rumbo y lo ignoraron en los rubros principales. No hicieron lo mismo con Redmayne quien –como lo hizo, apenas un poco más efectivamente con su personificación de Stephen Hawking en LA TEORIA DEL TODO, por la que ganó el Oscar– volvió a engañarlos a pura técnica e imitación
No la vi aún, pero las críticas que leo de esta película me recuerdan en un punto a lo que pasa con «Laurence anyways» y el desarrollo de una trama donde la mejor representación es la del personaje femenino que debe lidiar con el cambio que presupone en su vida que su pareja decida vivir según su identidad de género. Me da la sensación de que estos directores se meten con temas que los exceden en su conocimiento y sensibilidad para tratarlos y lo único destacable termina siendo aquello con lo que efectivamente pueden sentirse identificados. No basta con filmar bonito un tema «controversial», hay que investigar, conocer, sensibilizarse, y en todo caso ser capaz de admitir las propias limitaciones.
La mención que hace Josefina de la cinta de 2012 de Dolan no puede ser más oportuna. Y también ahí la actriz Clements era quien sustentaba toda la trama. Tal y como Vikander ha hecho con esta inocua película.